Cientos de migrantes se enfrentan con la Guardia Nacional mexicana tras cruzar el r¨ªo Suchiate
Los centroamericanos intentan cruzar la frontera ante la falta de respuesta de L¨®pez Obrador al pedido de que se les deje transitar hacia Estados Unidos
Cientos de migrantes han tratado de cruzar a M¨¦xico este lunes por el r¨ªo Suchiate, en Chiapas, en una acci¨®n desesperada por continuar su camino al norte. A la vez, cientos de elementos de la Guardia Nacional mexicana se han desplegado por la orilla del r¨ªo, conformando un muro humano, evitando el paso de los migrantes. En los caminos cercanos al r¨ªo, migrantes y militares han chocado, incluso se han tirado piedras. Pasado el mediod¨ªa, los migrantes recuperaban fuerzas en el r¨ªo, poco caudaloso en esta ¨¦poca del a?o. Enfrente tienen un dilema: se dan la vuelta o pasan a M¨¦xico por el puesto fronterizo. Si eligen la segunda opci¨®n, saben que la deportaci¨®n es m¨¢s que probable.
El cruce por el r¨ªo ilustra la frustraci¨®n de los migrantes. M¨¢s de 2.000 llegaron a esta frontera el s¨¢bado, como parte de la ¨²ltima caravana centroamericana, la primera que se organiza este a?o. La caravana sali¨® el mi¨¦rcoles pasado de San Pedro Sula, en Honduras. Unos eligieron una ruta algo m¨¢s al norte, por El Ceibo, que conduce al Estado de Tabasco. Otros tomaron el camino habitual, que les llev¨® a Tec¨²n Um¨¢n y al Suchiate, l¨ªmite natural entre Guatemala y M¨¦xico. Cuando llegaron al r¨ªo, la intenci¨®n era seguir subiendo, llegar a Estados Unidos, pero la frontera les ha recibido con ambig¨¹edad.
M¨¦xico ha desactivado la ¨²ltima caravana migrante a base de cansancio. Su burocracia la ha fagocitado. De los dos grandes grupos de ciudadanos hondure?os que llegaron a la frontera, uno, el de El Ceibo, ya no existe. Eran m¨¢s de 1.000 y la mayor¨ªa acept¨® la oferta del Gobierno mexicano, una oferta sin condiciones claras, que ha acabado por ser una deportaci¨®n encubierta. El otro, el de Tec¨²n Um¨¢n, ha aguantado a duras penas. Muchos eligieron pasar por el puesto fronterizo. Otros se han decantado por el r¨ªo.
La frontera sur de M¨¦xico ha cambiado mucho en pocos a?os. La imagen de enormes masas de gente esperando ante fronteras cerradas se ha mudado varios miles de kil¨®metros al sur, al embudo que separa M¨¦xico de Centroam¨¦rica. En los ¨²ltimos seis meses, Estados Unidos ha firmado acuerdos con sus vecinos que, en la pr¨¢ctica, aleja el flujo migratorio de sus puertas. Lo detiene, lo retrasa, lo desespera. M¨¢s all¨¢ del t¨¢ndem que han formado el Instituto Nacional de Migraci¨®n, INM y la Guardia Nacional en el sur, M¨¦xico ha desarrollado una estrategia basada en el silencio y los hechos consumados. La consecuencia es obvia para los migrantes: cuando uno est¨¢ cansado y le dicen que ya va a pasar, se alegra y se llena de ansiedad. Cuando le dicen que se suba a un autob¨²s, se sube.
Desde el s¨¢bado corr¨ªa el rumor en El Ceibo de que los permisos de entrada que estaba dando el Gobierno mexicano no eran m¨¢s que deportaciones disfrazadas. A ¨²ltima hora de la tarde, cientos de hombres todav¨ªa esperaban su turno para pasar. Las mujeres y los ni?os ya hab¨ªan cruzado. Algunos murmuraban, "?no nos ir¨¢n a deportar?" Pero nada hac¨ªa pensar eso. Cuando los portavoces oficiosos de la caravana iban y volv¨ªan del port¨®n de la garita fronteriza, la informaci¨®n era otra: les iban a dar trabajo. De hecho mencionaban una cifra, 4.000 empleos, que el mismo presidente de M¨¦xico hab¨ªa mencionado un d¨ªa antes. As¨ª lo hab¨ªa dicho Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, hab¨ªa 4.000 empleos para los migrantes en M¨¦xico. "Todo el mundo merece una oportunidad", dec¨ªa Wilfredo Murillo, de 31 a?os, oriundo de Comayagua, Honduras. Mientras lo dec¨ªa, Murillo parec¨ªa esforzarse en creerlo.
