De TikTok a las calles: as¨ª es la generaci¨®n que reclama un nuevo Per¨²
As¨ª son los j¨®venes que, en medio de una pandemia que lo paraliz¨® todo, impulsaron las protestas que provocaron la salida de Manuel Merino del poder
A la indignaci¨®n no la frena una pandemia. La amenaza del contagio, por el contrario, parece haber marcado los l¨ªmites de lo tolerable en t¨¦rminos colectivos: as¨ª lo han demostrado este a?o el movimiento contra la discriminaci¨®n racial y la brutalidad policial del Black Lives Matter en Estados Unidos, las manifestaciones contra la corrupci¨®n en Guatemala, las concentraciones in¨¦ditas en Cuba y las protestas masivas en Per¨², un pa¨ªs donde el hartazgo ciudadano tuvo un impacto m¨¢s inmediato. Organizados a trav¨¦s de las redes sociales, miles de j¨®venes salieron de manera espont¨¢nea a las calles de Lima y las principales ciudades a principios de noviembre sin m¨¢s banderas que la peruana para pedir la renuncia del presidente Manuel Merino. No llevaba ni una semana en el cargo: era uno de los congresistas que votaron para vacar a Mart¨ªn Vizcarra en medio de una crisis sanitaria que ha dejado m¨¢s muertos por habitante que en ning¨²n otro pa¨ªs de la regi¨®n y una ca¨ªda brutal de su econom¨ªa.
¡°Brother, ya basta¡±, pens¨® Pleito ¡ªquien dio su testimonio a condici¨®n de mantener el anonimato¡ª mientras se organizaba con sus amigos para salir a la calle. Para ¨¦l, lo que pas¨® el 9 de noviembre fue la gota que colm¨® el vaso. ¡°Nadie estaba a favor de Vizcarra. Era el hartazgo de la gente con el Congreso, era la respuesta a sentirnos burlados¡±, afirma este arquitecto y m¨²sico de 32 a?os que, d¨ªas m¨¢s tarde, cuando se recrudeci¨® la represi¨®n a las protestas, fue parte de una de las brigadas que se encargaban de desactivar bombas lacrim¨®genas.
La destituci¨®n de Vizcarra fue una provocaci¨®n para gran parte de la poblaci¨®n peruana, pero para los m¨¢s j¨®venes fue una afrenta directa: muchos de los que participaron de las movilizaciones vieron en esa jugada el desprecio de unos pol¨ªticos dispuestos a cualquier cosa con tal de conservar sus privilegios y defender intereses particulares (entre ellos, el negocio de las universidades privadas, que lucra con el futuro y sus deseos de progreso).
"Yo dije: ¡®No es posible¡¯. Estaba muy molesta, muy enojada. Estamos en una crisis econ¨®mica y sanitaria y vienen y hacen esto. Estaba indignad¨ªsima y lo primero que hice fue decirle a mis amigos: ¡®Chicos, vamos a marchar¡¯¡±, recuerda Alba ?aupas, una estudiante de periodismo de 21 a?os. Pese a que nunca hab¨ªa sentido inter¨¦s por la pol¨ªtica ni hab¨ªa ido a una marcha, pocos d¨ªas despu¨¦s ya hab¨ªa creado con sus compa?eros de clase Tercer Ojo, un medio independiente para transmitir lo que suced¨ªa en las protestas, dar voz a los manifestantes y contrarrestar el enfoque de la prensa tradicional, que consideraban muy apegado al poder.
Miles de j¨®venes como ellos, de entre 18 y 35 a?os, se unieron a las protestas en las calles y en las redes. Con el lema ¡°Se metieron con la generaci¨®n equivocada¡± y el apoyo de la tecnolog¨ªa para organizarse, fueron sumando apoyos en toda la sociedad hasta hacer caer al presidente en solo cinco d¨ªas. Lo que parec¨ªa una m¨¢s de las muchas crisis por las que ha pasado la pol¨ªtica peruana en los ¨²ltimos a?os se convirti¨® en un movimiento sin precedentes que hizo que el mundo se parara a mirar lo que suced¨ªa all¨ª.
