La victoria electoral en Israel depende de la minor¨ªa ¨¢rabe: ¡°Nuestro voto vale lo mismo que el de un jud¨ªo¡±
La participaci¨®n de los palestinos con ciudadan¨ªa israel¨ª, un quinto de la poblaci¨®n, se ha convertido en la clave de los comicios del pr¨®ximo martes ante el empate que pronostican los sondeos entre los bloques a favor y en contra de Netanyahu
Son las quintas elecciones en tres a?os y medio, pero en la aldea de Ibilin parecen las primeras en mucho tiempo. Un centenar de vecinos de esta peque?a localidad de palestinos con ciudadan¨ªa israel¨ª escucha con rostro serio y preocupado c¨®mo uno de los suyos, el diputado Ahmad Tibi, les pide que convenzan a familiares y conocidos para impedir en las urnas el pr¨®ximo martes la victoria de ¡°la derecha fascista¡±, como llama a la lista ultranacionalista y racista que, seg¨²n los sondeos, roza la posibilidad de gobernar con el Likud de Benjam¨ªn Netanyahu y los partidos ultraortodoxos.
¡°En Israel estamos discriminados en muchos ¨¢mbitos, pero el d¨ªa de las elecciones es el ¨²nico en el que nuestro voto vale lo mismo que el de un jud¨ªo. Y votar es influir¡±. Tibi, l¨ªder del partido nacionalista secular Taal, sabe que quienes le escuchan ¡ªsentados en sillas de pl¨¢stico, mientras los m¨¢s j¨®venes sirven caf¨¦ con cardamomo, refrescos, dulces y fruta, como marca la tradici¨®n local¡ª son los convencidos. Sabe que la minor¨ªa palestina ¨Da la que ¨¦l y ellos pertenecen y que supone el 21% de la poblaci¨®n de Israel¨D desconf¨ªa de los procesos electorales y las instituciones de un Estado que les trata como ciudadanos de segunda y hace apenas cuatro a?os retir¨® la cooficialidad a la lengua ¨¢rabe. Y sabe tambi¨¦n que muchos est¨¢n enfadados por las broncas entre partidos palestinos y que, tras 23 a?os como diputado, lo ven como una vieja gloria incapaz de resolver sus problemas cotidianos. Pero tambi¨¦n sabe que los dos millones de palestinos ciudadanos de Israel son la principal clave de estos comicios y, por eso, pronuncia hasta 10 veces el nombre de Itamar Ben Gvir, el n¨²mero dos de la lista ultraderechista que amenaza con deportar a quienes tiren piedras.
Retrocedamos a 2014, cuando se elev¨® al 3,25% de los votos el m¨ªnimo necesario para entrar en la Knesset (el Parlamento), con la vista puesta en jibarizar a los partidos ¨¢rabes. La jugada funcion¨® como un bumer¨¢n: aparcaron sus diferencias y concurrieron en una sola lista, conocida en la calle como Al Mushtaraka (La conjunta), que obtuvo el logro hist¨®rico de convertirse en la tercera fuerza del Parlamento.
Las diferencias estrat¨¦gicas y personales acabaron desgastando esa unidad y germinaron el a?o pasado otro hito. En una decisi¨®n in¨¦dita desde la creaci¨®n de Israel en 1948, un partido palestino, la Lista ?rabe Unida (conservadora, pragm¨¢tica y de inspiraci¨®n islamista), se convirti¨® en el primero en integrar el Gobierno, dentro de una variopinta coalici¨®n ¨Ddesde la derecha nacionalista hasta la izquierda pacifista¨D solo vertebrada por el rechazo a Netanyahu. Su disoluci¨®n tras un a?o supuso la convocatoria anticipada de estos comicios.
Este martes, concurren tres listas palestinas. La citada ?rabe Unida es la mejor posicionada en las encuestas. Mantiene sus esca?os, en un refrendo a su decisi¨®n de romper el tab¨² y entrar en el Gobierno. La segunda es lo que queda de la Conjunta, compuesta hoy por una formaci¨®n heredera del partido comunista, Hadash, y la que lidera Tibi, Taal. Supera por poco el umbral del 3,25%. Por ¨²ltimo, Balad, de discurso m¨¢s nacionalista, necesita un empuj¨®n en forma de miles de votos para entrar en la Knesset.
