El juicio al cardenal Becciu desnuda la justicia del Vaticano
El macroproceso por un caso de corrupci¨®n deriva en peticiones de anulaci¨®n y dudas sobre la capacidad de la Santa Sede de ofrecer un proceso justo
Una peque?a calle lateral serpentea junto a los muros leoninos del Vaticano y conduce a la sala especial donde tiene lugar el macrojuicio contra el cardenal Angelo Becciu y la trama de corrupci¨®n que supuestamente dirigi¨®. Un proceso hist¨®rico por el nivel del principal imputado, a quien el Papa desposey¨® de sus derechos como purpurado y que este martes escuchaba silenciosamente en la ¨²ltima fila del banquillo de los acusados. Pero tambi¨¦n porque en la sala de los Museos Vaticanos, habilitada para la ocasi¨®n por la dimensi¨®n del proceso, se dilucidaba al mismo tiempo la capacidad del Vaticano de poner orden en sus propios asuntos. Y no empez¨® bien. El fiscal adjunto, Alessandro Diddi, pidi¨® recomenzar todo el proceso de instrucci¨®n para evitar que los ¡°errores¡± cometidos provoquen la anulaci¨®n de la causa, como exigi¨® la defensa ante la mirada at¨®nita del presidente del tribunal, el reputado fiscal antimafia Giuseppe Pignatone.
La sala, presidida por una foto del Papa y una gran cruz, acogi¨® este martes a todas las partes de un proceso en el que est¨¢n imputadas 10 personas. Un juicio que afrontaba su segunda sesi¨®n ¨Cla primera se cerr¨® en julio aplazando la vista por las peticiones de la defensa¨C para esclarecer si hubo delitos en la compraventa de un edificio en Londres por un valor de 350 millones de euros. Un argumento que ten¨ªa que servir tambi¨¦n para marcar la pauta de una nueva era en el control de las finanzas vaticanas. Pero la segunda sesi¨®n volvi¨® sobre los pasos de la primera y las defensas pidieron la nulidad del proceso por distintos defectos estructurales. Faltaban pruebas y la Fiscal¨ªa rechaz¨® citar a un testigo que la defensa considera esencial, monse?or Alberto Perlasca. A ratos el juicio fue una jaula de grillos, en la que la Fiscal¨ªa y las defensas intercambiaron opiniones a gritos. Y ante la imposibilidad de seguir adelante, el presidente del tribunal termin¨® aplazando de nuevo la vista para decidir este mi¨¦rcoles si pone el contador a cero.
Becciu fue hasta hace poco el fontanero m¨¢s experto del Vaticano y uno de los prelados m¨¢s poderosos y apreciados por el propio Francisco. Este martes esperaba al fondo del banquillo de los acusados, vestido de un gris discreto y tomando notas silenciosamente. ?l y su secretario, monse?or Mauro Carlino, fueron los ¨²nicos en comparecer. El purpurado parec¨ªa tranquilo, brome¨® con la prensa y sigui¨® atento los alegatos del fiscal y el resto de defensas. En un a?o, el cardenal sardo pas¨® de ser uno de los principales candidatos a suceder a este Papa en un hipot¨¦tico pr¨®ximo c¨®nclave, a ver su nombre en la prensa acus¨¢ndole de corrupci¨®n y de favorecer a su familia con trabajos a cuenta del Vaticano.
La causa central del juicio es la compraventa de un inmueble en Londres en 2015 que autoriz¨® Becciu, entonces sustituto de la Secretar¨ªa de Estado (algo as¨ª como el ministro del Interior). La operaci¨®n se llev¨® a cabo mediante una serie de intermediarios que cobraron comisiones millonarias y que se reservaron el poder de bloquear futuros movimientos, pese a que no hab¨ªan aportado pr¨¢cticamente capital. La operaci¨®n se ejecut¨® con los fondos del ?bolo de San Pedro, te¨®ricamente destinados a sufragar las obras de caridad de la Santa Sede. Una larga investigaci¨®n que comenz¨® hace dos a?os recogida en unas 29.000 p¨¢ginas ¨Cluego sintetizadas en los 500 folios del sumario¨C permiti¨® determinar que la actividad de los inculpados supuestamente supuso ¡°p¨¦rdidas considerables para las finanzas [entre 73 y 166 millones]¡±, seg¨²n Nunzio Gallantino, presidente del APSA, la organizaci¨®n que gestiona los inmuebles del Vaticano.
La base del proceso, sin embargo, no convence a las defensas. La Fiscal¨ªa ha armado parte de la causa a trav¨¦s de las declaraciones de monse?or Alberto Perlasca ¨Cde quien no se quiere mostrar la grabaci¨®n donde constan¨C, y de Francesca Immacolata Chaouqui, una suerte de lobbista que ya estuvo en el ojo del hurac¨¢n en el caso conocido como Vatileaks 2 despu¨¦s de que la Santa Sede le hubiera encargado algunos informes sobre la estructura econ¨®mica. Entonces fue condenada por las filtraciones realizadas durante aquel proceso y se convirti¨® en uno de esos personajes extravagantes que aparecen siempre en las tramas vaticanas intentando pescar en r¨ªo revuelto. A muchos extra?a ahora que vuelva a ser tomada en consideraci¨®n.
La petici¨®n de anulaci¨®n se basa, fundamentalmente, en la famosa declaraci¨®n en v¨ªdeo del principal testigo, monse?or Perlasca (un exempleado de la Secretar¨ªa de Estado que fue tambi¨¦n en su momento el principal acusado). Un testimonio que se tom¨® sin su abogado, que dura m¨¢s de tres horas durante las que cambi¨® sustancialmente su versi¨®n inicial, hasta el punto de pasar a ser un colaborador del proceso. El v¨ªdeo contiene cinco declaraciones: dos como imputado y tres como testigo. Pero ninguna de las defensas lo ha podido ver. Y nadie entiende por qu¨¦ se oculta si, en realidad, debi¨® registrarse para que constara como prueba. ¡°Lo grabamos para que nadie pudiera pensar que hab¨ªa sido torturado¡±, defendi¨® el fiscal en su momento, seg¨²n explic¨® este martes el abogado de Becciu.
Las deficiencias de la justicia vaticana, m¨¢s all¨¢ del fondo de la cuesti¨®n, se hacen evidentes a medida que avanza el juicio. Una impresi¨®n compartida por el organismo Moneyval del Consejo de Europa, que se?al¨® que la actividad a tiempo parcial de fiscales y jueces del Vaticano ¨Cque tambi¨¦n trabajan en Italia¨C puede generar conflictos de intereses. El Vaticano intenta avanzar en este campo, pero su funcionamiento como una suerte de monarqu¨ªa absoluta impide desarrollar una justicia independiente. El propio Francisco, quien contrat¨® al actual presidente del tribunal, ya declar¨® hace un a?o culpable a Becciu cuando le desposey¨® de sus derechos como cardenal hace un a?o y le oblig¨® a dimitir de todas sus funciones. La pena, en suma, antes de la condena. Tampoco mejoran esa percepci¨®n las dudas mostradas por todos los implicados a la hora de manejarse a trav¨¦s el c¨®digo penal vaticano, m¨¢s habituados a hacerlo en los tribunales de Italia. El lugar, justamente, donde algunos opinaban este martes que deb¨ªa haberse desarrollado este proceso.
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