Un millar de procesados y penas de hasta 60 a?os: el ataque al Capitolio sigue vivo en los juzgados
La causa del 6 de enero de 2021, la mayor de la historia del Departamento de Justicia, est¨¢ lejos de su fin. Estos d¨ªas se celebra en Washington el juicio por sedici¨®n a los Proud Boys, acusados de liderar el asalto
En muchos sentidos, Washington a¨²n no ha superado la resaca del ataque al Capitolio. Como buena resaca, es larga y pegajosa, y rebota cuando menos se la espera. Por ejemplo, el domingo pasado, dos d¨ªas despu¨¦s de la conmemoraci¨®n de baja intensidad del segundo aniversario del asalto del 6 de enero de 2021. Las im¨¢genes llegadas desde Brasilia, donde miles de partidarios de un expresidente, Jair Bolsonaro, tan resistente a la derrota como Donald Trump, reavivaron los recuerdos de quienes en Estados Unidos vivieron aquella jornada negra para la democracia.
En los juzgados de la ciudad no necesitan, con todo, que nadie les refresque la memoria. Todos los procesos de la causa ¡°m¨¢s importante en la que se ha embarcado en su historia el Departamento de Justicia¡±, en la descripci¨®n del fiscal general Merrick Garland, acaban ante su tribunal de distrito federal. Seg¨²n los registros judiciales, 940 personas han sido procesadas por sus actos de aquel d¨ªa, en el que la turba, tras asistir a un mitin de Trump en las inmediaciones de la Casa Blanca, asalt¨® el Congreso. Azuzados por el a¨²n presidente, los insurrectos aspiraban a detener un hasta entonces gris tr¨¢mite democr¨¢tico: la certificaci¨®n del triunfo leg¨ªtimo de Joe Biden en las urnas.
El mi¨¦rcoles, dos juicios de alto perfil coincidieron en el Palacio de Justicia Federal E. Barrett Prettyman. En la cuarta planta, se estaba procesando a cinco miembros de los Proud Boys, el violento grupo de extrema derecha a cuyos integrantes los une, adem¨¢s de ser hombres, la veneraci¨®n por Trump. El perfil de la organizaci¨®n fue creciendo durante el turbulento 2020 sobre la base de reventar por todo el pa¨ªs, entre otras, las protestas que siguieron al asesinato a manos de la polic¨ªa del afroamericano George Floyd.
Dos plantas m¨¢s arriba, el jurado escuchaba a la primera testigo, una trabajadora del Congreso, en la causa contra Richard Bigo Barnett, que se convirti¨® en icono del 6 de enero al fotografiarse con los pies encima de la mesa del despacho de la entonces presidenta de la C¨¢mara de Representantes, la dem¨®crata Nancy Pelosi. Antes de irse, le dej¨® una nota que dec¨ªa: ¡°Oye, Nancy, Bigo estuvo aqu¨ª, zorra¡± (bitch, aunque ¨¦l sostiene en su descargo que escribi¨® la variante de argot biatch). Lo acusan de varios delitos, incluidos obstrucci¨®n de un procedimiento oficial, robo de propiedad y allanamiento de un edificio restringido con arma peligrosa. Concretamente, una pistola el¨¦ctrica de 950.000 voltios (a la venta el viernes en Amazon por unos 100 d¨®lares, en torno a 92 euros).
Los Proud Boys se enfrentan a un delito mucho m¨¢s grave: ¡°conspiraci¨®n sediciosa¡±, cargo que no se usa en Estados Unidos a la ligera, pero del que fue hallado culpable en noviembre Stewart Rhodes, l¨ªder de la milicia Oath Keepers. A ¨¦l le podr¨ªan caer hasta 60 a?os de c¨¢rcel, pero su caso es excepcional: la condena media de los juicios que se han resuelto hasta ahora con sentencias de prisi¨®n es de 60 d¨ªas.
Rhodes se cit¨® el 5 de enero en un aparcamiento con su hom¨®logo al frente de los Proud Boys, el cubano americano Enrique Tarrio. Ambos son seguramente las figuras de mayor relieve del asalto al Capitolio. Y eso que Tarrio no estuvo all¨ª. Sigui¨® el ataque por televisi¨®n desde un hotel de Baltimore: la polic¨ªa le hab¨ªa prohibido pisar ese d¨ªa Washington, tras un arresto en la ciudad por quemar la bandera antirracista de Black Lives Matter de una iglesia.
Tarrio escuch¨® el mi¨¦rcoles por la ma?ana con aparente desapego, intercambiando bromas y medias sonrisas con otro de los acusados, Ethan Nordean, sentado a su lado, c¨®mo el juez admit¨ªa como prueba el v¨ªdeo en el que Trump daba una orden a los Proud Boys durante un debate electoral. ¡°Retroceded y permaneced a la espera¡±, les dijo. Una vez baj¨® el subid¨®n de adrenalina del ataque al Capitolio, Nordean escribi¨® en sus redes sociales: ¡°Que te jodan, Trump, nos has dejado tirados, sangrando en el campo de batalla¡±.
