El alcalde ucranio que lucha desde el destierro por los vecinos de la central nuclear de Zaporiyia
Dmitro Orlov, primer edil de la asediada ciudad de Energodar, tuvo que huir de la ocupaci¨®n rusa, que ahora ha impuesto nuevas autoridades en medio de la desbandada de la mitad de sus 53.000 habitantes
Pese al repliegue del Kremlin de los ¨²ltimos d¨ªas en el este de Ucrania, la guerra mantiene bajo botas rusas a una parte importante del pa¨ªs. M¨¢s del 20% del territorio nacional ha llegado a estar ocupado. Las localidades de esas zonas se hallan bajo una doble administraci¨®n. Por un lado, los cargos leg¨ªtimos, que tratan de mantener sus funciones, en muchos casos desplazados f¨ªsicamente de su demarcaci¨®n. Por otro, los invasores, que eligen a sus nuevos cargos como parte del aparato de ocupaci¨®n.
Hay plazas que, por su importancia estrat¨¦gica, concitan de manera especial la atenci¨®n no solo de las partes en conflicto sino de todo el mundo. Es el caso de Energodar, municipio en el que se levanta la central nuclear de Zaporiyia, la m¨¢s grande de Europa y bajo constantes bombardeos. Los rusos se hicieron fuertes en ella una vez superada la primera semana de guerra tras la invasi¨®n puesta en marcha el 24 de febrero. Desde entonces, la vida de Dmitro Orlov, el alcalde, cambi¨® radicalmente al tener que ejercer su cargo en la distancia, pues tuvo que huir en marzo.
Energodar y la central conforman un enclave cr¨ªtico en el devenir del conflicto. Ambas partes consideran esas instalaciones esenciales para sus intereses. Para tratar de frenar las hostilidades, la ONU ha conseguido enviar a dos observadores de la Organizaci¨®n Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica (OIEA) para que permanezcan dentro de las instalaciones de la planta. Naciones Unidas reclama adem¨¢s el fin de las hostilidades y que se declare una zona de seguridad que evite el actual peligro de desastre nuclear.
Orlov, de 37 a?os, no se muestra especialmente optimista. ¡°Es bueno, pero los resultados no son realmente satisfactorios para m¨ª¡±, lamenta, deseoso, en primer lugar, del fin de los choques armados. El primer edil de Energodar pensaba que se iba a conseguir la ¡°desmilitarizaci¨®n¡± de la zona.
De nada sirvi¨® que, como en otras ciudades, los habitantes de Energodar se pusieran delante de los rusos como ¡°escudos humanos¡±, explica Orlov en una entrevista con EL PA?S en la ciudad de Zaporiyia, la capital regional, el pasado 5 de septiembre. Su funci¨®n como primer edil se centra ahora en gestionar el flujo de desplazados ¨Dcalcula que la mitad de los 53.000 que viv¨ªan all¨ª antes de la ocupaci¨®n han salido¨D y organizar la asistencia humanitaria.
¡°Nuestro trabajo ha cambiado totalmente¡±, se?ala sin querer olvidar a los que todav¨ªa permanecen dentro, ni tampoco descuidar ocupaciones cotidianas de lo que era su d¨ªa a d¨ªa hasta el 24 de febrero. ¡°Nuestra tarea tambi¨¦n es mantener y financiar las instituciones, as¨ª como seguir con los servicios presupuestarios y comunales que quedan en la ciudad¡±, a?ade. Cuenta que una dificultad a?adida en estas ¨²ltimas semanas es el problema que encuentran en las conexiones por internet.
Como era objetivo prioritario de los rusos, todo sucedi¨® muy pronto en Energodar y la central. ¡°A partir del 3 o 4 de marzo, qued¨® ocupada. Antes de que esto sucediera, los vecinos se plantaron ante los soldados y tanques rusos sin nada, solo con las banderas para no dejarlos entrar¡±, comenta el primer edil en el edificio universitario de Zaporiyia, que ahora hace las veces de improvisado Ayuntamiento en el destierro. Una pancarta amarilla y azul, los colores de la bandera nacional, preside la fachada: ¡°Energodar es Ucrania¡±.
Desde esos primeros d¨ªas de marzo, cuenta Orlov, las autoridades rusas ya han nombrado a tres alcaldes diferentes. El primero, el ¨²nico al que Orlov conoc¨ªa, fue un exdiputado local que milita en un partido prorruso; el segundo, una persona llegada de fuera y, el tercero, un cargo tra¨ªdo desde la pen¨ªnsula de Crimea, territorio ucranio que Rusia mantiene bajo ocupaci¨®n ilegal desde 2014.
El edil conversa con el reportero al tiempo que atiende llamadas con informaci¨®n de ¨²ltima hora y con gestiones para llegar a tiempo a abrir un centro de ayuda en el mismo edificio universitario en el que se encuentra. Asegura que los controles de carretera que realizan las tropas rusas dificultan mucho la entrega de ayuda humanitaria a la poblaci¨®n que se ha quedado dentro. La idea, comenta el alcalde, es, al menos, centralizar el reparto de alimentos y productos b¨¢sicos, asistencia m¨¦dica e incluso la educaci¨®n de los que van escapando de Energodar, en la orilla oriental del r¨ªo Dni¨¦per.
Esa mitad de la poblaci¨®n que se ha quedado dentro convive con los constantes ataques que tienen como escenario la ciudad y los alrededores de la planta nuclear desde que comenz¨® la invasi¨®n. La localidad ha estado varias veces sin suministro de agua y luz por los bombardeos. ¡°No tenemos datos sobre cu¨¢ntos de ellos aprueban la ocupaci¨®n¡±, responde serio el primer edil al ser preguntado por si parte de los ciudadanos de Energodar son prorrusos. Y zanja: ¡°Los ocupantes rusos torturan a los vecinos, los matan, violan a los ni?os y las mujeres, saquean las pertenencias de sus apartamentos y se llevan los autom¨®viles¡±.
Orlov se muestra preocupado tambi¨¦n por los trabajadores de la planta, que es el mismo personal local que operaba antes de la ocupaci¨®n y que ahora est¨¢n bajo las ¨®rdenes de los rusos. A ellos les lanza un ¨²ltimo mensaje: ¡°Me gustar¨ªa que no se preocuparan por sus casas y familias. Quiero que piensen en la seguridad de la estaci¨®n, por eso, la desmilitarizaci¨®n del ¨¢rea es tan importante¡±.
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