Caravanas, un a?o del fen¨®meno que cambi¨® el rostro de la emigraci¨®n en Centroam¨¦rica
Dos libros de reciente aparici¨®n reconstruyen la primera marcha masiva de migrantes que puso nerviosos a cinco pa¨ªses y lanz¨® un poderoso mensaje pol¨ªtico a la regi¨®n
Hace un a?o, el viernes 12 de octubre de 2018, unas 200 personas comenzaron a juntarse en la estaci¨®n de autobuses de San Pedro Sula, la segunda ciudad m¨¢s importante de Honduras, con un ¨²nico objetivo: largarse del pa¨ªs. Y lo hicieron. Y atravesaron tres pa¨ªses. Y a esa caravana le sigui¨® otra, y otra m¨¢s. Y los 200 se convirtieron pronto en miles.
De esa primera caravana se dijo que estaba financiada por Venezuela, George Soros o un lobby anti-Trump. El origen, sin embargo, estaba en el hartazgo y un sencillo post publicado en Facebook d¨ªas antes: ¡°La gente se sigue yendo de Honduras por la grave situaci¨®n econ¨®mica o por la violencia. Se expone a riesgos de todo tipo: accidentes, asaltos, estafas, extorsiones, secuestro y hasta asesinato (¡) si tiene planes de irse, no vaya solo o sola. No sienta verg¨¹enza que MIGRAR NO ES DELITO¡±, conclu¨ªa.
Aquel texto fue el f¨®sforo que puso fuego a un derrame de gasolina llamado Honduras, donde las altas tasas de violencia y pobreza se dan la mano.
Ese viernes los migrantes comenzaron a caminar juntos y ya no pararon hasta Tijuana, a casi 5.000 kil¨®metros de la estaci¨®n de bus hondure?a. Para recorrer esa distancia se necesitan 43 d¨ªas caminando durante 24 horas seguidas. Ellos volvieron loco a Googlemaps y, parando a dormir, tardaron la mitad.
La aparici¨®n de la primera caravana fue un grito social y pol¨ªtico que cambi¨® el rostro de la migraci¨®n que conoc¨ªamos. Los que sal¨ªan del pa¨ªs lo hac¨ªan gritando que no se van, sino que huyen, y que no lo hac¨ªan solos, con la cabeza baja, por la noche o a lomos de un tren. Sino orgullosos, a plena luz del d¨ªa y, sin pretenderlo, con un poderoso mensaje de protesta en la boca. Se hizo necesario interpretar el momento.
La celeridad de las cr¨®nicas period¨ªsticas sobre el terreno ha dado paso, meses despu¨¦s, a dos libros de reciente aparici¨®n y de obligada lectura para entender la forma que ha tomado la migraci¨®n actual y la descomposici¨®n que se vive en Centroam¨¦rica. El primer libro, publicado en junio, Caravana, o c¨®mo el ¨¦xodo centroamericano sali¨® de la clandestinidad, del periodista espa?ol Alberto Pradilla, recopila en la editorial Debate sus cr¨®nicas publicadas en el peri¨®dico digital Plaza P¨²blica de Guatemala. El segundo, aparecido este mes, es Juntos, todos Juntos, una cr¨®nica del primer intento colectivo de saltar la frontera estadounidense (Editorial Pepitas de calabaza) est¨¢ escrito por el periodista salvadore?o Carlos Mart¨ªnez, redactor de El Faro.net, el diario de referencia en la regi¨®n, y quien tambi¨¦n acompa?¨® la caravana durante tres semanas.
Ambos libros son una vibrante colecci¨®n de textos llenos de color y contexto que destilan en cada p¨¢gina el sudor y el barro del buen periodismo. Un diario de carretera con testimonios recogidos codo a codo de los hondure?os, salvadore?os y guatemaltecos que conformaron lo que Mart¨ªnez llama ¡°la revoluci¨®n de los que caminan¡± y Pradilla la ¡°Normand¨ªa tercermundista¡±.
El libro de Pradilla, prologado por Diego Fonseca, comienza por el final; con la repatriaci¨®n a San Pedro Sula del cuerpo de Jos¨¦ Alexander Ruiz, uno de los migrantes que form¨® parte de la caravana y que fue asesinado por delincuentes en Tijuana. A partir de ah¨ª le sigue el post de Facebook escrito por el diputado hondure?o Bartolo Fuentes, que termin¨® exiliado en El Salvador, y concluye con el endurecimiento de la pol¨ªtica migratoria de los presidentes Trump y L¨®pez Obrador anunciada en mayo. El relleno de todo ello es una completa descripci¨®n del d¨ªa a d¨ªa desde las entra?as de la caravana: la solidaridad de la gente que aparece en el camino, los enfermos, los tuits de Trump, la entrada del grupo en Ciudad de M¨¦xico o la historia de Neptal¨ª, un alba?il de Tegucigalpa que hizo el camino con muletas.
