Argentina: pesos, d¨®lares y un arma humeante
Desde que aterric¨¦ en Buenos Aires una semana antes de las elecciones, cada vez que pregunto por la situaci¨®n del pa¨ªs, alguien me responde: ¡°Esto va a estallar¡±. Pero nadie sabe explicar bien por d¨®nde
El due?o del Stella Maris, un comedor familiar en un barrio porte?o de clase media, se para frente al televisor y dice: ¡°Este es un pa¨ªs hermoso. Her-mo-so¡±. En la pantalla, el noticiero del mediod¨ªa reproduce la noticia pol¨ªtica del jueves: durante el cierre de campa?a en la provincia del Chaco, el gobernador se compar¨® con Jes¨²s y pidi¨® a sus seguidores que salieran a buscar a las ¡°ovejas descarriadas¡± para votar. Era una noticia est¨²pida ¡ªincluso en su capacidad de escandalizar¡ª para una elecci¨®n legislativa que, al menos en el relato de los medios y en las redes, parec¨ªa haber alcanzado un nivel de conflictividad desmedido.
No es que el conflicto no exista: es que, visto desde lejos, parece fuera de toda proporci¨®n; una distancia alimentada por miedos, problemas econ¨®micos, resentimientos e intereses sectoriales. Como la que existe entre el d¨®lar oficial y el d¨®lar blue, el ¨²nico al que puede acceder un ciudadano de a pie ¡ªsi es que puede¡ª y que cuesta el doble. El d¨ªa que llegu¨¦ a la Argentina despu¨¦s de tres a?os sin volver al pa¨ªs, el d¨®lar oficial cotizaba unos 105 pesos para la venta y el blue val¨ªa unos 200 pesos. ¡°Estamos pagando 193¡å, me dijeron por Whatsapp desde la ¡°cueva¡± donde me recomendaron cambiar d¨®lares. No era una cueva: era un local con puertas a la calle y dos cajeros dentro, donde me cambiaron 150 d¨®lares por casi 30.000 pesos argentinos, pr¨¢cticamente un salario m¨ªnimo.
El efecto de esa brecha entre d¨®lares y pesos es brutal. Para el que llega de afuera, que obtiene billetes argentinos al precio del d¨®lar paralelo, el costo de productos y servicios cotidianos es regalado. ¡°Estoy como Hugo Ch¨¢vez durante el boom petrolero¡±, bromeo con mis amigos por tel¨¦fono. Pero dentro del pa¨ªs, los precios se vuelven cada vez m¨¢s inalcanzables para los habitantes. Seg¨²n el informe de perspectivas econ¨®micas difundido en octubre por el Fondo Monetario, Argentina ocupa el cuarto puesto mundial de pa¨ªses con m¨¢s inflaci¨®n: 48,4%, seg¨²n las proyecciones para 2021. La p¨¦rdida de poder adquisitivo de los salarios ha sido constante en los ¨²ltimos tres a?os. Para Fredis Antonio, un chofer de Cabify que lleg¨® al pa¨ªs desde Venezuela hace cinco a?os, eso significa ¡°trabajar y trabajar cada vez m¨¢s solo para mantenerse¡±. Para los que m¨¢s ganan, la brecha que los aleja del d¨®lar se traduce en una sensaci¨®n de p¨¦rdida y encierro, como si fueran rehenes de los destinos de un pa¨ªs que ellos no han construido: ¡°A m¨ª me va bien, pero yo no quiero tener el camarote m¨¢s lindo del Titanic¡±, me dice por tel¨¦fono un contador p¨²blico de Paran¨¢, mi ciudad natal. Argentina tiene otro r¨¦cord: es el tercer pa¨ªs en el mundo con m¨¢s beneficiarios en empresas offshore, seg¨²n la filtraci¨®n de los Papeles de Pandora.
Desde que aterric¨¦ en Buenos Aires una semana antes de las elecciones, cada vez que pregunto por la situaci¨®n del pa¨ªs, alguien me responde: ¡°Esto va a estallar¡±. A solo un mes de que se cumplan 20 a?os del estallido de diciembre de 2001, es una sentencia seria. Pero nadie sabe explicar bien por d¨®nde va a estallar.
Posiblemente ¡°los que dicen que esto va a estallar no tienen conocimiento del rol que tienen los movimientos sociales en la contenci¨®n del conflicto social, sobre todo distributivo¡±, me dice la periodista argentina Estefan¨ªa Pozzo, especializada en temas econ¨®micos y financieros, un d¨ªa antes de las elecciones. B¨¢sicamente, explica, los grandes movimientos sociales, los que tienen mayor penetraci¨®n territorial, hoy forman parte del Gobierno, tienen direcciones y secretar¨ªas, y se encargan de contener la situaci¨®n social m¨¢s apremiante a trav¨¦s de la distribuci¨®n de planes de trabajo o alimentos. Eso no resuelve el malestar ni la p¨¦rdida de poder adquisitivo, por supuesto, pero amortigua el impacto de la crisis en el sector que m¨¢s sufre sus golpes, y en el que cada p¨¦rdida aumenta la tensi¨®n social.
Los resultados de las elecciones legislativas el domingo le dan la raz¨®n: la remontada electoral del Gobierno en la provincia de Buenos Aires, un basti¨®n peronista que le hab¨ªa dado la espalda en las primarias, le ha permitido al oficialismo obtener mejores n¨²meros de los que esperaba y mantenerse como primera fuerza en C¨¢mara de Diputados, a pesar del triunfo de la oposici¨®n. El an¨¢lisis es m¨¢s o menos lineal: la transferencia de dinero hacia los m¨¢s pobres y las clases medias bajas que aceler¨® el Gobierno despu¨¦s del golpe que recibi¨® en las urnas en las primarias result¨® una estrategia efectiva.
El domingo por la noche todos festejan, y no se entiende muy bien por qu¨¦. El Gobierno perdi¨®, entre otras cosas, el control del Senado ¡ªuna c¨¢mara que el peronismo controlaba desde el retorno a la democracia en 1983¡ª, pero llam¨® a ¡°celebrar el triunfo¡± en la Plaza de Mayo. El frente opositor Juntos por el Cambio sali¨® a celebrar su victoria, que lo posiciona con firmeza para las elecciones presidenciales de 2023, pero parte de sus votos en Ciudad de Buenos Aires, un distrito donde el macrismo es imbatible, fueron a parar a la lista de ultraderecha encabezada por el economista Javier Milei, la versi¨®n argentina del fen¨®meno trumpiano. Un hombre histri¨®nico con pelo de payaso que ha dicho, entre otras cosas, que el papa Francisco es ¡°el representante del maligno en la tierra¡± y apoya al comunismo. Su partido, La libertad avanza, tambi¨¦n celebr¨® el domingo a la noche una victoria: ha obtenido un 17% de los votos en la capital del pa¨ªs. Durante los festejos organizados en el Luna Park, pronto se hizo viral una imagen: un custodio amag¨® con sacar un arma en medio del escenario donde daban los discursos. La diputada electa que estaba hablando en ese momento no se inmut¨®.
Esa es, al parecer, la fuerza pol¨ªtica que mejor ha capitalizado el malestar y la indignaci¨®n de los argentinos.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.