J¨²bilo y prudencia en la Conakry de los militares
La capital guineana se mueve entre el alivio por la ca¨ªda de Alpha Cond¨¦ y el temor ante un nuevo r¨¦gimen castrense de perfiles a¨²n desconocidos
¡°Este golpe de Estado ha hecho justicia. Todo lo que han sufrido los guineanos lo est¨¢ sufriendo ahora Alpha Cond¨¦¡±. Sidi Barry vende cr¨¦dito telef¨®nico bajo una sombrilla en un cruce de Madina, un popular barrio de Conakry, mientras hace su propio an¨¢lisis del golpe de Estado del pasado domingo. Dos compradores cargados con unos listones de madera le jalean. ¡°Ahora que vengan los de la comunidad internacional a condenar, ?d¨®nde estaban antes, cuando nuestros hermanos estaban en la c¨¢rcel o eran asesinados?¡±, espeta Mame Tour¨¦ mientras alza la mano para detener a una moto-taxi en el siempre ca¨®tico tr¨¢fico de la capital de Guinea-Conakry.
Por estas mismas calles llenas de puestos de venta de telas y cargadores de bater¨ªa y pobladas por transe¨²ntes con aire despreocupado pasaron hace cuatro d¨ªas a toda velocidad medio centenar de camiones militares y veh¨ªculos blindados atestados de soldados de las Fuerzas Especiales en direcci¨®n al Palacio de S¨¦khotour¨¦ya, donde se enfrentaron a tiros con la Guardia Presidencial. Al menos una decena de hombres cay¨® en la refriega, seg¨²n fuentes de las asociaciones de derechos humanos. Pero toda resistencia fue in¨²til ante el poder¨ªo de los sublevados que en pocas horas se plantaron en la capital desde su base de Forecariah, a un centenar de kil¨®metros, y detuvieron en un abrir y cerrar de ojos al presidente Cond¨¦, de 83 a?os, acabando bruscamente con sus casi 11 a?os en el poder. Nadie, salvo sus antiguos colaboradores, parece demasiado compungido con este giro de la historia.
Esos veh¨ªculos militares ocupan desde el domingo la gran explanada situada junto al Parlamento, que en Conakry se conoce como el Palacio del Pueblo. La imagen no puede ser m¨¢s simb¨®lica. Mientras el viejo edificio de la Asamblea Nacional est¨¢ desierto, inanimado, la base militar situada a pocos metros, donde se han asentado las fuerzas especiales, se ha convertido en el epicentro de la actividad pol¨ªtica guineana y asiste a un constante vaiv¨¦n de civiles y militares que, sudando la gota gorda bajo el intenso calor de la estival temporada de lluvias, tratan de congraciarse con los nuevos se?ores del lugar.
Al frente de todos ellos est¨¢ el teniente coronel Mamady Doumbouya, un exmiembro de la Legi¨®n francesa curtido en operaciones internacionales que ya dicta su ley y que es la gran X de esta ecuaci¨®n hasta que se conozcan sus verdaderas intenciones. Ha anunciado la creaci¨®n de un gobierno de unidad nacional para gestionar una transici¨®n hacia la democracia bajo la tutela de la junta militar que ¨¦l mismo preside, pero no ofreci¨® detalles respecto a su duraci¨®n. Anunci¨® que no habr¨ªa caza de brujas contra el antiguo r¨¦gimen, pero mantiene detenido al expresidente y pretende usarlo como moneda de cambio. La oposici¨®n de momento le apoya y ha anunciado su colaboraci¨®n con esa transici¨®n, pero no es una carta blanca.
