El islamista m¨¢s popular de Marruecos, derrotado por su partido
El Consejo Nacional del Partido Justicia y Desarrollo vota contra un tercer mandato de Abdelil¨¢ Benkir¨¢n al frente de la organizaci¨®n

Abdelil¨¢ Benkir¨¢n, el islamista m¨¢s popular de Marruecos, sufri¨® este domingo su mayor derrota pol¨ªtica. El pasado marzo fue destituido por el rey Mohamed VI como jefe del Gobierno electo vencedor de las legislativas de octubre. Benkir¨¢n tuvo que renunciar a su acta de diputado, pero le quedaba una muleta poderosa en la que apoyarse: la secretar¨ªa general del Partido Justicia y Desarrollo (PJD). El problema consist¨ªa en que Benkir¨¢n ya hab¨ªa sido secretario durante dos mandatos, los que permiten los estatutos de la formaci¨®n. Si quer¨ªa aspirar a un tercero hab¨ªa que reformar los estatutos del partido. Sin embargo, el Consejo Nacional del PJD, reunido el domingo por la noche, se pronunci¨® en contra de esa reforma. Y lo hizo con 126 votos en contra, 101 a favor y cuatro nulos, de un total de 231. Ahora, los llamados ¡°hermanos¡± del PJD se encuentran m¨¢s divididos que nunca.
Ahora, todo el mundo se pregunta qu¨¦ har¨¢ Benkir¨¢n. ?Quedarse en el PJD o crear su propio grupo pol¨ªtico? Nadie en Marruecos era capaz de reunir a 20.000 personas en un mitin, como hac¨ªa ¨¦l. Ning¨²n parlamentario domina con tanta soltura la oratoria, ninguno sabe mezclar los chistes y las expresiones m¨¢s populares del ¨¢rabe dialectal en medio de cualquier sesi¨®n televisada. Pero su partido ha valorado todos esos factores y le ha dicho no.
El hombre m¨¢s carism¨¢tico del PJD se ha encontrado la oposici¨®n frontal de cuatro de los cinco ministros con que cuenta la formaci¨®n en un Gobierno integrado por seis partidos. Adem¨¢s, Benkir¨¢n tambi¨¦n ten¨ªa en contra a la rama ideol¨®gica del PJD, el Movimiento de la Unicidad y la Reforma (MUR). Sus partidarios creen que, en realidad, el pulso no era interno, sino entre Benkir¨¢n y el Palacio Real.
Benkir¨¢n llev¨® al PJD en las legislativas de 2011 a alcanzar una victoria hist¨®rica. Por primera vez los islamistas gobernaban en Marruecos. Es cierto que se trataba de una gobernanza bastante limitada, porque la legislaci¨®n electoral en este pa¨ªs hace imposible un Gobierno que no sea de coalici¨®n. Adem¨¢s, el Palacio Real suele colocar al frente de los ministerios clave como el de Interior, el de Exteriores y Asuntos Religiosos a pol¨ªticos que responden directamente ante el rey y sus consejeros reales. Pero a¨²n as¨ª, se trataba de la primera vez que una formaci¨®n islamista acaparaba tanto poder en Marruecos.
Con el discurrir de los meses se comprob¨® que nunca hubo sinton¨ªa personal entre Benkir¨¢n y el rey. Durante la ¨²ltima campa?a electoral, en el verano de 2016, Benkir¨¢n denunci¨® la existencia del ¡°tahakoum¡±, un concepto proveniente del ¨¢rabe marroqu¨ª que designa a un Gobierno paralelo ¡°autoritario¡±. En realidad, Benkir¨¢n apuntaba hacia el Palacio Real sin nombrarlo. Mohamed VI advirti¨® en un discurso que nadie deb¨ªa instrumentalizar la instituci¨®n mon¨¢rquica con fines electorales. Y record¨® que es el rey de todos los marroqu¨ªes, incluidos los que no votan.
Tras esos roces con el monarca, Benkir¨¢n super¨® en las legislativas de 2016 los resultados de 2011. Obtuvo 125 esca?os de los 395 con que cuenta el Parlamento marroqu¨ª, 18 esca?os m¨¢s que en las anteriores. Los cinco a?os en el poder no le hicieron mella. Benkir¨¢n no logr¨®, ni tal vez lo intent¨® abiertamente, combatir la corrupci¨®n end¨¦mica del pa¨ªs. Pero muchos de sus electores interpretaron que si no lo hizo fue porque no pod¨ªa hacerlo, porque un poder que no proven¨ªa de las urnas le impidi¨® afrontar esa tarea.
A pesar de su victoria en 2016, Benkir¨¢n segu¨ªa necesitando formar alianza con otros partidos para gobernar. Se neg¨® a aceptar las condiciones que le propon¨ªan otros partidos. Tras casi medio a?o de negociaciones infructuosas, medio a?o en el que no se terminaba de formar el Gobierno, el rey hizo uso de los atributos que le otorga la Constituci¨®n y destituy¨® al jefe del Gobierno. En su lugar nombr¨® al segundo hombre del PJD, Saaded¨ªn el Otmani, un psiquiatra de formaci¨®n, con poco carisma pero con talante negociador. El Otmani acept¨® todo lo que Benkir¨¢n se neg¨® a aceptar. En teor¨ªa, El Otmani se encuentra ahora sin nadie que le haga sombra en su partido. Pero la sombra de Benkir¨¢n puede ser muy inc¨®moda, incluso como simple militante del PJD.
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