El ascenso de Sanders siembra el temor en el ¡®establishment¡¯ dem¨®crata
Rivales y sectores moderados del partido advierten contra la candidatura del senador socialdem¨®crata en las presidenciales y temen tambi¨¦n su efecto en el Congreso
La carrera ascendente de Bernie Sanders en las primarias dem¨®cratas ha inflamado las cr¨ªticas de sus rivales en la pugna y desatado el miedo en el establishment del partido. La posible nominaci¨®n del veterano senador independiente, un socialista declarado en un pa¨ªs que asocia el t¨¦rmino al comunismo, siembra el temor a que un candidato escorado a la izquierda pueda favorecer la reelecci¨®n de Trump. El hoy presidente, tambi¨¦n un outsider en 2016, acab¨® haci¨¦ndose con la nominaci¨®n republicana ¡ªy con la Casa Blanca¡ª ante el desconcierto de los popes de su partido. Sanders busca repetir la haza?a.
Cada vez que a Bernie Sanders se le recuerda en alguna entrevista o debate que es un socialista, se apresura a a?adir la coletilla de ¡°dem¨®crata¡±, es decir, que es socialdem¨®crata. La necesidad de aclararlo revela c¨®mo a este lado del Atl¨¢ntico hablar de socialismo equivale a mentar la bicha, incluso en algunos ¨¢mbitos progresistas.
El congresista James Clyburn, de Carolina del Sur, que este s¨¢bado celebra primarias, advert¨ªa el domingo ante una posible candidatura presidencial de Sanders: ¡°Si mira los distritos que ganamos [en las legislativas de 2018], no eran los progresistas, sino los moderados o conservadores, y ser¨¢ dif¨ªcil mantenerlos si tienes que convencerles de que acepten a un socialdem¨®crata¡±, dijo en la cadena ABC. Marc Veasey, representante por Texas, asegur¨® que algunos vecinos se le hab¨ªan acercado desesperados el domingo en la iglesia, en Fort North. ¡°Esto va a ser Bernie y su causa desmantelando el partido¡±, alert¨®. Tanto Clyburn como Veasey respaldan al exvicepresidente Joe Biden, el candidato predilecto del establishment, que lidera con holgura el n¨²mero de apoyos institucionales pero se encuentra en tercera posici¨®n. Es una buena foto de la situaci¨®n: mientras pesos pesados del partido advierten contra Sanders, el senador llena los m¨ªtines y gana en las urnas.
¡°Algunos dem¨®cratas temen que, ante la disyuntiva de cuatro a?os m¨¢s de Trump o una alternativa a la izquierda, los votantes no solo reelijan a Trump, sino que devuelva a su partido el control del Congreso¡±, apuntaba ayer Kyle Kondik, del Centro de Pol¨ªtica de la Universidad de Virginia, en un art¨ªculo de The New York Times. De los 46 distritos electorales que sus investigadores consideran en juego en noviembre, ninguno ha respaldado a Sanders.
La hip¨®tesis de la debilidad de Sanders en las presidenciales se da de bruces, sin embargo, con los resultados contantes y sonantes: el senador ha ganado con autoridad en las primarias m¨¢s importantes celebradas hasta ahora, las de Nevada, y sale vencedor en las encuestas en las que se le enfrenta a Trump. La elegibilidad, es decir, la capacidad que los electores observan en un candidato para derrotar al rival, mejora adem¨¢s conforme van saliendo resultados positivos. En la encuesta de la semana pasada de Reuters/Ipsos, el 26% de los dem¨®cratas consideraba a Sanders el m¨¢s preparado para vencer a Trump, seguido de Mike Bloomberg (20%).
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Su agenda econ¨®mica, marcadamente socialdem¨®crata, resulta atrevida en EE UU y su tradici¨®n liberal, pero no hay revoluci¨®n alguna que un presidente pueda llevar a cabo por s¨ª mismo desde la Casa Blanca. Las pol¨ªticas m¨¢s transformadoras del senador de Vermont, como la subida de impuestos a las grandes fortunas, la sanidad p¨²blica universal o el Green New Deal necesitan el visto bueno de las dos c¨¢maras del Congreso, donde no solo los republicanos presentar¨¢n oposici¨®n, sino que los dem¨®cratas moderados tambi¨¦n pueden obligar al mandatario a moldear sus iniciativas. De esa medicina ha probado Trump, que no logr¨® sacar adelante su contrarreforma sanitaria y se ha visto continuamente corregido en pol¨ªtica exterior o en la financiaci¨®n p¨²blica del muro con M¨¦xico.
El republicano, en cualquier caso, ya ha mostrado que su l¨ªnea de ataque con candidatos como Sanders o Elizabeth Warren consiste en azuzar el miedo a la ¡°izquierda radical¡±, un relato que puede servir para agitar a sus bases independientemente de lo que haya de real. En una entrevista con EL PA?S el pasado diciembre, el progresista Nobel de Econom¨ªa Paul Krugman puso como ejemplo el descalabro laborista en el Reino Unido, pero advirti¨® de que el problema no ten¨ªa que ver tanto con el tan tra¨ªdo y llevado giro a la izquierda de los dem¨®cratas de Estados Unidos sino con el relato que quede en el imaginario del votante.
Mientras, rivales pol¨ªticos como Pete Buttigieg le acusan de divisivo y Elizabeth Warren, que compite en el flanco izquierdista, le reprochan la falta de rigor en su propuesta sanitaria. Tambi¨¦n le han llovido las cr¨ªticas por sus elogios al "programa de alfabetizaci¨®n" de Fidel Castro. Y, por si faltase alg¨²n ingrediente pol¨¦mico, los servicios de inteligencia le advirtieron el pasado enero de que Rusia trata de influir en las primarias para favorecer su campa?a.
"Los defensores del senador arguyen, por una parte, que la nominaci¨®n de una candidata m¨¢s moderada [Hillary Clinton] no sirvi¨® en 2016 para derrotar a Trump y, por otra, que el movimiento sanderista ha encontrado nuevos yacimientos de votantes entre j¨®venes y trabajadores blancos perdidos del Medio Oeste, a los que el hoy presidente se lanz¨® a seducir hace cuatro a?os. Ambos argumentos tienen sus peros. La derrota de Clinton, que sac¨® tres millones de votos individuales de ventaja al republicano, no implica necesariamente que a Sanders ¡ªperdi¨® las primarias¡ª le hubiese ido mejor. En cuanto a la movilizaci¨®n de los votantes, los caucus y primarias celebradas hasta ahora han mostrado un aumento rese?able en la participaci¨®n.
Hay un factor fundamental distinto a 2016, sin embargo, y es que Donald Trump ya no es una apuesta improbable o un riesgo, sino una realidad. Es el presidente de Estados Unidos desde enero de 2017 y las tradicionales bases dem¨®cratas tienen grandes incentivos para votar al candidato escogido en las primarias ¡ªtenga o no la etiqueta de socialista¡ª con el fin de evitar que renueve su mandato.
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