Occidente en el div¨¢n
L¨ªderes mundiales advierten en la Conferencia de Seguridad de M¨²nich de la erosi¨®n del orden occidental, amenazado desde dentro y desde fuera
Un mundo m¨¢s peligroso, con un Occidente ensimismado en su propia crisis de identidad y desgarrado por las tensiones internas y las amenazas externas. ¡°El mundo se ha vuelto menos occidental¡±. Las palabras elegidas por el embajador Wolfgang Ischinger para inaugurar la Conferencia de Seguridad de M¨²nich marcaron el tono de un ejercicio de introspecci¨®n pol¨ªtica colectiva poco esperanzador. Decenas de mandatarios de todo el mundo se dieron cita en la capital b¨¢vara en busca de respuestas al retraimiento occidental y a la cesi¨®n en el escenario global a otros actores. El tono de la conferencia ha sido este a?o irremediablemente sombr¨ªo.
¡°El futuro de Oriente Pr¨®ximo ya no se decide en Ginebra o en Nueva York. Se decide en Sochi o en Astana¡±, constat¨® el ministro de Exteriores alem¨¢n, Heiko Maas. Apenas un s¨ªntoma, un ejemplo de los males que se enumeraron una y otra vez el viernes en M¨²nich: el repliegue nacionalista, el unilateralismo, las libertades cercenadas y la democracia amenazada. Son procesos, dijeron los participantes, que avanzan fuera y dentro de una Europa crecientemente dividida.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, contribuy¨® al desaliento colectivo al considerar que ¡°la gente est¨¢ perdiendo la fe en sus mandatarios¡±, que ¡°el proteccionismo crece y el comercio se ha convertido en un arma de guerra¡± y que ¡°las ansiedades pol¨ªticas se convierten en turbulencias¡±. Una comunidad internacional menos cohesionada debe hacer frente a la proliferaci¨®n de amenazas globales, con la crisis clim¨¢tica y transfronteriza a la cabeza, en un contexto en el que gana terreno la idea fuerza de la Administraci¨®n estadounidense del inter¨¦s nacional en su acepci¨®n m¨¢s raqu¨ªtica como motor ¨²nico.
La conferencia inaugural corri¨® a cargo del presidente alem¨¢n, Frank-Walter Steinmeier, quien habl¨® de la propagaci¨®n del discurso del odio en Alemania, pero tambi¨¦n en el resto del mundo, y de una erosi¨®n del orden internacional en los ¨²ltimos dos a?os. ¡°Tenemos que pelear por nuestras sociedades abiertas [¡] las grandes potencias ya no act¨²an como garantes de la ley y el orden¡±. Steinmeier advirti¨® de que ¡°la comunidad internacional no se puede dar por sentada".
La debilidad de las relaciones trasatl¨¢nticas, con un aliado estadounidense que abdica de su rol tradicional, seg¨²n los participantes en M¨²nich es la gran fractura que debilita a Occidente. ¡°El cambio real no es el auge chino, sino que Estados Unidos ha dejado de ser el polic¨ªa global¡±, interpret¨® Maas, quien puso de ejemplo los conflictos en Siria, Afganist¨¢n o ?frica. Ese vac¨ªo, continu¨®, lo ocupan ahora ¡°Rusia, Turqu¨ªa e Ir¨¢n con principios y valores diferentes¡±, a?adi¨®.
La presidenta de la C¨¢mara de Representantes de EE UU, la dem¨®crata Nancy Pelosi, pidi¨® desde el escenario ¡°ser beligerante con las fuerzas autocr¨¢ticas¡±. Hizo causa com¨²n con el presidente Donald Trump, al acusar a China de ¡°exportar su autocracia digital a trav¨¦s de Huawei¡±. ¡°Tener un 5G dominado por una autocracia es la forma m¨¢s insidiosa de agresi¨®n¡±, consider¨® Pelosi.
Dependencia tecnol¨®gica
El gigante tecnol¨®gico chino, al que EE UU acusa de robar secretos comerciales, y su participaci¨®n en las redes de comunicaci¨®n extranjeras fue uno de los protagonistas, cuando arrecia en las capitales europeas, y sobre todo en Alemania, el debate sobre c¨®mo proteger las infraestructuras estrat¨¦gicas. ¡°?Est¨¢ la competencia ideol¨®gica siendo reemplazada por la competencia por la dependencia tecnol¨®gica?¡±, se pregunt¨® Ivan Krastev, el brillante polit¨®logo b¨²lgaro, autor de La luz que se apaga.
¡°Hay una guerra fr¨ªa entre China y Estados Unidos y los europeos tenemos que decidir d¨®nde queremos estar¡±, sostuvo en el bar del Bayerischer Hof, el hotel donde se celebra la conferencia, el historiador Timothy Garton Ash. ¡°Es una cuesti¨®n de soberan¨ªa digital¡±, indic¨® a este diario Norbert R?ttgen, presidente de la comisi¨®n de Exteriores del Bundestag. R?ttgen cree que el desarrollo de infraestructuras digitales podr¨ªa convertirse en una oportunidad para desarrollar proyectos transatl¨¢nticos conjuntos y demostrar que la cooperaci¨®n es posible.
China fue el gran elefante en la habitaci¨®n, pero a la vez, ejerci¨® de constataci¨®n y ejemplo m¨¢ximo del cambio de los tiempos y de que ah¨ª fuera hay una modernidad alternativa. Lo dijo Sebastian Kurz, el canciller austriaco conservador. ¡°Lo que ha cambiado es que vemos que hay otros sistemas que pueden ser exitosos econ¨®micamente. China ha construido un hospital en diez d¨ªas¡±, record¨®.
Por eso, Wolfgang Sch?uble, el presidente del Bundestag alem¨¢n, advirti¨® de que la erosi¨®n de los valores occidentales es solo una de las caras de la moneda. La otra tiene que ver con ¡°la competencia econ¨®mica¡±. Las libertades, dijo, deben ir acompa?adas de ¡°mercados eficientes y con crecimiento¡±. La ministra espa?ola de Exteriores, Arancha Gonz¨¢lez Laya, particip¨® en un debate sobre el futuro del comercio internacional, donde defendi¨® la cooperaci¨®n para gestionar la interdependencia.
En M¨²nich hubo autocr¨ªtica, declaraciones de intenciones y promesas, pero por momentos la cita sonaba a una c¨¢mara de eco. Los participantes hablaban de tender puentes a los que piensan diferente, de un Occidente m¨¢s diverso, de la necesidad de un di¨¢logo profundo con los otros. El problema es que esas otras voces apenas se escucharon el viernes en M¨²nich, donde el mensaje monocorde corr¨ªa el riesgo de ejercer de profec¨ªa autocumplida.
Ante tanto pesisismo, Krastev fue el encargado de arrojar algo de luz al final del t¨²nel. Habl¨® de la resiliencia de los sistemas democr¨¢ticos, que se resisten a morir ¨C¡°miren a Hong, Hong¡±, dijo¨C. Y habl¨® tambi¨¦n de c¨®mo en el Este de Europa hay cada vez m¨¢s l¨ªderes liberales, como reacci¨®n a las corrientes nacionalistas. ¡°El nacionalismo es una vacuna¡±, se consol¨®. ¡°Ahora hablamos y nos tomamos m¨¢s en serio la democracia que hace cinco a?os¡±.
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