Esenciales pero excluidos
Los inmigrantes llevan mariscos a las mesas de Estados Unidos, pero muchos han sido excluidos de las ayudas de la pandemia al igual que sus hijos, que son ciudadanos estadounidenses
Esencialespero excluidos
Ir al contenidoEn septiembre de 2021 se realiz¨® un festival anual para la creciente comunidad de inmigrantes guatemaltecos en New Bedford, Massachusetts. Miembros del grupo musical ¡°So?ando por Ma?ana¡± cantaron los himnos de Estados Unidos y Guatemala.
JODI HILTON (JODI HILTON/THE MARSHALL PROJECT)
Una inquilina vio un resplandor ambarino parpadeando a trav¨¦s de la ventana de su dormitorio. Otro ocupante, quien despert¨® apenas pasada la medianoche a causa del griter¨ªo, puso la mano en la pared y la sinti¨® caliente.
Un costado del edificio de apartamentos donde viv¨ªan estaba envuelto en llamas. Agarraron a sus hijos y bajaron huyendo por escaleras oscuras.
¡°Hab¨ªa tanto humo que sentimos que nos ahog¨¢bamos¡±, relat¨® Luc¨ªa Mateo P¨¦rez. En cuesti¨®n de minutos, la habitaci¨®n donde su hijo peque?o hab¨ªa dormido se convirti¨® en un horno.
Mientras el fuego devoraba las paredes de tablilla de la vieja pensi¨®n, las llamaradas saltaron al edificio de al lado, incinerando el techo. Una alarma general convoc¨® a todas las estaciones de bomberos a combatir el fuego en New Bedford, una ciudad litoral en la costa sur de Massachusetts.
El incendio del 19 de abril en la avenida Acushnet puso en evidencia las dificultades de una comunidad muy unida de inmigrantes durante la pandemia. La mayor¨ªa de los inquilinos de dos edificios que quedaron destruidos eran inmigrantes mayas de las tierras altas de Guatemala, muchos de ellos trabajadores de las plantas empacadoras de mariscos de la ciudad portuaria. Dos hombres murieron y 40 personas fueron desplazadas de los apartamentos atestados, de acuerdo con los bomberos.
Aunque la econom¨ªa de la ciudad est¨¢ en recuperaci¨®n, muchas familias inmigrantes subsisten a duras penas en New Bedford. Las perspectivas futuras de estos trabajadores, quienes demostraron ser una fuerza laboral necesaria y resiliente para la industria local de mariscos durante la crisis, est¨¢n estrechamente vinculadas al vasto proyecto de ley de pol¨ªtica social del presidente Joe Biden, el cual ronda los 2 billones de d¨®lares y se debate ahora en el Senado. Debido a que muchos de los inmigrantes son indocumentados, fueron excluidos de la mayor parte de la ayuda federal por el coronavirus.
Los inmigrantes no fueron incluidos en miles de d¨®lares de pagos indispensables para ellos, a pesar de que estaban trabajando en una industria alimentaria esencial y pagando impuestos. Como consecuencia, esta ayuda no lleg¨® a un grupo especialmente vulnerable de estadounidenses: sus hijos, la mayor¨ªa de los cuales son ciudadanos porque nacieron en los Estados Unidos.
El amplio proyecto de ley que la C¨¢mara de Representantes aprob¨® el 19 de noviembre incluye 700.000 millones de d¨®lares en asistencia para familias trabajadoras, de los cuales 200.000 millones son para pagos directos a trav¨¦s de cr¨¦ditos tributarios. Biden dijo que uno de sus objetivos es reducir la pobreza infantil a la mitad.
Que el presidente estadounidense alcance esa meta o no, podr¨ªa depender de lugares como New Bedford, considerado por funcionarios de la ciudad como el puerto pesquero comercial m¨¢s grande de los Estados Unidos y la capital de la vieira del mundo. Seg¨²n los acad¨¦micos, si el Congreso aprueba la propuesta sin ampliar el acceso para los inmigrantes, alrededor de 4.9 millones de familias de estatus mixto ¡ªes decir, las que incluyen jefes de familia indocumentados y ni?os ciudadanos estadounidenses¡ª podr¨ªan quedar excluidas de la ayuda otra vez.
