La Dama, el general y el golpe que termin¨® con la pareja de conveniencia en Myanmar
La figura de Aung San Suu Kyi, desprestigiada en Occidente, es una vez m¨¢s la bandera de la oposici¨®n a la asonada
Conforme pasan las noches de esta semana se hace cada vez m¨¢s atronador un nuevo ritual en las calles de Yang¨®n, la principal ciudad de Myanmar (la antigua Birmania): a las ocho de la tarde, con la oscuridad, el tenso silencio se quiebra para dar paso a un fuerte ruido de sartenes y cacerolas golpeadas al un¨ªsono, de cl¨¢xones en veh¨ªculos, de gargantas que gritan ¡°?viva madre Suu!¡± y ¡°?no queremos militares en el poder!¡±.
Son los incipientes gestos de protesta despu¨¦s del golpe de Estado en Myanmar con el que una junta militar encabezada por el general Min Aung Hlaing, jefe de Estado Mayor, se hizo con el poder por sorpresa este lunes. Ese d¨ªa, poco antes de la hora prevista para la inauguraci¨®n de la nueva legislatura en el Parlamento, quedaban detenidos los l¨ªderes del Gobierno civil, la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, de 75 a?os, la jefa de facto del Ejecutivo y ¡°madre Suu¡± a quien se encomiendan los manifestantes; el presidente Win Myint, de 69, y los diputados del partido de ambos, la Liga Nacional para la Democracia (NLD). Los tanques rodeaban el Parlamento en la capital, Naypyidaw, y se proclamaba el estado de emergencia para un a?o.
Desde entonces, la junta ha nombrado un nuevo Gobierno de afines, ha bloqueado las redes sociales para intentar contener las protestas, ha continuado la campa?a de detenciones y ha presentado cargos contra Suu Kyi y Win Myint. Ambos pueden acabar condenados a tres a?os de c¨¢rcel, ella por importaci¨®n il¨ªcita de aparatos electr¨®nicos y ¨¦l por haber violado las normas contra la covid al saludar en p¨²blico. Pero se multiplican los gestos de desaf¨ªo: una campa?a de desobediencia civil suma cada d¨ªa m¨¢s participantes. Surgen peque?as manifestaciones espor¨¢dicas en distintas ciudades, ya incluso a la luz del d¨ªa. Al grito de ¡°?respetad nuestra democracia!¡±, sus participantes elevan tres dedos al cielo, el gesto tomado de la pel¨ªcula Los juegos del hambre que ya adoptaron las protestas en Tailandia.
¡°Si la intenci¨®n de los militares con su acci¨®n era eliminar a Aung San Suu Kyi de la ecuaci¨®n pol¨ªtica, el tiro les ha salido por la culata¡±, opina Moe Thuzar, del think tank ISEAS en Singapur, en una videoconferencia organizada por Asia Society. La premio Nobel de la Paz ¡°se ha convertido en la bandera, en el foco¡± de la resistencia al control militar, agrega esta experta.
Es, en cierto modo, un dej¨¤ vu para este complejo pa¨ªs de 54 millones de habitantes, 135 etnias, guerrillas activas de cuatro grupos ¨¦tnicos, rico en recursos naturales pero con un PIB per c¨¢pita de 1.408 d¨®lares anuales, menor que el de Camboya o Banglad¨¦s.
En 1990, la hija del h¨¦roe de la independencia birmana Aung San qued¨® detenida tras su amplia victoria en unas elecciones hist¨®ricas. Pese a su inmensa popularidad -o debido a ella-, los periodos de arresto domiciliario se suceder¨ªan de manera intermitente hasta 2010, cuando los militares se proclamaron vencedores de unas elecciones ama?adas y la pusieron en libertad. Al a?o siguiente comenzaba el proceso de transici¨®n democr¨¢tica parcial.
Para entonces, la junta estaba dispuesta a tolerar un l¨ªder civil, que diera un ligero barniz democr¨¢tico al sistema -y consiguiera levantar las sanciones internacionales que lastraban la econom¨ªa- sin que ellos abandonaran el mando real.
O esa era la idea. A¨²n hoy, los jefes militares mantienen el control en la sombra de inmensos y opacos conglomerados, en especial en el boyante sector extractivo y de las materias primas. La Constituci¨®n, de 2008, concede a las fuerzas armadas grandes ventajas: un 25% de los esca?os en el parlamento, tres de los ministerios m¨¢s poderosos -Interior, Defensa y Fronteras- y el derecho de veto a enmiendas legislativas. E impide a Aung San Suu Kyi acceder a la presidencia del pa¨ªs, al prohibir el cargo a quienes tengan hijos extranjeros: La Dama tiene dos, de su matrimonio con el fallecido acad¨¦mico brit¨¢nico Michael Aris.
En un primer momento, el ej¨¦rcito consider¨® la aplastante victoria de la NLD en las elecciones de 2015 -las primeras parcialmente libres en Myanmar desde 1990- un mal menor y manejable. Aunque la cohabitaci¨®n entre el Gobierno civil y los militares se demostr¨® pronto un matrimonio cada vez m¨¢s desavenido, tras una fachada de armon¨ªa relativa.
