Pastillas de yodo y planes de emergencia: los vecinos de Zaporiyia se preparan ante un posible desastre nuclear
En medio de los combates y con el accidente de Chern¨®bil en la memoria, la poblaci¨®n que vive cerca de la central aprende a convivir con el riesgo
No hay que descartar lo peor, una nueva cat¨¢strofe nuclear en Ucrania. Lo advierte de forma insistente la ONU en medio de la actual guerra. Por eso, las autoridades se preparan alrededor de la central nuclear de Zaporiyia, en el sureste del pa¨ªs. Es la m¨¢s grande de Europa y escenario desde la invasi¨®n rusa en febrero de intensos combates. El objetivo principal es salvaguardar a la poblaci¨®n m¨¢s vulnerable, la que habita en un radio de 50 kil¨®metros en torno a estas instalaciones. Para ello se ha puesto en marcha un mecanismo de adiestramiento, informaci¨®n y salvaguarda que incluye el reparto de pastillas de yodo, que ayudan a combatir los da?os de radiaci¨®n en el cuerpo en caso de desastre nuclear. Alexander, de 62 a?os, sostiene entre sus dedos las cuatro que acaba de recoger junto a las instrucciones de uso en Tomakivka, una poblaci¨®n a 35 kil¨®metros en l¨ªnea recta de la planta. ¡°Las llevo para mis nietos, porque, a mi edad, ya no creo que me vayan a hacer mucho¡±, explica con cierta indiferencia antes de abandonar las oficinas municipales.
Ucrania mantiene muy fresco todav¨ªa el recuerdo del desastre nuclear de Chern¨®bil en 1986. Inmersos en el conflicto de hoy, las autoridades han aprendido la lecci¨®n de aquel accidente y del que tuvo lugar en Fukushima (Jap¨®n) en 2011, seg¨²n explica Taras Tishchenko, responsable regional en Zaporiyia del Ministerio de Sanidad ucranio. Pero la situaci¨®n es de extrema gravedad y el riesgo de accidente ha aumentado ¡°significativamente¡±, alert¨® el viernes Rafael Grossi, director del Organismo Internacional de Energ¨ªa At¨®mica (OIEA), dependiente de la ONU. El siniestro de Chern¨®bil fue imprevisto y, ahora, Kiev lleva meses abonando el terreno por si algo similar ocurre.
La guerra ha hecho que la rutina de los ¨²ltimos a?os haya saltado por los aires en el laboratorio de Zaporiyia que se encarga de medir los niveles de radiaci¨®n. Antes, lo hac¨ªan una vez al d¨ªa; ahora, cada dos horas, explica Tishchenko. Los resultados obtenidos se comparten con el Gobierno y las autoridades regionales. ¡°Estamos preparados para cualquier acontecimiento y para tomar las medidas necesarias¡±, afirma sin ocultar, al mismo tiempo, que la incertidumbre es un lastre, pues ¡°la poblaci¨®n est¨¢ preocupada por no saber qu¨¦ pasar¨¢¡±. Los servicios de emergencia y los sanitarios est¨¢n en alerta y, de manera cotidiana, funcionan los avisos directos a la poblaci¨®n, incluso a trav¨¦s de las redes sociales.
Las autoridades saben, por la direcci¨®n hacia la que suele soplar el viento, que la nube radiactiva viajar¨ªa por el aire casi con toda probabilidad hacia el oeste, es decir, hacia las regiones de Jers¨®n y Odesa y, despu¨¦s, a la frontera con Moldavia.
La visita a las instalaciones del laboratorio de Zaporiyia, que parecen ancladas en el tiempo, supone un viaje al pasado. Los ¨ªndices excesivos de radicaci¨®n pueden detectarse en el terreno, el aire o la comida, detalla la doctora Liuvob Lemeshko, de 60 a?os, que trabaja aqu¨ª desde hace m¨¢s de un cuarto de siglo. El cient¨ªfico Mijailo Kostianetski, especialista en higiene radiactiva, recuerda bien a sus 74 a?os la tragedia nuclear de Chern¨®bil, cinco a?os antes de que Ucrania se desgajara de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. ?l fue uno de los liquidadores que, durante una decena de d¨ªas, estuvo realizando labores de limpieza entre los restos contaminados de la planta, que se ubica a 150 kil¨®metros al norte de Kiev, la capital.
El doctor Kostianetski explica en tono tranquilizador que Zaporiyia, donde trabaja desde 1973, est¨¢ ¡°m¨¢s protegida, los reactores son m¨¢s modernos y la c¨²pula que los cubre es m¨¢s s¨®lida¡±. ¡°No es f¨¢cil destruirla por una explosi¨®n, por lo que la radiaci¨®n tiene mucho m¨¢s complicado salir¡±, a?ade al tiempo que recuerda que est¨¢ mejor preparada frente a tsunamis y otras cat¨¢strofes naturales. Gir¨¢ndose sobre su bata blanca, el especialista muestra en su despacho las tres obras que ha escrito en los ¨²ltimos a?os y que relacionan su trabajo en el laboratorio de Zaporiyia con lo sucedido en Chern¨®bil. Preguntado por si la radiaci¨®n caus¨® mella en su salud, responde entre risas que se encuentra perfectamente. En un tono m¨¢s pr¨®ximo a la alarma reinante, Taras Tishchenko se?ala tambi¨¦n que la situaci¨®n que vive hoy Ucrania es ¡°totalmente diferente¡± a Chern¨®bil. ¡°Ahora tenemos a los militares rusos, que no cumplen con las leyes internacionales y ubican sus equipos y a su gente junto a los reactores, amenazando al mundo con explotarlos. Es sin duda terrorismo nuclear¡±, concluye el responsable regional de Sanidad.
