C¨®mo China busca cambiar el orden mundial: poder¨ªo econ¨®mico, relativizaci¨®n de los derechos humanos y lazos con el sur global
La perpetuaci¨®n de Xi da alas a la actitud asertiva que el l¨ªder apadrina en busca de nuevos equilibrios de potencia
Tras d¨¦cadas de crecimiento con un ritmo y caracter¨ªsticas con escasos parangones en la historia, China es hoy, indiscutiblemente, una potencia global. Como afirma la estrategia nacional de seguridad de EE UU, publicada esta semana por la Administraci¨®n de Joe Biden, el gigante asi¨¢tico ¡°es el ¨²nico pa¨ªs con, a la vez, la intenci¨®n de reconfigurar el orden internacional y, cada vez m¨¢s, el poder econ¨®mico, diplom¨¢tico, militar y tecnol¨®gico para impulsar ese objetivo¡±.
El congreso del Partido Comunista de China (PCCh) que se celebra a partir de este domingo perpetuar¨¢ pues a Xi Jinping al frente de una superpotencia del siglo XXI y abrir¨¢ el paso a la profundizaci¨®n de la estrategia m¨¢s asertiva en la arena internacional con respecto a etapas anteriores que este l¨ªder ha apadrinado en la ¨²ltima d¨¦cada.
El marco general resulta claro. La propia narrativa oficial, aunque por lo general prudente y el¨ªptica, ofrece pistas reveladoras de las intenciones de fondo, como la idea del ¡°rejuvenecimiento¡± colectivo que permita al pa¨ªs recuperar su lugar hist¨®rico, a veces asociado con el concepto de Reino del Medio, de potencia central. O como la declaraci¨®n conjunta firmada con Rusia en febrero, en la que se expresa un expl¨ªcito rechazo a la acci¨®n del bloque occidental y se promueve una relativizaci¨®n de los conceptos de democracia y derechos humanos.
?Qu¨¦ tipo de orden mundial desea China? ?C¨®mo proyecta su influencia a escala global? ?Hasta d¨®nde ha llegado y cu¨¢les son los l¨ªmites de su acci¨®n internacional? Y, por ¨²ltimo, la cuesti¨®n m¨¢s importante, pero imposible de responder: ?perseguir¨¢ sus objetivos con un reformismo internacional contenido, u optar¨¢ en alg¨²n momento por la confrontaci¨®n? Las respuestas a estas preguntas conciernen a los ciudadanos de todos los pa¨ªses del mundo, con una intensidad que ser¨¢ cada vez m¨¢s tangible en las pr¨®ximas d¨¦cadas. A continuaci¨®n, algunas claves para orientarse en un asunto de extraordinaria complejidad, que abarca pr¨¢cticamente todos los aspectos de la vida moderna.
?Qu¨¦ orden mundial quiere Pek¨ªn?
¡°El PCCh tiene una visi¨®n muy arraigada, que no es espec¨ªfica de Xi, y que consiste en devolver a China la condici¨®n de superpoder, de poder global, que tuvo en el pasado¡±, dice Helena Legarda, analista principal del Instituto Mercator para Estudios sobre China y especialista en materia de pol¨ªtica exterior y de defensa de Pek¨ªn. ¡°En paralelo a ese reposicionamiento, Pek¨ªn quiere liderar una reforma del orden global, como ha dicho Xi en muchas ocasiones. Un orden que ahora percibe como basado en principios occidentales y dominado por Occidente¡±, prosigue la experta. Es en contraposici¨®n a ese percibido unilateralismo occidental que hay que leer la constante invocaci¨®n de Pek¨ªn de un multilateralismo justo y sin interferencias en asuntos internos.
Muchos expertos consideran que una clave central de la interpretaci¨®n del cambio que busca Pek¨ªn es cristalizar un orden pol¨ªtico internacional en el que derechos humanos y libertades individuales sean marginalizados o relativizados, en favor de un sistema centrado en la relaci¨®n entre Estados, basado en el derecho de las naciones. Legarda comparte esa lectura.
