Los 1.500 bolsonaristas detenidos, ante el v¨¦rtigo de ir a la c¨¢rcel
Las autoridades brasile?as env¨ªan a prisi¨®n a cuatro golpistas y liberan a centenares de mayores y mujeres con hijos mientras deciden qu¨¦ hacer con el millar restante
El senador Marcos do Val ha venido a este lugar de Brasilia este martes soleado en su elegante coche oficial porque varios de sus electores, que fueron detenidos tras el asalto del pasado domingo al Congreso, la Presidencia y el Tribunal Supremo, le escribieron por Instagram para pedirle ayuda. Al otro lado de la garita, en el gimnasio de la Academia Nacional de la Polic¨ªa Federal, unos 1.500 bolsonaristas esperan a que las autoridades judiciales decidan qu¨¦ hacer con ellos. Mientras, el senador de 51 a?os, derechista, antiguo militar e instructor de unidades policiales de ¨¦lite tipo SWAT, habla con la prensa sobre c¨®mo se desarroll¨® la invasi¨®n que sacudi¨® los cimientos de la democracia brasile?a este domingo. Ofrece detalles de las investigaciones.
Su se?or¨ªa, que repudia la violencia perpetrada por los radicales, atribuye el virulento ataque a gran escala al efecto manada. Explica que el asalto fue ¡°100% planeado¡± por ¡°una c¨¦lula terrorista¡±, un grupo de la derecha radical entrenado y pagado, que seg¨²n sus c¨¢lculos, estar¨ªa formado por ¡°el 20% o el 30% de los participantes¡±. La c¨¦lula lider¨® la invasi¨®n mientras el resto, derechistas de a pie, filmaba el ataque con sus m¨®viles. Ahora, los polic¨ªas rastrean esas im¨¢genes en las redes sociales para identificarlos.
La misma noche del asalto, 260 golpistas fueron arrestados in fraganti en la plaza de los Tres Poderes, donde dos d¨ªas despu¨¦s los empleados de limpieza todav¨ªa est¨¢n recogiendo cristales, limpiando mientras sus jefes eval¨²an da?os. Cuatro de esos arrestados han ingresado en prisi¨®n preventiva (cosa nada habitual en este pa¨ªs para sospechosos blancos, como la mayor¨ªa de los filmados durante la invasi¨®n). El fiscal pidi¨® una medida as¨ª de contundente ¡°sobre todo, por el terror impuesto a la sociedad, por el desprecio a la c¨²pula de los poderes de la Rep¨²blica y por el simbolismo de estas instituciones [atacadas] para el r¨¦gimen democr¨¢tico¡±.
En torno a 1.200 personas fueron detenidas el lunes en el desalojo del campamento erigido a las puertas del Cuartel General del Ej¨¦rcito tras la derrota electoral del ultraderechista Jair Bolsonaro, de 67 a?os. Es otro edificio, como los atacados, que sali¨® de los l¨¢pices del arquitecto Oscar Niemeyer, que pari¨® Brasilia con el urbanista Lucio Costa. En la capital no recuerdan una operaci¨®n policial de semejante magnitud. Est¨¢n acusados de delitos como terrorismo o abolici¨®n violenta del Estado de derecho.
El senador Do Val ilustra las revelaciones sobre el ataque con la descripci¨®n de algunas escenas que, seg¨²n ¨¦l, constan en las pesquisas: ¡°Ya dentro del Senado, uno de ellos proclam¨®: ¡®Me declaro presidente de la Rep¨²blica¡¯. Y ese loco dio una orden: ¡®Pueden ir a arrestar al juez Alexandre de Moraes¡±, en referencia al magistrado del Supremo que es el principal azote del bolsonarismo antidemocr¨¢tico, objeto de las iras de los seguidores del expresidente ultraderechista, por delante de su sucesor, Luiz In¨¢cio Lula da Silva, de 77.
Moraes ha ordenado la detenci¨®n del secretario de Seguridad P¨²blica del Distrito Federal Anderson Torres, que fue destituido el mismo domingo por la tarde, y se encuentra en Florida, como Bolsonaro, del que fue ministro. Y ya ha sido arrestado el comandante que dirig¨ªa ese d¨ªa el operativo desplegado por la Polic¨ªa Militar. Bolsonaro, por cierto, anuncia que adelanta su regreso a Brasil.
A?ade el senador Do Val que el autoproclamado presidente tambi¨¦n hizo una llamada para decir: ¡°Misi¨®n cumplida. El Pix de lo que fue ordenado¡±. Pix es un sistema de pago instant¨¢neo, lo que indica que esta frase podr¨ªa ser una llamada para demandar el pago pactado por el asalto.
