El fallido viaje de Borrell a Mosc¨² revela los puntos d¨¦biles de su gesti¨®n en Bruselas
Medio centenar de eurodiputados pidieron su cese en v¨ªsperas de la comparecencia de este martes ante el Parlamento Europeo
Las comparecencias de Josep Borrell ante el Parlamento Europeo suelen ser tempestuosas. Pero ninguna tanto como la que se barrunta este martes, en la que numerosos eurodiputados se disponen a vapulear al alto representante de Pol¨ªtica Exterior de la UE a base de preguntas, cr¨ªticas y denuestos por su viaje a Rusia de la semana pasada. Las voces m¨¢s cr¨ªticas con el r¨¦gimen de Vlad¨ªmir Putin acusan a Borrell de haber intentado un acercamiento con Mosc¨² que ha resultado in¨²til para la UE y contraproducente para los intereses de la oposici¨®n rusa. Medio centenar de eurodiputados, la mayor¨ªa de Europa central y del este, incluso han pedido por escrito el cese del responsable de la diplomacia europea, una posibilidad que no est¨¢ en absoluto sobre la mesa, pero que pone de manifiesto la vulnerabilidad del espa?ol. M¨¢s all¨¢ del patinazo ruso, Borrell corre el riesgo de que aflore el descontento general por su desempe?o de un cargo en el que tras algo m¨¢s de un a?o no ha logrado ganarse aliados claros en ninguna de las instituciones.
Desde su llegada a Bruselas a finales de 2019, el exministro espa?ol de Exteriores vaga por un terreno de nadie donde hace gala de su bagaje intelectual al mismo tiempo que queda al margen del trascendental d¨ªa a d¨ªa de una Comisi¨®n dominada por su presidenta, Ursula von der Leyen, y su reducido grupo de comisarios y funcionarios de confianza. Aunque Borrell ocupa una vicepresidencia de la Comisi¨®n, Von der Leyen le ha colocado en el tercer rango de su jerarqu¨ªa (por detr¨¢s de un vicepresidente primero y dos vicepresidentes ejecutivos) e incluso otros miembros te¨®ricamente de menos peso, como el socialista eslovaco Maros Sefcovic, han logrado abrirse m¨¢s hueco que el espa?ol.
El car¨¢cter h¨ªbrido del puesto de Borrell, a caballo entre la Comisi¨®n y el Consejo de la UE (donde lidera la diplomacia), tampoco le ha ayudado a ganar influencia en el organismo comunitario. ¡°Borrell tiene que decidir si quiere ser comisario europeo o jugar a ser el vig¨¦simo octavo ministro de Exteriores de los 27 [Estados de la UE]¡±, apunta un alto cargo de la Comisi¨®n sobre la ausencia del espa?ol del motor comunitario.
La fren¨¦tica actividad diplom¨¢tica ha absorbido el tiempo de Borrell en Bruselas, pero le ha apartado de la maquinaria del edificio Berlaymont (sede de la Comisi¨®n), donde a diario se libran batallas vitales para los intereses p¨²blicos y privados de Espa?a.
Entre algunas de las grandes empresas espa?olas cunde la sensaci¨®n de que se ha perdido un puente de comunicaci¨®n con la Comisi¨®n con el que contaban hasta 2019 (v¨ªa los gabinetes del comisario Miguel Arias Ca?ete y, antes, de Joaqu¨ªn Almunia) y con el que siguen contando las grandes compa?¨ªas de otros pa¨ªses a trav¨¦s de sus respectivos comisarios. Italia sufri¨® la misma sensaci¨®n de vac¨ªo cuando Federica Mogherini ocup¨® la cartera de Exteriores del Ejecutivo comunitario.
Borrell ha tenido mucho m¨¢s ¨¦xito enfrente del Berlaymont, en la sede del Consejo de la UE. Como Alto Representante, seg¨²n fuentes diplom¨¢ticas, ha gestionado con enorme eficiencia el Consejo de ministros de Exteriores de la UE, ha elevado el nivel del debate entre los ministros y ha dotado a la pol¨ªtica exterior de la UE de una asertividad que no se recordaba en Bruselas.
El jefe de la diplomacia comunitaria ha sabido esquivar el derecho de veto que todas las capitales tienen sobre la pol¨ªtica internacional de la UE. Y en lugar de resignarse a las anodinas e inocuas declaraciones aprobadas por unanimidad, Borrell ha optado por emitir contundentes comunicados respaldados ¡°por una gran mayor¨ªa¡±.
Los pa¨ªses terceros aludidos se han percatado de las claras intenciones del espa?ol y han interpretado esas declaraciones como la posici¨®n de la UE. En m¨¢s de una ocasi¨®n, como en el caso de Israel, han reaccionado airados ante una contundencia que no estaban acostumbrados a escuchar en Bruselas.
Ese balance positivo corre peligro, sin embargo, tras el fiasco del viaje a Mosc¨², donde se vio sorprendido por la agresividad y displicencia del veterano ministro ruso de Exteriores, Sergu¨¦i Lavrov. Borrell ha salido al paso de las cr¨ªticas, subrayando que su trabajo consiste, precisamente, en enfrentarse a desaf¨ªos como el de Rusia y en encarar los problemas cara a cara, incluso en el terreno del rival. ¡°Prefiero eso que ser reactivo y esperar a que pasen las cosas. Si queremos un mundo m¨¢s seguro para el ma?ana, tenemos que actuar hoy de manera decidida y estar dispuestos a asumir riesgos¡±, se?al¨® el Alto Representante este domingo. La Comisi¨®n ha respaldado a su vicepresidente y este lunes ha recordado que se trataba de un viaje ¡°muy delicado¡± pero tambi¨¦n imprescindible.
Pero los europarlamentarios, sobre todo los de los pa¨ªses que se sienten m¨¢s amenazados por Mosc¨², tienen previsto cuestionar este martes la gesti¨®n de Borrell durante su visita a Rusia. El vicepresidente de la Comisi¨®n tambi¨¦n deber¨¢ rendir cuentas el 22 de febrero ante los ministros de Exteriores de la UE, algunos de los cuales ya han cuestionado abiertamente su actitud con Lavrov. ¡°Borrell ha cometido el error de confiar su agenda a tecn¨®cratas que han ignorado el car¨¢cter pol¨ªtico de su cartera¡±, apunta una fuente del Parlamento.
El Alto Representante tambi¨¦n se ha rodeado de asesores y expertos que alimentan la profundidad de sus conocimientos, pero parecen descuidar el ¨¢ngulo de la comunicaci¨®n. Borrell no ha tenido un trato fluido con la prensa internacional, que a menudo le percibe como en un permanente estado de contrariedad. Sus discursos y las entradas de su denso blog evocan m¨¢s la figura de un acad¨¦mico brillante y rompedor que la de un comisario enfangado en los proyectos legislativos tan prosaicos como potencialmente importantes para Espa?a y los otros 26 socios de la UE. Su mirada, de luces muy largas, atisba el horizonte geoestrat¨¦gico sin percatarse en ocasiones de las peque?as piedras que el Lavrov de turno puede poner en el camino.
Borrell a¨²n tiene cuatro a?os de mandato por delante, al menos sobre el papel, para forjar su legado. Pero los problemas de su primer a?o en Bruselas, puestos de manifiesto durante su malhadado viaje a Mosc¨², quiz¨¢ ya se pueden resumir con la frase de Marguerite Yourcenar en Memorias de Adriano: ¡°Tener raz¨®n demasiado pronto es lo mismo que equivocarse¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.