¡°El car¨¢cter universal de los derechos humanos debe contemplarse a trav¨¦s del prisma de la situaci¨®n real de cada pa¨ªs en concreto, y los derechos humanos deben protegerse de acuerdo con la situaci¨®n espec¨ªfica de cada pa¨ªs y las necesidades de su poblaci¨®n¡±, afirma la mencionada declaraci¨®n de Xi y Putin de febrero. ¡°No existe un modelo ¨²nico para guiar a los pa¨ªses en el establecimiento de la democracia. Un pa¨ªs puede elegir las formas y los m¨¦todos de poner en pr¨¢ctica la democracia que mejor se adapten a su situaci¨®n particular¡±, sostiene el texto en otro pasaje.
Otra cosa es el orden econ¨®mico. En este apartado, Pek¨ªn es mucho m¨¢s continuista. ¡°China es un pilar del capitalismo global¡±, dice Nicholas Loubere, profesor de la Universidad de Lund especializado en la proyecci¨®n global del gigante asi¨¢tico. ¡°Ve su desarrollo a trav¨¦s de la lente de una mayor integraci¨®n en ese sistema. Por tanto, en este apartado, no es de ninguna manera una fuerza revisionista, m¨¢s bien al contrario: empuja para avanzar en esa senda. Dicho esto, naturalmente el hecho de que no busque subvertir el orden econ¨®mico global no significa que no haya potencial para conflicto o incluso guerras en el futuro¡±, comenta Loubere, coautor del libro China global como m¨¦todo (Cambridge University Press).
?C¨®mo proyecta su influencia a escala global?
Es este un emprendimiento tan gigantesco y multifac¨¦tico como el pa¨ªs que lo lleva a cabo. En ¨¦l, sin duda, destaca la gran palanca de la forja de relaciones o proyecci¨®n de influencia a trav¨¦s de la potencia econ¨®mica pura.
Por un lado, se halla el muy comentado instrumento de los incentivos. Un esquema que tiene como emblema la Iniciativa de la Franja y la Ruta [o nueva Ruta de la Seda], que promueve un enorme abanico de inversiones y proyectos infraestructurales en otros pa¨ªses (puertos, ferrocarriles, autopistas, pero tambi¨¦n fibra ¨®ptica, minas¡), sobre todo en el sur global. En la estrategia china esto permite estrechar lazos con esos pa¨ªses, ofrece oportunidades de actividad econ¨®mica a sus propias empresas, cimenta la proyecci¨®n china en infraestructuras clave, as¨ª como el acceso a materias primas estrat¨¦gicas.
El reverso de esta palanca es la faceta coercitiva. El uso de la posici¨®n dominante en el sector manufacturero, el del procesamiento de muchas materias primas, o en ciertos sectores tecnol¨®gicos, para obtener que otros pa¨ªses hagan, o no hagan, cosas. Es el caso de la presi¨®n comercial aplicada contra Lituania despu¨¦s de la decisi¨®n del pa¨ªs b¨¢ltico de ampliar relaciones diplom¨¢ticas con Taiw¨¢n. La creciente fuerza de China no ya en el sector manufacturero tradicional, sino en apartados tecnol¨®gicos punteros como la inteligencia artificial, el 5G, la computaci¨®n cu¨¢ntica o las tecnolog¨ªas verdes pueden reforzar este vector.
Todo esto es cada vez m¨¢s expl¨ªcito. Legarda recuerda c¨®mo un portavoz gubernamental cit¨® una vieja canci¨®n china, que reza: ¡°Para los amigos tenemos buen vino, y para los lobos tenemos escopetas¡±.
En el plano m¨¢s estrictamente pol¨ªtico, Pek¨ªn act¨²a en distintos niveles. En el seno de las instituciones internacionales, se mueve para adquirir en ellas mejor posicionamiento y ¡°reformular la definici¨®n de conceptos clave en la gobernanza global¡±, seg¨²n apunta Loubere. ¡°Un ejemplo es el intento de redefinir los derechos humanos en el sentido de incluir el derecho al desarrollo, lo que puede permitir a China posicionarse como impulsora de derechos humanos pese a todo lo que hacen contravini¨¦ndolos en su definici¨®n actual¡±.
