?ric Zemmour, terremoto ultra en Francia
El polemista de extrema derecha se dispara en los sondeos, complica las aspiraciones presidenciales de Marine Le Pen y erosiona a la derecha tradicional
?ric Zemmour (Montreuil, 63 a?os) tiene la mirada penetrante de quienes est¨¢n pose¨ªdos por una idea y creen que por fin ha llegado su hora.
¡°Los franceses deben luchar por defender Francia tal como la conocemos: lo que est¨¢ en juego es la civilizaci¨®n, la sustituci¨®n de un pueblo¡±, declara a EL PA?S el polemista de extrema derecha que, con su posible candidatura al palacio del El¨ªseo, ha puesto patas arriba la pol¨ªtica de su pa¨ªs. Y a?ade: ¡°Se est¨¢ librando una guerra de civilizaciones en nuestro suelo. Si continuamos, vamos a la guerra civil¡±.
Es lunes 4 de octubre, pasada la medianoche y Zemmour se encuentra en un camerino del Palacio de Congresos de Par¨ªs, rodeado de su c¨ªrculo m¨¢s cercano ¨Dsu consejera ¨¢ulica, su asesor de comunicaci¨®n, sus guardaespaldas¨D y agotado despu¨¦s de otra noche de ba?o de masas. Ha debatido durante m¨¢s de dos horas con Michel Onfray, un popular fil¨®sofo procedente de la izquierda ¨¢crata que ahora converge con los nacionalistas de la otra orilla. Despu¨¦s, ha pasado m¨¢s de dos horas firmando ejemplares de su ¨²ltimo libro, La France n¡¯a pas dit son dernier mot (Francia no ha dicho su ¨²ltima palabra), un t¨ªtulo que suena a versi¨®n francesa del trumpista Make America great again (Que Am¨¦rica sea grande de nuevo).
¡°?Zemmour, pr¨¦sident!¡±, clamaban unas horas antes centenares de personas cuando Zemmour lleg¨®, rodeado de focos y c¨¢maras de televisi¨®n, a la sala donde se dispon¨ªa a firmar libros. Despu¨¦s, entonaron La Marsellesa a capela. Desde hace unas semanas, la escena ¡ªlas muchedumbres de simpatizantes, las colas para firmar, el enjambre de periodistas¡ª se repite por d¨®nde pasa: Niza, Toulon, Lille¡ Y eso que, oficialmente, todav¨ªa no es candidato. Pero como si lo fuese.
Hace un mes, antes de empezar la gira promocional del libro, Zemmour no aparec¨ªa en los sondeos, o rondaba el 5% en expectativa de voto. Ahora tiene posibilidades de ser el segundo candidato m¨¢s votado en la primera vuelta y, por tanto, clasificarse para la segunda.
Un sondeo del instituto Harris esta semana lo sit¨²a por primera vez en segunda posici¨®n, con un 17% o 18% de votos, por delante de Marine Le Pen, la candidata del partido de extrema derecha Reagrupamiento Nacional (RN). El actual presidente, el centrista Emmanuel Macron, sacar¨ªa entre un 24% y un 27% de votos, una posici¨®n ¨®ptima para salir reelegido fuese quien fuese su rival.
Zemmour, hijo de jud¨ªos de Argelia que llegaron a Francia en los a?os cincuenta y criado en el extrarradio obrero de Par¨ªs, no ser¨ªa un candidato cualquiera. Los tribunales le han condenado por incitaci¨®n a la discriminaci¨®n racial y religiosa. El Consejo Superior Audiovisual sancion¨® hace unos meses a la cadena de televisi¨®n CNews, propiedad de la multinacional Vivendi, despu¨¦s de que Zemmour calificase a los menores migrantes como ¡°ladrones, asesinos, violadores¡± en la tertulia diaria que hasta septiembre acogi¨® sus diatribas.
Si la tendencia de los sondeos se confirmase, podr¨ªa ser el fin de Le Pen, cuyo esfuerzo por moderarse ha dejado vac¨ªo el flanco m¨¢s radical para que lo ocupe alguien como Zemmour. Su ¨¦xito tambi¨¦n amenazar¨ªa con dinamitar a la derecha tradicional, la de Los Republicanos (LR), el partido del expresidente Nicolas Sarkozy, hoy sin l¨ªder y dividido entre un ala moderada que est¨¢ en sinton¨ªa con Macron, y otra que se deja seducir por Zemmour. ?l sue?a con ser el candidato que congregue a lo que llama la ¡°derecha patri¨®tica¡±.
