Un pr¨ªncipe de la Iglesia en la sala del crimen
La Iglesia cat¨®lica es un todo, no solo la parte del Estado de la Santa Sede, y as¨ª lo entendi¨® el Papa nada m¨¢s tomar posesi¨®n, en 2013, ordenando cancelar 5.000 cuentas de dudoso origen en el banco vaticano
Pese a sentarse a partir de este martes en la sala del crimen del Vaticano, el cardenal Giovanni Angelo Becciu conserva el m¨¢s alto t¨ªtulo honor¨ªfico que puede conceder el pont¨ªfice romano: la dignidad de Pr¨ªncipe de la Iglesia. Su caso no tiene precedentes desde que Benito Mussolini pact¨® con P¨ªo XI la creaci¨®n, en 1929, del Estado de la Santa Sede. El dictador, ateo plet¨®rico, reconoc¨ªa la soberan¨ªa papal sobre la Ciudad del Vaticano, el palacio de Castel Gandolfo y las bas¨ªlicas de San Juan de Letr¨¢n, Santa Mar¨ªa la Mayor y San Pablo Extramuros, entre otras enormes propiedades, y llenaba de honores al sumo pont¨ªfice. Tambi¨¦n otorgaba a la Iglesia italiana la condici¨®n de religi¨®n exclusiva del Estado, y a los cardenales, ¡°los honores debidos a los pr¨ªncipes¡±. A cambio, el papa ped¨ªa a sus fieles sumisi¨®n al dictador, retiraba el apoyo appartido de los cat¨®licos y proclamaba que Mussolini era ¡°un hombre de la providencia de Dios¡±.
Adem¨¢s, estaba el dinero. Mussolini entreg¨® al nuevo Estado, como indemnizaci¨®n, 1.750 millones de liras. Era una fortuna inmensa, que necesitaba un banco central (se llamar¨ªa Administraci¨®n del Patrimonio de la Sede Apost¨®lica-APSA), y, sobre todo, un banquero. El elegido fue Bernardino Nogara, en el cargo hasta 1954, reinando ya P¨ªo XII. Hab¨ªa trabajado como delegado en Estambul de la Banca Comerciale Italiana, y en el Reichsbank, el banco central alem¨¢n.
Fue P¨ªo XII quien cambi¨® el nombre de la APSA, en 1942. Se llamar¨ªa Instituto para las Obras de Religi¨®n (IOR), conocido como Banco Vaticano. La idea era dominar a las iglesias nacionales desde el Vaticano con la argamasa del dinero y los honores. El historiador Francisco Minoves Besol¨ª cuenta en Quo vadis Vaticano y Quo vadis Cristianismo (Entrel¨ªneas Editores y LoQueNoExiste), c¨®mo gener¨® Nogara un imperio financiero y sus consecuencias para el cristianismo moderno. ¡°A su muerte, en 1958, el cardenal americano Francis Spellman dijo de ¨¦l que despu¨¦s de Jesucristo era lo mejor que le hab¨ªa pasado a la Iglesia¡±. ?Blasfemia razonada!
De aquel banco central queda el desprestigio, pero lo cierto es que Nogara multiplic¨® con creces los regalos de Mussolini. Gast¨® 300.000 liras en restaurar los palacios vaticanos, y el resto lo invirti¨® en t¨ªtulos de compa?¨ªas dedicadas a todo tipo de negocios, algunos nada cristianos.
Francisco ha intentado ajustar las cuentas. Hab¨ªa acertado con el nombramiento del cardenal George Pell como secretario de Econom¨ªa y la misi¨®n de poner orden, sin contemplaciones, en el milmillonario entramado financiero cat¨®lico. Pero Pell tuvo que regresar a su pa¨ªs, Australia, para enfrentarse a un juicio por pederastia, del que ha salido absuelto despu¨¦s de pasar 404 d¨ªas en prisi¨®n. ¡°Fui un cabeza de turco. Mi mayor error fue subestimar las fuerzas oscuras del Vaticano¡±, declar¨® el mes pasado a la revista Vida Nueva. ?Estaba su colega Becciu entre esas fuerzas oscuras? Quiz¨¢s lo desvele este juicio.
Mientras tanto, Francisco, escarmentado, ha llamado a su lado a un compa?ero de congregaci¨®n, el jesuita espa?ol Juan Antonio Guerrero Alves, (M¨¦rida, 1959), para que acelere los ajustes. Exprofesor de Filosof¨ªa Social y Pol¨ªtica en la Universidad Pontificia Comillas, en Madrid, Guerrero, simple sacerdote, ser¨¢ prefecto de una congregaci¨®n pontificia sin el capelo cardenalicio, en contra de la costumbre para esos cargos. Antes, fue maestro de novicios en Espa?a (2003 a 2008), superior de los jesuitas de Castilla (2008 a 2014), tesorero de la Compa?¨ªa de Jes¨²s en Mozambique (2015 a 2017) y director de una escuela secundaria de esta orden en ese pa¨ªs (2016-2017).
Cultura del secreto
¡°Venimos de una cultura del secreto, pero hemos aprendido que la transparencia nos protege m¨¢s que el secreto¡±, dijo el viernes pasado en la presentaci¨®n de resultados del pasado ejercicio. Ofreci¨® datos parciales, los del Estado Vaticano. Por ejemplo, seg¨²n sus cuentas, son m¨¢s de 5.000 los inmuebles que posee el Papa en todo el mundo, 4.051 en Italia y 1.120 en el extranjero. Excluy¨® de la lista las sedes de sus embajadas ante 180 naciones y omiti¨® tambi¨¦n las propiedades administradas por 5.173 obispos repartidos por todo el mundo. Suman millones de inmuebles y fincas. Solo en Espa?a, una veintena de obispos administran en sus di¨®cesis m¨¢s propiedades que el Papa, si se toman como referencia los datos de Guerrero Alves. El Gobierno lo ha certificado mandando un listado al Congreso, con la suma de 34.961 bienes inmatriculados por los prelados entre 1998 y 2015, al amparo de un decreto del Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, es decir, sin contar las propiedades que se registraron durante el franquismo, m¨¢s de 100.000.
Cuando el Consejo de Europa exige mejoras al Vaticano en transparencia y que combata con m¨¢s eficacia el blanqueo de capitales (lo hizo por ¨²ltima vez el 9 de junio pasado), piensa en la totalidad de esos fondos y de esos bienes, no solo en el IOR. La Iglesia cat¨®lica es un todo, no solo la parte del Estado de la Santa Sede. As¨ª se presenta ante los otros Estados, y as¨ª exige ser tratada. Lo entendi¨® el Papa nada m¨¢s tomar posesi¨®n, en 2013, ordenando cancelar 5.000 cuentas de dudoso origen en el banco vaticano. Los titulares estaban desperdigados por una veintena de pa¨ªses.
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