Biden avanza en su cruzada sindical y sit¨²a al Gobierno como modelo de buenas pr¨¢cticas
El presidente de EE UU adopta las primeras medidas para impulsar la organizaci¨®n laboral y la negociaci¨®n colectiva en la Administraci¨®n y las empresas contratistas
Los obst¨¢culos que una conocida cadena de cafeter¨ªas est¨¢ poniendo al intento de sindicarse del personal de uno de sus locales, en Memphis, pueden tener las horas contadas. La empresa ha despedido a los implicados en la movilizaci¨®n, alegando violaci¨®n de normas corporativas. Los afectados acusan a la compa?¨ªa de represalias. El conflicto no es el primero, ni ser¨¢ el ¨²ltimo, solo una gota de agua m¨¢s en la caldera en ebullici¨®n del mercado laboral en Estados Unidos. La pandemia ha puesto las cartas boca arriba: los trabajadores han tomado conciencia de su fuerza ¡ª...
Los obst¨¢culos que una conocida cadena de cafeter¨ªas est¨¢ poniendo al intento de sindicarse del personal de uno de sus locales, en Memphis, pueden tener las horas contadas. La empresa ha despedido a los implicados en la movilizaci¨®n, alegando violaci¨®n de normas corporativas. Los afectados acusan a la compa?¨ªa de represalias. El conflicto no es el primero, ni ser¨¢ el ¨²ltimo, solo una gota de agua m¨¢s en la caldera en ebullici¨®n del mercado laboral en Estados Unidos. La pandemia ha puesto las cartas boca arriba: los trabajadores han tomado conciencia de su fuerza ¡ªde lo valiosos que resultan en un mercado con m¨¢s oferta de empleo que demanda¡ª, y el sindicalismo resurge de sus cenizas.
Nadie m¨¢s decisivo que Joe Biden, presidente de EE UU, para respaldar el creciente movimiento sindical, que estaba de capa ca¨ªda desde los a?os ochenta: la tasa de afiliaci¨®n, del 10,3% en 2021, supone la mitad que entonces, unos cuatro millones de miembros menos. Este lunes, el mandatario dem¨®crata, el m¨¢s af¨ªn a los trabajadores desde Franklin Delano Roosevelt si no el m¨¢s sindicalista de la historia, recibi¨® las conclusiones de un grupo de trabajo de alto nivel, creado por orden ejecutiva suya en abril pasado, con 70 recomendaciones para impulsar la organizaci¨®n de los trabajadores y la negociaci¨®n colectiva.
Bajo la direcci¨®n de la vicepresidenta, Kamala Harris, y del titular del Departamento de Trabajo, Martin Walsh, el grupo de expertos, entre los que figuran 13 miembros del Gabinete, ha estudiado junto con agencias del Gobierno y los principales sindicatos del pa¨ªs los pasos a dar para fortalecer el m¨²sculo sindical. La idea b¨¢sica es hacer del Gobierno federal ¡°un empresario modelo¡±, algo revolucionario en un pa¨ªs con una desconfianza tan palpable hacia el papel del Estado y, a la vez, con tantos niveles de Administraci¨®n (local, estatal y federal). Biden firm¨® la semana pasada una orden ejecutiva que exige acuerdos salariales entre sindicatos y empresas adjudicatarias de contratos de construcci¨®n federales por valor de m¨¢s de 35 millones de d¨®lares (algo m¨¢s de 30 millones de euros).
El dem¨®crata no iba de farol cuando en la campa?a electoral dirigi¨® repetidos gui?os a los que califica de ¡°espina dorsal de la clase media¡±. Lo repite cada vez que tiene ocasi¨®n, como este martes, cuando reiter¨® su apoyo a ¡°los trabajadores estadounidenses: esos que construyeron la clase media, con buenos salarios y beneficios y el derecho a organizarse¡±. Una de sus principales apuestas, la PRO Act (siglas en ingl¨¦s de Ley que protege el derecho a organizarse), est¨¢ atascada desde la primavera pasada en el Congreso. La norma actualizar¨¢ la legislaci¨®n vigente, que permite a las empresas, entre otras cosas, ¡°reemplazar permanentemente¡± ¡ªn¨®tese el eufemismo¡ª a los trabajadores huelguistas para zanjar cualquier protesta.
Apoyo de los sindicatos
Los principales sindicatos del pa¨ªs han saludado con entusiasmo las conclusiones del grupo de trabajo, a las que seguir¨¢, en un plazo de seis meses, un informe sobre la implementaci¨®n de las medidas. Por parte de Biden, no es un brindis al sol. En puertas de unas elecciones decisivas, las de medio mandato, en noviembre, Biden necesita granjearse todo apoyo posible, y los trabajadores ¡ªespecialmente los obreros m¨¢s afectados por la Gran Recesi¨®n de 2008 y, ahora, por la pandemia¡ª son un vivero de votos clave. Lo fueron en la victoria de Donald Trump en 2016.
