Isabel II consolida la sucesi¨®n del heredero Carlos de Inglaterra con su gui?o a Camila Parker Bowles
Solo un 14% de los brit¨¢nicos quiere que la duquesa de Cornualles sea reina consorte, llegado el momento
La gran ventaja de la longevidad tanto de Isabel II (95 a?os) como de su reinado (70 a?os) es que a lo largo de tanto tiempo ha podido tomar una decisi¨®n y la contraria, y acabar siempre en el lado correcto de la historia. El deseo expresado por la reina, en un comunicado del Palacio de Buckingham en la noche del s¨¢bado, de que ¡°cuando llegue el momento, Camila sea reconocida como reina consorte¡±, pone punto y aparte ¡ªen las cosas de la monarqu¨ªa nunca hay punto y final¡ª a la ¨²ltima r¨¦mora que pesaba sobre el futuro del heredero, Carlos de Inglaterra.
Conviene incorporar algunas pistas para entender el significado de ese movimiento. La tradici¨®n brit¨¢nica, siempre susceptible de ser reinventada, nunca ha tenido problemas para conceder a la esposa del rey el t¨ªtulo honor¨ªfico de reina consorte. En un sistema que sigue siendo jer¨¢rquico y patriarcal, aunque tambi¨¦n le haya tocado evolucionar, nadie pone en cuesti¨®n d¨®nde reside el poder en la pareja. No ocurre lo mismo cuando se trata de una reina. Por eso Mar¨ªa de Escocia no lleg¨® nunca a resolver el t¨ªtulo apropiado para sus tres maridos; y Ana de Inglaterra solo concedi¨® a su esposo, Jorge de Dinamarca, el ducado de Cumberland.
Como nunca ha dejado de ocurrir en las familias reales, el amor juega a veces como factor de crisis o como motor de cambio. La reina Victoria decidi¨®, echando mano de su propia prerrogativa, que su adorado Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha fuera considerado pr¨ªncipe consorte. Isabel II tom¨® el mismo camino con Felipe de Grecia, m¨¢s tarde Felipe de Edimburgo. ¡°Tuve la fortuna de contar como pareja con el pr¨ªncipe Felipe, que acept¨® llevar consigo el papel de consorte y cumplir sin ego¨ªsmo con los sacrificios que conllevaba¡±, recordaba la reina en su comunicado del s¨¢bado. Y a?ad¨ªa: ¡°Es el mismo papel que vi realizar a mi madre durante el reinado de mi padre [Jorge VI]¡±. Pero la reina madre, Isabel Bowes-Lyon, fue precisamente eso: reina consorte.
Y ese es el t¨ªtulo que, a?os despu¨¦s del envenenamiento que supusieron las infidelidades, pu?aladas, divorcio y guerra en los medios desplegados entre Carlos de Inglaterra y Lady Di, se decidi¨® negar oficialmente a Camila Parker Bowles. Se hab¨ªa convertido en la mujer m¨¢s odiada del Reino Unido, en la causa principal de ruptura ¡ªen el imaginario edulcorado de los tabloides¡ª del matrimonio m¨¢s celebrado por los mon¨¢rquicos. ¡°La intenci¨®n [de Carlos de Inglaterra] es que la Sra. Parker Bowles utilice el t¨ªtulo de Princesa Consorte cuando el pr¨ªncipe acceda al trono¡±, dec¨ªa la nota oficial de Clarence House (como se conoce a la Casa de Carlos de Inglaterra) que anunci¨® finalmente el matrimonio de Carlos y Camila. Era a todas luces una discriminaci¨®n, pero respond¨ªa a la necesidad de avanzar, ante la corte de la opini¨®n p¨²blica, con pies de plomo.