09 de Noviembre
El 9 de noviembre, el Congreso destituye a Mart¨ªn Vizcarra como presidente apelando la ¡°incapacidad moral permanente¡± por presuntos actos de corrupci¨®n cuando era gobernador de Moquegua en 2014.
10 de Noviembre
El 10 de noviembre, horas despu¨¦s de la salida de Vizcarra, el presidente del Congreso, Manuel Merino, asume la presidencia. Miles de j¨®venes salen a las calles por lo que consideran un ¡°golpe de Estado¡± y comienza una escalada de protestas multitudinarias que es respondida con represi¨®n policial.
12 de Noviembre
El 12 de noviembre, en el centro de Lima, durante la llamada Gran Marcha Nacional, quedan gravemente heridos los manifestantes Percy P¨¦rez Shapiama de 27 a?os y Luis Aguilar Rodr¨ªguez de 26, por disparos de la polic¨ªa en el abdomen y t¨®rax, respectivamente. Dos d¨ªas despu¨¦s se reportan los primeros muertos
14 de Noviembre
El 14 de noviembre se reportan las muertes de dos j¨®venes: Inti Sotelo, un estudiante de Turismo de 24 a?os, y Bryan Pintado, un joven de 22 a?os que tuvo que dejar la universidad por falta de recursos. Para entonces, ya hab¨ªa cientos de heridos y decenas de desaparecidos.
15 de Noviembre
El 15 de noviembre, la violencia policial provoca la renuncia de buena parte del gabinete de Merino. Sus aliados tambi¨¦n le dan la espalda, oblig¨¢ndolo a dimitir. Per¨² recibe la noticia con un cacerolazo nacional. La presi¨®n en las calles no cede.
17 de Noviembre
El 17 de noviembre, Francisco Sagasti asume como presidente interino y promete encauzar el sistema democr¨¢tico hasta las elecciones de abril. En su discurso en el Congreso, alaba a la ¡®Generaci¨®n del Bicentenario¡¯ y dice que la lucha de los j¨®venes debe ser un hito para cambiar la forma de hacer pol¨ªtica.
Pese a que las protestas en Per¨² fueron generalizadas, los centennials o generaci¨®n Z, los nacidos a partir de 1996, fueron los que m¨¢s se movilizaron. Seg¨²n una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos, m¨¢s de la mitad de los j¨®venes de entre 18 y 24 a?os se manifest¨® en persona o virtualmente. La participaci¨®n tambi¨¦n fue m¨¢s frecuente entre la poblaci¨®n urbana de nivel socioecon¨®mico medio-alto, y entre las mujeres. Ellas fueron ¡°las que m¨¢s rechazaron al Gobierno de Merino, las que m¨¢s acudieron a las marchas y las que m¨¢s inter¨¦s [muestran] por la pol¨ªtica y eso cambia el esquema masculino tradicional violento que tiene que ver con la protesta y le pone un rostro diferente¡±, explica la soci¨®loga peruana Noelia Ch¨¢vez. A su juicio, esa politizaci¨®n viene impulsada por el movimiento feminista y las protestas contra los feminicidios que han sacado en los ¨²ltimos a?os a miles de peruanas a las calles al grito de ¡°Ni Una Menos¡±.
Andrea Morales, una estudiante de 23 a?os de la Universidad Cat¨®lica de Per¨², se uni¨® desde el primer d¨ªa a las protestas. A diferencia de muchos de sus compa?eros, que por primera vez iban a una marcha, ella hab¨ªa militado en un peque?o partido de la izquierda universitaria antes de irse dos a?os de intercambio a Jap¨®n y Chile y estaba acostumbrada a manifestarse. Al regreso a su pa¨ªs, en plena pandemia, decidi¨® centrarse en sus estudios y apenas sal¨ªa a la calle por la emergencia sanitaria. Pero la vacancia de Vizcarra lo cambi¨® todo. Contact¨® a algunos amigos por WhatsApp y, tras convencer a sus padres, se fue al centro de Lima a protestar. Lo que vio aquel d¨ªa le sorprendi¨® pero tambi¨¦n le hizo sentir culpa por no haber tenido un rol m¨¢s activo este a?o. ¡°Vi a gente que no hab¨ªa visto en mi vida y nos conocimos por la indignaci¨®n¡±, relata. ¡°Los pol¨ªticos en el poder se aprovechan de la dejadez o la apat¨ªa de otras personas. Si no est¨¢s vigilando, entonces, te miran la cara¡±, afirma.
