El silencio impuesto al tuitero en jefe
Trump ha gobernado cuatro a?os desde Twitter, que ahora cierra su cuenta por incitar a la violencia
Como el canario en la mina, sensible a las emanaciones de gris¨², el pajarito que representa el logo de Twitter ha barruntado el riesgo de combusti¨®n de los mensajes de Donald Trump en Internet. La red social suspendi¨® el viernes de forma permanente la cuenta personal del republicano, tras hacerlo cautelarmente durante 12 horas a consecuencia del asalto de una horda de trumpistas al Capitolio el mi¨¦rcoles.
El pajarito que avisa de la pestilencia y el riesgo de explosi¨®n en la galer¨ªa ha considerado que, en vista de las arengas del tuitero en jefe de Estados Unidos, ¡°la posibilidad de que siga incitando a la violencia¡± es notable. La Casa Blanca, mediante la cuenta oficial del Gobierno, carg¨® contra la decisi¨®n por limitar la libertad de expresi¨®n que consagra la Primera Enmienda, y las acciones de la compa?¨ªa que dirige Jack Dorsey cayeron un 3% tras el anuncio.
?Un desencuentro inevitable? ?Un cierre tard¨ªo e insuficiente tras inflamar la opini¨®n p¨²blica durante cuatro a?os? ?O la simbiosis perfecta de un mandatario que ha usado Twitter para gobernar, y una compa?¨ªa cuyo valor se ha visto retroalimentado por el volumen de inputs debido a ¨¦l? ¡°Despu¨¦s de una revisi¨®n profunda de los tuits recientes de la cuenta @realDonaldTrump y el contexto que los rodea, hemos suspendido permanentemente la cuenta debido al riesgo de una mayor incitaci¨®n a la violencia¡±, explic¨® la compa?¨ªa. En la letra peque?a del anuncio aparec¨ªa la informaci¨®n: que sus partidarios planean, ¡°dentro y fuera de Twitter¡±, un segundo ataque al Capitolio y otros edificios oficiales el 17 de enero.
Durante sus cuatro a?os de mandato, y aun antes, el magnate inmobiliario devenido presidente ha gobernado desde Twitter, como un espejo a la medida de su narcisismo. Anuncios de destituciones, medidas de calado, comentarios sobre l¨ªderes extranjeros, retuiteo de memes para desacreditar a adversarios, de los medios de comunicaci¨®n tradicionales, a la activista clim¨¢tica Greta Thunberg; insultos a granel y sobre todo mentiras, muchas mentiras, o cuando menos hechos alternativos, como los defini¨® en el arranque de la presidencia su consejera ¨¢ulica Kellyane Conway.
En sus primeros 11.000 tuits en la Casa Blanca hab¨ªa m¨¢s de 1.700 mensajes en los que tuiteaba o retuiteaba teor¨ªas de la conspiraci¨®n e informaci¨®n falsa, seg¨²n un an¨¢lisis de The New York Times. Todo ello, sin que la red social haya puesto coto a los excesos hasta que sus mensajes sobre la covid-19 rizaron el rizo de la desinformaci¨®n. Fue entonces cuando Twitter glos¨® los trinos del presidente con comentarios de ¡°informaci¨®n potencialmente enga?osa¡±, apenas un pa?o caliente para la magnitud de la tergiversaci¨®n. En noviembre se repitieron las correcciones, para matizar sus mensajes sobre el supuesto fraude del voto por correo o el presunto robo de las elecciones.
Cuando anunci¨® su candidatura a la presidencia en 2015, Trump ten¨ªa 2,98 millones de seguidores en Twitter. La cifra aument¨® a 13 millones cuando gan¨® las elecciones en noviembre del 2016. El viernes, antes de ser clausurada, le segu¨ªan 88 millones. Trump ha sido el gran amo de Twitter, igual que en su d¨ªa Obama lo fue de Facebook, John F. Kennedy de la televisi¨®n o Roosevelt de la radio. Su cuenta personal ha convertido en comparsas los dos perfiles oficiales (@potus y @whitehouse), pese a las numerosas cr¨ªticas recibidas por pervertir su funci¨®n institucional con la incontinencia verbal y las pulsiones del individuo. Su uso de las redes sociales ¡°no es presidencial, es MODERNAMENTE PRESIDENCIAL¡±, arguy¨®, may¨²sculas incluidas, otro de sus histri¨®nicos tics habituales a la hora de tuitear.
Porque el gran ¨¦xito de Trump, el que explica que en noviembre le votaran 74 millones de estadounidenses y que el partido republicano no haya podido abjurar de ¨¦l, es convertir a la ciudadan¨ªa en audiencia, ofreci¨¦ndole un marco binario, tipo Barrio S¨¦samo, tan f¨¢cil de digerir como un anuncio publicitario o un programa de telerrealidad, el ¨¢mbito en que forj¨® su estrategia comunicativa y, por extensi¨®n, pol¨ªtica. Adem¨¢s de una catarata de exabruptos, alaridos o patadas a la realidad y al lenguaje, su actividad en Twitter ha sido el nexo org¨¢nico y el instrumento de polarizaci¨®n de la mitad del pa¨ªs. No le han frenado ni siquiera fallos judiciales, como el que en 2019 consider¨® que no ten¨ªa ning¨²n derecho a bloquear a seguidores cr¨ªticos porque hacerlo supondr¨ªa violar la libertad de expresi¨®n; o las quejas en febrero de 2020 del fiscal general, William Barr, sobre el exceso de ruido provocado por sus tuits, que le imped¨ªa hacer su trabajo (a lo que Trump respondi¨® afirmando su derecho legal a ¡°intervenir en la justicia¡±).
¡°Trump usa las redes sociales para controlar el ciclo de la informaci¨®n¡±, escribi¨® en 2018, tambi¨¦n en Twitter, George Lakoff, profesor de Ling¨¹¨ªstica de la Universidad de California, y para ello sigue un esquema muy claro: dotar de marco a una idea, desviar la atenci¨®n de los asuntos reales, matar al mensajero -los medios tradicionales- y, como guinda, el globo sonda, para poner a prueba la opini¨®n p¨²blica. As¨ª ha conseguido marcar la agenda durante cuatro a?os, en detrimento de los medios, y as¨ª aspira a continuar haciendo si se confirma la informaci¨®n de Reuters de que pretende crear su propia plataforma. Despu¨¦s de tirar la piedra y esconder la mano, generando instant¨¢neas para la historia como la infame avalancha de v¨¢ndalos sobre el Capitolio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.