El enigma de los caballos mutilados en la Francia rural
?Una secta? ?Una apuesta perversa? La gendarmer¨ªa investiga el misterio que azota la campi?a desde hace meses


Los caballos aparecen con las orejas o los genitales desgarrados, con heridas por cuchillo en el cuerpo o con fracturas por golpes con objetos contundentes. A otros, los encuentran muertos. Los propietarios o los cuidadores los suelen descubrir por la ma?ana. Y se asustan. Y cavilan: qui¨¦n y por qu¨¦. Algunos incluso se arman. Y circulan todo tipo de hip¨®tesis, algunas descabelladas, sobre lo que esconde la ola de mutilaciones a caballos que desde hace meses azota la Francia rural.
Un s¨¢dico. Una secta sat¨¢nica. Un desaf¨ªo surgido de las catacumbas de Internet: alguna competici¨®n perversa por da?ar el m¨¢ximo n¨²mero de animales. O, simplemente, un fen¨®meno de psicosis colectiva, abonada por la inseguridad propia de una ¨¦poca de pandemia, inflamada por las redes sociales que facilitan la denuncia de incidentes que antes no se notificaban, y sin nada que permita acreditar algo excepcional.
¡°Ni nosotros lo entendemos¡±, dec¨ªa el pasado viernes V¨¦ronique de la Br¨¦lie, una criadora de caballos jubilada en Criquetot-sur-Longueville, una aldea de 200 habitantes en Normand¨ªa. ¡°Puede ocurrir en cualquier momento y en cualquier parte¡±.
El 9 de julio, a las tres de la madrugada, De la Br¨¦lie recibi¨® una llamada telef¨®nica. Era el vecino, que hab¨ªa visto a su yegua tumbada junto a la carretera. Ella sospecha que la golpearon con un bate de b¨¦isbol o algo similar con el fin de aturdirla y despu¨¦s mutilarla, pero que Cimona, de 12 a?os, se revolvi¨®, rompi¨® la valla y cay¨® en la cuneta.
¡°No pod¨ªa moverse. Se encontraba en estado de shock total¡±, recuerda la propietaria. Ten¨ªa la mand¨ªbula hinchada y la boca ensangrentada. Vinieron semanas de hospitalizaciones y operaciones. Como ten¨ªa dificultades para comer, perdi¨® m¨¢s de cien kilos, que ha empezado a recuperar. ¡°Pesaba 680. Ahora, 600¡±, explica.
Cuando, al final de primavera, los franceses se desconfinaron despu¨¦s de dos meses encerrados para frenar el coronavirus, por todo el pa¨ªs se multiplicaron las denuncias por las supuestas mutilaciones. Ocurr¨ªa por todo el territorio, a veces varias veces en un mismo d¨ªa.
En agosto, el misterio salt¨® a las portadas y a los telediarios. La gendarmer¨ªa se activ¨®. El ministro del Interior, G¨¦rald Darmanin, llam¨® a la ¡°movilizaci¨®n general de los franceses, en particular a los que viven en el mundo rural, para denunciar los hechos, los indicios¡± que permitan detener a los responsables de ¡°estos actos innobles¡±. Casi un asunto de Estado.
Prados verdes, carreteras solitarias, pueblos de postal: en esta parte de Normand¨ªa, el tri¨¢ngulo formado por la ciudad de Rouen y las poblaciones costeras de Dieppe y F¨¦camp, todos los aficionados a los caballos conocen a alguien cuyo animal ha sufrido una mutilaci¨®n o temen ser la siguiente v¨ªctima.
¡°Le cortaron con un c¨²ter o con un cuchillo¡±, dice en su oficina en un complejo industrial de Varneville-Bretteville, cerca de Rouen, el empresario Alain Comalada despu¨¦s de ense?ar las fotograf¨ªas de la herida que una noche a mediados de junio alguien le hizo a su potro de un a?o, Jador your Life. ¡°Es gente que conoce bien a los caballos¡±.
A 60 kil¨®metros de ah¨ª, Steven Sanson y Thomas Belotte dirigen un centro ecuestre situado sobre uno de los vertiginosos acantilados calc¨¢reos de la costa normanda. Los animales viven y duermen al aire libre.