Hasta 1.6 millones de ni?os ciudadanos estadounidenses de las familias de ingresos m¨¢s bajos ¡ªo sea, uno de cada cinco ni?os que viven en la pobreza¡ª quedar¨ªan fuera del af¨¢n de Biden de ayudar a los pobres m¨¢s j¨®venes, seg¨²n una investigaci¨®n de Roberto Suro y Hannah Findling de la Universidad del Sur de California. Estas familias enfrentan una penosa brecha de ingresos en comparaci¨®n con aquellas con ciudadanos estadounidenses como jefes de familia que se mantuvieron a flote con la ayuda de pagos federales directos durante los tiempos de escasez de la covid-19.
Los trabajadores de la industria pesquera llegan antes del amanecer a las plantas que bordean la costa, poni¨¦ndose guantes y batas pl¨¢sticas sobre capas dobles de su¨¦teres para contrarrestar el fr¨ªo helado. Los hombres levantan las cajas de vieiras, bacalao, lenguado y eglefino. Las mujeres trabajan de pie en las l¨ªneas de producci¨®n, blandiendo cuchillos afilados y peque?as pinzas. Con sus manos expertas, limpian, deshuesan y filetean los pescados, hora tras hora, y clasifican y miden vieiras, cuidando de que no se les pase ninguna en mal estado.
Los trabajadores hablan con orgullo de los mariscos que empacan para las mesas estadounidenses. En los primeros d¨ªas de la pandemia en 2020, las autoridades federales designaron a las plantas de mariscos como industrias esenciales, y estas permanecieron abiertas mientras otros negocios tuvieron que cerrar. No obstante, se dio una creciente preocupaci¨®n entre los funcionarios de salud pues los trabajadores se resist¨ªan a informar a sus lugares de trabajo si se sent¨ªan enfermos.
En abril, con la propagaci¨®n del virus y los cierres de restaurantes por todas partes, las plantas de mariscos tambi¨¦n cerraron, a veces durante semanas. Los trabajadores no autorizados, que no son elegibles para el seguro de desempleo, agotaron r¨¢pidamente sus fondos. Hicieron fila en los bancos de alimentos, pasaron d¨ªas a base de cereal de desayuno y s¨¢ndwiches y se atrasaron en el pago del alquiler.
Las familias con problemas de dinero se metieron de dos en dos y de tres en tres en destartalados apartamentos de madera donde se han albergado generaciones de inmigrantes que trabajan en la industria pesquera. El hacinamiento se intensific¨® a medida que los ni?os en edad escolar se quedaban atrapados en casa todo el d¨ªa con las clases en l¨ªnea.
Tan pronto como las plantas de mariscos reabrieron, los trabajadores inmigrantes volvieron a sus puestos.
El incendio de la avenida Acushnet fue provocado accidentalmente por ¡°materiales de fumar¡± ¡ªprobablemente una colilla de cigarrillo¡ª arrojados desde una ventana superior al callej¨®n entre los dos edificios, dijo Scott Kruger, jefe de bomberos.
Cuando se declar¨® la pandemia en marzo de 2020, los miembros del Centro de Desarrollo Econ¨®mico Comunitario (CEDC) crearon un grupo de WhatsApp con m¨¢s de 200 inmigrantes en New Bedford. El grupo se convirti¨® en un espacio donde la comunidad intercambiaba informaci¨®n y ofrec¨ªa apoyo. Corinn Williams, la directora ejecutiva del centro, comparti¨® estos textos con The Marshall Project. Los n¨²meros telef¨®nicos han sido removidos. Las respuestas del CEDC son las que aparecen en color naranja.
De acuerdo con los oficiales de bomberos, las alarmas de incendio del edificio del lado sur hab¨ªan expirado o parec¨ªan haber sido desactivadas. Los inquilinos del tercer piso dijeron que corrieron hacia la salida de emergencia, pero la encontraron bloqueada por un sof¨¢ y un escritorio. Una familia con una madre embarazada se escap¨® por una ventana trasera, saltando sobre las llamas hacia un rellano contiguo.