No tiene programa, ni partido. ?l mismo admite que todo ha ido tan r¨¢pido que todav¨ªa no est¨¢ en condiciones para lanzarse de verdad a la campa?a. ¡°Muchos franceses esperaban este discurso, que les hablasen de Francia, que les dijesen lo que sienten¡±, explic¨®, antes de firmar, a la multitud de periodistas que le esperaba. ¡°Es decir, que el pa¨ªs est¨¢ en peligro de muerte¡±.
El n¨²cleo del zemmourismo, la idea que lo posee, es que Francia est¨¢ en decadencia y se precipita al abismo. La culpa es de la supuesta alianza entre las ¨¦lites econ¨®micas, pol¨ªticas y culturales aut¨®ctonas, y los inmigrantes musulmanes y sus descendientes. El enemigo extranjero y el interior: un cl¨¢sico.
Zemmour no disimula su ideolog¨ªa. En sus ensayos superventas, art¨ªculos o intervenciones televisivas ¡ªhasta hace unas semanas aparec¨ªa a diario en CNews, plataforma privilegiada para difundir su mensaje, y escrib¨ªa en el diario conservador moderado Le Figaro¡ª, disfruta provocando y traspasando l¨ªmites que nadie m¨¢s osar¨ªa cruzar. Ni Le Pen.
Zemmour reivindica por ejemplo la figura del mariscal Philippe P¨¦tain, l¨ªder de la Francia que durante la Segunda Guerra Mundial colabor¨® con la Alemania de Hitler y particip¨® en la deportaci¨®n de los jud¨ªos a los campos de exterminio. Asegura que el islam es incompatible con Francia. Defiende la teor¨ªa racista de la gran sustituci¨®n de la poblaci¨®n aut¨®ctona por los extranjeros musulmanes, acu?ada por el escritor Renaud Camus y que supremacistas blancos en Nueva Zelanda y Estados Unidos han citado como inspiraci¨®n para sus atentados.
En su libro, que se ha autoeditado ¨¦l mismo y del que ya ha vendido m¨¢s de 140.000 ejemplares, Zemmour propone prohibir bautizar a los nacidos en Francia con nombres musulmanes o que no sean de tradici¨®n francesa. Y describe una Francia de escuelas ¡°asediadas por alumnos, mayoritariamente magreb¨ªes y africanos, cada vez m¨¢s numerosos, y cada vez m¨¢s rebeldes ante el aprendizaje y m¨¢s violentos¡±, y pueblos sometidos a extranjeros que ¡°roban, violan, saquean, torturan, matan¡±.
Cuando Zemmour mira a Francia, detesta lo que ve. Es un pa¨ªs poblado por comunidades que se odian entre s¨ª, en ruina moral y f¨ªsica, el mismo pa¨ªs siniestro de las novelas de Michel Houellebecq, pero sin su talento literario ni las ambig¨¹edades del g¨¦nero novelesco. La Francia que ¨¦l ama es la de su infancia.
¡°Detesto aquello en que se est¨¢ convirtiendo Francia y el riesgo que vive Francia: morir¡±, en su camerino. ¡°Y no defiendo una Francia imaginaria: defiendo Francia¡±.
Hay algo de Donald Trump en Zemmour: su manera de romper los c¨®digos de la pol¨ªtica, la fascinaci¨®n que los medios sienten por ¨¦l, la nostalgia del pa¨ªs que nunca existi¨®. Pero Zemmour es un lector compulsivo que trufa cada discurso de citas pedantes de autores medio olvidados y de menciones a acontecimientos hist¨®ricos remotos. Su erudici¨®n de sobremesa, en un pa¨ªs como Francia donde la cultura est¨¢ dotada a¨²n de prestigio, le otorga, para sus simpatizantes, un aura de respetabilidad. Lo que los mensajes en la red social Twitter eran para Trump, para Zemmour son los libros.
?l no tiene prisa. Se siente en la cumbre del universo. Es el protagonista absoluto de la actualidad pol¨ªtica. Ha colocado la inmigraci¨®n en el centro del debate. Al mismo tiempo, este hombre casado y con tres hijos vive una ¡°love story¡± ¡ªcomo lo describe, en ingl¨¦s, un asesor suyo¡ª con su consejera ¨¢ulica, la alta funcionaria de 29 a?os Sarah Knafo. En los pr¨®ximos d¨ªas o semanas deber¨¢ dar el paso y hacer oficial la candidatura. Nadie sabe si el fen¨®meno perdurar¨¢ o si la burbuja resultar¨¢ ef¨ªmera.
¡°Esto no es una campa?a¡±, nos dice Knafo, en castellano, mientras camina a toda prisa con la comitiva por los pasillos del Palacio de Congresos de Par¨ªs. ¡°Es una precampa?a¡±.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.