Las horas m¨¢s bajas de Boris Johnson
Una cadena de errores pol¨ªticos y la sensaci¨®n de descontrol que impera en Downing Street desatan las cr¨ªticas internas de los conservadores brit¨¢nicos contra su primer ministro
La genialidad o el r¨ªdiculo residen siempre en la mirada del espectador. Boris Johnson cruz¨® este lunes la l¨ªnea al balbucear un comentario improvisado sobre Peppa Pig, el personaje televisivo infantil, ante los empresarios asistentes al congreso anual de CBI, la principal patronal brit¨¢nica. Al primer ministro se le hab¨ªa traspapelado el discurso que llevaba escrito, y durante 20 ag¨®nicos segundos pidi¨® hasta tres veces perd¨®n ¡ª¡±forgive me¡± ¡ª mientras intentaba ordenar los folios. Antes hab¨ªa imitado, con un extra?o sonido gutural, el sonido del motor de combusti¨®n, para defender las virtudes de los coches el¨¦ctricos. Y se hab¨ªa comparado con Mois¨¦s, el profeta b¨ªblico, para defender sus 10 mandamientos de la nueva econom¨ªa verde. ¡°Hay mucha preocupaci¨®n dentro del edificio [Downing Street, residencia y oficina de Johnson] por el primer ministro... No lo est¨¢ haciendo bien. El Gabinete necesita despertar y exigir cambios serios, o la cosa ir¨¢ a peor¡±, advert¨ªa a la BBC una ¡°fuente de alto rango¡± del Gobierno.
En las ¨²ltimas semanas, una cadena de errores pol¨ªticos m¨¢s propios de aficionados que de profesionales de la gesti¨®n p¨²blica, han propiciado la ca¨ªda libre de Johnson, quien parece estar en ese angustioso momento en el que el paraca¨ªdas no se abre y el suelo est¨¢ cada vez m¨¢s cerca. El problema, como ha se?alado con certeza en ConservativeHome Paul Goodman, analista con una visi¨®n muy clara del Partido Conservador brit¨¢nico, es que sus colegas eligieron a este pol¨ªtico por su excentricidad, por esa capacidad de llegar a un electorado normalmente vetado a los tories, por su audacia en saltar sin comprobar si el paraca¨ªdas funcionaba. ¡°O amas a Johnson, o tienes que deshacerte de ¨¦l. No tiene ning¨²n sentido estar reclamando constantemente que cambie su actitud. Todos los diputados conservadores que se quejan deben acostumbrarse a ¨¦l o quit¨¢rselo de en medio¡±, ha escrito Goodman.
Todav¨ªa no parece haber llegado ese momento, pero el mismo d¨ªa que los empresarios disimulaban su bochorno con una risa nerviosa, una rebeli¨®n de diputados conservadores estaba a punto de poner en evidencia al Gobierno. Muchos de ellos eran parlamentarios de nueva hornada, procedentes de las circunscripciones de voto tradicional laborista que Johnson logr¨® seducir en 2019. Se votaba este lunes la nueva ley de Salud y Cuidados Sociales, y en contra de las promesas anteriores del Ejecutivo conservador, las ayudas ya no iban a ser ni tan generosas ni tan redistributivas. En definitiva, se manten¨ªa el riesgo y el escarnio denunciado durante a?os de que las clases menos pudientes tuvieran que vender su vivienda y patrimonio para costear la residencia y cuidados necesarios en los ¨²ltimos a?os de vida. ¡°Esta ley, aunque vaya en la buena direcci¨®n, supone una gran decepci¨®n y no es tan generosa como algunos hubi¨¦ramos querido¡±, denunciaba en la BBC Jeremy Hunt, exministro conservador de Sanidad y rival de Johnson en las primarias de su partido. Hasta 19 diputados votaron en contra del Gobierno, y casi 30 se abstuvieron. El proyecto sali¨® adelante, pero qued¨® reflejada la creciente debilidad del primer ministro entre sus propias filas.