Avanzada la ma?ana del martes, sali¨® de la academia de polic¨ªa un autob¨²s repleto. A bordo, mujeres con hijos, personas mayores y enfermos. Muchos visten todav¨ªa las camisetas amarillas y las banderas con las que el lunes fueron arrestados en el desalojo de la acampada golpista de Brasilia; otras tambi¨¦n fueron desmanteladas. Durante estas 24 horas privados de libertad han sido interrogados y sus tel¨¦fonos, revisados. Ellos mismos difundieron v¨ªdeos en los que muestran las condiciones ¡ªa su juicio, deplorables, dignas de delincuentes, no de ciudadanos de bien, como ellos se definen¡ª en las que fueron mantenidos. Finalmente, unos 600 detenidos son trasladados a la estaci¨®n de autobuses. Quedan libres ¡°por cuestiones humanitarias¡±, seg¨²n la Polic¨ªa Federal.
Las mujeres sin hijos y el resto de los hombres van a ser trasladados a la c¨¢rcel femenina y la masculina. Sus abogados ya les han tranquilizado, explic¨¢ndoles que ir¨¢n a las alas para los presos preventivos, a la espera de la primera vista judicial, no a las temidas celdas con criminales ni al presidio de m¨¢xima seguridad de Brasilia donde est¨¢n encerrados los l¨ªderes del Primer Comando de la Capital, (PCC) el grupo criminal m¨¢s poderoso de Am¨¦rica Latina.
Los invasores aprovecharon que, al ser domingo, el coraz¨®n de la democracia brasile?a estaba desierto y el presidente, los parlamentarios y los magistrados bien lejos para perpetrar, cuando nadie se lo esperaba, un ataque anunciado durante meses. El nuevo presidente y su Gobierno cumpl¨ªan el domingo una semana en sus cargos.
El senador Do Val, un conservador que representa al peque?o Estado de Espirito Santo, explica que las informaciones de la polic¨ªa de la C¨¢mara alta a las que tuvo acceso le invitan a pensar en un plan bien estructurado en fases: primero, los asaltantes usaron extintores de polvo para dificultar la visi¨®n de los agentes; luego, usaron las mangueras de extinci¨®n para disminuir el efecto de los gases lacrim¨®genos y dispararon bolas de plomo con tirachinas para romper cristales, lo que desat¨® la euforia del resto de los presentes. ¡°Ah¨ª empez¨® el efecto manada¡±, explica este militar retirado que asegura haber instruido a agentes del FBI, de los Navy Seals y hasta a la Gendarmer¨ªa del Vaticano.
Este pol¨ªtico sospecha que los agresores tuvieron c¨®mplices entre personas que conocen el edificio, porque supieron por d¨®nde entrar y d¨®nde estaban los extintores. El parlamentario, que responde encantado a los periodistas, acaba de cruzar el ecuador de un mandato de ocho a?os.
Entre los abogados que iban a ver a los bolsonaristas retenidos por la polic¨ªa en el gimnasio, la letrada Nalva Brito llega apresurada a atender a 120 clientes. Bolsonaristas llegados a la capital desde S?o Paulo, Minas Gerais, Goi¨¢s¡ que seg¨²n ella est¨¢n ¡°subyugados, maltratados, humillados, en una situaci¨®n que ameritar¨ªa hasta una queja ante la ONU¡±, dice. ¡°Los de los derechos humanos, que siempre aparecen cuando hay un delincuente detenido, ni han aparecido por aqu¨ª. Y estos son todos inocentes¡±, remacha.
La abogada es demoledora respecto a la labor del juez Moraes, gran baluarte de la democracia o inquisidor del bolsonarismo, seg¨²n a qu¨¦ Brasil se le pregunte. ¡°Moraes est¨¢ reinventando nuestras leyes y nuestra Constituci¨®n¡ Una persona que diga en plaza p¨²blica que no le gusta el Supremo es acusada de un delito de terrorismo¡±, insiste Brito, obviando que lo que comenz¨® como una marcha a pie hacia el coraz¨®n institucional de Brasil deriv¨® en una turba violenta que protagoniz¨® la amenaza m¨¢s grave sufrida por la democracia brasile?a desde el fin de la dictadura.
Hasta la Academia de Polic¨ªa llegaban tambi¨¦n familiares y amigos algo aturdidos en busca de informaci¨®n sobre los detenidos. Luisa Andreoli ven¨ªa con comida y mudas limpias. Dos amigas suyas fueron arrestadas cuando menos lo esperaban. Llegaron a Brasilia en un viaje de 850 kil¨®metros desde Rio Claro, en el Estado de S?o Paulo, para participar en la invasi¨®n. Estaban el lunes a punto de emprender el regreso a casa en un autob¨²s con 48 personas cuando la polic¨ªa de repelente los intercept¨®. ¡°Se llevaron los m¨®viles de todos. Nadie sabe de qu¨¦ est¨¢n acusadas. Dicen que las van a llevar a una c¨¢rcel femenina. ?Es inadmisible! ?No son delincuentes!¡±, lamentaba Andreoli.
Est¨¢ preocupada con las condiciones en que se encuentran los detenidos: ¡°Durmieron en el suelo, tiraron ah¨ª a un mont¨®n de gente de bien. Esto se est¨¢ convirtiendo en una olla a presi¨®n, dentro de poco la gente pierde la calma y a saber qu¨¦ pasa¡±, advert¨ªa como si dos d¨ªas antes no hubiera habido un ataque brutal recogido en las primeras p¨¢ginas de la prensa mundial.
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