La l¨ªder de las Pussy Riot huye de Mosc¨² disfrazada de repartidora: ¡°Putin no me da miedo. No es nadie¡±
Maria Ali¨®jina, integrante del grupo punk en busca y captura, asegura a EL PA?S desde Islandia que el presidente ha arruinado a Rusia, y acusa a Occidente de comerciar durante a?os con el pa¨ªs sin preocuparse de los derechos humanos
Se disfraz¨® de repartidora de comida para sortear a la polic¨ªa de Mosc¨², que la ten¨ªa vigilada en arresto domiciliario, y sali¨® de Rusia. Maria Ali¨®jina ¡ªm¨¢s conocida como Masha¡ª descuelga el tel¨¦fono en alg¨²n lugar de Islandia para hablar con EL PA?S a trav¨¦s de Telegram, la red m¨¢s encriptada. Ali¨®jina, miembro del colectivo Pussy Riot, la banda punk que desde 2011 desaf¨ªa al Gobierno de Vlad¨ªmir Putin, teme que las autoridades rusas la localicen. ¡°Me arrestaron tres d¨ªas despu¨¦s de que comenzara la guerra con Ucrania. Estuve en un campo de trabajo otra vez. Cuando me soltaron, mis amigos o se hab¨ªan ido de Rusia o estaban en la c¨¢rcel. Aqu¨ª es todo siempre as¨ª de complicado y est¨²pido¡±, dice. Da un sorbo a una bebida y contin¨²a. ¡°Me han quitado el pasaporte. Estoy aqu¨ª gracias a la solidaridad de otros artistas que me han ayudado a escapar de Rusia. Las Pussy Riot existimos por esa solidaridad, con la que construiremos algo m¨¢s fuerte que las armas¡±, a?ade.
Para Ali¨®jina (Mosc¨², 33 a?os) nada ha vuelto a ser lo que era desde aquel 17 de agosto de 2012 en que las Pussy Riot irrumpieron en la catedral de Cristo Salvador de Mosc¨² ataviadas con pasamonta?as de colores para pedirle a la Madre de Dios que librara al mundo de Putin. La actuaci¨®n, que acab¨® convertida en performance punk y en el acto de activismo m¨¢s efectivo contra el Gobierno ruso hasta la fecha, incomod¨® a Putin y tambi¨¦n, seg¨²n asegura, a Occidente, ¡°que segu¨ªa vendiendo armas a Rusia, y compr¨¢ndole gas, sin preguntarse qu¨¦ ocurr¨ªa con los derechos humanos de los rusos¡±, sentencia. ¡°De repente, con Ucrania, es como si hubieran abierto los ojos. Y est¨¢n haciendo cosas. Lo m¨¢s efectivo es el embargo del gas, y el de las propiedades de oligarcas. Ah¨ª deber¨ªan ser m¨¢s severos¡±, apunta.
Tras esa actuaci¨®n de 2012, fue sentenciada a dos a?os de prisi¨®n por vandalismo, su pena m¨¢s larga, y puesta en libertad en diciembre de 2013. Ali¨®jina califica su paso por la c¨¢rcel como un gulag en el que hac¨ªa trabajos forzados ¡°durante 12 horas al d¨ªa¡±. Despu¨¦s ser¨ªa arrestada en numerosas ocasiones por su activismo. En abril, tras protestar contra la ofensiva del Kremlin en Ucrania, un tribunal sustituy¨® su arresto domiciliario por 21 d¨ªas en un centro penitenciario.
La llamada se corta. ?Cree que la est¨¢n escuchando? ¡°No lo s¨¦ y no me importa. Putin no me da miedo. No es nadie. Solo es un tipo que ha ocupado la presidencia en Rusia y ha construido un Estado totalitario fingiendo ser un nuevo Stalin que lucha contra los nazis. No es peligroso. Son peligrosas las cosas de las que dispone. Las bombas at¨®micas, los misiles. Pero ¨¦l no es nadie. No ha hecho otra cosa que arruinar el pa¨ªs. En 22 a?os, no ha construido nada. Y el resto del mundo lo sabe. Y si pasas en Rusia el tiempo suficiente y ves c¨®mo funciona desde dentro, te das cuenta de que no hay nada m¨¢s est¨²pido. Por eso no le tienes miedo. A nadie le da miedo ya, es rid¨ªculo¡±, responde. Lo que da miedo es lo que pasa en Ucrania, a?ade. Por eso las Pussy Riot se han arriesgado a salir de gira.
Al¨®jina ha pasado una odisea de m¨¢s de una semana en la que cruz¨® Bielorrusia a escondidas hasta llegar a Lituania. Antes de su huida, estaba a la espera de cumplir una de sus innumerables condenas por su activismo contra el Gobierno, esta vez de 21 d¨ªas en un centro penitenciario, informa desde Mosc¨² Javier G. Cuesta. Seg¨²n cont¨® al diario The New York Times, los vigilantes bielorrusos la retuvieron seis horas en su primer intento de cruzar la frontera antes de devolverla a Rusia. Al tercero lo logr¨®, y dentro del pa¨ªs le entregaron un documento de viaje que le facilit¨® la llegada a un pa¨ªs europeo gracias a la mediaci¨®n del artista island¨¦s Ragnar Kjartansson.
El espect¨¢culo que presenta, Riot Days, llegar¨¢ en junio a Espa?a (el 1 de junio a Barcelona; el 2, a Zaragoza, y el 4, a Madrid). El precio de las entradas lo decidir¨¢ cada asistente. La idea es seguir ¡°abriendo los ojos¡± al mundo sobre lo que est¨¢ haciendo Putin, ¡°ese man¨ªaco enfermo¡±, en Rusia y en Ucrania. ¡°Est¨¢ perdiendo m¨¢s de lo que cre¨ªa que pod¨ªa llegar a perder. Pero como es un man¨ªaco es impredecible. Y por eso esta nueva Guerra Fr¨ªa es tan peligrosa. Es mucho m¨¢s seria y peligrosa que la primera. Porque Putin est¨¢ loco¡±, dice.
El espect¨¢culo es una adaptaci¨®n teatral de Riot Days, el libro en el que Ali¨®jina denunci¨® el maltrato de las mujeres en las c¨¢rceles rusas. ¡°Es brutal lo que est¨¢ pasando con el feminismo en todo el mundo, menos en Rusia. Rusia es dist¨®pica. Ni siquiera tiene una ley contra la violencia machista. Si te pego un pu?etazo en la calle, seguro que acabo en la c¨¢rcel. Pero si en casa te pega tu marido, le pondr¨¢n una multa de 50 euros y listo. Y si te violan, la culpa la habr¨¢s tenido t¨² por vestir como lo hac¨ªas. El feminismo, incluso como palabra, es un enemigo de Estado en Rusia. Se le asocia con Occidente, y el Mal¡±, apunta.
Desde que lleg¨® a Islandia, Ali¨®jina ha continuado con su activismo, en manifestaciones frente al Consulado ruso en Reikiavik y ha utilizado la estructura de artistas solidarios para acoger a otras personas que quieran abandonar Rusia. Ella presenta esta experiencia como una parada, porque su objetivo es volver a su pa¨ªs y seguir luchando contra el presidente Putin desde el arte combativo.
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