La pareja hab¨ªa ido mostr¨¢ndose junta y en abierto a cuentagotas en los a?os posteriores a la tr¨¢gica muerte en Par¨ªs de Diana de Gales. Pero Camila ten¨ªa por delante la complicada tarea de cambiar la percepci¨®n que de ella ten¨ªa la ciudadan¨ªa brit¨¢nica. La decisi¨®n de que, ¡°cuando llegue el momento¡±, sea reina o princesa consorte depende exclusivamente del futuro rey, Carlos de Inglaterra. Como, contrariamente al convencimiento arraigado, Isabel II podr¨ªa haber nombrado rey consorte a Felipe de Edimburgo. Pero todo ha llegado al punto en el que son la gravitas y auctoritas de una monarca tan querida y respetada como la actual las que pueden finalmente zanjar un debate que ten¨ªa dif¨ªcil salida. La misma Isabel II que, con sus gestos, convirti¨® en paria oficial a la mujer divorciada que hab¨ªa arruinado el matrimonio de su hijo es la que en los ¨²ltimos a?os la ha ido acercando a su lado y mostrado su confianza en la duquesa de Cornualles. Todo es gradual y medido en Buckingham, como el deshielo, para que, cuando ocurra lo que tenga que ocurrir, nadie se sorprenda. As¨ª se entiende que el a?o pasado Isabel II concediera a su nuera la Nobil¨ªsima Orden de la Jarretera, el honor m¨¢s importante concedido por la reina. O que Camila acompa?ara a la monarca y a su hijo en la ¨²ltima ceremonia de apertura de sesiones del Parlamento brit¨¢nico, uno de los momentos m¨¢s solemnes y ceremoniosos del pa¨ªs.
Clarence House public¨® el mismo domingo su respuesta oficial a las palabras de la reina: ¡°Somos profundamente conscientes del honor que representa el deseo de mi madre¡±, afirmaba Carlos de Inglaterra en el comunicado. ¡°Cuando durante este tiempo nos hemos dedicado juntos a servir y apoyar a Su Majestad y a la gente de todas sus comunidades [la Commonwealth o Comunidad de Naciones], mi querida esposa ha sido un apoyo constante¡±. El pr¨ªncipe de Gales usa ya el plural, no mayest¨¢tico sino ¨ªntimo, para definir sus planes presentes y futuros, en los que incluye sin reservas a su esposa, la duquesa de Cornualles. Quien fuera mentor y padrino de facto de Carlos de Inglaterra, su t¨ªo-abuelo lord Mountbatten, le dijo en cierta ocasi¨®n que ¡°en este negocio [se refer¨ªa a la imagen p¨²blica de la monarqu¨ªa] uno no puede permitirse ser una violeta que se marchita¡±.
El heredero al trono ha aprendido con los a?os a conseguir ¡ªcon la ayuda de profesionales de las relaciones p¨²blicas¡ª la complicidad de los medios de comunicaci¨®n. Para ¨¦l y para su esposa. Los ¨²ltimos perfiles dedicados a la duquesa de Cornualles por los peri¨®dicos conservadores retratan a una mujer entra?able, c¨¢lida, con un agudo sentido del humor y volcada en sus actividades filantr¨®picas. Tambi¨¦n revelan ¡ªlo hac¨ªa este lunes el Daily Mail¡ª que el deseo expresado por Isabel II es en realidad la guinda de un plan que llevaba a?os en marcha. En la revisi¨®n que, cada cierto tiempo, se hace de los planes previstos para grandes acontecimientos, ya se contemplaba el t¨ªtulo futuro de Camila. Cuando llegue la ceremonia de coronaci¨®n de ?Carlos III? (el nombre con que reinar¨¢ sigue siendo un misterio), el heredero ya expres¨® hace unos a?os su deseo de que su esposa tambi¨¦n sea coronada simb¨®licamente como reina consorte.
Los ciudadanos brit¨¢nicos siguen muy firmes en su empe?o de poner l¨ªmites a la esposa de Carlos de Inglaterra. El ¨²ltimo sondeo de la empresa YouGov sobre el asunto, del pasado 15 de noviembre, a¨²n refleja que tan solo una minor¨ªa (14%) de ellos querr¨ªa que tuviera el t¨ªtulo de reina consorte. Un 42% insiste en que sea solo princesa. La celebraci¨®n del Jubileo de Platino de Isabel II ha sido el momento escogido para que la reina d¨¦ un ¨²ltimo impulso al asunto, y lo zanje, aunque sea a contracorriente de esa mayor¨ªa difusa de la opini¨®n p¨²blica. Aunque la clave de que esta vez va en serio la desvelaba tambi¨¦n el Daily Mail: la reina, seg¨²n el tabloide, quiere regalar a su nuera la corona que lleva el diamante de Koh-i-Noor. 108 quilates. En su d¨ªa, de los m¨¢s grandes del mundo. Originario de Andrah Pradesh, en la India. La misma que llev¨® la esposa de Jorge VI en su coronaci¨®n, en 1937. Para que quede claro que, cuando se trata de asuntos de la realeza, tambi¨¦n un diamante es para siempre.
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