Despu¨¦s de luchar hasta el amanecer para contener las brasas persistentes, los bomberos encontraron en el piso superior a los dos hombres que perdieron la vida. Ese edificio qued¨® calcinado y el otro fue declarado en ruinas y demolido.
Para Luc¨ªa Mateo P¨¦rez, el incendio fue perturbador. Seg¨²n dijo, cuando ella ten¨ªa seis a?os los soldados del Gobierno guatemalteco vinieron a capturar a su padre, un activista que defend¨ªa los derechos de los agricultores mayas en la provincia monta?osa de Quich¨¦. Al no encontrarlo, incendiaron la casa de la familia y prendieron fuego al cabello de Mateo con un f¨®sforo. Ella qued¨® parcialmente calva a causa de esa quemadura de la infancia.
Esta vez, ella mide el da?o en t¨¦rminos de las horas de trabajo remunerado que tuvo que hacer para comprar cada art¨ªculo que perdi¨®.
¡°Trabajamos muy duro para establecernos¡±, coment¨® Mateo. ¡°Ten¨ªamos nuestras cosas, un sof¨¢, una mesa, una computadora, zapatos, ropa de beb¨¦. Nos quedamos sin nada¡±. En su momento, ella fue una trabajadora indocumentada de la industria pesquera, pero le aprobaron la solicitud de asilo en 2019, justo antes de la pandemia. Debido a su estatus legal, habla con su nombre completo sin temor a ser deportada.
¡°Hasta el d¨ªa de hoy seguimos luchando contra ese incendio¡±, dijo. Durante la pandemia, los alquileres se han disparado y los propietarios piden 1,400 d¨®lares al mes por apretujadas trampas mortales. Ahora ella vive en un espacio con cuatro peque?as habitaciones que alberga a siete adultos y tres ni?os, en condiciones m¨¢s hacinadas que antes.
Ella quiere algo mejor para su hijo estadounidense, nacido en Massachusetts, que tiene cuatro a?os. ¡°Nunca tuve una infancia de jugar con mu?ecas ni bloques de Lego¡±, dijo. ¡°No quiero que mi hijo pase por la terrible discriminaci¨®n que yo tuve que vivir¡±.
Para T. S., una trabajadora guatemalteca indocumentada de la industria pesquera, las p¨¦rdidas m¨¢s dolorosas que ocasion¨® el incendio fueron los utensilios de cocina que usaba para preparar sus famosos tacos, el juguete de Mickey Mouse de su hijo de cuatro a?os y la computadora port¨¢til de la escuela de su hijo mayor, que tiene 13 a?os. Ambos ni?os son ciudadanos estadounidenses.
Grupos de inmigrantes locales contribuyeron con donaciones de alimentos y ropa, mientras que la Cruz Roja y el Ej¨¦rcito de Salvaci¨®n ofrecieron alojamientos de emergencia. Pero cuando la caridad se agot¨®, T. S. dijo que nunca pens¨® en buscar ayuda del Gobierno.
¡°Como no tenemos papeles, no podemos simplemente ir a pedir ning¨²n tipo de ayuda¡±, coment¨® T. S., quien pidi¨® que su nombre no se publicara debido a su estatus migratorio. ¡°Gracias a Dios volv¨ª a trabajar¡±.
El impacto del incendio se extendi¨® m¨¢s all¨¢ de los sobrevivientes y afect¨® a docenas de familias en New Bedford. El siniestro destruy¨® las oficinas del Centro de Desarrollo Econ¨®mico Comunitario, una organizaci¨®n de asistencia a inmigrantes y un centro comunitario de larga data que se ubicaba en uno de los edificios arrasados. Corinn Williams, la directora ejecutiva, observ¨® con pena desde el otro lado de la calle mientras las llamas y el agua destru¨ªan expedientes llenos de registros demogr¨¢ficos de familias a las que hab¨ªan ayudado durante dos d¨¦cadas. Entre los documentos perdidos hab¨ªa montones de declaraciones de impuestos que su personal hab¨ªa preparado recientemente.
Ya sea que tengan documentos legales o no, muchos trabajadores inmigrantes presentan declaraciones de impuestos anuales.