Filtrado - Lima Sur
Ana, Sandra, Rosa, Marcos ...
Ma?ana a hay marcha
7:19 PMEs lo que vi
7:19 PMQuienes ir¨¢n
7:19 PMYo
7:21 PMYo
7:21 PMSaludos
7:21 PMPodemos Ver eso en el meet
7:22 PMS¨ª iremos y a que hora ir
7:22 PMSaludos gente, espero todos se encuentren bien
7:22 PMAtento a sus comentarios para la pronta reuni¨®n
7:22 PMA que hora el meet?
8:04 PMAdmins QSVYNTDS
Admin, Admi, Ana, Daniel...
Acomodense
11:39 PMNos reunimos en un rato
11:39 PMShayuri
Qu¨¦ fue?
Q me alegra q lleguen vivos
11:39 PMVivxs para luchar ma?ana
11:40 PMAs¨ª es
11:40 PMNicola
Vivxs para luchar ma?ana
Vivxs no s¨¦ c¨®mo caray
11:40 PMEn los ¨²ltimos a?os, Per¨² ha visto caer a un presidente tras otro en medio de acusaciones de corrupci¨®n y m¨¢s del 36% de la poblaci¨®n ve ese delito como el principal problema, un porcentaje muy superior al de cualquier otro pa¨ªs latinoamericano. Al hartazgo ciudadano se sum¨® en esta ocasi¨®n la efectividad de movilizaci¨®n de los protagonistas de las revueltas, la primera generaci¨®n nativa digital. El uso de las redes sociales y las tecnolog¨ªas como herramientas les permit¨ªa a los manifestantes ¡°dar pasos muy grandes de manera muy r¨¢pida¡± en la organizaci¨®n, la convocatoria y la viralizaci¨®n de sus mensajes, explica Ch¨¢vez, quien acu?¨® el t¨¦rmino Generaci¨®n del Bicentenario para referirse a los j¨®venes que salieron a exigir mejores gobernantes para el pa¨ªs, que este 2021 celebra dos siglos de independencia.
En esos primeros d¨ªas de noviembre, la etiqueta #MerinoRenuncia corri¨® como la p¨®lvora por las redes sociales junto con las im¨¢genes de la represi¨®n policial a las protestas pac¨ªficas, que dej¨® dos muertos y a decenas de heridos graves, adem¨¢s de a varias personas desaparecidas durante varios d¨ªas. Aplicaciones como TikTok, Facebook e Instagram les sirvieron a los j¨®venes para hacer los v¨ªdeos de las protestas virales; WhatsApp y Telegram para comunicarse, organizar las marchas, comprar material de protecci¨®n o pedir fondos para los heridos; Twitter para buscar a los desaparecidos. Y Zoom y Youtube eran las mejores herramientas para reunirse, hacer asambleas y compartir experiencias en medio de la pandemia. Los desactivadores de bombas, por ejemplo, aprendieron a preparar sus kits viendo v¨ªdeos de c¨®mo los manifestantes en Chile o Hong Kong hab¨ªan hecho frente a la violencia policial. ¡°La nuestra era una brigada de desactivaci¨®n bien pac¨ªfica, ni siquiera devolvemos las bombas lacrim¨®genas, A las personas que vimos haciendo eso les dec¨ªamos: ¡®No las devuelvas¡¯. Simplemente las apagamos, pero eso no te libraba de que la polic¨ªa te disparara algo¡±, explica Pleito.