Carlos Mart¨ªnez divide la ruta entre Guatemala y M¨¦xico hasta su llegada a Tijuana. En cada cr¨®nica, organizadas como un diario detalla, con gran calidad narrativa, tanta energ¨ªa humana. ¡°Resulta asombroso ver tanta fuerza junta atravesando r¨ªos, garitas migratorias, caminos candentes y cercos policiales. Pero no es lo ¨²nico sorprendente: esta caravana est¨¢ conformada por miles de hombres de algunos de los lugares m¨¢s violentos del mundo; por miles de mujeres que tambi¨¦n vienen de ah¨ª, que duermen a merced de los elementos, junto a centenares de peque?os ni?os, ni?as, de adolescentes haci¨¦ndose adultos en el camino¡±, escribe.
Ambas publicaciones son casi libros de aventuras, tan realistas como duros, alimentados de cientos de conversaciones sostenidas durante muchas horas caminando en Oaxaca, sentados en Puebla durante un descanso con una tortilla en la mano, al llegar la noche sobre la colchoneta de un albergue de Jalisco o bajo un pl¨¢stico mientras cae la lluvia en el Istmo de Tehuantepec. Historias de vida de quien se march¨® con lo puesto y habla con los pies con llagas ¡°como cubos de hielo¡±.
En sus p¨¢ginas se recoge el desaf¨ªo regional y lo que Carlos Mart¨ªnez llama un "espejo de presidentes". Desde el ignorado exhorto de Enrique Pe?a Nieto al advertir que nadie entrar¨ªa de forma irregular a M¨¦xico, hasta el silencio de sus colegas centroamericanos ante un ¨¦xodo masivo del que se benefician: aleja los problemas y la presi¨®n social y deja cada a?o m¨¢s dinero. En Guatemala, las remesas que env¨ªan los migrantes alcanzan cifras r¨¦cord y son la principal fuente de ingresos del pa¨ªs. ¡°Las caravanas son un dibujo vergonzante de los previos y actuales gobiernos centroamericanos, cuyos l¨ªderes se apresuraron a actuar en consecuencia y coherencia con su gesti¨®n, es decir, vilipendiando a quienes se largan o simplemente ignoran su existencia¡±, se?ala el periodista salvadore?o.
Tanto Caravana como Juntos, todos juntos reh¨²ye del 'buenismo' habitual e incluye las contradicciones, la traici¨®n o las miserias al interior de un grupo humano ca¨®tico y valiente que puso patas arriba a los gobiernos de cinco pa¨ªses. Un contingente unido exclusivamente por el pegamento de la desesperaci¨®n que, antes de aparecer en la prensa de todo el mundo, jam¨¢s se hab¨ªan visto.
Hasta su disoluci¨®n en Tijuana tres semanas despu¨¦s, la caravana de hace un a?o dio paso a im¨¢genes surrealistas en un M¨¦xico en transici¨®n, donde los agentes del Instituto Nacional de Migraci¨®n (INM) pasaron de intentar detenerlos a facilitarles el transporte. Carlos Mart¨ªnez recoge en su libro la an¨¦cdota de un migrante hondure?o en Pijijiapan, en Chiapas, uno de los puntos donde suelen ser detenidos gran parte de los indocumentados. ¡°El joven hondure?o le pido a un periodista que le sacara una foto junto a uno de los agentes de migraci¨®n. Es que ese gordo me agarr¨® el a?o pasado¡±, explic¨® se?alando al agente.
Ambos libros tienen la relevancia de ser testigos desde el principio de un momento clave en la relaci¨®n de los pa¨ªses del Tri¨¢ngulo Norte centroamericano con M¨¦xico y Estados Unidos. A Trump, la caravana- esta y las sucesivas- le proporcionaron las im¨¢genes que necesitaba para insistir en la construcci¨®n de un muro y endurecer la frontera. Paralelamente incorpor¨® el chantaje arancelario como m¨¦todo de presi¨®n para frenar la llegada de migrantes a sus fronteras. Tambi¨¦n a L¨®pez Obrador la caravana lo retrat¨® frente al vecino del Norte.
¡°La paradoja m¨¢s brutal es que Trump y L¨®pez Obrador representan tendencias pol¨ªticas antag¨®nicas, pero han expresado p¨²blicamente que comparten un objetivo: poner fin a la migraci¨®n irregular hacia Estados Unidos¡±, se?ala Pradilla en sus p¨¢ginas.
Pero mientras ambos gobiernos perfeccionan el tap¨®n, la tina sigue perdiendo agua, recuerda Carlos Mart¨ªnez. ¡°Centroam¨¦rica sigue hundi¨¦ndose bajo el peso de d¨¦cadas ¡ªsiglos¡ª de arrastrar sus herencias m¨¢s oscuras. Por ello, el viaje que se narra en estas p¨¢ginas es solo el primero de muchos que est¨¢n por venir¡±.
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