Kandahar, el pulm¨®n talib¨¢n
Un grupo de 12 empresarios y religiosos trat¨® de que la ca¨ªda de la segunda ciudad de Afganist¨¢n fuera pactada y no a sangre y fuego
Hay un orfanato a las afueras de la ciudad de Kandahar que refleja la cruda realidad de la provincia m¨¢s violenta de Afganist¨¢n. En el complejo, auspiciado por Emiratos ?rabes, conviven hijos de los funcionarios, la poblaci¨®n civil y los talibanes muertos. La mayor¨ªa de los 1.100 ni?os, de los que 200 son internos, son v¨ªctimas de la guerra. Lo cuenta durante una visita el director, Mohammad Barat Hussein, de 54 a?os, que asegura que tiene una lista de espera de 800 personas. Los chavales ¨Dtodos chicos¨D juegan al f¨²tbol o ven la televisi¨®n tras las clases en unas instalaciones apacibles, limpias y gratuitas. Nada que ver con lo que se vive de puertas afuera.
Kandahar, feudo talib¨¢n por excelencia y capital espiritual del Emirato Isl¨¢mico de Afganist¨¢n, cay¨® en manos de la insurgencia, como el resto del pa¨ªs, el mes pasado. Esta provincia, escenario constante de ataques, atentados y cientos de asesinatos casi siempre ejecutados por los talibanes, ha sido en los ¨²ltimos 20 a?os uno de los huesos m¨¢s duros de roer para la coalici¨®n internacional liderada por Estados Unidos que puso pies en polvorosa en agosto. El martes 17 de agosto el cofundador de los talibanes y l¨ªder del brazo pol¨ªtico, Abdulghani Baradar, aterrizaba en Afganist¨¢n. Lo hac¨ªa entre v¨ªtores no en Kabul, la capital oficial, sino en Kandahar, su capital. Hoy es el viceprimer ministro.
¡°Los talibanes no son gente profesional, pero cuando los llamamos vienen y con el anterior Gobierno todo eran problemas¡±, se?ala satisfecho el empresario Qari Gul Mohammed, que ingresa en torno a un mill¨®n de d¨®lares al a?o. No duda en afirmar que, con ellos en el poder, se siente m¨¢s seguro. Adem¨¢s de tener cuatro empresas que exportan frutos secos fuera de Afganist¨¢n, este influyente hombre de negocios de 50 a?os ha sido uno de los negociadores entre los talibanes y las autoridades depuestas. Form¨® parte de un grupo de 12 notables, seis del sector econ¨®mico y seis del religioso, que se movi¨® entre bambalinas de uno a otro lado. Un intento de llevar por la v¨ªa del pacto lo que, a la postre, se resolvi¨® a tiros. En medio de los combates, lleg¨® a viajar dos veces a Kabul a la residencia del expresidente Hamid Karzai, originario de Kandahar, para tratar de que le ayudara en su misi¨®n mediadora. Tambi¨¦n habl¨® con el titular de Defensa del Gobierno que presid¨ªa Ashraf Ghani. Todo mientras se ve¨ªan con los l¨ªderes talibanes.
Hace rato que la noche se ha echado sobre Kandahar y una cuadrilla de peones se afana en mover a mano en una nave cientos de kilos de uva pasa para ser envasados. Son algunos de los 300 trabajadores que, por unos 60 euros al mes, emplea Gul. La maquinaria no ha parado ni en los peores momentos del conflicto, aunque reconoce que con el aeropuerto local sin vuelos internacionales y el paso fronterizo con Pakist¨¢n a medio gas, la tarea no est¨¢ siendo sencilla. En todo caso, tanto ¨¦l como el resto de empresarios locales se presentan como una herramienta ¨²til para el despegue de la econom¨ªa interna despu¨¦s de que las cuentas del pa¨ªs en el extranjero sigan bloqueadas y la ayuda internacional congelada, salvo algunos aliados, a la espera de reconocimiento del r¨¦gimen.
En esta ciudad de 600.000 habitantes ¨Dla segunda del pa¨ªs tras Kabul¨D no ha de sorprender que este hombre menudo, amable y diligente detenga dos veces la entrevista para rezar. Tampoco que, por muy piadoso que se muestre, lo que busca es lo mejor para sus empresas. Aclara, en todo caso, que el 2,5% de su beneficio lo dedica a la zakat (limosna en ¨¢rabe), pero que nunca ha ayudado econ¨®micamente a los talibanes ni estos se lo han reclamado.