Por la ma?ana, la se?ora Mar¨ªa Elena C¨¢rcamo, 53 a?os, vecina de Tegucigalpa, la capital de Honduras, dec¨ªa: "Voy para Monterrey porque tengo familia all¨ª, pero ahora escucho que nos van a dar trabajo en Tabasco". La se?ora C¨¢rcamo cruzar¨ªa la frontera horas m¨¢s tarde. Subir¨ªa a uno de los autobuses blancos del Instituto Nacional de Migraci¨®n mexicano, rumbo a Villahermosa, la capital de Tabasco. La se?ora C¨¢rcamo desconoc¨ªa qu¨¦ ser¨ªa de ella, pero no pensaba que la fueran a deportar. No tiene tel¨¦fono ni manera de comunicarse con nadie. Quiz¨¢ por Facebook, si en una de esas consigue conectarse a internet. Es probable que nunca llegue a Monterrey.
El domingo por la tarde, el Instituto Nacional de Migraci¨®n, INM, difundi¨® un comunicado en que desvelaba finalmente sus cartas. El texto dec¨ªa que entre el s¨¢bado y el domingo hab¨ªa "recibido" a 1.087 personas. Y que "en la mayor¨ªa de los casos (...) se proceder¨¢ al retorno asistido a sus pa¨ªses". Esto es, a deportarlos. El comunicado segu¨ªa: "A quienes se internaron ayer por los puertos fronterizos de El Ceibo en Tabasco y Ciudad Hidalgo (Tec¨²n Um¨¢n) en Chiapas, se les dio informaci¨®n acerca de los programas gubernamentales "Sembrando Vida" y "J¨®venes Construyendo el Futuro" que se aplican en esta regi¨®n, incluidos en sus pa¨ªses de origen".
Es decir que s¨ª se les ofrec¨ªa trabajo, pero en sus pa¨ªses de origen, de donde hu¨ªan por la falta misma de trabajo, por los puestos de empleo mal remunerados, de condiciones abusivas, por la violencia y la extorsi¨®n.
El drama de esta epopeya moderna es que el objetivo no es volver a casa, es tratar de no volver. Y muchas veces, los migrantes vuelven. Les devuelven. Lo peor es que ahora todo parece un enga?o porque M¨¦xico ocult¨® sus intenciones. De haberlas sabido, muchos habr¨ªan optado por cruzar la monta?a por su cuenta. O el r¨ªo, en el caso del cruce de Tec¨²n Um¨¢n a Ciudad Hidalgo.
De los pocos que lo hicieron desde El Ceibo, muchos han acabado igualmente en manos del INM. Este domingo, media docena de camionetas del instituto recorr¨ªa la carretera entre El Ceibo y Tenosique, la primera poblaci¨®n m¨¢s o menos grande que aparece de este lado de la frontera. Es una carretera de 55 kil¨®metros y los migrantes entraban y sal¨ªan de la pista al ritmo del paso vehicular. Cuando ve¨ªan una camioneta, echaban a correr para evitar a los agentes.
Parec¨ªa una versi¨®n caricaturesca del juego del gato y el rat¨®n, una distorsi¨®n macabra. Las camionetas marchaban con la puerta abierta, los agentes ve¨ªan a los migrantes, que dejaban el asfalto corriendo, las camionetas se paraban, ocupando toda la carretera. Los agentes sal¨ªan a perseguirlos... Despu¨¦s del mediod¨ªa ya no se ve¨ªa a nadie.
La imagen contrasta con la del puente de Tec¨²n Um¨¢n este lunes. A diferencia de la respuesta de la Guardia Nacional en el Suchiate, los agentes de migraci¨®n no quer¨ªan ser vistos. Evitaban las c¨¢maras de los reporteros y tomaban de nuevo carretera, en busca de otro grupo de migrantes. De alguna manera ambas im¨¢genes condensan la ambig¨¹edad del mensaje del Gobierno mexicano a la ¨²ltima caravana: hazme caso y lo m¨¢s probable es que te deporte. No me hagas caso y lo m¨¢s seguro es que? te deporte tambi¨¦n.
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