Una ciudad devorada por la Camorra
Marano, al norte de N¨¢poles, ha sido intervenida cuatro veces por infiltraciones mafiosas y hoy atraviesa su peor momento sin luz en unas calles destruidas por la falta de mantenimiento
Marano era tan peque?a entonces que los h¨¦roes y los villanos del pueblo pod¨ªan llevar el mismo apellido y encontrarse a un lado y otro de la acera en una reyerta. Hace justo 40 a?os, el carabiniere Salvatore Nuvoletta fue asesinado a manos de un sicario de la Camorra. Lo orden¨® Antonio Bardellino, jefe de una familia de Casal di Principe que quer¨ªa vengar la muerte de un pariente. Pero para consumarlo, necesitaron el permiso del clan que dirig¨ªa los negocios en Marano, los Nuvole...
Marano era tan peque?a entonces que los h¨¦roes y los villanos del pueblo pod¨ªan llevar el mismo apellido y encontrarse a un lado y otro de la acera en una reyerta. Hace justo 40 a?os, el carabiniere Salvatore Nuvoletta fue asesinado a manos de un sicario de la Camorra. Lo orden¨® Antonio Bardellino, jefe de una familia de Casal di Principe que quer¨ªa vengar la muerte de un pariente. Pero para consumarlo, necesitaron el permiso del clan que dirig¨ªa los negocios en Marano, los Nuvoletta, apellidados igual que el joven agente. A partir de entonces el pueblo se llen¨® de nuevos apellidos que llegaban de N¨¢poles en busca de una casa m¨¢s barata en un lugar tranquilo que creci¨® exponencialmente a lomos de la corrupci¨®n inmobiliaria, el tr¨¢fico de droga y la gesti¨®n fraudulenta de las infraestructuras. Hoy es una masa informe urban¨ªstica de 60.000 habitantes cuyo Ayuntamiento ha sido cuatro veces disuelto por infiltraciones mafiosas ¡ªel r¨¦cord de Italia, superando a Corleone¡ª y sus servicios han colapsado dram¨¢ticamente. Sin luz en las calles ni agua en muchas casas, Marano es el paradigma del poder corrosivo de la mafia en Italia.
La sangre y la familia son la piedra de Rosetta del crimen organizado. Y los Nuvoletta, el clan que domin¨® durante a?os Marano, a nueve kil¨®metros al noroeste de N¨¢poles, son la ¨²nica familia que pudo sentarse en dos mesas distintas del crimen organizado: la del Sistema de la Camorra napolitana y la de la c¨²pula de la Cosa Nostra siciliana. No eran comparsas. Lo hicieron ligados al clan de Corleone y fueron incluso consultados cuando Tot¨® Riina decidi¨® sembrar Italia de bombas para declararle la guerra al Estado. Los Nuvoletta, escandalizados, rechazaron de plano la idea. No era su forma de hacer negocios. Marano, un pueblo en una de las laderas de la colina Camaldoli, crec¨ªa en los a?os noventa a toda velocidad y ellos controlaban todos los negocios de una construcci¨®n hormonada. Siempre con materiales baratos, estafas y contratos incumplidos. El resultado puede verse hoy dando un paseo por sus calles.
La linterna del m¨®vil se ha convertido en uno de los instrumentos m¨¢s ¨²tiles para moverse por la ciudad cuando anochece. El contrato de mantenimiento de las calles no se ha renovado desde el pasado julio, cuando el Ayuntamiento volvi¨® a ser intervenido y tres administradores p¨²blicos tomaron el mando de la ciudad. No hay apenas luz. Y algunas calles tienen agujeros como cr¨¢teres que hay que sortear conduciendo. ¡°Cuando anochece es como si estuvi¨¦ramos en Bagdad¡±, se?ala Mimmo Rosiello, vecino de la ciudad e hist¨®rico periodista de investigaci¨®n que ha denunciado durante a?os la situaci¨®n.
Marano fue en los a?os ochenta el destino preferido de los napolitanos que buscaban una casa mejor a un precio m¨¢s bajo. Un lugar tranquilo, a pocos kil¨®metros de la capital de Campania. Hoy, de hecho, el 80% de sus residentes es de origen napolitano. El p¨¢rroco Ciro Russo fue uno de aquellos ni?os que se mud¨® con su familia y creci¨® aqu¨ª en los a?os ochenta. En el despacho de la parroquia, con una foto del Papa y otra de Maradona a sus espaldas, describe la ca¨ªda en picado de la ciudad. ¡°La decadencia ha sido total, estamos ahora en el punto m¨¢s bajo. El problema es que Marano creci¨® sin control. Construyeron sin orden ni ning¨²n plan, salt¨¢ndose la ley. Ha habido una gran ausencia del Estado¡±, critica. Una gran parte de aquellas viviendas se edificaron sin licencia y sin el rigor legal de un plan urban¨ªstico.
