La furia de ¡®Ida¡¯ se ceba con las ¡°casas-s¨®tano¡± de Nueva York: ¡°En un minuto ya se hab¨ªan ahogado¡±
Vecinos de un barrio de Queens, el distrito m¨¢s afectado por la tormenta, narran el horror vivido el mi¨¦rcoles por las inundaciones
El paso de la tormenta tropical Ida por Nueva York no solo ha dejado un reguero de muerte y destrucci¨®n, tambi¨¦n ha revelado la precariedad que se esconde en la capital del mundo; el reverso dram¨¢tico de los reclamos de ne¨®n y los rascacielos. Una decena de muertos ¡ªla mayor¨ªa en el distrito mestizo de Queens¡ª e incontables da?os materiales constituyen la factura a pagar por una realidad oculta, paralela: la existencia de innumerables bajos reconvertidos en infraviviendas, alojamientos insalubres o precarios, de legalidad dudosa, en s¨®tanos que en muchos casos no pasan de gateras, cuando no zulos, con ventanucos a ras de calle por los que apenas pasar¨ªa un ni?o. Estancias sin apenas control o supervisi¨®n del Departamento de Vivienda; arreglos informales entre caseros e inquilinos.
En uno de esos bajos, en Woodside, uno de los barrios de Queens, murieron el mi¨¦rcoles ahogados los tres miembros de una familia: el matrimonio y un beb¨¦ de 19 meses. ¡°Fue visto y no visto, pas¨® todo en un minuto, fue imposible reaccionar¡±, explicaba este viernes Kumchoo Sherpa, inmigrante nepal¨ª como las v¨ªctimas y residente en el tercer piso del inmueble. ¡°Mis padres estaban en casa y se quedaron paralizados de p¨¢nico por el diluvio, yo estaba trabajando. El agua entr¨® en tromba en el s¨®tano, porque a la fuerza de la lluvia se uni¨® el hecho de que el edificio se encuentra al final de una empinada cuesta, rematada por un muro de hormig¨®n que separa la calle de la autopista. Por eso el agua rebals¨® y entr¨® con m¨¢s furia a¨²n en la casa. La mujer pidi¨® auxilio por m¨®vil a la casera, y esta le grit¨®: ¡®?Salid de ah¨ª, salid de ah¨ª ya!¡¯. Pero al cabo de un minuto ya nadie contest¨® el tel¨¦fono. Se hab¨ªan ahogado los tres, el agua hab¨ªa llegado al techo¡±.
Sherpa se muestra a¨²n conmocionado, a escasos metros del zulo que se convirti¨® en sepulcro, en el callej¨®n sin salida ante el que este viernes hac¨ªan guardia un coche de la polic¨ªa y otro del Departamento de Vivienda. En el patio, la bandera de las barras y estrellas colgaba a media asta, junto a un par de carteles con el lema ¡°God blesses our troops¡± (Dios bendiga a nuestras tropas). Una guirnalda de banderolas budistas hilvanaba la verja, como se?a de identidad de los vecinos. La casera, tambi¨¦n nepal¨ª, permanec¨ªa encerrada en el interior del inmueble. En el garaje del edificio contiguo, una fila de sacos terreros apuntalaba la verja met¨¢lica, semiarrancada por el impacto de la tromba. Pero apenas 100 metros calle arriba, los pensamientos de un primoroso parterre permit¨ªan pensar que la noche del mi¨¦rcoles fue un mal sue?o. Igual que la desgracia va por barrios ¡ªbien lo sabe Nueva York¡ª, la estratigraf¨ªa de la fortuna se corresponde con la escala social: cuanto m¨¢s abajo, m¨¢s cerca la desgracia.
Los pocos vecinos que este viernes se aventuraban por las calles de Woodside rehusaban contestar preguntas. Pero Faruk, un afable inmigrante de Guayana, confirmaba que muchos como ¨¦l, basurero de profesi¨®n, viven en s¨®tanos angostos ¡°porque en alg¨²n sitio hay que vivir, los alquileres son car¨ªsimos en Nueva York¡±. ¡°Mi casa no tiene m¨¢s ventilaci¨®n que la puerta de entrada, y vimos c¨®mo bajaba el agua por las escaleras, mire¡±, cuenta, mostrando un v¨ªdeo de la inundaci¨®n de su vivienda, en Jamaica, otro barrio de Queens, por la que paga 1.500 d¨®lares al mes. ¡°Aunque es muy oscura porque no tiene ventanas, esta vez agradecimos que solo hubiera un hueco por donde el agua pod¨ªa colarse. Por fortuna, justo delante de la entrada el casero tiene una especie de trastero, que fren¨® y desvi¨® parte del caudal, y en mi casa solo se col¨® un hilo de agua. Tan pronto como par¨® de llover, dej¨® de entrar¡±.
Al menos 45 muertos en cuatro Estados (Nueva York, Nueva Jersey, Pensilvania y Connecticut) es el balance humano de los coletazos de Ida. Una tragedia congruente en cualquiera de los ranchitos que se agolpan en la periferia de las grandes ciudades latinoamericanas, pero tan estridente como inexplicable en la Gran Manzana. El presidente Joe Biden aprob¨® el jueves la declaraci¨®n del estado de emergencia en Nueva York y Nueva Jersey y orden¨® el env¨ªo de ayuda federal. En Nueva Jersey el balance de v¨ªctimas mortales se elev¨® hoy a 25, tras ser hallados dos cuerpos entre el lodo y los escombros, mientras seis personas siguen desaparecidas. A mediod¨ªa de este viernes, m¨¢s de 14.000 hogares segu¨ªan sin luz entre Nueva York y Nueva Jersey, adem¨¢s de otros 20.000 en Pensilvania.
El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, anunci¨® un refuerzo del sistema de alertas y del operativo de evacuaci¨®n cuando el pron¨®stico meteorol¨®gico lo recomiende, con funcionarios avisando puerta a puerta a los residentes en ¡°vecindarios con altas concentraciones de s¨®tanos residenciales¡±. El propio aviso es una asunci¨®n t¨¢cita de la existencia oculta en el subsuelo de decenas de miles de neoyorquinos. Kathy Hochul, la gobernadora del Estado de Nueva York ¡ªdonde se han registrado al menos 15 muertos¡ª, apunt¨® este viernes que el balance de da?os superar¨¢ con creces los 30 millones de d¨®lares, el umbral requerido para que el Gobierno federal apruebe la declaraci¨®n de zona catastr¨®fica y afloje m¨¢s dinero para compensar las p¨¦rdidas de particulares y los da?os a las infraestructuras.
Como los enseres de Marcos, el hijo treinta?ero de Carlos Soto, inquilino de un s¨®tano bajo el hogar de sus padres, en el otro extremo de Woodside. ¡°Lo perdi¨® todo, los electrodom¨¦sticos, la ropa, sus recuerdos. Pero al menos conserv¨® la vida¡±, explica Soto. ¡°?Sabe usted d¨®nde conseguir ayuda? Mi hijo perdi¨® su empleo por la pandemia y se ha quedado sin nada ahora¡±, interroga el hombre, junto a dos vecinos que, constituidos en voluntariosa cuadrilla de operarios, acarrean sus pocas herramientas dom¨¦sticas en cubos de pl¨¢stico para echar una mano en las reparaciones. Dos bloques m¨¢s all¨¢, un par furgonetas del servicio de parques y jardines del distrito dan un respiro a las palas y los rastrillos, movilizados tambi¨¦n para la emergencia.
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