Tambi¨¦n act¨²a para plasmar est¨¢ndares y normas en los sectores en los cuales todav¨ªa no est¨¢n bien definidos, por ejemplo, ciberespacio, espacio exterior, etc. Pero luego hay un plan externo a las instituciones internacionales, que aborda la conformaci¨®n de nuevas redes de relaci¨®n. Legarda esboza dos niveles en este sector.
¡°Por un lado, se sit¨²a el fomento de organizaciones alternativas que China ha impulsado o en todo caso domina, como los BRICS, la Organizaci¨®n de Cooperaci¨®n de Shangh¨¢i o la constituci¨®n del Banco Asi¨¢tico de Inversi¨®n en Infraestructuras¡±, argumenta la experta. ¡°Por el otro, se hallan iniciativas de corte global, de rasgos difusos, como la Iniciativa de la Franja y la Ruta, la de Desarrollo Global, la de Seguridad Global¡±.
Esta estrategia se enmarca en la que Legarda define como aversi¨®n de China a las alianzas formales. ¡°Salvo, en cierta medida, con Corea del Norte, no tienen alianzas estructuradas como las entiende Occidente, porque no las quieren, porque temen verse expuestos a compromisos complicados¡±, dice.
Toda esta proyecci¨®n pol¨ªtica tiene como eje de desarrollo destacado el Sur Global. ¡°Esto entronca mucho con la ideolog¨ªa mao¨ªsta de China como l¨ªder del tercer mundo. Es una ambici¨®n de liderar y a la vez ser modelo¡±, dice Loubere. Ah¨ª, pues, se libra una parte fundamental de ese pulso geopol¨ªtico con Occidente. ?Qu¨¦ propuesta de orden mundial preferir¨¢n los muchos pa¨ªses de esa parte del mundo? ?La interpretaci¨®n de relaciones, democracia y derechos humanos de Occidente o la que promueve China, con Rusia, y otros? Es este un campo de batalla pol¨ªtica de gran relevancia.
Hay otros planos en los que China cultiva su proyecci¨®n global, aunque probablemente menos significativos que los anteriores. En el militar, por ejemplo, ha aumentado mucho su contribuci¨®n a misiones de mantenimiento de paz. En el del llamado poder blando, ha tratado, por ejemplo, de aprovechar la pandemia y ciertos malos reflejos de Occidente al principio para presentarse como potencia dispuesta a la ayuda sanitaria o humanitaria. En el plano diplom¨¢tico, Pek¨ªn impulsa un giro de comportamiento con una actividad de sus enviados bastante m¨¢s agresiva que en el pasado, manifestando de forma m¨¢s expl¨ªcita su disgusto por cuestiones que no se alinean con sus intereses.
?Cu¨¢les son los l¨ªmites de esta proyecci¨®n?
Los avances de China en la escena global durante las ¨²ltimas d¨¦cadas han sido enormes. Sin embargo, ello no significa que no siga afrontando claras dificultades para alcanzar completamente sus objetivos.
Por un lado, las circunstancias actuales evidencian la gran distancia que hay entre las redes gaseosas que cultiva China frente a las alianzas formales de Occidente, que han mostrado un elevado grado de unidad. La apuesta de Pek¨ªn por cerrar filas con Mosc¨², sellada en la mencionada declaraci¨®n conjunta, que abogaba por una relaci¨®n ¡°sin l¨ªmites¡±, se est¨¢ demostrando posiblemente m¨¢s un problema que un activo. Los dem¨¢s c¨ªrculos de acci¨®n no llegan en ning¨²n caso al nivel de aut¨¦ntica coordinaci¨®n estrat¨¦gica. As¨ª, aunque China siga creciendo, el peso conjunto de ese Occidente cohesionado sigue siendo considerablemente mayor.
Por otra parte, tambi¨¦n la estrategia de utilizar como palanca su fortaleza econ¨®mica tiene l¨ªmites. Precisamente lo ocurrido con Rusia ha abierto los ojos a decenas de pa¨ªses occidentales acerca de los riesgos de tener una excesiva dependencia de un pa¨ªs que es adversario estrat¨¦gico.