El 8 de septiembre, una yegua amaneci¨® con un corte en la vulva. Sanson y Belotte organizaron rondas de vigilancia nocturnas con otros propietarios de caballos. No sirvieron para evitar que, 20 d¨ªas despu¨¦s, se repitiese el episodio con otra yegua. ¡°El corte es limpio y derecho¡±, afirma Sanson, ¡°como lo har¨ªa un veterinario con un bistur¨ª¡±.
Lo primero que llama la atenci¨®n es el conocimiento del agresor o los agresores del terreno en el que operan: ¡°Es lo perturbador, que podemos tenerlos al lado, y no los vemos¡±. Lo segundo es que actos similares se hayan reproducido por todo el pa¨ªs: ¡°Yo creo que comenz¨® un grupo de personas, pero se mediatiz¨®, y despu¨¦s otros se dijeron: 'Vamos a copiarlo¡±.
Adem¨¢s del perfil de los agresores, el motivo es el otro enigma. ¡°Lo de las sectas me parece una hip¨®tesis bastante extravagante¡±, dice por tel¨¦fono Christophe G¨¦rard, abogado que es propietario de caballos y ha recopilado decenas de casos que podr¨ªan acabar ante la justicia si se encontrase a los culpables. ¡°No se puede excluir la idea de una apuesta est¨²pida para que el mayor n¨²mero posible de caballos sea v¨ªctima de estas atrocidades¡±, razona. ¡°Y otro motivo, que puede ser m¨¢s real, es que quiz¨¢s los propietarios de caballos no sean tan bien vistos ni bienvenidos en algunos lugares¡±.
Antecedente suizo
?Y si no hubiese motivo? ?Y si ni siquiera hubiese culpables? El antecedente de Suiza, en 2005, da que pensar. Los paralelismos son significativos. Era verano, ¨¦poca de tradicional sequ¨ªa informativa. Se hablaba de un asesino en serie, se trazaban perfiles psicol¨®gicos y se especulaba que el mutilador pudiese dar el salto a los humanos.
Hasta que, despu¨¦s de la muerte y mutilaci¨®n de un asno, entr¨® en escena Olivier Gu¨¦niat, jefe de la polic¨ªa judicial de Neuch?tel. Lo recuerda Olivier Ribaux, hoy director de la Escuela de Ciencias Criminales de la Universidad de Lausana. Entonces, como analista de la polic¨ªa, trabaj¨® mano a mano con Gu¨¦niat, ya fallecido.
Por medio de autopsias, de ex¨¢menes de ADN, de pruebas en mataderos para comparar los cortes con cuchillos con los mordiscos de animales, Gu¨¦niat dedujo que el temido asesino de animales era una ficci¨®n. Otros investigadores suizos alcanzaron la misma conclusi¨®n. De 63 casos en todo el pa¨ªs, solo 18 quedaron sin explicaci¨®n. La fiebre se desvaneci¨®.
¡°No voy a emitir un juicio sobre los casos individuales en Francia: no tengo acceso a los datos b¨¢sicos. Pero lo que choca, respecto a lo que sucedi¨® en Suiza, es el desarrollo de las redes sociales, que amplifica la construcci¨®n del fen¨®meno¡±, apunta el profesor Ribaux. ¡°Se analiza el fen¨®meno con una confianza total en su existencia. Y se desarrollan hip¨®tesis que, sin duda, ser¨ªan muy v¨¢lidas si su fundamento fuese s¨®lido, pero quiz¨¢ aqu¨ª no lo sea tanto como se dice¡±. Seg¨²n un recuento publicado por el diario Lib¨¦ration a finales de septiembre, la gendarmer¨ªa hab¨ªa recibido 344 denuncias; de estas, solo 55 corresponden a agresiones perpetradas por humanos.
?Hay un misterio de los caballos? ?Y si no lo hay? ?Y si el misterio es por qu¨¦ aparecen estos misterios?
Lo seguro, en todo esto, es el miedo. Karine, propietaria de un centro ecuestre en Normand¨ªa, pide que no se cite su apellido ni la ubicaci¨®n de su establecimiento. No quiere dar ideas. Por ahora no ha sufrido ning¨²n ataque. Pero est¨¢ atenta.
Hace tres semanas, un hombre buscaba setas al atardecer. Ella se le acerc¨® con un bate de b¨¦isbol y un palo de golf. ¡°?Qu¨¦ hace usted aqu¨ª?¡±, le dijo. ¡°?No se da cuenta de que alguien le puede pegar un tiro o le romper¨¢ la cara porque todo el mundo est¨¢ asustado con los caballos?¡±.
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