Una explosi¨®n en la central de Zaporiyia podr¨ªa liberar a la atm¨®sfera yodo radiactivo, que multiplica el riesgo de c¨¢ncer de tiroides, algo que ya ocurri¨® en Chern¨®bil. Las pastillas que est¨¢n repartiendo entre la poblaci¨®n y que se han de consumir una sola vez ¨²nicamente en caso de accidente, ayudan a impedir la concentraci¨®n excesiva de yodo en la gl¨¢ndula tiroides mediante su expulsi¨®n por la orina. ¡°El yoduro de potasio se toma como profilaxis, una dosis de 125 miligramos, suficiente para que la tiroides no absorba el yodo¡±, explica el responsable regional del Ministerio de Sanidad. Se ingiere, y, a continuaci¨®n, hay que colocarse la mascarilla y permanecer dentro de los edificios, con ventanas y puertas cerradas y el aire acondicionado apagado. Recomiendan disponer de alimentos y agua para varios d¨ªas. Seguidamente, hay que esperar a que el Gobierno informe acerca de los niveles de contaminaci¨®n y las posibles rutas de evacuaci¨®n.
El OIEA considera que la situaci¨®n en Ucrania es ¡°insostenible¡±, pide el fin de los combates en esta zona sensible y reclama el establecimiento ¡°urgente¡± de una zona de seguridad en torno a la central de Zaporiyia, seg¨²n un informe que public¨® el martes tras una misi¨®n a las instalaciones a primeros de mes. All¨ª dentro quedaron dos de sus inspectores, codo con codo con los empleados locales que siguen trabajando bajo supervisi¨®n de los ocupantes del Kremlin. Tanto rusos, que ocupan la planta con hombres y armamento, como ucranios se acusan mutuamente en medio de los ataques de poner en peligro a los habitantes. Sin repartir culpas, el OIEA denuncia que se trata de una guerra ¡°sin precedentes¡±, pues es la primera vez que un conflicto armado tiene como escenario una planta nuclear y sus consecuencias son una amenaza m¨¢s all¨¢ de las fronteras ucranias.
Todo ello ha disparado el miedo en la regi¨®n de Zaporiyia. De ello son conscientes los miembros de la comisi¨®n de evacuaci¨®n de Tomakivka, con una poblaci¨®n de 7.500 habitantes, a los que ahora se suman 1.500 refugiados por la guerra. Lo explica Tamara Sherbiak, de 58 a?os, que lidera este organismo que existe desde hace cinco a?os y que se cre¨® en caso de que hubiera alg¨²n problema en la central. Muchos de esos nuevos vecinos han llegado desde localidades de alrededor de las instalaciones salpicadas por los ataques entre los dos ej¨¦rcitos. ¡°Aunque tengamos las pastillas de yodo, estamos preocupados¡±, declara Yana, de 29 a?os, que se enter¨® del reparto a trav¨¦s de la red social Telegram.
El mando del ej¨¦rcito de Ucrania no ha permitido a EL PA?S acceder esta semana a Nikopol. Esta localidad se halla situada justo enfrente de la central, separada solo por cuatro kil¨®metros de ancho del r¨ªo Dni¨¦per, y es objeto constante de ataques rusos. Adem¨¢s de en Nikopol y Tomakivka, controladas por las autoridades ucranias, las pastillas se est¨¢n repartiendo en otras localidades bajo ocupaci¨®n rusa como Vasilivka, Kamianka-Dniprovska o Energodar, municipio donde se ubica la central de Zaporiyia, en la orilla oriental del r¨ªo Dni¨¦per. Desde primeros de marzo, con el objetivo de controlar la planta, una infraestructura cr¨ªtica y estrat¨¦gica en la invasi¨®n ordenada por Mosc¨², los militares rusos tomaron Energodar.
De all¨ª logr¨® escapar el pasado 2 de septiembre Pavlo, de 69 a?os, que ahora es uno de los nuevos desplazados de Tomakivka. ¡°Me dejaron salir por la visita de la ONU. Antes, la gente ha estado esperando hasta 10 y 12 d¨ªas para irse¡±, explica para referirse a que los rusos han tenido cierta manga ancha coincidiendo con la misi¨®n del OIEA a la hora de dejar abandonar la localidad a vecinos que quer¨ªan marcharse. ¡°Hay muchos bombardeos en Energodar. Cuando disparan los ucranios, los tiros son precisos y caen espec¨ªficamente en los equipos militares. Pero cuando disparan los rusos, lo hacen aleatoriamente y se queman las casas. Cada noche hab¨ªa bombardeos cerca de m¨ª¡±, a?ade el hombre dibujando con aspavientos en el aire el movimiento de los proyectiles.
Fuera, en la plaza de Tomakivka, la visi¨®n del conflicto que ofrecen Zinaida, de 75 a?os, y su cu?ada, Vera, de 80, es m¨¢s amplia. El n¨²mero de mujeres j¨®venes que la guerra est¨¢ dejando viudas les recuerda a los tiempos en que sus padres hicieron frente a la Alemania nazi. ¡°Esto es terrible. No debe repetirse¡±, afirma Zinaida compungida y entre l¨¢grimas.
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