Para mantener una mano de obra flexible y de bajo costo en una industria estacional, las plantas de mariscos emplean a pocos empacadores de forma directa. En su lugar utilizan agencias de personal temporal que contratan trabajadores y los env¨ªan a las empresas en funci¨®n de la demanda. Las agencias de personal generalmente pagan el salario m¨ªnimo y proporcionan menos beneficios.
Es un secreto a voces en el puerto mar¨ªtimo que las agencias de personal son menos rigurosas para verificar los documentos de identidad de los inmigrantes y confirmar si tienen permisos de trabajo.
Las agencias pagan a los trabajadores con cheques semanales y les hacen las deducciones regulares por el seguro de desempleo, el seguro social, Medicare y otros impuestos.
Los trabajadores de la industria pesquera dicen que est¨¢n claramente divididos en dos clases de obreros. En un nivel privilegiado est¨¢n aquellos que tienen un n¨²mero de seguro social v¨¢lido o un s¨®cial, como le dicen en espa?ol. Los inmigrantes con estatus legal, como una green card ¡ªtarjeta de residencia permanente¡ª, y los solicitantes de asilo que han obtenido permisos de trabajo reciben n¨²meros de seguro social que indican que est¨¢n legalmente autorizados para trabajar.
Luego est¨¢n los trabajadores indocumentados que no tienen un s¨®cial. A¨²n as¨ª, ellos pueden presentar sus declaraciones de impuestos usando un identificador creado por las autoridades tributarias del IRS, llamado n¨²mero de identificaci¨®n personal del contribuyente o ITIN, por sus siglas en ingl¨¦s.
Algunos trabajadores indocumentados presentan declaraciones de impuestos con la esperanza de recibir reembolsos muy necesarios. Otros dicen que quieren cumplir con sus obligaciones para estar listos en caso de que el Gobierno les d¨¦ la oportunidad de legalizar su situaci¨®n migratoria alg¨²n d¨ªa. El IRS ha informado que los declarantes que usan un n¨²mero de contribuyente pagan m¨¢s de 9.000 millones de d¨®lares anuales en impuestos sobre la n¨®mina.
Sin embargo, los inmigrantes que presentan declaraciones de impuestos usando un n¨²mero de contribuyente quedan descalificados de la mayor¨ªa de los programas federales, aun si sus hijos son ciudadanos estadounidenses. Durante la pandemia, cuando el IRS se convirti¨® en la agencia l¨ªder para distribuir fondos de ayuda, el impacto de las exclusiones fue severo.
¡°Eran dos mundos diferentes¡±, dijo Joselyn Feliciano, una especialista en impuestos del Centro de Desarrollo Econ¨®mico Comunitario. ¡°Por un lado est¨¢n los que tienen n¨²mero de seguro social, que est¨¢n bien, que se quedan en casa, que la pasan bien. Y por otro lado est¨¢n los trabajadores de la industria pesquera levant¨¢ndose, yendo a las f¨¢bricas, poni¨¦ndose en peligro, enferm¨¢ndose, viendo sus horas de trabajo reducidas¡±.
Como los inmigrantes indocumentados no eran elegibles para el seguro de desempleo, tambi¨¦n perdieron las bonificaciones federales por coronavirus durante la pandemia. Aparte de los beneficios regulares, los trabajadores sin empleo elegibles recibieron 600 d¨®lares adicionales por semana en 2020 y 300 d¨®lares por semana en 2021.
Los inmigrantes que presentan declaraciones de impuestos con un n¨²mero de contribuyente no pueden reclamar el Cr¨¦dito Tributario por Ingresos del Trabajo, que beneficia a las familias de bajos ingresos. Durante la pandemia, una familia de cuatro personas elegible para dicho cr¨¦dito pod¨ªa recibir hasta 5,980 d¨®lares al a?o en ayuda federal.
Las familias de esos declarantes tambi¨¦n fueron descalificadas de las dos primeras rondas de pagos de est¨ªmulo econ¨®mico. En la tercera ronda, que ocurri¨® en marzo, los hijos con n¨²meros de seguro social pod¨ªan recibir pagos como dependientes. Las familias de cuatro personas elegibles para las tres rondas de est¨ªmulo econ¨®mico recibieron hasta 11.400 d¨®lares.