En el banquillo estaban tambi¨¦n Zachary Rehl, Joe Biggs, que tuite¨® ¡°esto es la guerra¡± tras conocer la leg¨ªtima concesi¨®n del triunfo electoral a Joe Biden, y Nic Pezzola, al que se recuerda por unas im¨¢genes repetidas un mill¨®n de veces; lo muestran a las 14.12 del 6 de enero rompiendo con el escudo arrebatado a un polic¨ªa una de las ventanas del Capitolio. Pezzola fue el primer rostro en la multitud en profanar el Congreso.
La Fiscal¨ªa, como en casos anteriores, trata de demostrar que aquello no fue una algarada espont¨¢nea, como pretende la defensa, sino una operaci¨®n planeada y encabezada especialmente por Tarrio y los suyos, que ¡°apuntaron directamente al coraz¨®n¡± de la democracia estadounidense. El caso tambi¨¦n busca probar los v¨ªnculos de la pandilla criptofascista con Trump. Esos v¨ªnculos, que los acusados niegan, ocupan un cap¨ªtulo entero del informe de 814 p¨¢ginas publicado poco antes de Navidad por la comisi¨®n bipartidista del Congreso que durante 18 meses investig¨® el 6 de enero y sus implicaciones pol¨ªticas. En ¨¦l, sus miembros concluyen que ¡°los Proud Boys lideraron el ataque, penetraron en el Capitolio y llevaron consigo a cientos de personas a su interior¡±.
M¨¢s all¨¢ de la insurrecci¨®n organizada, es esa masa an¨®nima la que protagoniza la mayor parte de los arrestos que por todo el pa¨ªs a¨²n se producen (y se seguir¨¢n produciendo, advierten las autoridades). Son los mismos que se amontonan en el banquillo de los acusados en los juicios celebrados en Washington. Entre los casi 1.000 acusados ¡ªpor cargos que van desde faltas leves como el allanamiento sin da?os del Capitolio hasta cr¨ªmenes como el asalto o resistencia a la autoridad (el d¨ªa acab¨® con 140 polic¨ªas heridos, y cuatro se suicidaron en los d¨ªas posteriores) o la famosa ¡°conspiraci¨®n para la sedici¨®n¡±¨D hay de todo: expolic¨ªas como Thomas Webster (sentenciado en la mayor pena hasta ahora a 10 a?os de c¨¢rcel), un consejero delegado, un instalador de aires acondicionados (Kyle Young, siete a?os), una enfermera, cuatro modelos (como John Strand, que aguarda una condena de hasta 24 a?os), un l¨ªder de los Boy Scouts, actores (Jacob Chansley, el famoso cham¨¢n de QAnon, 41 meses) o un medallista ol¨ªmpico.
Por haber, hay hasta una familia al completo, los Munn: los padres y los tres hijos participaron en los hechos. Los primeros recibieron sentencias de 14 d¨ªas; los segundos quedaron en libertad condicional. Los cinco pertenecen a algo que cabr¨ªa llamar la clase media del 6 de enero. Es probable que una buena cantidad de ellos no contara con cometer ning¨²n delito cuando fue al mitin de Trump. Y muchos han culpado ante el juez a las mentiras del expresidente sobre el fraude electoral del l¨ªo en el que ahora se hallan. Otros, como Barnett, denuncian ser v¨ªctimas de una ¡°persecuci¨®n pol¨ªtica¡±.
El okupa del despacho de Pelosi, como otros acusados, ha montado una p¨¢gina web para defender su inocencia, y en ella acepta donaciones para afrontar los gastos legales. Tambi¨¦n pide dinero (22.794 d¨®lares ha conseguido hasta el momento, unos 21.000 euros) a trav¨¦s de una plataforma de crowdfunding de filiaci¨®n conservadora llamada GiveSendGo, que, seg¨²n c¨¢lculos de The Washington Post, ha recaudado m¨¢s de 3,7 millones de d¨®lares para los Jan Sixers, que as¨ª les gusta llamarse a los detenidos y procesados por el asalto al Capitolio.
En Telegram hay una cuenta que facilita enlaces a cada una de esas v¨ªas de financiaci¨®n, y sus administradores empiezan y terminan el d¨ªa siempre de la misma manera. Por la noche, invitan a la oraci¨®n colectiva en memoria de los presos a trav¨¦s de un chat en directo. Por la ma?ana, acostumbran a empezar la jornada compartiendo una lista de los juicios que est¨¢n previstos en Washington en las siguientes horas. El viernes pasado, la lista sumaba 24 procesos en marcha. Dos d¨ªas antes, un trabajador del tribunal federal defin¨ªa el 6 de enero de 2021 como ¡°el d¨ªa m¨¢s largo de la democracia estadounidense¡±, en una conversaci¨®n con EL PA?S. Un d¨ªa que, m¨¢s de dos a?os despu¨¦s, consume la mayor parte del tiempo de los funcionarios del palacio de justicia E. Barrett Prettyman de Washington.
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