Como se?ala Loubere, ¡°China se halla demasiado en el coraz¨®n del sistema econ¨®mico global como para plantear un desacople¡±. Pero s¨ª es posible una reducci¨®n de la dependencia, una reorientaci¨®n de las cadenas de suministro hacia ¡°pa¨ªses amigos¡±, seg¨²n la terminolog¨ªa de Janet Yellen. La Comisi¨®n Europea, por ejemplo, ha lanzado recientemente una iniciativa para reducir la dependencia en cuanto a materias primas estrat¨¦gicas. Y Washington avanza decidida en una batalla para limitar el acceso de las empresas chinas a tecnolog¨ªas clave, como demuestra la reciente nueva medida restrictiva en materia de chips.
Tambi¨¦n la faceta de inversiones, cr¨¦ditos, construcci¨®n de infraestructuras muestra algunos l¨ªmites. ¡°No siempre se generan los beneficios econ¨®micos prometidos, hay problemas de gobernanza, de est¨¢ndares ¨Dpor ejemplo, medioambientales¨D de sostenibilidad de las deudas¡±, apunta Legarda. A veces brota rechazo hacia unas elites locales consideradas cautivas y/o expoliadoras de los beneficios vinculados a la relaci¨®n con China.
En t¨¦rminos militares, China est¨¢ a mucha distancia de tener una capacidad de proyecci¨®n global como la que tiene EE UU. Ha abierto una base en Yibuti, pero al margen de eso pr¨¢cticamente es una fuerza que solo cuenta con sus plataformas nacionales.
Adem¨¢s, en cuanto a la faceta de poder blando, el atractivo de un modelo que saca de la pobreza a cientos de millones de personas se ve sin duda empa?ado por distintos factores, desde las dificultades para controlar definitivamente la pandemia que obligan a brutales medidas de confinamiento, hasta una represi¨®n cada vez descarnada que dudosamente generar¨¢ admiraci¨®n. En ¨¢mbito cultural y de entretenimiento, la penetraci¨®n global china es todav¨ªa limitada.
Conclusi¨®n
El ascenso chino ha tenido dos fases. La primera, marcada por la filosof¨ªa de Deng Xiaoping, del esconderse y ganar tiempo. La segunda, de la era Xi, con un papel m¨¢s asertivo, pero, aun as¨ª, contenido, sobre todo en comparaci¨®n con el asalto frontal al orden internacional perpetrado por el r¨¦gimen de Vlad¨ªmir Putin. Est¨¢ por ver qu¨¦ rumbo elegir¨¢ Xi en la nueva fase de su periodo de mando, entronizado m¨¢s all¨¢ del periodo decenal que ven¨ªa siendo habitual y situ¨¢ndose de alguna manera a la altura pol¨ªtica de Mao.
Algunos analistas consideran posible que China se mantenga en una senda de reformismo del orden mundial sin extremos de confrontaci¨®n. En un interesante art¨ªculo publicado a principios de a?o en Foreign Affairs, Elizabeth Economy sintetiz¨® as¨ª los argumentos de quienes dudan de esa perspectiva moderada: ¡°Esa mirada no capta el alcance de la visi¨®n de Xi. Su entendimiento de la centralidad de China significa algo m¨¢s que asegurar que el peso relativo de la voz o la influencia de su pa¨ªs en el sistema internacional existente sea representado adecuadamente. Esa visi¨®n supone un orden internacional radicalmente transformado¡±.
Aunque afronte dificultades, como el actual frenazo econ¨®mico, e incluso si optara por evitar una confrontaci¨®n descarnada, poca duda cabe de que China ejercer¨¢ un empuje gigantesco para alterar los equilibrios mundiales, en un sentido que no ser¨¢ favorable ni a la democracia ni a los derechos humanos tal y como se entienden en Occidente.
C¨®mo responder a ese desaf¨ªo, si con un frente de democracias en una l¨®gica bipolar, o con una din¨¢mica de relaciones entre democracias cercana, pero no monol¨ªtica, y que establezca aproximaciones propias al reto chino ¨Dde EE UU, de la UE, de los vecinos asi¨¢ticos¨D es uno de los mayores dilemas pol¨ªticos de nuestro tiempo. De su resoluci¨®n depende una parte considerable del futuro de los ciudadanos de todo el planeta.
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