La velocidad de las redes, la posibilidad de mostrar en vivo lo que estaba sucediendo y el uso de tecnolog¨ªas como proyectores para estampar mensajes sobre las paredes sin da?arlas ni pintarlas, fueron clave, adem¨¢s, para desactivar las cr¨ªticas cl¨¢sicas de los sectores conservadores. Replicando la experiencia de las protestas en Chile, en edificios de Lima se proyectaron frases como ¡°Merino no es mi presidente¡±, ¡°El Congreso es la pandemia que nunca termina¡± o ¡°Se llamaba Inti como el sol y nunca se apaga¡± en alusi¨®n a una de las v¨ªctimas. Las acusaciones de ¡°rojos¡± o ¡°terrucos¡± (terroristas) o la invenci¨®n de conspiraciones de izquierda, que durante tanto tiempo han utilizado pol¨ªticos y comunicadores peruanos para deslegitimar las protestas sociales, resultaban de pronto absurdas y anacr¨®nicas. Todos pod¨ªan ver lo que estaba pasando. Sin propon¨¦rselo, el movimiento volvi¨® de pronto est¨¦riles ciertos discursos y revel¨® m¨¢s claramente que proven¨ªan de una realidad paralela.
Para la soci¨®loga Noelia Ch¨¢vez, la viralizaci¨®n de los v¨ªdeos de la represi¨®n a unas manifestaciones que inicialmente eran peque?as y poco coordinadas inyect¨® ox¨ªgeno a la protesta. ¡°La violencia policial fue puesta en redes en vivo, algo aprendido de las movilizaciones en el mundo, hasta que llega el punto en el que ten¨ªas una movilizaci¨®n masiva¡±. Las im¨¢genes de los abusos hicieron que Rub¨¦n Guevara, un trabajador del sector tur¨ªstico de 32 a?os al que la pandemia empuj¨® a la informalidad, se sumara a las marchas. ¡°Me puse a llorar y dije: ¡®Yo tengo que participar, tengo que poner un granito de arena para que esto acabe¡¯¡¯', recuerda Guevara, originario de La Perla, en El Callao, y padre de dos ni?os de 2 y 10 a?os.
Guevara fue con un amigo a la plaza San Mart¨ªn, el epicentro de las protestas de Lima, con una bandera y un polo de Per¨² y sus c¨¢nticos como ¨²nicas armas. Cuando la polic¨ªa comenz¨® a reprimir, decidi¨® sumarse a la barrera humana que proteg¨ªa a las brigadas m¨¦dicas, los estudiantes de medicina y enfermer¨ªa que asist¨ªan a los heridos. Se hizo con una pancarta de madera como escudo, pero no pudo evitar que una lata de gas lacrim¨®geno lanzada por un agente le impactase en el rostro, provoc¨¢ndole da?os severos en un p¨®mulo y en el ojo derecho. ¡°Me apuntaron a la cara. Si me agarraban de perfil, me daban directamente en la sien y en estos momentos mi mam¨¢ estar¨ªa hablando contigo, de repente pidiendo justicia, pero Dios es grande y estoy aqu¨ª¡±, dice con alivio.
Despu¨¦s de una operaci¨®n, los m¨¦dicos le han dicho que su visi¨®n no quedar¨¢ como antes, pero asegura que no se arrepiente de haber ido a la protesta. Adem¨¢s, despu¨¦s de que su caso se hiciera p¨²blico, no ha dejado de recibir mensajes de WhatsApp de personas de todo el pa¨ªs que se solidarizan con ¨¦l. ¡°Me dec¨ªan que he hecho patria, que me consideran un h¨¦roe por estar en primera l¨ªnea de batalla¡±. Algunas personas incluso le mandaron donaciones de 40 o 50 soles (de 11 a 14 d¨®lares) por los d¨ªas de trabajo perdidos por su lesi¨®n. ¡°En estos momentos me sirve todo, pero lo que m¨¢s valoro son las palabras de aliento y de preocupaci¨®n hacia mi salud. Esto no tiene precio. Me siento orgulloso de lo que hice¡±, a?ade.