¡°Alpha Cond¨¦ ha sido el presidente m¨¢s corrupto de la historia de Guinea-Conakry¡±, asegura sin tapujos el conocido escritor Thierno Monenembo desde su casa de Conakry, ¡°se cre¨ªa el Mandela guineano y no era sino un peque?o aut¨®crata arrogante y codicioso, con la cabeza vac¨ªa y las manos manchadas de sangre¡±. Adem¨¢s del novelista, numerosas voces se han alzado estos d¨ªas para que el depuesto presidente, que se present¨® a un tercer mandato en octubre pasado pese a estar prohibido por la Constituci¨®n, sea juzgado por sus cr¨ªmenes. Su futuro est¨¢ a¨²n por decidirse, pero en buena medida pasa por las conversaciones que han mantenido este viernes en un lujoso hotel de Conakry los militares y la delegaci¨®n de la Comisi¨®n Econ¨®mica de Estados de ?frica Occidental (Cedeao). Pero ni siquiera este organismo regional ha actuado con especial contundencia: Guinea-Conakry ha sido suspendida, pero, de momento, no se han fijado sanciones. La Uni¨®n Africana tambi¨¦n ha decidido congelar la participaci¨®n del pa¨ªs de todos sus ¨®rganos y comisiones.
Vestido de traje y corbata y con paso firme, Malam pasa por delante de un bloque de apartamentos de Madina. Es funcionario en el Ministerio de Agricultura. ¡°S¨ª, voy a mi puesto de trabajo. Pero desde el lunes no se hace nada, apenas avanzamos. Todos los ministros han sido destituidos y les han reemplazado por los secretarios, pero nadie se atreve a tomar decisiones¡±, asegura mientras pide que su apellido no aparezca. Porque hay satisfacci¨®n, pero tambi¨¦n miedo. El recuerdo del ¨²ltimo dictador que sufri¨® Guinea-Conakry entre 2008 y 2010, Moussa Dadis C¨¢mara, est¨¢ a¨²n muy presente, sus violentos cr¨ªmenes, sus humillaciones, sus espect¨¢culos televisados en los que abroncaba tanto a sus subalternos como al cuerpo diplom¨¢tico.
El teniente coronel Doumbouya, quien de momento se cuida de prodigarse delante de los focos, es consciente de este temor y ha querido desmarcarse del capit¨¢n C¨¢mara desde el primer momento, pero el pueblo guineano, al igual que la comunidad internacional, escruta con atenci¨®n cada uno de sus movimientos. Asomado al barrio de Echangeur, en un modesto despacho habitado solo por una mesa y dos sillas, Alseny Sall, portavoz de la Organizaci¨®n Guineana de Derechos Humanos, muestra prudencia. ¡°Hay se?ales tranquilizadoras, pero a¨²n es pronto para cantar victoria. La paradoja de este golpe de Estado es que supone un retroceso democr¨¢tico, pero que al mismo tiempo era previsible¡±, asegura.
Las escenas de j¨²bilo en las que decenas de guineanos han coreado estos d¨ªas la palabra libertad al paso de cualquier veh¨ªculo militar, similares a las vividas en Mal¨ª el a?o pasado, son el fruto de una enorme frustraci¨®n. ¡°No son solo las decenas de personas muertas en manifestaciones y la impunidad con la que la polic¨ªa disparaba contra la gente, ni los 400 presos pol¨ªticos en todo el territorio nacional. Es todo un sistema que hac¨ªa aguas en el que la gente viv¨ªa en la absoluta pobreza mientras se malgastaba el dinero p¨²blico¡±, a?ade Sall. ¡°Para ir de Conakry a Mamou, que son 300 kil¨®metros, hacen falta 11 horas. As¨ª est¨¢n nuestras carreteras. A su llegada al poder, Guinea exportaba 10 millones de toneladas de bauxita; hoy son 80 millones. ?D¨®nde est¨¢ ese dinero?¡±, se pregunta Monenembo.
Al menos 80 de esos prisioneros, que cumpl¨ªan distintas penas de prisi¨®n por haberse manifestado contra un tercer mandato de Alpha Cond¨¦, han salido estos d¨ªas de distintas prisiones. Al mismo tiempo, dos soldados que participaron en saqueos estos d¨ªas han sido detenidos. Pese a todo, la prudencia es la norma. ¡°Salvo excepciones como Rawling o Sankara, los militares nunca han sido la soluci¨®n¡±, advierte el literato con rotundidad, ¡°la ca¨ªda de Alpha Cond¨¦ es una verdadera liberaci¨®n, pero los guineanos permanecen en alerta¡±. El golpe de Estado en Guinea-Conakry, aplaudido de manera mayoritaria por la poblaci¨®n, permanece en periodo de pruebas.
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