Berl¨ªn, ?ciudad fallida?
El fiasco de la repetici¨®n de las elecciones en la capital alemana ha dado alas a la imagen de una urbe ca¨®tica, mal gobernada y donde nada funciona
¡°Berl¨ªn se est¨¢ convirtiendo en la ciudad del caos¡±, sentenci¨® el presidente de la rica Baviera, el conservador Markus S?der (CSU), en enero pasado, d¨ªas despu¨¦s de que las celebraciones de Nochevieja se desmadraran en la capital alemana con ataques a la Polic¨ªa y servicios de emergencia y 145 detenidos por disturbios. La frase, pronunciada en pleno frenes¨ª de precampa?a electoral, no tendr¨ªa m¨¢s importancia si no fuera porque cada vez m¨¢s alemanes, y berlineses, opinan lo mismo. La fama de ciudad fallida, donde se suceden las chapuzas, las obras se eternizan y nada funciona bien persigue hace a?os a esta urbe de 3,8 millones de habitantes.
¡°Ojo, Berl¨ªn no es Alemania¡±, justifican habitantes del resto del pa¨ªs cuando alguien comenta el nuevo corte en una l¨ªnea del metro, la jungla en que se ha convertido el mercado de la vivienda o el calamitoso estado de los colegios p¨²blicos y se pregunta qu¨¦ fue de la eficiencia alemana. Hablar con condescendencia de la ciudad-estado de Berl¨ªn est¨¢ a la orden del d¨ªa. Quienes no lo hicieron cuando la capital inaugur¨®, nueve a?os tarde y con 1.400 millones de sobrecostes, su nuevo aeropuerto, lo hacen ahora.
Berl¨ªn acaba de repetir las elecciones regionales de 2021. El Tribunal Constitucional las anul¨®, en una decisi¨®n in¨¦dita, tras una jornada electoral de caos absoluto, con largu¨ªsimas colas, colegios cerrados por falta de papeletas y electores que se quedaron sin votar. Se planific¨® mal. Coincidieron elecciones locales, regionales, federales y un refer¨¦ndum. Adem¨¢s, se celebraba el marat¨®n de la ciudad y las furgonetas que trasladaban las papeletas quedaron atrapadas en los atascos. La oposici¨®n conservadora solo tuvo que poner el foco en esas elecciones fallidas y en todo lo que est¨¢ mal en Berl¨ªn para que el resultado de la repetici¨®n los pusiera 10 puntos por delante de la alcaldesa ¡ªla socialdem¨®crata Franziska Giffey¡ª, aunque todav¨ªa no est¨¢ claro que la derecha vaya a gobernar.
La suciedad es uno de los problemas de Berl¨ªn. Lo ha reconocido hasta Michael M¨¹ller, el alcalde socialdem¨®crata que precedi¨® a Giffey. El ahora diputado del Bundestag dijo en una entrevista que en su nuevo puesto se patea mucho los barrios y uno se da cuenta de lo sucia que est¨¢ la ciudad en cuanto sale del distrito central (Mitte). Sin ser una ciudad insegura, la capital est¨¢ a la cabeza en las estad¨ªsticas de delincuencia, con 13.158 delitos por cada 100.000 habitantes en 2021. Delitos que cuesta perseguir con las fiscal¨ªas sobrecargadas. El porcentaje de resoluci¨®n de los casos es del 45%, el m¨¢s bajo de Alemania.
La falta de personal es un mal muy extendido en los servicios p¨²blicos. Es f¨¢cil comprobarlo viendo las colas en las oficinas de los distritos o al tratar de obtener cita online para empadronarse. El pasado domingo no hab¨ªa ninguna en todo Berl¨ªn hasta el 20 de abril, y despu¨¦s tampoco, porque el calendario no llega m¨¢s all¨¢ de dos meses.
La escasez de profesores en los colegios p¨²blicos es especialmente sangrante. Es muy habitual que se suspendan clases porque no hay sustitutos. Y la formaci¨®n de los alumnos lo acusa. Un informe reciente del Instituto de Desarrollo de la Calidad en la Educaci¨®n (IQB) determin¨® que los colegiales de Berl¨ªn est¨¢n por debajo de la media nacional en ortograf¨ªa y matem¨¢ticas. La mayor¨ªa de los edificios de colegios e institutos necesitan reformas y mejores medios. Solo 130 de 654 escuelas cuentan con conexiones de fibra ¨®ptica, seg¨²n public¨® la revista Focus.
Las aulas superpobladas y la falta de vivienda ¨Dse calcula que Berl¨ªn necesitar¨ªa 125.000 casas m¨¢s¨D son dos caras del desaf¨ªo que supone para la ciudad la llegada constante de nuevos habitantes, que sobrecarga tambi¨¦n el transporte p¨²blico. En la ¨²ltima d¨¦cada, la poblaci¨®n ha crecido a un ritmo de entre 50.000 y 100.000 habitantes al a?o, se?ala Stefanie Remlinger, alcaldesa del distrito de Mitte. ¡°Todas las grandes ciudades tienen problemas, pero los desaf¨ªos de Berl¨ªn han sido muchos estos a?os: la llegada de miles de refugiados en 2015 y 2016, la pandemia, la inflaci¨®n, de nuevo refugiados en 2022. En 2015 hubo caos, pero esta vez no, y nadie nos lo reconoce¡±, lamenta en una entrevista con EL PA?S.