Llov¨ªa sobre mojado. En los ¨²ltimos d¨ªas, Johnson hab¨ªa anunciado una reducci¨®n en los planes de infraestructura ferroviaria para el norte de Inglaterra, una de las grandes promesas electorales para ¡°nivelar e igualar¡± las distintas regiones del pa¨ªs. Hab¨ªa tenido que retractarse en su intento de cambiar la ley para defender al diputado Owen Patterson, acusado de usar su cargo para defender los intereses de dos compa?¨ªas de las que cobraba m¨¢s de 100.000 euros anuales. Patterson acab¨® dimitiendo, y los diputados j¨®venes del Partido Conservador ventilaron p¨²blicamente su rabia por haberse visto obligados a hacer el rid¨ªculo y votar en contra de su propia conciencia, solo para ver horas despu¨¦s c¨®mo el Gobierno daba marcha atr¨¢s.
El ca¨®tico discurso de Johnson ante los empresarios ha dotado de munici¨®n a la oposici¨®n para insistir en la idea de que el emperador est¨¢ desnudo; de que Johnson no est¨¢ a la altura del cargo que ocupa. ¡°Nadie se rio durante su intervenci¨®n, porque la broma ya no tiene ninguna gracia¡±, aseguraba, con especial dureza, Rachel Reeves, portavoz laborista de Econom¨ªa. ¡°Los empresarios estaban reclamando claridad. Y lo que obtuvieron fue a Johnson balbuceando un comentario sobre Peppa Pig¡±, denunciaba Ed Davey, el l¨ªder de los Liberales Dem¨®cratas. ¡°Es la met¨¢fora perfecta de un Gobierno ca¨®tico e incompetente que est¨¢ arrojando la econom¨ªa a la basura. Pero no es algo digno de un primer ministro¡±, a?ad¨ªa.
Esas eran las ¨²nicas voces cr¨ªticas con nombre y apellidos. El resto, la de los miembros del Gobierno y diputados conservadores que este lunes se prodigaban en los medios, eran todas an¨®nimas. Muchos de ellos intentan a¨²n salvar a Johnson, y cargan contra el equipo pol¨ªtico del que se ha rodeado en Downing Street. ¡°No es capaz de rodearse de personas ¡ªya sean sus propios ministros o sus asesores¡ª que se atrevan a desafiarle abiertamente y advertirle cuando se est¨¢ equivocando¡±, aseguraba un diputado al Financial Times.
En defensa de Johnson, los portavoces de Downing Street se?alaban que el primer ministro arrastra, desde hace m¨¢s de una semana, un fuerte catarro que roza la gripe. Y ¨¦l mismo, cuando un periodista se atrevi¨® a preguntarle este lunes, despu¨¦s del discurso atropellado ante los empresarios, concretamente si se encontraba bien o le ocurr¨ªa algo, rest¨® importancia a lo sucedido: ¡°Creo que la gente ha entendido la mayor¨ªa de los argumentos que he querido presentar, y que todo ha ido bastante bien¡±, respond¨ªa Johnson.
No parec¨ªa entender, quien hasta ahora ha tenido la mejor intuici¨®n para conectar con el p¨²blico, que la salida de la pandemia ha acelerado los ritmos pol¨ªticos y econ¨®micos, y que las oportunidades desaprovechadas tienen un precio cada vez m¨¢s caro. En ese mismo congreso anual de la patronal, el l¨ªder de la oposici¨®n laborista, Keir Starmer, logr¨® los elogios de la audiencia al presentar un plan econ¨®mico para ¡°lograr que el Brexit funcione¡±, y demostr¨® que su partido aspira a recuperar el respeto de los empresarios. Johnson, sin embargo, ha conseguido recordar una vez m¨¢s a todos ellos su desdichada expresi¨®n cuando, all¨¢ por 2018, alguien le pregunt¨® por la inquietud que generaba el Brexit entre las empresas: ¡°Fuck business! [?Que se jodan las empresas!]¡±.
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