Marruecos decide en las urnas si revalida el mandato del partido islamista PJD
El pa¨ªs celebra elecciones generales, regionales y locales en un d¨ªa para intentar que remonte la participaci¨®n, que empez¨® a caer en 2011
Dieciocho millones de marroqu¨ªes est¨¢n llamados este mi¨¦rcoles 8 de septiembre a las urnas en las elecciones legislativas, regionales y locales. La pol¨ªtica Exterior y de Seguridad del r¨¦gimen no cambiar¨¢. Los llamados ministerios de ¡°soberan¨ªa¡±, como el de Interior, Exteriores o el de Asuntos Religiosos, dependen directamente del rey ...
Dieciocho millones de marroqu¨ªes est¨¢n llamados este mi¨¦rcoles 8 de septiembre a las urnas en las elecciones legislativas, regionales y locales. La pol¨ªtica Exterior y de Seguridad del r¨¦gimen no cambiar¨¢. Los llamados ministerios de ¡°soberan¨ªa¡±, como el de Interior, Exteriores o el de Asuntos Religiosos, dependen directamente del rey Mohamed VI y responden ante ¨¦l. Pero todo el poder que queda al margen de lo que no controla el Palacio Real sigue siendo poder. Y est¨¢ por ver si los islamistas del Partido Justicia y Desarrollo (PJD) siguen manteniendo la jefatura de Gobierno en un tercer mandato. Este partido se juega tambi¨¦n las alcald¨ªas de las principales ciudades.
El colegio electoral de Moulay Youssef, en el centro de Rabat, presentaba un aspecto muy tranquilo a las diez de la ma?ana, dos horas despu¨¦s de abrir las puertas. En una de las salas donde se votaba hab¨ªa cinco observadores electorales. Solo la mujer que representaba al islamista PJD sab¨ªa cu¨¢l era el nombre de su formaci¨®n. Los otros tuvieron que mirarlo en un papel. Simplemente, hab¨ªan sido contratados por los partidos.
Esa an¨¦cdota revela el panorama en las grandes ciudades: los islamistas del PJD, que llevan 10 a?os al frente del Gobierno de coalici¨®n, disponen de verdaderos militantes en las urbes. Las otras formaciones tienen que contratar a sus interventores. Ahora, el objetivo del r¨¦gimen y de sus principales formaciones es superar la apat¨ªa y la desconfianza de la poblaci¨®n hacia el sistema pol¨ªtico. Por eso, por primera vez se celebran en el mismo d¨ªa las tres elecciones. El objetivo es superar la participaci¨®n, que viene bajando desde las legislativas de 2011 (45%) y las de 2016 (43%). A las cinco de la tarde la tasa de participaci¨®n se situaba en el 36% en el pa¨ªs, seg¨²n el Ministerio del Interior. Finalmente la participaci¨®n ha sido del 50,18%, mayor que en las anteriores por el efecto de arrastre de las elecciones generales se celebraran a la vez que las regionales y locales.
Rabia Ismali, una mujer de 68 a?os, confesaba que hab¨ªa votado por la Reagrupaci¨®n Nacional Independiente (RNI), la formaci¨®n que lidera Aziz Ajanuch, ministro de Agricultura, amigo del rey y propietario de la mayor fortuna del pa¨ªs, despu¨¦s de la del rey Mohamed VI. ¡°Espero que el nuevo Gobierno que salga trabaje de verdad¡±, dec¨ªa Ismali. ¡°Porque aqu¨ª el ¨²nico que trabaja es Su Majestad¡±.
Una mujer, representante local del Partido Autenticidad y Modernidad (PAM), el que result¨® el segundo m¨¢s votado en las anteriores elecciones, declar¨® que ella luchaba por un pa¨ªs que se ocupe de los j¨®venes, de las mujeres, de la salud¡ ¡°Son ocho o nueve temas de los que hay que ocuparse, espere un momento¡±. Tras buscar el argumentario del partido en el tel¨¦fono, continu¨®: ¡°Los ancianos, el coste de los hidrocarburos, una mejor gobernanza¡¡±.
Al mediod¨ªa lleg¨® al colegio Moulay Youssef, un joven con una bolsa con alimentos. Pregunt¨® por el interventor del PJD, se la dio y sigui¨® su ruta hacia otros colegios. Los interventores de los otros partidos a¨²n segu¨ªan sin comida. Es esa capacidad de organizaci¨®n de los islamistas del PJD, esa fidelidad de sus militantes, que se llaman entre ellos ¡°hermanos¡±, lo que ha hecho que el Palacio Real haya desconfiado de sus intenciones a largo plazo.
Sin embargo, hasta el momento, el PJD ha ido aceptando una tras otra las grandes l¨ªneas estrat¨¦gicas dise?adas por el Palacio: suscribi¨® la ley que permitir¨¢ la comercializaci¨®n del cannabis para uso terap¨¦utico, a pesar de las cr¨ªticas internas. Y ha apoyado tambi¨¦n la normalizaci¨®n de las relaciones con Israel, que se hicieron p¨²blicas el 10 de diciembre tras un acuerdo tripartito entre Marruecos, Israel y Estados Unidos mediante el cual el entonces presidente Donald Trump reconoci¨® la soberan¨ªa de Rabat sobre el S¨¢hara Occidental.
Prohibidas las encuestas
En Marruecos est¨¢n prohibidas las encuestas electorales. Tampoco se ofrecen sondeos a pie de urna. Los centros electorales se cierran a las siete de la tarde y desde las nueve de la noche hay toque de queda en todo el pa¨ªs, a causa de la pandemia. Varios analistas pol¨ªticos aseguran que la participaci¨®n en las zonas rurales ser¨¢ m¨¢s alta que en las grandes ciudades.
En el colegio electoral de Benir Bror, a una hora de Rabat, en pleno campo, la gente se api?aba a las cuatro de la tarde, sin mascarillas, dentro de la ¨²nica sala de votaci¨®n. Parec¨ªa, en efecto, que el colegio estaba mucho m¨¢s concurrido que en la capital. Pero la visi¨®n era enga?osa. ¡°Lo que ocurre es que hay mucha gente que ha venido a votar y les dicen que no est¨¢n registrados¡±, se?ala Sukaima, una mujer en torno a los 60 a?os. A cinco kil¨®metros de ese pueblo, en la localidad de Shoul, donde el m¨¦dico solo acude al centro de salud una vez al mes, un agricultor en paro con una barba negra que le llegaba hasta la mitad del pecho confesaba haber votado al RNI del ministro y multimillonario Ajanuch.
Entre los grupos que boicotean las elecciones se encuentran el izquierdista V¨ªa Democr¨¢tica, que es muy minoritario, y el islamista Justicia y Espiritualidad. Esta asociaci¨®n, con un gran poder de convocatoria en las calles, no reconoce al rey como comendador de los creyentes o m¨¢xima autoridad espiritual del pa¨ªs. Abdeluahid Mutauaki, presidente del c¨ªrculo pol¨ªtico de esta formaci¨®n, declar¨® la semana pasada en un debate por internet: ¡°El Majz¨¦n [el poder verdadero, en referencia al Palacio Real] antes interven¨ªa directamente en las elecciones. Pero poco a poco ha aprendido a controlarlas de forma m¨¢s sutil. El Majz¨¦n pone al Gobierno que quiere y tiene la ¨²ltima palabra en todo¡±.
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