Miedo y dolor en la frontera polaca tras el impacto de un misil de la guerra: ¡°Estoy aterrorizado, no he podido ir a trabajar¡±
Tras visitar a las familias de las v¨ªctimas en la aldea de Przewod¨®w, el presidente, Andrzej Duda, insiste en la hip¨®tesis de que la explosi¨®n fue un accidente y no un ataque deliberado
Viven a seis kil¨®metros de un pa¨ªs en guerra y lo que ocurre en Ucrania nunca les ha sido ajeno, pero esta semana los vecinos de la aldea polaca de Przewod¨®w han experimentado en primera persona los efectos m¨¢s palpables del conflicto. Un misil cay¨® el martes en un silo de ma¨ªz y mat¨® a dos personas. Dos d¨ªas despu¨¦s, los habitantes viven el duelo, sumidos en un estado de shock mezcla de miedo y de tristeza. El jueves, el presidente polaco, Andrzej Duda, ha visitado a las familias de las v¨ªctimas y ha reiterado que Polonia considera que ¡°la explosi¨®n del cohete fue el resultado de un accidente¡± y que ¡°no puede ser tratado como un ataque¡± de Rusia. La OTAN apunt¨® el mi¨¦rcoles a que el proyectil probablemente proven¨ªa del ¡°sistema de defensa a¨¦rea ucranio¡±.
El martes fue uno de los d¨ªas de bombardeos m¨¢s intensos en Ucrania desde que Rusia comenz¨® la invasi¨®n el 24 de febrero, con especial sa?a en infraestructuras energ¨¦ticas. Al otro lado de la frontera, en suelo de la UE y de la OTAN, la vida segu¨ªa el curso habitual bajo un sol desgastado de oto?o. Unos 20 minutos antes de las 16.00, en Przewod¨®w ¡ªuna localidad de 500 habitantes con casas con jardines que se mezclan con el campo y varios bloques de viviendas bajos, algunos de colores¡ª, se escuch¨® una fuerte explosi¨®n. El cura, que estaba en la parroquia, pens¨® que hab¨ªa estallado un neum¨¢tico, una bombona de gas o maquinaria agr¨ªcola. ¡°Algo normal¡±. Bogdan Wazny, de 60 a?os, sali¨® a comprobar qu¨¦ hab¨ªa pasado en la iglesia o la casa parroquial. Todo estaba en orden. Entonces empezaron a llamarlo desde pueblos m¨¢s o menos lejanos, a 10 y 15 kil¨®metros de distancia, donde tambi¨¦n lo hab¨ªan escuchado.
En la comarca de Dolhobyczow, ha sido uno de esos momentos que se recuerdan para siempre y uno siempre sabe d¨®nde estaba y qu¨¦ hac¨ªa cuando ocurri¨®. En la aldea de al lado de Przewod¨®w, Bialystok, a apenas dos kil¨®metros, Ryszard Turczanik, mec¨¢nico de 68 a?os, se tomaba un caf¨¦ con su esposa cuando escucharon, primero, un ruido muy intenso; despu¨¦s, la explosi¨®n grande. A Helena Czepiel, ama de casa de 48 a?os, el estruendo la pill¨® tambi¨¦n en su vivienda y le pareci¨® como un terremoto. Cuando sali¨® a enterarse de qu¨¦ hab¨ªa pasado, vio un humo blanco que se elevaba desde el suelo donde estaba el silo de ma¨ªz y luego se oscurec¨ªa, sin fuego. Le pareci¨® todo muy extra?o. ¡°No hab¨ªa visto nunca algo as¨ª¡±.
La noticia empez¨® a correr r¨¢pidamente de tel¨¦fono en tel¨¦fono por toda la zona. Hab¨ªan muerto dos vecinos que estaban trabajando all¨ª: Boguslaw Wos, de 62 a?os, el jefe del silo de ma¨ªz, y Bogdan Ciupek, de 60, un tractorista. Todos los conoc¨ªan, porque todos se conocen en estos campos. A Boguslaw, que viv¨ªa en Przewod¨®w, lo recuerdan como ¡°un hombre excepcional, un ¨¢ngel¡± que se volc¨® con los refugiados ucranios y les dio cobijo cuando empez¨® la guerra, y que echaba siempre una mano en la escuela cuando hab¨ªa que reparar algo o montar el bel¨¦n en Navidad. ¡°El hijo peque?o de uno de ellos, de 20 a?os, no deja de llorar¡±, cuenta el cura, que se afana con el resto de la comunidad en preparar los funerales que se celebran el s¨¢bado.
Tras la informaci¨®n sobre las v¨ªctimas vino enseguida la causa de la explosi¨®n. En un primer momento, los rumores apuntaron a que se trataba de un misil lanzado por Rusia. ¡°Tuve mucho miedo y lo sigo teniendo. Nos sentimos muy inseguros; estamos muy cerca. Desde la ventana podemos ver la frontera¡±, lamenta Turczanik. Un vecino del bloque de viviendas de al lado, que baja a dar de comer a sus animales en unos peque?os establos destartalados que hay detr¨¢s, no quiere ni hablar del tema. ¡°Lo siento mucho, no puedo. Estoy aterrorizado, hoy no he podido ir a trabajar¡±, explica Mateusz antes de zanjar la conversaci¨®n con varias disculpas m¨¢s.
