Aurora atl¨¢ntica (claves de una nueva relaci¨®n entre la UE y EE UU)
Biden en la Casa Blanca representar¨ªa un resurgimiento de los lazos, pero ello no evitar¨¢ desencuentros y competici¨®n
La magia mora en cada inicio, escribi¨® Hermann Hesse. Angela Merkel cit¨® el verso en su primer encuentro con Emmanuel Macron en 2017 tras ser elegido presidente de Francia. Si Joe Biden se instala en la Casa Blanca ¡ªcomo parece m¨¢s que probable¡ª las relaciones entre Estados Unidos y la Uni¨®n Europea tienen visos de reflorecer con encanto, como una aurora tras la noche trumpiana. Pero, como a?adi¨® Merkel entonces, el charme persiste solo si hay resultados. Ser¨ªa ingenuo pensar que esta aurora alumbre un d¨ªa sin nubes en la relaci¨®n transatl¨¢ntica.
En el lado de los activos que marcan el resurgimiento destacan el regreso de EE UU al sistema de instituciones y reglas internacionales y a los valores de la democracia liberal. Lo primero es el marco de proyecci¨®n natural de la UE en el mundo; lo segundo, es el col¨¢geno para afrontar en sinton¨ªa los desaf¨ªos de un orden internacional cambiante y con un r¨¦gimen autoritario, China, como principal potencia global a largo plazo. Esto permitir¨¢ un cambio de marea, pero no evitar¨¢ desencuentros y competici¨®n. Veamos algunos aspectos.
Clima. Una Administraci¨®n de Biden reincorporar¨ªa a EE UU al Tratado de Par¨ªs y estar¨ªa mucho m¨¢s alineada con los objetivos de la UE en esta materia. A la vez, en una muestra de las ambivalencias presentes en todos los sectores, ser¨ªa probablemente mucho m¨¢s proactiva que la de Donald Trump en impulsar las tecnolog¨ªas verdes. La UE, tras perder la carrera digital, tiene opciones de preeminencia futura en este sector estrat¨¦gico. Ello depende sobre todo de la innovaci¨®n del sector privado, pero las pol¨ªticas p¨²blicas ayudan, y un EE UU con Biden al mando es un competidor mucho m¨¢s agudo en esa materia.
Defensa. Biden reafirmar¨ªa el compromiso con la OTAN, algo muy valioso para los pa¨ªses europeos. Tambi¨¦n, intentar¨ªa reestablecer una arquitectura de tratados de seguridad con Rusia y el pacto nuclear con Ir¨¢n, ambos ¨²tiles para Europa. Pero, aunque con tonos diferentes, permanecer¨ªa la hostilidad al desarrollo de la pol¨ªtica de defensa de la UE, la exigencia de mayor gasto militar a los aliados europeos y sin duda mucha reticencia a involucrarse en problemas en nuestra regi¨®n. Esta es una tendencia natural para EE UU, que Trump solo exacerb¨® en los tonos.
Comercio. Sin duda un Ejecutivo liderado por Biden tendr¨¢ una actitud menos brutalmente proteccionista que su antecesor. Pero conviene no sobreestimar el alcance de esta realidad. Biden asumir¨¢ la presidencia consciente de que la mitad del pa¨ªs est¨¢ aferrada a la ret¨®rica del Am¨¦rica primero. En su programa, promete un poderoso programa de ¡°Hecho en Am¨¦rica¡± para fortalecer la capacidad manufacturera del pa¨ªs. Un plan de compras p¨²blicas por 400.000 millones de d¨®lares; 300.000 millones en Investigaci¨®n y Desarrollo; y otras medidas dirigidas a dar m¨²sculo a sectores que son a menudo competencia directa de actores europeos.
El impacto intraeuropeo. Las consecuencias de una Administraci¨®n Biden en Europa ser¨¢ m¨²ltiples. Por un lado, cabe esperar mucha mayor tibieza ante la disposici¨®n londinense por un Brexit radical. Esto podr¨ªa enfriar varios ardores. A la vez, cabe intuir un mayor respaldo a las fuerzas centrales de la UE y el abandono del apoyo acr¨ªtico a Gobiernos del Este del continente que libran un pulso con el n¨²cleo. Pero, a la vez, la mejor disposici¨®n de Biden podr¨ªa volver a ensanchar ciertas discrepancias entre los firmes partidarios de avanzar en la autonom¨ªa estrat¨¦gica -Francia- y aquellos que siguen optando por una posici¨®n m¨¢s acompasada.
En definitiva, en clave europea la perspectiva deber¨ªa mejorar, pero no todo ser¨¢ magia.
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