WhatsApp tambi¨¦n fue la herramienta que us¨® la brigada legal, decenas de estudiantes, egresados y profesores de derecho que se organizaron para asistir a los manifestantes frente a los arrestos, agresiones policiales e incluso las desapariciones. ¡°Preparamos un formato de habeas corpus para que sean tramitados en caso de detenciones arbitrarias, era como un robot en el que colocaban los datos, pero tambi¨¦n imprimimos un mont¨®n de habeas corpus en blanco, para llevarlos a las marchas¡±, explica Camila Swayne, una estudiante de Leyes de 22 a?os.
La renuncia de Merino y la investidura de Francisco Sagasti generaron sentimientos encontrados en la mayor¨ªa de los j¨®venes, que fueron desde la alegr¨ªa por lo que hab¨ªan conseguido al dolor de saber que las protestas se cobraron la vida de dos de ellos. ¡°Estaba muy feliz porque nunca hab¨ªa estado en una marcha en mi vida y dije: ¡®Lo logramos¡¯, pero al mismo tiempo era esa pena, esa tristeza de saber a qu¨¦ costo, porque yo dec¨ªa: ¡®Pude haber sido yo, podr¨ªan haber sido mis primos, mis amigos, pudo haber sido cualquiera¡¯¡±, reflexiona Alba ?aupas.
¡°Yo solo quiero que se haga justicia, que los verdaderos culpables paguen las muertes de mis compa?eros Inti y Bryan y que haya una reparaci¨®n para ellos y para nosotros que hemos quedado afectados¡±, dice Rub¨¦n Guevara, el hombre que result¨® herido en el ojo. ¡°Nosotros fuimos a marchar, nos tiraron gas pimienta, y hubo dos fallecidos. Ahora las personas ¡ªuna parte de la ciudadan¨ªa y principalmente las autoridades¡ª han regresado a su cotidianidad, como si nadie se hubiera dado cuenta de eso¡±, agrega por su parte Camila Swayne. ¡°?C¨®mo es posible que las familias [de los j¨®venes baleados por la polic¨ªa] tengan que buscar v¨ªdeos y fotos para casos as¨ª de graves?¡±.
El reclamo de justicia y reparaci¨®n para las familias de Inti Sotelo y Bryan Pintado y para los heridos graves quedaron plasmados desde el inicio en homenajes con carteles, flores, velas y banderolas en el centro de Lima, que pronto se multiplicaron en otros distritos de la capital. Luego le siguieron murales: uno de los primeros, muy cerca de la zona donde los polic¨ªas mataron a los manifestantes con perdigones de plomo, fue vandalizado por militantes y simpatizantes del partido de Keiko Fujimori, quienes destruyeron tambi¨¦n un tributo que distintas personas colocaban cada d¨ªa espont¨¢neamente -un letrero, un dibujo- en la esquina donde la Polic¨ªa dispar¨® a Sotelo.
Pero los j¨®venes no est¨¢n dispuestos a que se instale el olvido: rehicieron el memorial en esa esquina y trasladaron otro homenaje a las v¨ªctimas de la violencia policial al Lugar de la Memoria, una entidad del Ministerio de Cultura en el barrio de Miraflores. En las cuatro semanas que siguieron a las protestas, decenas de artistas han realizado murales en los distritos de Huayc¨¢n, Magdalena, San Mart¨ªn de Porres, Carabayllo, y en el jir¨®n Quilca del centro de Lima, que entre los a?os 80 y 2000 fue un espacio de cultura urbana disidente pero que hab¨ªa sido abandonado como tal. Fuera de la capital, la muralizaci¨®n en memoria de los ca¨ªdos en las protestas ha llegado a Pucallpa y Ayacucho.