¡°El trauma se quedar¨¢ para siempre¡±
¡°Desde que empez¨® la guerra est¨¢bamos preocupados, ten¨ªamos miedo. Pero con la explosi¨®n hemos sentido mejor lo que sienten all¨ª. No lo pod¨ªamos imaginar¡±, comparte Czepiel mientras fuma un cigarro que se le humedece con la ventisca y la nieve. ¡°Las emociones se van yendo, estamos m¨¢s tranquilos, pero el trauma se quedar¨¢ para siempre con nosotros¡±, a?ade la mujer.
El paisaje de Przewod¨®w estos d¨ªas no contribuye a calmar los ¨¢nimos. A la explosi¨®n del martes le siguieron una avalancha de veh¨ªculos y sirenas de bomberos, polic¨ªa, ambulancias. Grupos de militares peinan desde entonces el pueblo y el campo de tres en tres, buscando pruebas ¡ªalgunos vecinos hablan de dos detonaciones, pero el presidente Duda ha informado de que no se han encontrado restos de un segundo misil por ahora¡ª. La polic¨ªa ha blindado las entradas a la aldea para proteger la zona de la investigaci¨®n y mantener a la prensa a raya. En las carreteras de la zona hab¨ªa controles policiales y este jueves, con la visita del presidente, ha llegado a haber 25 furgonetas con decenas de antidisturbios apostadas en los accesos al pueblo.
El edificio de la escuela est¨¢ a 800 metros de donde cay¨® el misil, pero a esa hora los ni?os ya no estaban y solo se rompi¨® una ventana. El mi¨¦rcoles apenas cuatro alumnos asistieron a clase; este jueves han ido 55, el 80% del alumnado. La directora, Ewa Byra, de 57 a?os, se ha empe?ado en llevar a cuatro psic¨®logos que se han pasado el d¨ªa atendiendo a los alumnos y a las familias. ¡°Los ni?os est¨¢n abiertos, hablan mucho, y hemos analizado lo que ocurri¨®; los peque?os estaban m¨¢s asustados¡±, cuenta en el hall de la escuela cuando ya se han ido todos.
A los ni?os les han contado que lo que ocurri¨® fue un accidente. Entre los vecinos, hay todav¨ªa confusi¨®n. No terminan de sacudirse la primera versi¨®n, a pesar de que el Gobierno ha insistido en que lo m¨¢s probable es que se tratase de un misil de las defensas ucranias lanzado para parar uno ruso. ¡°Hay diferentes versiones. Tal vez s¨ª fue un accidente, ojal¨¢¡±, dice Turczanik, que espera ¡°que no fuese una provocaci¨®n de los rusos hacia la OTAN¡±. En todo caso, aclara: ¡°No nos sentimos amenazados por Ucrania¡±.
La investigaci¨®n contin¨²a. El presidente polaco ha hablado con su hom¨®logo ucranio, Volod¨ªmir Zelenski. Kiev culpa a Rusia y ha pedido participar en las pesquisas que lidera la Fiscal¨ªa polaca y en las que participan Estados Unidos y aliados de la OTAN. Duda explic¨® el jueves que cualquier colaboraci¨®n de Ucrania, con acceso a documentos e informaci¨®n, ¡°deber¨ªa hacerse de conformidad con el derecho internacional¡±, y no aclar¨® si ten¨ªa previsto autorizarlo.
El haber visto el lado m¨¢s real de la guerra en casa ha marcado a esta zona del sureste polaco. A unos cinco kil¨®metros en l¨ªnea recta del lugar del incidente, en Majdan, Katarzyna, de 37 a?os, que trabaja en una empresa comercializadora de legumbres, cree que ¡°las emociones se van a quedar mucho tiempo¡±. Arek, de 42, en la misma oficina, a?ade que est¨¢n preocupados, pero no quieren pensar mucho en los escenarios posibles: ¡°Si no, meter¨ªa todas las cosas en el coche y me ir¨ªa hoy mismo¡±.
El cura intenta describir el estado de ¨¢nimo de sus feligreses: ¡°Una cierta preocupaci¨®n generalizada de que la guerra pueda desbordarse¡± al otro lado de la frontera. Tras el incidente, ¡°est¨¢n en shock, desbordados¡±, pero cree que ¡°m¨¢s que miedo, hay tristeza¡±. Aunque enseguida matiza: ¡°Bueno, miedo s¨ª hay, porque si ha ca¨ªdo un misil aqu¨ª puede caer en cualquier lado¡±. El sacerdote intenta, sin embargo, cerrar la conversaci¨®n en la casa parroquial con una nota positiva: ¡°Aqu¨ª se vive, aqu¨ª se trabaja y la vida sigue como siempre¡±.
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