Como ejemplo, t¨®mese el caso de una familia de cuatro personas con dos ni?os ciudadanos estadounidenses y un ingreso anual de 24,000 d¨®lares, que es el que declaran muchos inmigrantes que trabajan en la industria de los mariscos. Durante el transcurso de la pandemia, suponiendo que las dos personas que sostienen a la familia recibieron ocho semanas de seguro de desempleo, la diferencia en ayuda federal recibida por una familia donde ambos padres eran ciudadanos y otra donde ambos eran inmigrantes indocumentados fue de al menos 35,470 d¨®lares, seg¨²n un an¨¢lisis realizado para The Marshall Project por el Instituto de Tributaci¨®n y Pol¨ªtica Econ¨®mica, el ITEP, una organizaci¨®n sin fines de lucro ni filiaci¨®n partidaria que estudia la pol¨ªtica tributaria. Esa cifra es considerablemente m¨¢s alta que lo que gana la mayor¨ªa de los trabajadores de la industria pesquera en un a?o.
Algunas familias inmigrantes que eran elegibles nunca recibieron pagos. Los retrasos burocr¨¢ticos relacionados con la covid y los obst¨¢culos tecnol¨®gicos en el IRS fueron demasiado para los inmigrantes cuyo idioma principal es el quich¨¦.
La comunidad trat¨® de arregl¨¢rselas con la ayuda mutua. El centro comunitario de Williams no perdi¨® tiempo en reabrir y oper¨® en una abarrotada aula escolar prestada para que el personal pudiera reconstruir expedientes, reenviar declaraciones de impuestos y reanudar la conexi¨®n entre los inmigrantes y los programas locales. Las iglesias, los grupos de trabajadores y las organizaciones de inmigrantes contribuyeron con alimentos, asistencia de alquiler y computadoras port¨¢tiles para los ni?os que recib¨ªan clases en el hogar.
Para reponer los ingresos perdidos, la gente cocinaba recetas populares de sus pa¨ªses de origen para venderlas de boca en boca o por Facebook. Aprovechando el conocimiento agr¨ªcola de sus vidas anteriores, los inmigrantes encontraron parcelas de tierra en los linderos de la ciudad para cultivar tomates, calabazas y hierba mora guatemalteca para vender en la ciudad. Las casas se convirtieron en talleres textiles donde los inmigrantes cos¨ªan bolsos y chaquetas para ni?os para venderlas a mayoristas.
Pero para T. S. y otros trabajadores de la industria pesquera, la soluci¨®n elemental fue seguir recibiendo los cheques de pago. Siendo una mujer alegre cuya devota fe cat¨®lica eleva su esp¨ªritu, T. S. dio gracias al cielo todos los d¨ªas por su trabajo. Ella lleva m¨¢s de cuatro a?os en el mismo puesto y con la misma empresa como trabajadora temporal de una agencia de personal.
Seg¨²n dijo, de las dos docenas de compa?eros de la l¨ªnea de empaque de vieiras donde trabaja, ella fue la ¨²nica que no se enferm¨® de covid-19 cuando el virus se propag¨® el a?o pasado. Cuando las casas pesqueras reabrieron despu¨¦s del cierre, el Gobierno municipal y las compa?¨ªas de mariscos tomaron medidas para mejorar los protocolos sanitarios en las plantas y ella se sinti¨® m¨¢s segura. T. S. coment¨® que ahora la mayor¨ªa de sus compa?eros de trabajo est¨¢n vacunados. Pero la compa?¨ªa ya no proporciona mascarillas, por lo que ella debe comprar las suyas.
La escasez de mano de obra ha venido causando un incremento salarial en Massachusetts, pero no para los trabajadores de la industria pesquera, cuyos ingresos por hora han mejorado ¨²nicamente cuando el Estado ha ordenado aumentos en el salario m¨ªnimo.
La producci¨®n de vieira ha subido y bajado, al igual que los ingresos de T. S. Su turno de trabajo comienza a las 6 de la ma?ana, pero ella nunca sabe qu¨¦ tan corto o largo ser¨¢ cada d¨ªa. ¡°Nunca sabemos cu¨¢ntas horas nos dar¨¢n¡±, coment¨®.
