Controlar el territorio
La detenci¨®n del jefe Marco di Lauro, buscado desde hace 14 a?os, ha vuelto a situar bajo los focos a uno de los clanes m¨¢s poderosos del mundo
La detenci¨®n del jefe Marco di Lauro, buscado desde hace 14 a?os por la polic¨ªa de medio mundo, ha vuelto a situar bajo los focos a uno de los clanes m¨¢s poderosos del mundo. El clan Di Lauro tiene una estructura compleja y organizada, capaz de mover 15 millones de euros al mes solo en las plazas napolitanas. Son datos de las Fiscal¨ªas antimafia italianas y, si se estudian los movimientos, se comprobar¨¢ que las cifras parecen haberse calculado a la baja. El poder de este clan se basa en la sangre, la de la familia y la que han derramado, pero el valor a?adido del grupo siempre ha sido otro: la capacidad de desaparecer como por arte de magia.
Marco Di Lauro tuvo que asumir la responsabilidad de todo el clan despu¨¦s de la detenci¨®n de su padre y de sus hermanos. No hab¨ªa nacido para jefe, no ten¨ªa inclinaci¨®n por la violencia ni ambici¨®n, y sin embargo, fue precisamente esto, el deseo de una vida sencilla y equilibrada, el motivo que llev¨® a investirlo como l¨ªder. Cuando Paolo Di Lauro, padre de Marco y patriarca del grupo, decidi¨® convertirse en jefe de la que ser¨ªa la estructura de narcotr¨¢fico napolitana m¨¢s importante, literalmente se encerr¨® en casa. Limitaba al m¨ªnimo las salidas, los movimientos, las visitas, los vicios. Como un cenobita, como un pianista que se jura a s¨ª mismo no salir de casa hasta que sea tan h¨¢bil como Mozart. Ten¨ªa que desaparecer de la vista de la gente, volverse irreconocible para los polic¨ªas y para los vecinos. Ser conocido solo por quien deb¨ªa conocerlo.
Fue esta una elecci¨®n que no solo lo hizo cada vez m¨¢s poderoso, mientras sus rivales y hermanos de afiliaci¨®n ca¨ªan en emboscadas o eran detenidos, sino que tambi¨¦n gener¨® en torno a ¨¦l una especie de mito, reforzado adem¨¢s por el hecho de que ten¨ªa 10 hijos varones. El barrio vio en esto un signo, un destino de mando; como en las familias nobles, que cuanto m¨¢s se expand¨ªan m¨¢s hijos necesitaban para ultimar alianzas, los herederos de Paolo Di Lauro crecieron de forma proporcional a su poder. Desaparecen, pero nunca se alejan demasiado de su territorio. No se puede mandar a distancia, porque si decides mandar a distancia, tendr¨¢s que nombrar a un virrey y el virrey, tarde o temprano, querr¨¢ convertirse en rey. Marco Di Lauro ha sido detenido en Chiaiano, un suburbio de N¨¢poles, cerca de su casa. Su padre Paolo hab¨ªa sido capturado a un kil¨®metro de la villa familiar; su hermano Cosimo, el pr¨ªncipe heredero, hab¨ªa sido arrestado en el distrito de Fiori, en el coraz¨®n del feudo del clan; sus hermanos Nunzio y Vincenzo no se hab¨ªan alejado m¨¢s de media hora en coche de Secondigliano. Estaban todos all¨ª, en su casa. El jefe de los Casalesi, Antonio Iovine, y Francesco ¡°Sandokan¡± Schiavone, fueron detenidos en Casal di Principe; Pasquale Condello, el poderoso jefe de la 'Ndrangheta [organizaci¨®n criminal] de la zona de Reggio Calabria, fue encontrado en el distrito de Pellaro de esta ciudad; Bernardo Provenzano en una casa de campo en su Corleone; Giuseppe Morabito se hab¨ªa escondido a unas sesenta millas de Africo; Edoardo Contini en Casavatore, a un par de kil¨®metros de su basti¨®n. Si un jefe no est¨¢ en casa, ya no manda. Por lo general, los fugitivos mafiosos no solo no abandonan su territorio, sino que se esconden precisamente en su municipio de residencia. Est¨¢n exactamente donde ser¨ªa m¨¢s obvio encontrarlos, y sin embargo, desaparecen durante un tiempo infinito, ilocalizables durante a?os.
Marco Di Lauro ha estado huido durante 14 a?os, y probablemente nunca haya dejado N¨¢poles. ?C¨®mo es posible? Nada da m¨¢s seguridad a los jefes que el territorio que controlan. Y acceder a la red de seguridad de un jefe es un trabajo muy dif¨ªcil y complejo: no es suficiente seguir o interceptar. Todo el vecindario o todo el pa¨ªs participan en la protecci¨®n de estos fantasmas, tanto si se esconden en un b¨²nker subterr¨¢neo como en un apartamento. Los Di Lauro optaron por esconderse en casas modestas, a veces como hu¨¦spedes de personas insospechadas. Cosimo estaba en el piso de una anciana discapacitada, Paolo en el peque?o piso de una mujer de 40 a?os sin antecedentes. Marco viv¨ªa con su novia y sus dos gatos en un edificio an¨®nimo. Pero, ?no es arriesgado estar all¨ª donde todo el mundo imagina que est¨¢s? En realidad, no. Controlar el territorio significa conocer y reconocer cualquier cara nueva, significa que los traidores tendr¨¢n que temer no solo por ellos mismos sino por sus familias. Si traicionas en tu pueblo, pagar¨¢ toda tu familia, si no con sangre, con aislamiento, con perjuicio econ¨®mico y social.
Pasquale Condello ¡°u Supremu¡± pudo pasar 18 a?os huido en Reggio Calabria. La guarida de Giuseppe Giorgio ¡°u Capra¡±, fugado durante 23 a?os, se ve¨ªa desde el balc¨®n del cuartel de los Carabinieri de San Luca d¡¯Aspromonte. El territorio participa en su protecci¨®n no solo por temor, sino porque a menudo tener un jefe hegem¨®nico es una ventaja: el jefe fuerte y reconocido por todos es una garant¨ªa de tranquilidad, porque nadie intentar¨¢ sustituirlo con sangrientas peleas. Adem¨¢s, el jefe huido que necesita el silencio del territorio multiplica los regalos y servicios concedidos a la poblaci¨®n local para consolidar el consenso. Para un jefe, estar en el territorio significa poder dar respuestas inmediatas, y las respuestas inmediatas se dan de viva voz, en persona, o por escrito a trav¨¦s de pizzini [papelitos que la Cosa Nostra siciliana usa para las comunicaciones importantes]. El tel¨¦fono es arriesgado y genera una distancia que la voz directa, sin embargo, no contempla; con el tel¨¦fono se advierte, se alude, se delega, mientras que en persona se afirma. Los jefes se esconden en su territorio para estar precisamente donde el Estado est¨¢ ausente o deja entrever su presencia solo de uniforme, en los controles de polic¨ªa, las detenciones, o en alguna obra de caridad y represi¨®n. Si un jefe cae, hay otro listo para reemplazarlo.
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