Las tres horas que hicieron temblar los cimientos de la democracia brasile?a
C¨®mo una marcha bolsonarista a pie deriv¨® en una turba violenta que invadi¨® las sedes de los tres poderes en Brasilia el domingo
Para buena parte de los participantes en el asalto al coraz¨®n de la democracia brasile?a, el domingo en Brasilia empez¨® con una caminata de nueve kil¨®metros, los que separan el Cuartel General del Ej¨¦rcito y la plaza de los Tres Poderes, donde se alzan las bell¨ªsimas sedes del Congreso, la Presidencia y el Tribunal Supremo. Juntas forman un tri¨¢ngulo equil¨¢tero ideado por ?scar Niemeyer, cuya obra fue v¨ªctima colateral del grave ataque bolsonarista.
Esta es una cronolog¨ªa, basada en la realizada por el diario O Globo, de la invasi¨®n que ha sacudido los cimientos de la rep¨²blica de Brasil:
S¨¢bado 7 de enero. El nuevo ministro de Justicia, el antiguo juez Fl¨¢vio Dino, avisa al gobernador del Distrito Federal, Ibaneis Rocha, aliado del expresidente Jair Bolsonaro, de que llega a Brasilia una nueva tanda de bolsonaristas en autobuses fletados desde otras ciudades. El servicio secreto ABIN (por sus siglas en portugu¨¦s) alerta a diversos organismos de seguridad sobre el riesgo de que en las pr¨®ximas horas haya asaltos a edificios p¨²blicos.
Domingo 8 de enero, 13.00 en Brasilia. Bolsonaristas radicales, que llevan dos meses acampados ante el Cuartel General del Ej¨¦rcito en la capital, y ante otros cuarteles por todo el pa¨ªs, pidiendo a los militares que den un golpe contra Luiz In¨¢cio Lula da Silva, abandonan las casetas donde comen, duermen y rezan para dirigirse tranquilamente a pie a la plaza de los Tres Poderes. La polic¨ªa militar los escolta como si nada, lo cual es de lo m¨¢s llamativo porque Lula asumi¨® el poder hace una semana y los bolsonaristas m¨¢s ultras siguen proclamando que hubo fraude en las elecciones.
El secretario estatal en funciones de Seguridad P¨²blica del Distrito Federal le acaba de decir al gobernador en un mensaje de audio desvelado por Folha de S.Paulo que los manifestantes, con los que han negociado, avanzan pac¨ªficamente. Y a?ade un ¡°por ahora¡± que, en retrospectiva, llama la atenci¨®n. Tambi¨¦n le dice que han llegado a la ciudad unos 150 autobuses con bolsonaristas para sumarse a la movilizaci¨®n. Tras las terribles im¨¢genes que la v¨ªspera dieron la vuelta al mundo, el Tribunal Supremo apart¨® el lunes temporalmente al gobernador Rocha, por su connivencia y omisi¨®n ante los asaltantes.
Domingo, 14.50. Cientos de personas, vestidas con camisetas amarillas y agitando banderas de Brasil, avanzan en masa y superan f¨¢cilmente la barrera de agentes que protegen el Congreso. Demasiados pocos para lo que tienen enfrente. Los bolsonaristas ascienden por las rampas al tejado, como ya ocurri¨® en alguna otra ocasi¨®n en los ¨²ltimos a?os, pero ellos van m¨¢s all¨¢. Emplean la violencia. La emprenden a patadas contra las fachadas acristaladas y entran en tromba en los elegantes salones por los que circulan sus se?or¨ªas, que est¨¢n en receso navide?o hasta fin de mes.
Comienza el asalto.
Algunos se filman haciendo bromas en el plenario y difunden los v¨ªdeos.
Los v¨¢ndalos apedrean a una patrulla policial.
Domingo, 15.10. Los extremistas se dirigen al edificio que queda un poco m¨¢s adelante a la izquierda, el palacio presidencial de Planalto, el mismo donde una semana antes Lula da Silva recibi¨® la banda presidencial de manos de una recicladora de basura. Una vez dentro, destrozan obras de arte, mobiliario, roban armas de seguridad presidencial y se ensa?an con el despacho de la esposa del nuevo presidente, Rosangela Silva, conocida como Janja. No consiguen entrar en el despacho del presidente.
Domingo, 15.40. Los radicales cruzan la plaza e invaden la sede del Tribunal Supremo, donde llegan hasta el sal¨®n de plenos.
Domingo, 17.55. Lula, al que el ataque le ha pillado en el interior de S?o Paulo, visitando a damnificados por las lluvias, improvisa una intervenci¨®n que se emite en directo por televisi¨®n. Condena el asalto, acusa directamente a su predecesor, Jair Bolsonaro, de instigarlo y revela que ha ordenado que el Gobierno federal asuma las competencias de seguridad del Distrito Federal. Regresa r¨¢pidamente a Brasilia, donde por la noche inspecciona los da?os.
Domingo, 18.30. Las fuerzas de seguridad hacen un enorme despliegue que incluye a la caballer¨ªa y poco a poco van retomando el control. Son detenidas all¨ª mismo 260 personas, segun la polic¨ªa, aunque las primeras informaciones hablaban de un centenar.
En unas tres horas, las sedes de los Tres Poderes vuelven a estar bajo el control de las autoridades.
Lunes, 9.00. Lula recibe en su despacho de Planalto a los jefes de los otros dos poderes. A lo largo de la jornada, mantiene tambi¨¦n encuentros con el ministro de Defensa y los jefes de las Fuerzas Armadas y con todos los gobernadores.
Paralelamente, las fuerzas de seguridad desmantelan el campamento golpista de Brasilia, con la detenci¨®n de unas 1.200 personas, mientras los de R¨ªo, Manaos y otras capitales se van tambi¨¦n vaciando.
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