Los israel¨ªes que cuelan la ocupaci¨®n de Palestina en la protesta contra la reforma judicial
Cientos de activistas de izquierdas defienden la causa palestina en las manifestaciones contra el plan de Netanyahu, donde les acusan de debilitarlas y de proyectar una imagen radical
Dos israel¨ªes, que no se conocen, debaten en medio de una manifestaci¨®n multitudinaria en Tel Aviv contra la reforma judicial del Gobierno de Benjam¨ªn Netanyahu.
¨D ?No crees que es el momento de centrarse en lo que est¨¢ pasando?
¨D Es que lo que est¨¢ pasando es la ocupaci¨®n
El primero es un joven que avanzaba por la calle Kaplan junto a decenas de miles de compatriotas, muchos con banderas israel¨ªes, cuan...
Dos israel¨ªes, que no se conocen, debaten en medio de una manifestaci¨®n multitudinaria en Tel Aviv contra la reforma judicial del Gobierno de Benjam¨ªn Netanyahu.
¨D ?No crees que es el momento de centrarse en lo que est¨¢ pasando?
¨D Es que lo que est¨¢ pasando es la ocupaci¨®n
El primero es un joven que avanzaba por la calle Kaplan junto a decenas de miles de compatriotas, muchos con banderas israel¨ªes, cuando se top¨® con el llamado bloque antiocupaci¨®n, al que pertenece el segundo y donde ondean decenas de banderas palestinas. El bloque est¨¢ formado por cientos de activistas de la izquierda m¨¢s marginal en el pa¨ªs, casi todos jud¨ªos, que no buscan precisamente pasar desapercibidos. Cada s¨¢bado, unos 300 se colocan en medio de la calle de Tel Aviv por la que transcurre la protesta, de forma que la marea humana de manifestantes tiene que ir muy despistada para no toparse con pancartas como ¡°No hay democracia con ocupaci¨®n¡± o ¡°Jud¨ªos y ¨¢rabes rechazan ser enemigos¡±. Toda una declaraci¨®n pol¨ªtica que chirr¨ªa a muchos en Israel y que lleva a algunos manifestantes a tirarles las banderas al suelo, insultarlos o iniciar un debate m¨¢s o menos educado.
Los activistas tratan de aprovechar la multitudinaria protesta ¡ªvertebrada principalmente por israel¨ªes de centro o izquierda moderada que obvian, condonan o apenas prestan atenci¨®n a la situaci¨®n en Gaza, Cisjordania o Jerusal¨¦n Este¡ª para poner el inc¨®modo foco en la ocupaci¨®n militar israel¨ª de Palestina. Es, argumentan, el elefante en la habitaci¨®n y no se puede desconectar de la lucha contra una reforma judicial que ¨Dde salir adelante¨D debilitar¨ªa la divisi¨®n de poderes. Quienes les interpelan los acusan de oportunismo, de ahuyentar a manifestantes de otras sensibilidades y de poner en bandeja fotos que alimentan la narrativa del Ejecutivo de que la protesta est¨¢ liderada por radicales. ¡°Por anarquistas¡±, como ha dicho en alguna ocasi¨®n Netanyahu.
Alma Beck, en la treintena, sujeta un cartel con la frase: ¡°S¨¦ que duele, pero venid a hablar sobre la ocupaci¨®n¡±. No parece tener mucho ¨¦xito. ¡°Si no hablamos del pecado original, que es la ocupaci¨®n, no podemos hablar de lo que pasa ahora. Tenemos que desmontar el racismo, el militarismo... S¨¦ que cuesta mucho, porque es el ethos en el que hemos crecido, pero si queremos cambiar la realidad no podemos volver al statu quo tras esta protesta¡±.
Niv, de 18 a?os y tambi¨¦n jud¨ªo israel¨ª, sostiene una bandera palestina. ¡°Dicen que se manifiestan por la democracia, pero aqu¨ª nunca ha habido democracia. Un 20% de la poblaci¨®n no existe en los elementos del pa¨ªs, desde el himno hasta la bandera¡±, afirma en referencia a la minor¨ªa palestina con ciudadan¨ªa israel¨ª, sujeta a una discriminaci¨®n estructural respecto a la mayor¨ªa jud¨ªa. A pocos metros, Revital es casi la ¨²nica del bloque antiocupaci¨®n con una bandera israel¨ª, colgada de la mochila. ¡°No lo vivo como una contradicci¨®n. Hay que devolver la bandera a la izquierda israel¨ª. Y si existe algo que se pueda llamar as¨ª, desde luego est¨¢ aqu¨ª¡±, dice esta trabajadora social de 53 a?os mientras se?ala a su alrededor. El fundador del sionismo, Theodor Herzl, parece observarla desde un enorme cartel en la sede de la Organizaci¨®n Sionista Mundial, con motivo del 125? aniversario del primer congreso del movimiento que acab¨® dando a luz en 1948 al Estado de Israel.
Keren, 42 a?os, se ha desplazado desde Jerusal¨¦n y muestra una pancarta con el lema ¡°El apartheid no se detiene en la L¨ªnea Verde¡±, la divisoria internacionalmente reconocida entre Israel y Palestina, previa a la Guerra de los Seis D¨ªas de 1967. Adopta un enfoque pragm¨¢tico ante el abismo ideol¨®gico que la separa de la inmensa mayor¨ªa de participantes en la marcha: ¡°Esta tambi¨¦n es mi manifestaci¨®n. Y claro que estoy en contra de la reforma judicial. Pero no se pueden compartimentar las cosas. Si no salimos aqu¨ª a las calles, ?d¨®nde? No en cualquier lugar se puede hablar de apartheid¡±.
