El futuro de Alemania queda en manos de dos hombres
Robert Habeck y Christian Lindner lideran las conversaciones entre verdes y liberales que comienzan este mi¨¦rcoles para acercar posiciones y decidir a qui¨¦n hacen canciller
Tras unos d¨ªas de confusi¨®n, el panorama pol¨ªtico alem¨¢n se aclara poco a poco. Los navajazos en la Uni¨®n Cristianodem¨®crata anticipan que los d¨ªas del liderazgo de Armin Laschet se acercan a su fin. ¡°Las mayores posibilidades de ser canciller las tiene ahora Olaf Scholz¡±, admiti¨® el martes el socialcristiano b¨¢varo Markus S?der. ...
Tras unos d¨ªas de confusi¨®n, el panorama pol¨ªtico alem¨¢n se aclara poco a poco. Los navajazos en la Uni¨®n Cristianodem¨®crata anticipan que los d¨ªas del liderazgo de Armin Laschet se acercan a su fin. ¡°Las mayores posibilidades de ser canciller las tiene ahora Olaf Scholz¡±, admiti¨® el martes el socialcristiano b¨¢varo Markus S?der. Los socialdem¨®cratas se acercan al poder. Pero para que eso ocurra necesitan el s¨ª de dos personas. Robert Habeck y Christian Lindner, l¨ªderes de Los Verdes y los liberales del FDP, son ahora mismo los pol¨ªticos m¨¢s poderosos de Alemania. Todo depende de que primero se pongan de acuerdo entre ellos ¡ªtanto en las pol¨ªticas como en el reparto de sillones¡ª y m¨¢s tarde decidan qui¨¦n debe liderar la coalici¨®n. Todo apunta a que ser¨¢ Scholz, pero conviene no descartar sorpresas futuras.
Lindner, el ambicioso l¨ªder de los liberales, de 42 a?os, ha dicho a los cuatro vientos que quiere convertirse en el pr¨®ximo ministro de Finanzas. Se ve preparado y no cree que merezca menos en un futuro Gobierno a tres bandas. Pero el puesto est¨¢ muy cotizado. Tambi¨¦n Habeck, de 52 a?os, aspira al ministerio del que saldr¨¢ el dinero para las inversiones clim¨¢ticas que son la columna vertebral de su programa electoral.
El ministro Lindner, cuyo partido obtuvo un 11,5% de los votos, ser¨ªa un garante de la ortodoxia presupuestaria. Posiblemente m¨¢s duro aun que Wolfgang Sch?uble, el democristiano que en lo peor de la crisis del euro lleg¨® a amenazar a Grecia con su expulsi¨®n de la uni¨®n monetaria. Le espanta la idea de financiar deudas de otros pa¨ªses con dinero alem¨¢n y se enfrentar¨ªa a los que defienden una mayor integraci¨®n europea. Su programa electoral se basa en el fomento de la inversi¨®n privada y el rechazo a la subida de impuestos. Tambi¨¦n ha hecho bandera de la modernizaci¨®n del Estado y de la reducci¨®n de la burocracia que tanto lastra a la econom¨ªa germana.
Habeck, no menos ambicioso y muy carism¨¢tico, tambi¨¦n considera que ha llegado su turno. Antes de las elecciones, acept¨® hacerse a un lado y ceder la candidatura a canciller a su compa?era Annalena Baerbock. A las pocas horas de esta decisi¨®n, dio una entrevista a Zeit Online. ¡°Nada deseaba m¨¢s que servir a esta Rep¨²blica como canciller¡±, dijo entonces. Ahora puede tomarse la revancha.
El 14,8% que obtuvo la candidatura encabezada por su compa?era supone el mejor resultado en la historia del partido, pero qued¨® muy lejos de las encuestas que lo situaban como primera fuerza. As¨ª que ¨¦l acude con m¨¢s empuje a las conversaciones, y previsiblemente asumir¨¢ el mejor puesto en el Gobierno que salga de ellas. El Frankfurter Allgemeine Zeitung public¨® que aspira a ser vicecanciller. ¡°Es totalmente irrelevante qui¨¦n es vicecanciller¡±, se limit¨® a responder el principal interesado. Baerbock podr¨ªa conformarse con un puesto importante, pero en un escal¨®n inferior, como ministra de Asuntos Exteriores.
Habeck se beneficia de un carisma y de una experiencia como ministro regional que su compa?era de partido no tiene. Pero algunos l¨ªderes ya est¨¢n avisando de que no conviene empezar una guerra de personalismos que hasta ahora se hab¨ªa evitado.
Puntos en com¨²n
Lo m¨¢s importante ahora es medir qu¨¦ margen hay para encontrar puntos en com¨²n en dos partidos tan distintos como verdes y liberales. Uno quiere aumentar las inversiones para financiar el cambio de modelo energ¨¦tico y el otro desea cuentas saneadas y ni hablar de subidas de impuestos. ¡°Creo que pueden encontrar puntos en com¨²n en medidas para modernizar el pa¨ªs y reducir la burocracia, dos aspectos fundamentales que durante los 16 a?os de [Angela] Merkel se han ido postergando¡±, asegura Anna Kuchenbecker, directora de la oficina berlinesa del gabinete de estrategia ECFR.
Lindner ha conseguido devolver al FDP al centro del debate pol¨ªtico nacional apelando a los votantes j¨®venes y de mayor nivel socioecon¨®mico. La formaci¨®n todav¨ªa no se ha sacudido la imagen de partido del empresariado alem¨¢n, pero ha ampliado su base. Los a?os de traves¨ªa del desierto tras su decisi¨®n de abortar las negociaciones para formar Gobierno en 2017 quedaron atr¨¢s. Los Verdes tambi¨¦n tienen un electorado joven y urbano: otro punto en com¨²n de los dos partidos.
Su liderazgo del FDP es muy personalista. ¡°Lindner es la cara y la voz de los liberales. Ocupa un papel muy dominante en el partido¡±, comenta Uwe Jun, profesor de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad de Trier. La formaci¨®n le debe mucho. El joven pol¨ªtico consigui¨® volver a meter al FDP en el Bundestag despu¨¦s de la nefasta experiencia de entrar en el segundo Gobierno de Angela Merkel. En 2009, los liberales asumieron el Ministerio de Exteriores y terminaron siendo devorados por los democristianos y cayeron en la intrascendencia. En 2013, no consiguieron el m¨ªnimo del 5% de votos para entrar en el Parlamento. Ah¨ª tom¨® las riendas del partido un treinta?ero Lindner, siempre impecablemente vestido y ligeramente bronceado, afiliado al partido desde los 16 a?os.
Bajo su mando, los liberales rebasaron el 10% en 2017 y su participaci¨®n en un tripartito con la CDU y Los Verdes se daba por descontada. Pero a las cuatro semanas de empezar las negociaciones Lindner dio la espantada. Su frase es muy recordada: ¡°Es mejor no gobernar que gobernar mal¡±. El presidente alem¨¢n, Frank-Walter Steinmeier intervino para forzar una nueva gran coalici¨®n a la que los socialdem¨®cratas accedieron de mala gana. Cuatro a?os m¨¢s tarde, Lindner no puede permitirse dar otro plant¨®n. Verdes y liberales quieren gobernar. Solo les queda decidir con qui¨¦n.
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