Afirma que los 20 a?os transcurridos bajo Estados Unidos y la coalici¨®n internacional ¡°ten¨ªamos dinero, pero no seguridad¡±. Ahora espera contar con ambos. En los peores d¨ªas de las negociaciones lleg¨® a permanecer 48 horas detenido por los servicios secretos debido a su cercan¨ªa con la insurgencia. Pero fue el propio gobernador provincial el que logr¨® su libertad, poco antes de que los talibanes se llevaran al representante gubernamental de su casa y lo dejaran en el aeropuerto para que volara a Kabul. La toma de la ciudad se hab¨ªa consumado y el acuerdo, seg¨²n Qari Gul Mohammed, era no matarlo. Lo mismo ocurri¨® con decenas de funcionarios y hombres del gobierno de Ghani, entre ellos Mahmud Karzai, hermano del expresidente, a los que este hombre de negocios asegura que protegi¨® incluso con su propio kalashnikov hasta que los talibanes facilitaron su salida de Kandahar.
¡°Lo ¨²nico que van a traer los talibanes es paz y pan¡±Sanaullah Momand, licenciado en Administraci¨®n P¨²blica de 24 a?os
El car¨¢cter conservador de la ciudad se refleja incluso entre aquellos j¨®venes m¨¢s formados, que hablan idiomas y que no abrazan al nuevo r¨¦gimen con los ojos cerrados. ¡°Lo ¨²nico que van a traer los talibanes es paz y pan¡±, afirma Sanaullah Momand, un licenciado en Administraci¨®n P¨²blica de 24 a?os que trabaja de administrativo en la universidad y que no cree que ese binomio sea suficiente para mantener la estabilidad a largo plazo.
Momand ha traducido una veintena de libros del ingl¨¦s al past¨²n, incluido alguno de Stephen Hawking. Pese al tono pesimista en su respuesta al ser preguntado por el nuevo r¨¦gimen, se muestra apegado a las m¨¢s profundas tradiciones ancladas a la shar¨ªa (ley isl¨¢mica). Es consciente de que las diferencias culturales y religiosas suponen una brecha con Occidente, pero aun as¨ª reconoce que le gustar¨ªa irse de su pa¨ªs. ¡°?Los musulmanes que viven en Espa?a van tambi¨¦n desnudos a la playa?¡±, es solo una de las preguntas que lanza al periodista junto a otras sobre el nivel de vida, la familia, la b¨²squeda de empleo o la libertad individual. Pero queda claro que para Sanaullah Momand ir en ba?ador es ir desnudo. Para la inmensa mayor¨ªa de los habitantes de Kandahar, con o sin los hombres del turbante al frente, tambi¨¦n.
"La gente de Kandahar no quiere ser tan liberal como en Kabul"
Kandahar es un feudo de puritanismo y de hondas convicciones religiosas. Lo deja claro el nuevo delegado del Ministerio de Informaci¨®n y Cultura en la provincia, Noor Ahmed Sayed: ¡°Somos una sociedad tradicional y musulmana¡±. Eso significa que algunos de los avances sociales y de derechos adquiridos en las pasadas dos d¨¦cadas van a quedar congelados bajo el nuevo Gobierno.
Sayed defiende las ejecuciones en p¨²blico porque las considera ejemplarizantes y se llevan a cabo bajo la 'shar¨ªa' (ley isl¨¢mica). Preguntado por las mujeres polic¨ªa, sobre cuyo trabajo hay m¨¢s incertidumbre que sobre sectores como la sanidad o la educaci¨®n, afirma que las que hab¨ªa en la ciudad no eran de Kandahar, sino tra¨ªdas de fuera porque las familias locales reniegan de ese tipo de ocupaciones. ¡°La gente de Kandahar no quiere ser tan liberal como en Kabul¡±, zanja al tiempo que advierte algunos cambios pues hay algunas de ellas trabajando en el aeropuerto de la capital.
En efecto, es poco usual ver mujeres por la calle y mucho m¨¢s poder siquiera acercarse a ellas. Que lo logre un reportero, var¨®n, extranjero y reci¨¦n aterrizado es como sentarse en el pajar y clavarse la aguja.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.