Las protestas marcan el declive de una autocracia invisible en Palestina
La inusual ola de manifestaciones por la muerte de un disidente bajo detenci¨®n recrudece la p¨¦rdida de apoyo popular del presidente Abbas tras la suspensi¨®n de las elecciones y las revueltas de Jerusal¨¦n
El rais palestino, Mahmud Abbas, est¨¢ cada vez m¨¢s solo en la muqata a los 85 a?os. Hasta el palacio presidencial de Ramala, de donde apenas ha salido durante la pandemia, llega el eco de las protestas por la muerte de un disidente pol¨ªtico tras ser detenido el 24 de junio. Es la ¨²ltima ola de una marea de descontento popular que no ha dejado de subir desde hace dos meses, cuando el mandatario que impuls¨® los Acuerdos de Oslo con Israel en 1993 suspendi¨® las primeras elecciones en tres lustros.
Sari Nusseibeh, exrector de la Universidad al Quds de Jerusal¨¦n y uno de los l¨ªderes de la Primera Intifada (1987-1991), define: ¡°Abbas se ha convertido en un l¨ªder autoritario, un aut¨®crata invisible¡±. En las calles de Ramala, Hebr¨®n o Bel¨¦n se escuchan desde hace una semana gritos de ¡°?L¨¢rgate!¡± y ¡°?Abajo el r¨¦gimen!¡±, los lemas que iban dirigidos hace 10 a?os al dictador tunecino Zin el Abidin ben Al¨ª al inicio de la Primavera ?rabe. ¡°No se espera un cambio radical inmediato en la Autoridad Palestina. Fatah (el partido de Abbas) sigue teniendo fuerza y los servicios de seguridad est¨¢n de su lado¡±, puntualizaba el profesor de filosof¨ªa Nusseibeh, de 72 a?os, en una teleconferencia con periodistas extranjeros.
Una encuesta publicada a mediados de junio por el Centro Palestino de Investigaciones Pol¨ªticas y Sondeos refleja que un 85% de los ciudadanos cree que la Autoridad Palestina est¨¢ instalada en un clima de corrupci¨®n. Solo un 14% de los consultados respalda al Gobierno de Fatah, que controla parcialmente Cisjordania, mientras un 56% se muestra partidario de Ham¨¢s, que gobierna de facto en Gaza desde 2007. ¡°Si se celebrasen hoy elecciones, los islamistas ganar¨ªan tambi¨¦n en Cisjordania¡±, coincide Nusseibeh con el diagn¨®stico del instituto demosc¨®pico.
Ham¨¢s ha cobrado impulso popular tras la escalada que enfrent¨® durante 11 d¨ªas de mayo a las milicias de Gaza con el Ej¨¦rcito de Israel. Fue uno de los c¨ªclicos episodios b¨¦licos en los que ambas partes miden sus fuerzas. Pero con el disparo de cohetes sobre Jerusal¨¦n que desencaden¨® el enfrentamiento, sus l¨ªderes se erigieron en simb¨®licos defensores de la Ciudad Santa. En el imaginario colectivo palestino, la Explanada de Al Aqsa y la C¨²pula de la Roca son iconos identitarios nacionales.
En la franja de Gaza observaron que Abbas y la vieja guardia que trata de preservar el legado de Oslo guardaban silencio mientras miles de j¨®venes ¨Dque no hab¨ªan nacido cuando se cre¨® el autogobierno palestino y que a¨²n no han podido votar¨D se sumaban a una movilizaci¨®n de nuevo cu?o, que ha sabido hacer llegar su mensaje al resto del mundo con una nueva narrativa de opresi¨®n colonial y ¨¦tnica frente a Israel. A lo largo del mes de Ramad¨¢n (a caballo entre abril y mayo) sus protestas sacudieron lugares emblem¨¢ticos de Jerusal¨¦n: la puerta de Damasco de la Ciudad Vieja, el cercano distrito de Sheij Yarrah (donde decenas de familias se hallan amenazadas de expulsi¨®n) o la misma mezquita de Al Aqsa, tercer lugar sagrado del islam.
Desde Ramala, Salem Barrahmeh, director de la ONG Instituto Palestino de Diplomacia P¨²blica, acaba de lanzar una iniciativa para encauzar la presencia pol¨ªtica de los j¨®venes. ¡°M¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n tiene menos de 30 a?os, pero el sistema no es inclusivo. Queremos cambiarlo¡±, asegura Barrahmeh, de 32 a?os, al presentar Generaci¨®n para la Renovaci¨®n Democr¨¢tica. Dice haber detectado en la oleada de protestas de los ¨²ltimos meses y en el ¨¦xito global de sus campa?as en las redes sociales el mejor caldo de cultivo para movilizar a una juventud que no se ve representada por las tradicionales facciones palestinas.
