De ¡°alcalde Pete¡± a ¡°presidente Buttigieg¡±
El segundo puesto que logra en New Hampshire el joven candidato confirma su empuje y le convierte en referente del sector centrista del Partido Dem¨®crata antes de las grandes citas
A veces un segundo puesto sabe a victoria, y no es otro que ese el sabor de los m¨¢s de 68.000 votos que ha obtenido este martes en New Hampshire Pete Buttigieg, de 38 a?os, que lleg¨® a esta larga carrera por la nominaci¨®n dem¨®crata como un desconocido exalcalde de una peque?a ciudad del Medio Oeste y sale de la segunda prueba como el candidato centrista a batir.
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Sabe a victoria porque se queda a 1,3 puntos de Bernie Sanders, senador por el vecino Vermont, que pr¨¢cticamente jugaba en casa en un Estado donde su movimiento hunde ra¨ªces desde que hace cuatro a?os se impuso con contundencia a Hillary Clinton. Sabe a victoria porque, al contrario que otros candidatos, seg¨²n los sondeos a pie de urna, Buttigieg es competitivo entre votantes mayores y j¨®venes, entre hombres y mujeres, blancos y de color, con y sin estudios universitarios, de suburbio, de campo y de ciudad. Sabe a victoria porque hasta Donald Trump ha reconocido en un tuit que lo ha hecho ¡°bastante bien¡± esta noche. Y porque, tras las dos primeras citas de la carrera, los gritos de sus seguidores han pasado de ¡°alcalde Pete¡± a ¡°presidente Buttigieg¡±.
¡°Muchos dudaban de que un veterano de guerra del Medio Oeste industrial, alcalde de una ciudad peque?a, fuera la persona adecuada¡±, dec¨ªa el candidato, arropado por 1.200 seguidores en un polideportivo de un instituto de Nashua, New Hampshire. ¡°Pero las miradas frescas son las que hacen posibles los buenos comienzos¡±.
Las primeras dos citas de las primarias dem¨®cratas, en Estados de escaso peso demogr¨¢fico y poco representativos de la diversidad de su electorado, no son relevantes en t¨¦rminos cuantitativos. Pero, como viene sucediendo hist¨®ricamente, tambi¨¦n en esta ocasi¨®n han redefinido los contornos de la carrera. Hoy por hoy, Sanders y Buttigieg encarnan a las dos familias, culturales y pol¨ªticas, que llevan luchando por la hegemon¨ªa del partido desde 2016. Y aunque Buttigieg empezaba su discurso subrayando su respeto al resto de sus ¡°competidores¡±, y recordando que ¡°admiraba¡± al senador Sanders en sus a?os de secundaria, ambos candidatos, que al principio ni se miraban, han empezado a subrayar los aspectos que los diferencian. ¡°Se nos ha querido hacer creer que las opciones son la revoluci¨®n o el statu quo. ?Pero d¨®nde quedamos todos los dem¨¢s? La mayor¨ªa de estadounidenses no encajamos en esa visi¨®n polarizada¡±, defend¨ªa Buttigieg. ¡°No podemos perseguir la puridad ideol¨®gica por encima de una victoria inclusiva¡±.
Su discurso recordaba inevitablemente a Barack Obama. Sin extenderse en propuestas concretas, Buttigieg se presenta como un agente de cambio y de esperanza. No ofrece al electorado centrista una vuelta al pasado, como Joe Biden, a quien ha triplicado en votos, sino un futuro ilusionante pero alejado de los extremos. Apela a ¡°los dem¨®cratas hasta la m¨¦dula¡±, pero tambi¨¦n a ¡°los independientes¡± y a aquellos a los que le gusta llamar ¡°los futuros exrepublicanos¡±. ¡±Sabemos que es la hora no solo de acabar con la era de Donald Trump, sino de lanzar la nueva era que sabemos que tiene que llegar¡±, les dec¨ªa.
¡°El ¨²nico mensaje de Biden es que puede ganar a Trump, pero no ofrece nada nuevo, y la gente quiere algo nuevo¡±, defend¨ªa Dolly Courtemanche, pediatra de 56 a?os. ¡°Pete es un l¨ªder inspirador. A m¨ª me ha inspirado para ser mejor y creo que podr¨¢ hacerlo con otros estadounidenses¡±, sosten¨ªa Steve Dubro, de 54.
A pesar del impulso obtenido en este arranque, que le permitir¨¢ reforzar su imagen de elegibilidad e impulsar su recaudaci¨®n de fondos ¡ªvitales para las grandes citas que se avecinan¡ª, los retos de Buttigieg siguen siendo colosales. Primero, por la fortaleza mostrada por la senadora Amy Klobuchar, candidata tambi¨¦n centrista, cuya trayectoria ascendente la ha colocado en la tercera posici¨®n en New Hampshire, a apenas cinco puntos de ¨¦l. Segundo, por la inc¨®gnita de Michael Bloomberg que, a pesar de saltarse las primeras citas, es ya tercero en los sondeos a nivel nacional. Y, sobre todo, por el escaso tir¨®n que tiene Buttigieg, a priori,?entre las minor¨ªas.
Las pr¨®ximas citas con el electorado latino en Nevada y con el afroamericano en Carolina del Sur demostrar¨¢n si su empuje es flor de un d¨ªa o si realmente puede representar a la muy diversa familia dem¨®crata. ¡°M¨¢s que un problema, es un obst¨¢culo¡±, opina Kenneth Santos, estudiante latino de 18 a?os. ¡°Pete sabe lo que hace. Hasta hace poco era un desconocido, pero la gente quiere conocerlo. Cuando empiece a hablarles m¨¢s, cuando empiecen a saber m¨¢s de ¨¦l, conectar¨¢ con ellos como ha conectado conmigo¡±.
Con la vista puesta en los nuevos desaf¨ªos, el candidato ha lanzado gui?os a ese electorado y hasta ha hablado en espa?ol. ¡°Celebramos tu pertenencia a este pa¨ªs. Y s¨ª, este es tu pa¨ªs¡±, les ha dicho a los votantes latinos en su idioma.
¡°Nos vamos al Oeste¡±, concluy¨® Buttigieg con la vista puesta en Nevada, donde el pr¨®ximo 22 de febrero tendr¨¢ su primer encuentro con ese electorado. Llegar¨¢ con una victoria en Iowa y con un segundo puesto en New Hampshire, que sabe igual que esa primera victoria. ¡°No creo que nadie pensara que un gay de 38 a?os del Medio Oeste fuera a llegar tan lejos¡±, admit¨ªa Zachary Kessin, desarrollador de software de 47 a?os. ¡°Pero Carter, Clinton y Obama, los tres ¨²ltimos presidentes dem¨®cratas, tampoco eran los candidatos obvios. Pete tiene una historia que conecta con la gente, y habla de valores. Como progresistas, no hemos hecho ¨¦nfasis en nuestros valores, y son importantes. Mi familia lleg¨® aqu¨ª como refugiados rusos hace 100 a?os. Igual que los que vienen ahora de Centroam¨¦rica. Este pa¨ªs deber¨ªa funcionar para ellos tambi¨¦n. Todos hemos llegado en alg¨²n momento y formamos parte de este fabuloso crisol que es Estados Unidos¡±.
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