T. S. no se queja. Los inmigrantes de New Bedford no han olvidado una redada que tuvo lugar hace m¨¢s de una d¨¦cada. En marzo de 2007, los agentes de inmigraci¨®n irrumpieron en la f¨¢brica textil de Michael Bianco y detuvieron a m¨¢s de 350 inmigrantes. Muchos fueron deportados. Las familias quedaron separadas permanentemente ya que los padres tuvieron que dejar a sus hijos atr¨¢s creciendo solos.
¡°En este pa¨ªs no somos libres¡±, dijo T. S. ¡°En cualquier momento pueden venir a llevarme y mis hijos se quedar¨ªan aqu¨ª sufriendo. Si tuviera un s¨®cial, a lo mejor ser¨ªa diferente¡±, dijo. ¡°Pero como no lo tengo, estoy en las manos de Dios¡±.
Los padres indocumentados se sienten frustrados porque sus limitaciones hacen rezagar a sus hijos, especialmente a los nacidos en los Estados Unidos. A medida que el dinero se fue acabando, los ni?os de familias con bajos recursos fueron llamados a colaborar. Cocinaban, limpiaban y cuidaban a sus hermanos menores mientras trataban de asistir a la escuela virtual. Los adolescentes tomaron trabajos en plantas pesqueras, conect¨¢ndose desde las l¨ªneas de empaque a sus clases de secundaria por medio de tel¨¦fonos celulares.
El hijo mayor de T. S., Y. R., estaba a punto de concluir el s¨¦ptimo grado de forma virtual cuando perdi¨® su hogar en el incendio.
¡°Fue triste, fue deprimente, fue mucho que asimilar¡±, dijo Y. R., quien tambi¨¦n pidi¨® que su nombre no fuera publicado. Dijo que prefiri¨® no contarle a ninguno de sus compa?eros de secundaria sobre el desastre ni por qu¨¦ falt¨® a clases durante una semana. No quer¨ªa llamar la atenci¨®n sobre la situaci¨®n de su familia inmigrante.
¡°No se lo dije a nadie principalmente porque no me sent¨ªa c¨®modo cont¨¢ndoles¡±, explic¨®.
Para ayudar a superar la adversidad, Y. R. dice que se mantuvo al d¨ªa con sus tareas escolares y en septiembre regres¨® ansiosamente al octavo grado en modo presencial. Tambi¨¦n hizo todos los quehaceres que su madre le orden¨®.
¡°Es mi mam¨¢¡±, dijo. ¡°La ayudo en todo lo que ella necesite que yo haga¡±.
Una excepci¨®n significativa a las exclusiones para los contribuyentes indocumentados es el Cr¨¦dito Tributario por Hijos, un programa popular que llega a m¨¢s de 35 millones de hogares estadounidenses. Por ley, los contribuyentes que presentan declaraciones de impuestos con un n¨²mero de identificaci¨®n pueden recibir el cr¨¦dito si tienen hijos que son ciudadanos o residentes legales con n¨²meros de seguro social. Pero hasta la pandemia, el cr¨¦dito por hijos proporcionaba poco dinero a los que ganaban menos. Los inmigrantes ten¨ªan miedo de solicitarlo.
El presidente Biden ha convertido el Cr¨¦dito Tributario por Hijos en una pieza central de sus ambiciones contra la pobreza. En el paquete de rescate por el coronavirus que promulg¨® en marzo, el cual ronda los 1.9 billones de d¨®lares, el monto del cr¨¦dito fue aumentado temporalmente. De manera crucial, se autoriz¨® al IRS a pagarlo como un reembolso por adelantado, incluso a las familias de ingresos m¨¢s bajos, y a hacer dep¨®sitos mensuales directamente a las cuentas bancarias sin que las familias tuvieran que solicitarlo. Una familia con dos ni?os elegibles menores de seis a?os podr¨ªa recibir hasta 7,200 d¨®lares. Actualmente, en el Congreso se debate si el plazo del aumento se ampliar¨¢ y por cu¨¢nto tiempo.
