Xi y el xi¨ªsmo a la en¨¦sima potencia
La expulsi¨®n de Hu Jintao del Congreso del Partido Comunista Chino culmina la liquidaci¨®n de la corriente asociada al expresidente. El objetivo final es acabar con la herencia de Deng Xiaoping, se?alado como responsable del desarrollo desequilibrado de las ¨²ltimas d¨¦cadas
Lo ocurrido ante los medios de comunicaci¨®n con el expresidente Hu Jintao en el reci¨¦n clausurado 20? Congreso del PCCh constituye un hecho absolutamente anormal. Puede que, en efecto, se haya debido a una repentina indisposici¨®n, pero, de ser verdad, no habr¨ªa raz¨®n para ocultarla ante la opini¨®n p¨²blica del pa¨ªs. En los medios chinos no se han emitido esas im¨¢genes, al menos por el momento. Ello alimenta una interpretaci¨®n pol¨ªtica de lo acontecido mucho m¨¢s alambicada.
Si unimos tal circunstancia con la inesperada no reelecci¨®n de Wang Yang (la del primer ministro Li Keqiang no sorprende tanto a la vista del efectivo cumplimiento de sus dos mandatos), a la espera de conocerse la composici¨®n del nuevo Comit¨¦ Permanente del Politbur¨®, el m¨¢ximo ¨®rgano dirigente del PCCh, bien podr¨ªamos hallarnos ante la pr¨¢ctica liquidaci¨®n de los tuanpai, la corriente asociada al expresidente Hu, con un modus operandi tan abochornante como dram¨¢tico.
En los ¨²ltimos a?os, Xi hab¨ªa concentrado su artiller¨ªa en la liquidaci¨®n del clan de Shangh¨¢i asociado al expresidente Jiang Zemin (96 a?os), quien no estuvo presente en el 20? Congreso. Lejos de complementar esa ¡°victoria¡± con un esfuerzo integrador con las huestes de Hu, Xi dar¨ªa un golpe de mano que, en la pr¨¢ctica, le puede permitir establecer un m¨¢ximo ¨®rgano dirigente totalmente af¨ªn.
A ello deber¨ªamos a?adir la modificaci¨®n estatutaria aprobada, de signo netamente ideol¨®gico, abundando en la exaltaci¨®n de Xi como l¨ªder incuestionable y del xi¨ªsmo no solo como pensamiento orientador en esa delicada etapa que se fija 2049 como norte motivador, tambi¨¦n con una posici¨®n de supremac¨ªa sin par en la jerarqu¨ªa, solo equiparable al mao¨ªsmo.
Por tanto, lo que en realidad se estar¨ªa finiquitando en toda regla no es otra cosa que el denguismo (1978-2002), se?alado como responsable del ¡°desarrollo desequilibrado¡± del pa¨ªs en las ¨²ltimas d¨¦cadas y que Xi se apresta a ¡°rectificar¡± de forma contundente. Y supone una vuelta de tuerca m¨¢s a la resoluci¨®n sobre la historia aprobada el pasado a?o que ya lo elevaba sobre el com¨²n de los mortales. Y, por ¨²ltimo, un mensaje a toda la militancia del PCCh, reiterando la lealtad sin fisuras como la virtud m¨¢xima de este tiempo.
Instalado en esta din¨¢mica, aprest¨¦monos a contemplar un PCCh imbuido de ¡°esp¨ªritu de lucha¡± y dispuesto en formaci¨®n tortuga para acelerar el curso de la historia con ese primer horizonte cifrado en 2035. Si las circunstancias lo permiten, el propio Xi espera liderar el PCCh hasta esa fecha, sobre todo si, como parece, no se visualiza un sucesor claro.
Los riesgos asociados a este enfoque de la reorganizaci¨®n de la c¨²pula del pa¨ªs, ya sea en t¨¦rminos de institucionalidad del liderazgo como de l¨ªnea pol¨ªtica, abren importantes interrogantes que trascienden la mera cuesti¨®n sucesoria. ?Qu¨¦ China puede esperar el mundo ¡ªy su propia sociedad¡ª si quien la gobierna presume de ser un ¡°bloque de acero¡±?.
Xulio R¨ªos es asesor em¨¦rito del Observatorio de la Pol¨ªtica China.
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