¡°Estamos unidos frente al colonialismo y el apartheid que impone la ocupaci¨®n, pero tambi¨¦n ante la falta de libertades y derechos con que nos oprimen nuestras autoridades¡±, explica el l¨ªder de la iniciativa, que durante el mes de julio va a llevar a cabo una campa?a electoral virtual para atraer simpatizantes al proyecto de relevo generacional. Su intento de presentarse a las ¨²ltimas legislativas, finalmente desconvocadas por Abbas, se vio frustrado a causa de una legislaci¨®n electoral que fija una edad m¨ªnima de 28 a?os para ser candidato y establece elevadas fianzas para la presentaci¨®n de listas.
El veterano intelectual y activista Sari Nusseibeh coincide con las reclamaciones que se escuchan en la calle palestina: ¡°La presencia de Abbas en el poder es ileg¨ªtima. Debe irse¡±. Pero el profesor alerta del peligro de deponer al rais sin contar con un recambio: ¡°Puede conducirnos al caos en Palestina¡±.
Desde que Ham¨¢s gan¨® las elecciones legislativas en 2006, Abbas ha recibido firme apoyo occidental para mantenerse en la muqata, a pesar de no haber vuelto a someterse a las urnas desde entonces. El respaldo pol¨ªtico sostenido y la financiaci¨®n incondicional que se le ha ofrecido hasta ahora empiezan a verse cuestionados. Las advertencias de estadounidenses y europeos a la Autoridad Palestina para que se investigue a fondo la muerte del disidente Nizar Banat, tras ser detenido de madrugada en Hebr¨®n por una veintena de agentes, han dado paso a quejas de Washington y la ONU por la represi¨®n de las manifestaciones populares.
¡°Resulta inquietante y nos produce honda preocupaci¨®n que se restrinja el derecho a la libertad de expresi¨®n y se acose a las organizaciones de la sociedad civil¡±, destac¨® el Departamento de Estado de EE UU. Polic¨ªas de paisano y baltagiyas (grupos de choque de militantes de Fatah confundidos entre la masa), atacaron a los manifestantes con objetos contundentes y gas pimienta y les confiscaron sus m¨®viles. Partidarios de Abbas se han concentrado tambi¨¦n con armas en ciudades de Cisjordania como Nablus y Halhlul.
Un portavoz del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos consider¨® ¡°totalmente inaceptables¡± los ataques contra los manifestantes por parte de escuadrones violentos. El Partido del Pueblo (comunista) ha salido del Gobierno palestino con la renuncia del ministro Nasri Abu Yeij a la cartera de Trabajo, ¨²nica cr¨ªtica interna conocida. La Uni¨®n Europea, que financia y supervisa la formaci¨®n de la polic¨ªa palestina, no se ha pronunciado por el momento sobre la brutal represi¨®n de las protestas ciudadanas.
Nizar Banat, de 43 a?os y afiliado al partido nacionalista Fatah, se hab¨ªa presentado en una lista independiente de la oficialista en las elecciones legislativas. Sus mensajes cr¨ªticos en las redes sociales ¨Den Facebook contaba con m¨¢s de 100.000 seguidores¨D contra el funcionamiento autocr¨¢tico del Gobierno, la corrupci¨®n de la Administraci¨®n y el fallido acuerdo entre la Autoridad Palestina e Israel para el intercambio de vacunas, tuvieron gran repercusi¨®n.
Sus familiares relataron que los agentes le golpearon durante varios minutos en la cabeza y en el cuerpo con barras de hierro. La autopsia preliminar apunta a una ¡°muerte no natural¡±. El informe forense definitivo a¨²n no se ha hecho p¨²blico, m¨¢s de una semana despu¨¦s de los hechos.
El descontento de los palestinos ha crecido en paralelo a la p¨¦rdida de legitimidad de sus dirigentes. Los manifestantes ya no reclaman reformas, sino la salida de Abbas del poder. La muerte bajo detenci¨®n de un disidente lenguaraz, pero minoritario y contrario a la violencia, muestra la descomposici¨®n de un liderazgo tachado de corrupto e ineficaz. El cad¨¢ver apaleado de Banat, abandonado en la morgue de Abu Dis (afueras de Jerusal¨¦n), ha sido para muchos la gota que ha colmado el vaso de la frustraci¨®n.
En un informe de la ONG estadounidense Human Rights Watch en 2018 ya se hab¨ªa acusado a la Autoridad Palestina de ampararse en una vaga legislaci¨®n que criminaliza los insultos a altos cargos para arrestar a disidentes. Omar Shakir, director de HRW para Palestina e Israel, expulsado por las autoridades israel¨ªes en 2019 tras haber denunciado las actividades de Airbnb en los territorios palestinos ocupados, concluye: ¡°Las fuerzas de seguridad detienen, maltratan y torturan sistem¨¢ticamente a los cr¨ªticos. El caso de Banat no es una anomal¨ªa¡±.
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