Las cr¨ªticas a la mala gobernanza de la ciudad se remontan a los a?os noventa, cuando hab¨ªa mucho personal, pero era poco eficiente, recuerda la historiadora Ute Frevert. En los a?os 2000, llegaron los recortes y la falta de profesores y polic¨ªas para prevenir las actividades ilegales. La peculiar historia de la ciudad, siempre atractiva para los emigrantes, y su pasado pol¨ªtico, como ciudad dividida entre el este y el oeste despu¨¦s de 1945, explica parte de sus problemas. ¡°A principios del siglo XX, Berl¨ªn era conocida y admirada en el mundo por su aspecto ultramoderno¡±, se?ala. Hab¨ªa crecido muy r¨¢pido desde la d¨¦cada de 1870 y se hab¨ªa planificado, en consecuencia, con un innovador sistema de transporte p¨²blico, saneamiento y urbanizaci¨®n que atra¨ªa a urbanistas de todo el mundo para aprender de su experiencia.
Tras la Segunda Guerra Mundial y hasta la construcci¨®n del muro, hab¨ªa mucha movilidad e intercambio entre el este socialista y el oeste capitalista, pero en 1961 se cortaron los lazos y Berl¨ªn occidental qued¨® completamente aislada. ¡°Hubo que invertir mucho dinero en la ciudad para ayudarla a sobrevivir. Las empresas y las ¨¦lites se trasladaron al oeste, a la Rep¨²blica Federal, y la escena cultural floreci¨® en los a?os siguientes¡±, explica Frevert, del Instituto Max Planck de Desarrollo Humano. ¡°Aun as¨ª, Berl¨ªn siempre fue especial: la avanzadilla del mundo occidental rodeada por el bloque oriental, mantenida artificialmente con vida gracias a las enormes subvenciones de Bonn [capital de la Rep¨²blica Federal Alemana entre 1949 y 1990]. En cierto modo, esta mentalidad se mantuvo despu¨¦s de 1990: somos especiales, merecemos que nos apoyen¡±, contin¨²a la experta.
¡°En cierto modo, la uni¨®n de Berl¨ªn oriental y occidental despu¨¦s de 1989 plantea tantos problemas como la uni¨®n de Alemania oriental y occidental. Ninguna otra ciudad tuvo que enfrentarse a esos desaf¨ªos¡±, reconoce la historiadora, que cree que, en general, a Berl¨ªn le ha ido bastante bien. Hay muchos datos que le dan la raz¨®n.
La c¨¦lebre frase del alcalde Klaus Wowereit, que describ¨ªa a Berl¨ªn como ¡°pobre, pero sexy¡±, hace mucho que est¨¢ desactualizada. La ciudad, considerada desde hace tiempo como el agujero negro de la pobreza en Alemania, ocupa ahora el sexto lugar entre los 16 Estados federados alemanes, con un producto interior bruto (PIB) por habitante de 44.472 euros en 2021. La econom¨ªa de la capital, basada principalmente en el sector servicios, crece a un ritmo muy superior al del resto de regiones.
Desde 2015, el PIB ha aumentado m¨¢s de un 30% frente al 18% del promedio nacional. Y predicciones como la del Instituto Ifo apuntan a que seguir¨¢ ese camino la pr¨®xima d¨¦cada. El sector de las TIC y de la investigaci¨®n tiran del carro y ya superan en n¨²mero de empleados al del comercio minorista, turismo y hosteler¨ªa, seg¨²n un an¨¢lisis reciente en el diario econ¨®mico Handelsblatt. Berl¨ªn atrae talento de todo el mundo. Si en Alemania de media se crean 3,1 empresas por 100.000 habitantes, aqu¨ª son 13,6. El capital riesgo fluye hacia Berl¨ªn, donde los inversores internacionales pusieron el a?o pasado 4.900 millones de euros para nuevas empresas, el 50% del total invertido en Alemania.
¡°Claro que tenemos muchos problemas¡±, reconoce la alcaldesa de Mitte, un distrito con casi 400.000 habitantes que lucha, como el resto, para mantener sus escuelas en buen estado y acoger a miles de nuevos estudiantes cada a?o. ?ltimamente, han tenido que habilitar escuelas de m¨²sica y otros centros para dar clases de alem¨¢n de refuerzo a los ni?os ucranios, explica. La estructura administrativa, con un Senado o Gobierno regional y 12 Ejecutivos de distrito, complica la gesti¨®n. ¡°El Senado intenta debilitar a los distritos infrafinanci¨¢ndolos¡±, lamenta Remlinger, ¡°y no se da cuenta de que Berl¨ªn es demasiado grande para gobernarla de forma centralizada¡±.
Tambi¨¦n hay muchas cosas que funcionan en Berl¨ªn, servicios que en otras capitales escasean. A la historiadora Frevert se le ocurre, por ejemplo, el gran n¨²mero de piscinas p¨²blicas o las pistas de hielo. Pese a los numerosos cortes por obras y reparaciones, el transporte p¨²blico es r¨¢pido y bastante eficaz. La basura ¨Descrupulosamente separada¨D se recoge puntualmente. Berl¨ªn ser¨¢ un desastre, pero es mi desastre, piensan muchos en la capital, donde hablar mal de ella no es incompatible con adorarla. Lo resume bien Frevert: ¡°Quienes optan por quejarse o se?alar con el dedo siguen prefiriendo vivir en Berl¨ªn a hacerlo en Stuttgart o Hamburgo¡±.
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