Para los inmigrantes de New Bedford que presentaron declaraciones de impuestos con un n¨²mero de contribuyente, los dep¨®sitos de 300 d¨®lares por cada uno de sus hijos nacidos en Estados Unidos que aparecieron en sus cuentas bancarias en agosto parec¨ªan milagros. Las familias compraron zapatos nuevos para los estudiantes que regresaban a la escuela en modo presencial. Adquirieron medicamentos recetados que hab¨ªan tenido que suspender y pagaron facturas atrasadas por el cuidado de ni?os enfermos. Pagaron el alquiler que deb¨ªan para evitar los desahucios.
Para los sobrevivientes del incendio, el dinero sirvi¨® para comprar una mesa o una silla.
El proyecto de ley de la red de seguridad social que fue aprobado por la C¨¢mara de Representantes extender¨ªa el aumento del Cr¨¦dito Tributario por Hijos durante un a?o m¨¢s, a la vez que lo har¨ªa reembolsable permanentemente, hasta para las personas con menores ingresos. Tambi¨¦n ampliar¨ªa el acceso a los ni?os nacidos en el extranjero, revocando una prohibici¨®n impuesta en 2017 por el presidente Donald Trump sobre los j¨®venes inmigrantes indocumentados que no tienen n¨²mero de seguro social.
El proyecto de ley que la C¨¢mara aprob¨® en noviembre tambi¨¦n incluye un plan mucho m¨¢s amplio que proporcionar¨ªa protecci¨®n contra la deportaci¨®n y permisos de trabajo ¡ªcon s¨®cial¡ª por un plazo de hasta diez a?os para los inmigrantes indocumentados que han vivido en el pa¨ªs durante m¨¢s de una d¨¦cada.
Los senadores dem¨®cratas tienen la esperanza de aprobar el proyecto de ley antes de que termine el a?o mediante un proceso denominado reconciliaci¨®n, que no requerir¨ªa votos republicanos en un Senado dividido en dos partes iguales. Hasta el momento ha habido pocas discrepancias entre los dem¨®cratas sobre las disposiciones del Cr¨¦dito Tributario por Hijos. Sin embargo, el plan de inmigraci¨®n se enfrenta a grandes trabas procesales. Los republicanos han dicho que se opondr¨¢n un¨¢nimemente al paquete entero.
El resultado del debate tendr¨¢ un impacto directo sobre Diego G., de 13 a?os, un sobreviviente que ¨²nicamente pudo salvar un par de Crocs del incendio en la avenida Acushnet. Es el mayor de cuatro hermanos nacidos en Estados Unidos, incluyendo una hermanita nacida en octubre.
Su madre guatemalteca es residente legal con un s¨®cial. Los pagos de ayuda por coronavirus que ella recibi¨® ayudaron a la familia a sobrevivir lo peor de la pandemia sin pasar hambre. El padre vino de Guatemala hace 20 a?os, pero su complejo caso de inmigraci¨®n est¨¢ estancado y no se le ha otorgado un permiso de trabajo. Recientemente, un dolor muscular debilitante, que no fue tratado durante la pandemia, le est¨¢ impidiendo trabajar en la industria pesquera. Ahora la madre de Diego tiene que quedarse en casa cuidando a la beb¨¦, por lo que ambos padres est¨¢n sin trabajo. Los ingresos de su padre hacen mucha falta.
¡°Es bastante dif¨ªcil para m¨ª¡±, mencion¨® Diego. ¡°?l no puede comprarnos ¨²tiles escolares, zapatos, ropa para m¨ª y mis hermanos¡±.
A Diego le preocupa que su padre no pueda proveer las cosas que ¨¦l y sus hermanos necesitan, a pesar de que son ciudadanos estadounidenses como la mayor¨ªa de sus compa?eros de escuela. El ni?o hace una pregunta elemental: ¡°?C¨®mo va a conseguir dinero para nuestra comida?¡±.
Este art¨ªculo se ha publicado en colaboraci¨®n con The Marshall Project, una organizaci¨®n de noticias sin fines de lucro que cubre el sistema de justicia penal de Estados Unidos, y The New Bedford Light.
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