Como cuando un director de cine decide mantener el contraplano, lo m¨¢s interesante no son a veces los s¨ªmbolos y lemas del bloque antiocupaci¨®n, sino las reacciones que generan en el denominado ¡°consenso¡± israel¨ª. Muchos eligen ignorarlos. Algunos se paran a hacerles una foto y mandarla por WhatsApp, como si acabasen de cruzarse con un animal ex¨®tico. Uno les grita: ¡°?Vais a estropear esta protesta, traidores!¡±; otro hace sonar insistentemente la vuvuzela. El momento m¨¢s tenso llega cuando un joven arranca de la mano a un manifestante la bandera palestina y la arroja al suelo con violencia mientras le insulta. Este se queda con el susto en el cuerpo.
La bandera del enemigo (m¨¢s a¨²n ondeada por un jud¨ªo) o palabras como apartheid y supremacismo jud¨ªo (que entre la mayor¨ªa jud¨ªa solo utilizan quienes se sit¨²an ideol¨®gicamente muy en los m¨¢rgenes de la izquierda) tocan una fibra muy sensible en el pa¨ªs. ¡°Para la mayor¨ªa de israel¨ªes, ver una bandera palestina es como si le clavasen un cuchillo en el ojo¡±, explica por tel¨¦fono Daniel Bar-Tal, profesor em¨¦rito de la Universidad de Tel Aviv y psic¨®logo pol¨ªtico que ha estudiado las reacciones que genera el conflicto palestino-israel¨ª. ¡°La palabra ocupaci¨®n, adem¨¢s, tiene una connotaci¨®n negativa. El israel¨ª medio no quiere verse como parte de una ocupaci¨®n. Es un espejo en el que no se quiere mirar y que le enfada¡±, argumenta.
Tambi¨¦n los hay, como Avihu Waldman, de 50 a?os, que discrepan desde el respeto. Al avanzar con la masa por la calle Kaplan, se cruza con los activistas y niega ligeramente con la cabeza. ¡°No me molestan, pero s¨ª creo que debilitan la protesta. Y me parece muy ego¨ªsta: esta manifestaci¨®n es por la reforma¡±, explica su gesto. Un activista del bloque le increpa e inician una discusi¨®n. ¡°La ocupaci¨®n es horrible, pero no es el tema ahora. Cuando acabe, pondr¨¦ toda mi energ¨ªa en acabar con ella¡±, le dice Waldman. ¡°Si me lo prometes, me salgo ahora mismo del bloque antiocupaci¨®n¡±, responde el activista mientras sellan el acuerdo con una sonrisa y un apret¨®n de manos.
Tami Hasten piensa parecido. Tiene 29 a?os, se define de izquierdas y acaba de participar en el bloqueo de la autopista Ayal¨®n de Tel Aviv, en uno de los jueves de acciones simb¨®licas o que alteren el d¨ªa a d¨ªa, como cortes de carretera y escraches. La palabra ocupaci¨®n, admite, le genera ¡°mucha incomodidad¡±, y cree que introducirla a la fuerza espanta a colectivos menos ideologizados que dudan si sumarse a la protesta. ¡°Damos cabida a todo el que venga, pero la situaci¨®n es muy fr¨¢gil, y hablar de la ocupaci¨®n genera mucho antagonismo. Cada uno puede gritar lo que quiera, pero este no es un tema de izquierdas o derechas, sino de defender juntos la democracia [¡] Y hay que saber elegir las luchas¡±, lamenta.
El cambio de Huwara
El 26 de febrero cambi¨® el debate sobre la cabida de la ocupaci¨®n de Palestina en la protesta. Ese d¨ªa, decenas de colonos radicales mataron a un palestino y quemaron decenas de casas y veh¨ªculos en Huwara, una localidad de Cisjordania, en represalia por un atentado. Las fuerzas de seguridad israel¨ªes llegaron muy tarde, pese a los indicios claros desde horas antes. Para a?adir sal a la herida, el ministro de Finanzas, el ultraderechista Bezalel Smotrich, abog¨® justo despu¨¦s por ¡°borrar Huwara¡±, aunque de la mano de militares y polic¨ªas, en vez de civiles tom¨¢ndose la justicia por su cuenta. D¨ªas m¨¢s tarde, el propio jefe del Comando Central del ej¨¦rcito israel¨ª, Yuval Fuchs, calific¨® lo sucedido de ¡°pogromo¡±, un t¨¦rmino con gran carga simb¨®lica porque se populariz¨® para nombrar los linchamientos multitudinarios de jud¨ªos en el siglo XIX en la Rusia zarista.
Desde aquel d¨ªa, cuando los polic¨ªas efect¨²an un arresto o pegan un empuj¨®n extempor¨¢neo, decenas de manifestantes comienzan a corear: ¡°??D¨®nde estabais en Huwara!?¡±. Son, en muchos casos, israel¨ªes corrientes ¨Denvueltos en la bandera nacional o en la LGTBI¨D impactados por la violencia de sus compatriotas en los asentamientos m¨¢s radicales en Cisjordania y preocupados por el monstruo que ha ido creciendo a apenas 50 kil¨®metros de sus casas.
¡°Huwara meti¨® la ocupaci¨®n en la protesta. Muchos entendieron el nexo entre el debilitamiento de la democracia y lo que pas¨®¡±, asegura Aviv Levin, de 28 a?os y uno de los que corea la frase, pero no pertenece al bloque antiocupaci¨®n. ¡°La mayor¨ªa de manifestantes, sobre todo al principio, vive en el centro de Israel y ve la ocupaci¨®n como algo que no le afecta. Pero despierta empat¨ªa ver que nos pueden hacer a nosotros lo que les hacen a los palestinos¡±.
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