S¨ª, se mueve (la UE sin Londres)
La salida del Reino Unido ha sido, en ciertos sentidos, una amputaci¨®n. En otros, la liberaci¨®n de un lastre entorpecedor
Todo fluye, nos se?alaron Her¨¢clito y Vasili Grossman, y la UE de este terrible 2020 no es excepci¨®n: se la ve en tumultuoso movimiento. No solo se dio el mayor paso de integraci¨®n en dos d¨¦cadas con la decisi¨®n de emitir deuda com¨²n a trav¨¦s de la Comisi¨®n para luego repartir buena parte de esos fondos en forma de subsidios; tambi¨¦n est¨¢ cuajando un giro copernicano del foco y del gasto europeo hacia las cuestiones medioambientales y digitales; est¨¢ echando a andar la nueva fiscal¨ªa comunitaria; dentro del envoltorio de la complicada ¡ªdecepcionante para muchos¡ª reforma de la pol¨ªtica migratoria va cobrando cuerpo la perspectiva de un papel mucho m¨¢s relevante de Frontex como agencia de control exterior de fronteras.
Algunos de los desarrollos recientes son mera cosecha de siembras previas; en otros, la pandemia es un acelerador de part¨ªculas brutal; en muchos, la salida del Reino Unido del bloque continental es un ancla levantada que simplifica la traves¨ªa. El divorcio con Londres es un golpe grave que la Uni¨®n recibe en plena cara, que resta al conjunto peso econ¨®mico y pol¨ªtico, le priva del efecto dinamizador de varias cualidades brit¨¢nicas. La eventual ruptura de las negociaciones sobre la relaci¨®n futura acarrear¨ªa oscuras consecuencias. Pero su salida del proyecto com¨²n tambi¨¦n facilita avances integradores en mil dominios. En un momento como este, de recomposici¨®n hist¨®rica, de extraordinarias exigencias de cambio, esta verdad adquiere un peso doble.
Por supuesto, en muchas circunstancias habr¨ªa permanecido la posibilidad de garantizar a Londres opt-outs (la opci¨®n de quedarse fuera de determinadas iniciativas). Pero esto nunca ha sido sencillo e, incluso desde fuera, el Reino Unido siempre ha tratado de proyectar influencia con efectos entorpecedores sobre esas mismas iniciativas a la que decid¨ªa no participar pero que a menudo le afectaban de forma indirecta. Por otra parte, en otros asuntos ¡ªcomo las negociaciones presupuestarias¡ª Londres ha sido hist¨®ricamente un dur¨ªsimo oponente de cada paso expansivo, que funcionaba adem¨¢s de aglutinador de un grupo de pa¨ªses reacios que ahora han visto su peso muy reducido.
Por supuesto, los pasos adelante de la fluidez europea afrontan multitud de problemas. El plan de reforma de la pol¨ªtica migratoria com¨²n que finalmente la Comisi¨®n ha puesto sobre la mesa esta semana ¡ªadem¨¢s de decepcionante para muchos¡ª no tiene ninguna garant¨ªa de acabar en un pacto definitivo; la fiscal¨ªa que se ha puesto en marcha todav¨ªa tiene deficiencias operativas; el despliegue del fondo de reconstrucci¨®n es objeto de las habituales pugnas entre centros de poder europeos. La redirecci¨®n de gasto hacia lo verde y lo digital encara un gran reto para ser realmente eficaz.
La salida del Reino Unido ha sido, en ciertos sentidos, una amputaci¨®n. En otros, la liberaci¨®n de un lastre entorpecedor. E la nave va, abandonen las actitudes funerarias.
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