En parte, porque ambos contrayentes son m¨¢s parecidos de lo que cualquiera de las dos partes quiere admitir. La Dama, hija de general, siempre ha declarado su respeto a las fuerzas armadas como instituci¨®n. La NLD, debido a su pasado de clandestinidad durante d¨¦cadas, tiene al Ej¨¦rcito como una r¨ªgida estructura jer¨¢rquica. Suu Kyi y Min Aung Hlaing comparten el sentimiento de que mandar a otros es su destino natural. ¡°El estilo de Gobierno (de Aung San Suu Kyi) no es democr¨¢tico en absoluto¡±, apunta Yun Sun, directora para China del think tank Stimson Center.
Y, tambi¨¦n, porque sus intereses son opuestos. La NLD, y su l¨ªder, han tratado de rebajar competencias a los ministerios militares. Pese a las insistentes peticiones del ej¨¦rcito, Aung San Suu Kyi nunca ha convocado al Consejo de Seguridad Nacional y Defensa, controlado por las fuerzas armadas y te¨®rico responsable de las cuestiones de defensa. En la nueva legislatura pretend¨ªa acometer una reforma constitucional que pon¨ªa en peligro los privilegios castrenses; se hablaba de un gobierno de unidad que integrara a las minor¨ªas ¨¦tnicas que durante d¨¦cadas se enfrentaron a las fuerzas armadas en las zonas fronterizas.
La represi¨®n contra los rohingyas, que forz¨® a 730.000 personas de esta minor¨ªa musulmana a huir a Banglad¨¦s en 2017, pareci¨® unir a los rivales. La premio Nobel se alineaba con la manera de pensar de la mayor parte de la etnia bamar, la principal del pa¨ªs y de religi¨®n budista, que rechaza a los rohingyas musulmanes. Su viaje a La Haya para negar personalmente ante el Tribunal Internacional de Justicia las acusaciones de genocidio en la actuaci¨®n militar contra ese grupo ¨¦tnico constern¨® en Occidente; en su pa¨ªs, la hizo m¨¢s popular que nunca.
¡°Adopt¨® el papel de defender el inter¨¦s nacional. Realmente lo ve¨ªa como un caso contra el pa¨ªs en general y ella lo defendi¨® como nacionalista, casi como madre¡±, explica Thuzar. Sus partidarios lo vieron como un acto heroico, en el que La Dama aparcaba su desd¨¦n por los militares y sacrificaba su prestigio internacional por defender al pa¨ªs.
Esa popularidad -sumada a un crecimiento econ¨®mico que en 2018 lleg¨® al 6,75%, aunque ahora est¨¢ amenazado por la pandemia- le supuso a la NLD en las elecciones del pasado 8 de noviembre un triunfo a¨²n m¨¢s arrollador que en 2015; 346 esca?os por solo 33 para su rival Partido de la Solidaridad y el Desarrollo de la Uni¨®n (USDP) y otras formaciones pro fuerzas armadas.
El triunfo de la Liga no solo dejaba claro que para las fuerzas armadas ser¨ªa casi imposible ganar unas elecciones con el sistema electoral vigente, tomado del brit¨¢nico. Tambi¨¦n, a ojos del ej¨¦rcito, amenazaba con poner en peligro sus privilegios. La NLD ya hab¨ªa intentado, sin ¨¦xito, una reforma de la Constituci¨®n, y planeaba probar de nuevo en esta legislatura. Tambi¨¦n hab¨ªa declarado su intenci¨®n de poner en marcha un gobierno de unidad nacional que incluyera a los grupos ¨¦tnicos que durante a?os se enfrentaron al ej¨¦rcito en las ¨¢reas fronterizas.
Argumentando un fraude electoral masivo que la comisi¨®n electoral y los observadores internacionales han descartado, las fuerzas armadas perpetraron su asonada. Pero el golpe, seg¨²n apuntaba el exembajador de Estados Unidos en Myanmar, Scot Marciel, en la videoconferencia de Asia Society, no va a resolver el problema de fondo de los militares, que han prometido elecciones dentro de un a?o: ¡°Aung San Suu Kyi es la pol¨ªtica m¨¢s popular del pa¨ªs, pero el movimiento democr¨¢tico no gira solo en torno a ella¡±, explica
¡°Con problemas y desaf¨ªos, pero en los ¨²ltimos a?os el pueblo de Myanmar ha disfrutado de un mayor ¨ªndice de libertad y democracia. Hay m¨¢s de 300 partidos pol¨ªticos¡±, precisa. ¡°Las ¨²ltimas dos elecciones han sido un voto a favor de Aung San Suu Kyi, s¨ª, pero todav¨ªa m¨¢s han sido un voto en contra del mandato militar. La oposici¨®n al mando de los militares es abrumadora en el pa¨ªs. No veo c¨®mo las fuerzas armadas van a poder cambiarlo¡±, a?ade Marciel.
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