Los sindicatos est¨¢n decididamente de parte de Biden. ¡°Este informe sin precedentes reconoce el papel fundamental que desempe?an los sindicatos en la forja de una econom¨ªa m¨¢s justa. Al tomar medidas para dar a m¨¢s trabajadores el derecho a organizarse y negociar colectivamente, la Administraci¨®n est¨¢ demostrando una vez m¨¢s que est¨¢ comprometida a usar su poder para apoyar a los sindicatos¡±, valora en un comunicado Liz Shuler, presidenta de AFL-CIO, la mayor central de Estados Unidos y Canad¨¢, que agrupa a 57 sindicatos sectoriales y representa a 12,5 millones de trabajadores. ¡°Estamos comprometidos a trabajar con la Administraci¨®n para implementar estas recomendaciones, y esperamos el pr¨®ximo informe del grupo de trabajo en seis meses¡±. Un periodo de descuento hacia la importante cita electoral de noviembre.
¡°Esto podr¨ªa cambiar las reglas del juego, tener en cuenta el poder del Gobierno federal y c¨®mo se pueden utilizar sus pr¨¢cticas para promover la organizaci¨®n de los trabajadores¡±, abunda Shuler. Esa es precisamente la intenci¨®n de la Casa Blanca: que el ejemplo cale en el sector privado, mucho m¨¢s reticente a la actividad sindical. Entre las recomendaciones del grupo de expertos, figura facilitar la sindicaci¨®n de los trabajadores federales, pero tambi¨¦n de los empleados de empresas contratistas de la Administraci¨®n, o facilitar el acceso de los organizadores sindicales a los empleados dentro de instalaciones gubernamentales, lo que no siempre sucede en la actualidad.
Empresas con normas laborales respetuosas con los derechos de los trabajadores puntuar¨¢n m¨¢s a la hora de conseguir adjudicaciones. Una especie de discriminaci¨®n positiva que actualmente existe justo al rev¨¦s: seg¨²n la legislaci¨®n vigente, el Gobierno no puede negar contratos a empresas hostiles a los sindicatos. Solo si considera que esa animadversi¨®n, y las consecuencias laborales derivadas de ello ¡ªconflictos, huelgas o protestas¡ª, puede retrasar sustancialmente la provisi¨®n de bienes o servicios importantes, podr¨ªa descartar a dicha firma en el concurso de adjudicaci¨®n. La idea es que el dinero que el Gobierno paga a empresas por bienes y servicios no acabe us¨¢ndose en pr¨¢cticas antisindicales.
¡°Propuestas de sentido com¨²n como estas, como aprovechar el poder de las oficinas federales para ayudar a los trabajadores a conocer mejor sus derechos y la coordinaci¨®n entre agencias para hacer cumplir las leyes laborales existentes, ayudar¨¢n a restablecer el equilibrio de poder y allanar¨¢n el camino para que los trabajadores obtengan mejores salarios y condiciones de trabajo y jubilaciones m¨¢s seguras¡±, sostiene en un comunicado Tom Conway, presidente de United Steelworkers, con 1,2 millones de afiliados.
Una premisa clave del grupo de expertos fue que la Ley Nacional de Relaciones Laborales, de 1935 y que protege los derechos laborales federales, fomenta expl¨ªcitamente la negociaci¨®n colectiva y, sin embargo, seg¨²n la Casa Blanca de Biden, ninguna Administraci¨®n anterior ha explorado formas de hacerlo sistem¨¢ticamente. Los ecos del New Deal de Roosevelt, la serie de programas y acciones para superar los estragos de la Gran Depresi¨®n, vuelven a resonar con fuerza en la cruzada sindical de Joe Biden.
De obreros a universitarios
Mientras en un almacén de Amazon en Bessemer (Alabama) se recuentan los votos de la segunda votación para formar un sindicato -la primera, que en abril rechazó la propuesta de los trabajadores, fue declarada nula por la Junta de Relaciones Laborales por “injerencia de la empresa en el proceso”-, la movilización laboral en distintos sectores adquiere velocidad: no son solo los trabajadores de cuello azul (los obreros), también profesionales liberales y titulados universitarios, quienes demandan más derechos y mejores condiciones.
El personal laboral del Congreso presentó la semana pasada su iniciativa, que pese a contar con el apoyo explícito de Biden debe ser aprobada por una resolución de la Cámara de Representantes, previsiblemente esta misma semana. La fiebre sindical llega también a las redacciones de conocidos diarios, con una quincena de iniciativas en 2021 entre las que se cuentan las del New York Times y la delegación en EE UU del británico Financial Times. También los profesores ayudantes en numerosas universidades, como Columbia, Harvard, Boston, Cornell o Illinois, reclaman derechos y mejores contraprestaciones.
La cadena de cafeterías con presencia internacional que este martes despidió a varios empleados en Memphis, apenas puede contener el empuje del resto. De sus 9.000 locales en el país, ya han presentado solicitud de sindicalizarse trabajadores en 50 localidades de 19 Estados del país; los pioneros fueron los baristas de una cafetería de Buffalo, en diciembre. En Nueva York, los repartidores de comida a domicilio -los deliveristas, en espanglish- disfrutan desde enero de los primeros derechos laborales, entre ellos poder usar el baño de los restaurantes a los que sirven, gracias al respaldo formal del Ayuntamiento a su movilización. Un ejemplo del decisivo papel que la Administración puede desempeñar en la primavera sindical de EE UU.
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