Los 10 millones de d¨®lares de Cameron por presionar al Gobierno brit¨¢nico reabren la pol¨¦mica del ¡®lobbying¡¯
El ex primer ministro reconoce haber recibido una ¡°buena cantidad¡± como asesor de la quebrada consultora Greensill para garantizarle acceso preferente a altos cargos
Felipe Gonz¨¢lez ha comparado en m¨¢s de una ocasi¨®n a los exmandatarios con jarrones chinos en un apartamento peque?o, por ser un ¡°objeto de valor que nadie sabe d¨®nde poner¡±, y David Cameron parece empe?ado en hacer valer la met¨¢fora. Las lucrativas actividades del exprimer ministro brit¨¢nico desde su salida del n¨²mero 10 de Downing Street han reabierto el debate sobre la delgada l¨ªnea roja que separa el derecho de los gobernantes a gan...
Felipe Gonz¨¢lez ha comparado en m¨¢s de una ocasi¨®n a los exmandatarios con jarrones chinos en un apartamento peque?o, por ser un ¡°objeto de valor que nadie sabe d¨®nde poner¡±, y David Cameron parece empe?ado en hacer valer la met¨¢fora. Las lucrativas actividades del exprimer ministro brit¨¢nico desde su salida del n¨²mero 10 de Downing Street han reabierto el debate sobre la delgada l¨ªnea roja que separa el derecho de los gobernantes a ganarse el sustento una vez abandonan el poder y el aprovechamiento utilitarista de su influencia, con fines meramente econ¨®micos.
El ¨²ltimo cap¨ªtulo de su controvertido contrato con la consultora Greensill Capital se centra en la confesa ¡°buena cantidad de dinero¡± recibida por su rol como asesor a tiempo parcial para garantizar acceso preferente al Gobierno. En apenas dos a?os y medio, Cameron obtuvo unos 10 millones de d¨®lares (alrededor de 8,5 millones de euros), una cantidad cincuenta veces superior al equivalente a los 177.000 euros anuales que recib¨ªa cuando era jefe del Gobierno y que duplica el sueldo medio de los jefes de las principales empresas que cotizan en la Bolsa de Londres (unos 4,25 millones de euros).
Las cifras, difundidas por el programa de la BBC Panorama, vuelven a cuestionar el alcance de la presi¨®n al Ejecutivo por parte del ex premier, unas suspicacias que lo hab¨ªan obligado ya a comparecer en una comisi¨®n del Parlamento brit¨¢nico en la que los diputados criticaron su ¡°significativa falta de juicio¡±. Aunque no llegaron a detectar formalmente irregularidades en su proceder, Cameron no tuvo m¨¢s remedio que admitir p¨²blicamente que no deber¨ªa haber cedido a tentaciones como la de ponerse en contacto directo con altos cargos de la Administraci¨®n de Boris Johnson, como el ministro de Finanzas, para solicitar su mediaci¨®n a favor de Greensill.
Parad¨®jicamente, la publicaci¨®n de sus emolumentos ofrece cierta perspectiva a su tentativa a la desesperada para convencer al Gobierno de incorporar a la consultora a una iniciativa estatal para ofrecer a las empresas l¨ªneas de apoyo para lidiar con las consecuencias de la pandemia del coronavirus. Su mediaci¨®n fue infructuosa, pero es dif¨ªcil que el fracaso se debiese a la desidia del exmandatario, que entre el 5 de marzo y el 26 de junio del pasado a?o mand¨® 45 correos electr¨®nicos y mensajes de texto y de WhatsApp a la c¨²pula del Ministerio de Finanzas.
Su c¨ªrculo dice ahora que la remuneraci¨®n es una ¡°cuesti¨®n privada¡± e incluso niega que los n¨²meros revelados por Panorama sean reales, pero parece indiscutible que Cameron tuviese que justificar por qu¨¦ su contrato a tiempo parcial conten¨ªa seis ceros. Nadie en el Reino Unido duda de que su reclutamiento se debi¨® menos a sus talentos como asesor y m¨¢s a su privilegiado acceso a nombres claves del Gobierno. La principal acusaci¨®n sobre ¨¦l es que explotase sus contactos privados en beneficio propio, una finalidad que, aunque no sea t¨¦cnicamente ilegal, har¨¢ poco por favorecer la redenci¨®n del dirigente responsable del refer¨¦ndum del Brexit, considerado todav¨ªa como el catalizador de una de las m¨¢s vertiginosas reacciones en cadena de la historia reciente en el Reino Unido
Teniendo en cuenta que la pol¨¦mica firma del financiero australiano Lex Greensill tuvo que declararse en bancarrota en marzo de este a?o, dejando 440 despidos y p¨¦rdidas potenciales de miles de millones para los inversores, el salario de Cameron suscita recelo e irritaci¨®n a partes iguales. Por una parte, pone de nuevo el foco en las controvertidas maniobras de presi¨®n al Ejecutivo, el conocido como lobbying, una pr¨¢ctica que, seg¨²n hab¨ªa dicho el propio Cameron cuando resid¨ªa en Downing Street, ser¨ªa el pr¨®ximo esc¨¢ndalo que sacudir¨ªa a la pol¨ªtica brit¨¢nica.
Pero junto a estas reticencias est¨¢n tambi¨¦n los interrogantes sobre cu¨¢nto sab¨ªa realmente Cameron acerca de las dificultades econ¨®micas que atravesaba Greensill, pese a que ¨¦l siempre ha mantenido que no era consciente del alcance de su arriesgada exposici¨®n a firmas en n¨²meros rojos que, en ¨²ltima instancia, provocaron su ca¨ªda.