El Ayuntamiento est¨¢ hoy cerrado a cal y canto. Y casi ninguno de sus alcaldes se salva de la quema moral de la historia. El ¨²ltimo gran regidor, Mauro Bertini, se encuentra hoy en arresto domiciliario acusado de favorecer a los clanes para construir la fallida ¨¢rea industrial a comienzos de este siglo. Varias pancartas cuelgan en su fachada: ¡°Basta de degradaci¨®n. No queremos administradores indiferentes. Queremos una ciudad vivible¡±, reza en referencia a los comisarios que la gestionan provisionalmente (ninguno de ellos ha querido responder a las preguntas de este peri¨®dico). Tampoco reciben a activistas y pol¨ªticos como Stefania Fanelli, exconcejal de Sinistra Italiana, que durante a?os ha presentado batalla para que Marano levantase la cabeza. La bancarrota, provocada en parte por el saqueo mafioso, ha generado una p¨¦rdida paulatina del personal, reducido a un tercio de los 300 empleados que deber¨ªa tener. La ciudad contaba con una plantilla de 105 polic¨ªas municipales, pero hoy dispone solo de 23. Las aulas de los colegios no tienen calefacci¨®n, el estadio est¨¢ cerrado desde hace tiempo, as¨ª como el teatro municipal, explica Fanelli tomando un caf¨¦ en la calle principal de la ciudad. Ni siquiera el agua corriente est¨¢ garantizada todo el a?o en todas las casas.
Accionariado popular para coca¨ªna
El Estado se desentendi¨® de Marano durante a?os y los Nuvoletta, luego sustituidos por las familias Polverino y los Orlando, fueron la ¨²nica autoridad vigente. Su sistema lo abarcaba todo. Llegaron a crear un accionariado popular para la compra de coca¨ªna. La DDA (¨®rgano antimafia adscrito a la Fiscal¨ªa) de N¨¢poles, en una investigaci¨®n de 2004, demostr¨® que el clan, a trav¨¦s de intermediarios, permit¨ªa a casi todo el mundo participar en la compra de las partidas de droga. Jubilados, empleados, peque?os empresarios entregaban sus ahorros y parte de su pensi¨®n a supuestos agentes que luego lo invert¨ªan de nuevo en coca¨ªna. Apostar una pensi¨®n de 600 euros en coca significaba recibir el doble al cabo de un mes. Y casi siempre resultaba una buena inversi¨®n, especialmente comparado con los intereses de un banco.
La ciudad era suya. Y los Nuvoletta-Polverino (la evoluci¨®n del clan con otra familia) convirtieron las peluquer¨ªas y los locales de bronceado en fabulosos minoristas de coca¨ªna. Los beneficios de aquel negocio se destinaban despu¨¦s, por medio de hombres de paja, a la compra de inmuebles, hoteles o a cuotas de sociedades de servicios o escuelas. El diputado del Movimiento 5 Estrellas Andrea Caso es vecino de Marano y miembro de la comisi¨®n antimafia. Para ¨¦l, ¡°el problema fue siempre social¡±. ¡°Las inversiones ¨²nicas se hac¨ªan por parte de la Camorra, y el momento en que lleg¨® el Estado para desmontar el sistema se empobreci¨® la ciudad. Y pas¨® porque la pol¨ªtica estaba tambi¨¦n conectada con esas familias. Los parientes estaban en la m¨¢quina del Ayuntamiento¡±.
Los clanes, cuyo ¨²ltimo exponente son hoy los Orlando y los Simeoli, se sirvieron tambi¨¦n de los fondos europeos, tan necesarios en el sur para romper la salvaje brecha provocada por la sangr¨ªa meridional de Italia. Una carretera destruida, cortada y llena de agujeros es el viejo testamento del polo industrial que se intent¨® construir hace 16 a?os. Ninguna Administraci¨®n fue capaz de crear un sistema moderno de alcantarillado: un 60% de las casas descarga en pozos negros o en viejas conducciones que terminan en r¨ªos. El transporte p¨²blico ya no cubre las necesidades de los ciudadanos (los 30 millones de euros para un ambicioso proyecto de un tranv¨ªa desaparecieron).
En Marano los apellidos dicen mucho y, al mismo tiempo, nada. Hoy el cuartel de los carabinieri lleva el nombre de Salvatore Nuvoletta, una rama sana del mismo ¨¢rbol geneal¨®gico que devor¨® la ciudad. Pero Ciro Russo, que se deja la piel ayudando a los necesitados, asegura en su parroquia que ¨¦l no entiende de nombres cuando va a la c¨¢rcel y se encuentra con miembros de los clanes. ¡°Muchas veces la forma de denuncia m¨¢s fuerte es dar amor a quien no se lo merece¡±. Aunque, bien mirado, el problema quiz¨¢ fuera ese durante muchos a?os.
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