Ahora, estos j¨®venes que comparten generaci¨®n con la activista ambiental Greta Thunberg o con los usuarios de TikTok y fan¨¢ticos del K-pop que en junio boicotearon un mitin de Trump en Estados Unidos, est¨¢n ante el reto de definir si su movilizaci¨®n espont¨¢nea de noviembre que acab¨® con la ca¨ªda de un presidente tendr¨¢ m¨¢s consecuencias en el tablero pol¨ªtico peruano. El colectivo ha sido objeto de cr¨ªticas, especialmente de los sectores m¨¢s conservadores del pa¨ªs, que los han acusado de ¡°revoltosos¡± y de someterse a demandas de la izquierda. Por su parte, el presidente Francisco Sagasti elogi¨® su lucha al asumir su cargo el pasado 17 de noviembre y los anim¨® a seguir con una participaci¨®n activa en la vida p¨²blica ¡°para que la pol¨ªtica cambie¡±. ¡°Los j¨®venes nos han ayudado y nos han recordado que es preciso reformar la vida democr¨¢tica de nuestro pa¨ªs¡±, afirm¨® en su discurso en el Congreso.
¡°No creo que salga un partido de esto porque el nivel de ciudadan¨ªa no da para altas expectativas¡±, dice Camila Swayne, la estudiante de Derecho, quien rechaza la etiqueta de Generaci¨®n del Bicentenario porque cree que ¡°romantiza¡± lo que ha ocurrido y ¡°se presta a mercantilizar la lucha social¡± que promueven. Pero advierte que los j¨®venes s¨ª que tendr¨¢n un ¡°papel vigilante¡± en las elecciones presidenciales de abril. Por su parte, Pacha Sotelo, el hermano menor de Inti, una de las v¨ªctimas de la represi¨®n, sigue asistiendo a vigilias y pidiendo a los j¨®venes que no abandonen las calles hasta que haya una reforma policial que garantice la protesta como un derecho sin temor a represalias.
¡°Ahora hay personas que quieren conocer sus instituciones y entender bien c¨®mo es el lobo por dentro, no solo salir a gritar¡±, opina por su parte Erik Beya, un abogado voluntario de 28 a?os que durante las protestas asisti¨® en la b¨²squeda de desaparecidos. ¡°Nuestra labor tiene que ser explicar que una reforma parcial o total de la Constituci¨®n, o una nueva Constituci¨®n no es una varita m¨¢gica¡±, afirma.
La soci¨®loga Noelia Ch¨¢vez ha identificado un gran crecimiento en el inter¨¦s en la pol¨ªtica de los j¨®venes, pero ligado a un fuerte rechazo a los partidos tradicionales. Para ella, el reto de esta generaci¨®n que creci¨® con el boom econ¨®mico peruano ser¨¢ ser m¨¢s inclusivos y no olvidar, por ejemplo, las demandas de las zonas rurales, pese a que las marchas fueron principalmente urbanas, ni a los sectores menos favorecidos. ¡°Los que han fallecido y los que se han afectado m¨¢s son j¨®venes de periferias, de clases medias o medias-bajas, que han tenido que estudiar en universidades de bajo costo y probablemente de mala calidad y que han tenido que compartir sus estudios con trabajos precarizados, o barristas o hiphoperos muchas veces rechazados por parte de la sociedad lime?a¡±, apunta. ¡°Los cribados de clase, raza e identidades contin¨²an ah¨ª y hay que reconocer esas diferencias para poder trabajar en ellas y que esa confluencia que se consigui¨® en las movilizaciones se pueda ir reproduciendo en el pa¨ªs¡±.
Despu¨¦s de las protestas, Per¨² ha seguido en ebullici¨®n con un paro agrario en el que muri¨® un joven trabajador de la agroindustria, Yener Mu?oz, por disparos de la polic¨ªa. Tambi¨¦n ha habido otras movilizaciones de mineros y de empleados de supermercados. Mientras los j¨®venes deciden cu¨¢l ser¨¢ su rol en este periodo preelectoral, las pintadas en las paredes les recuerdan los motivos de su lucha: ¡°No hay que esperar a otra generaci¨®n: el cambio es ?ya!¡±, ¡°Ya los sacamos una vez y estamos ac¨¢ para sacarlos de nuevo¡±. ¡°Vamos Per¨², organ¨ªzate. La lucha contin¨²a¡±.