El desacuerdo estrat¨¦gico por el que, minutos antes de la presentaci¨®n de las listas electorales, Balad y la Lista Conjunta decidieron concurrir por separado puede resultar clave cuando se anuncien los resultados electorales. Balad rechazaba apoyar candidato alguno a primer ministro, a diferencia de la Lista Conjunta, cuya postura apoya un 60% de la minor¨ªa, seg¨²n un sondeo de la radio en ¨¢rabe Makan. Por eso, su lema es ¡°Influimos con dignidad¡±, con ¡°influimos¡± como rej¨®n a Balad y ¡°con dignidad¡±, a la Lista ?rabe Unida, a la que acusa de entrar en el Gobierno por un plato de lentejas.
Si el bloque anti-Netanyahu lograse un diputado m¨¢s (57 de 120) de los que pronostican las encuestas, la reelecci¨®n de Yair Lapid como primer ministro depender¨ªa del s¨ª ¨Dm¨¢s por miedo a la alternativa que por convicci¨®n¨D de los cuatro diputados de la Lista Conjunta. A lo que se suma que el bloque pro-Netanyahu controlar¨¢ el Parlamento si dos de las tres listas ¨¢rabes quedan por debajo del umbral. De ah¨ª que los detractores del l¨ªder del Likud exhorten desde hace semanas a la minor¨ªa palestina a votar: los partidos jud¨ªos, para que les salgan las cuentas; y los ¨¢rabes, por los escalofr¨ªos que les genera una presencia simb¨®lica en una Knesset a¨²n m¨¢s derechista.
¡°Hoy, el estado de ¨¢nimo en la comunidad ¨¢rabe es: ¡®Queremos que entr¨¦is en la Knesset y que jugu¨¦is el juego pol¨ªtico pleno, no solo como representantes de nuestro enfado y frustraci¨®n¡±, explicaba el mes pasado el analista pol¨ªtico Mohammad Darawshe en un acto del Club de Prensa de Jerusal¨¦n. Un 19%, de hecho, vota a partidos jud¨ªos.
Los ¡°palestinos del 48¡å, como se autodenominan por el a?o de la Nakba, o ¡°¨¢rabes israel¨ªes¡±, en su nombre oficial, castigan particularmente la fragmentaci¨®n. En 2015, cuando sus partidos concurrieron juntos, vot¨® un 63,5%, mientras que hace un mes los sondeos apuntaban a un m¨ªnimo hist¨®rico del 39%. Los m¨ªtines pueblo por pueblo y el miedo a la ultraderecha parecen, sin embargo, haber calado: un 50,5% acudir¨¢ ¡°seguro¡± a las urnas y un 19,4% piensa hacerlo, seg¨²n una encuesta difundida el jueves por el Instituto Israel¨ª para la Democracia.
Pocos olvidan en Israel que el 75% de participaci¨®n palestina fue vital en la derrota de Netanyahu frente al laborista Ehud Barak en 1999, con casi un tercio de apoyo a partidos jud¨ªos. Un a?o m¨¢s tarde, comenz¨® la Segunda Intifada, la polic¨ªa mat¨® a 13 ¨¢rabes israel¨ªes durante protestas multitudinarias y su participaci¨®n electoral empez¨® a ir cuesta abajo.
A Fida Shehada le hace gracia esta atenci¨®n sobrevenida, incluida visita de Lapid el martes a la principal ciudad ¨¢rabe, Nazaret. ¡°El Estado me sigue viendo como enemiga. Da igual si mi documento es azul [israel¨ª] o verde [palestino], si es aqu¨ª o en Ramala [¡] Eso s¨ª, cuando llegan las elecciones, se acuerdan de nosotros y nos ven como una cesta de votos¡±, critica.
Planificadora urban¨ªstica, acaba de renunciar al puesto de concejala independiente que ten¨ªa en la ciudad de Lod, cerca de Tel Aviv, tras llegar a la conclusi¨®n de que el Estado ¡°no tiene intenci¨®n de resolver el problema¡±. Lod y otras ciudades mixtas judeo-¨¢rabes vivieron d¨ªas tr¨¢gicos en mayo de 2021, cuando se contagiaron de la tensi¨®n en Jerusal¨¦n y Gaza. Los enfrentamientos entre jud¨ªos y ¨¢rabes dejaron muertos, palizas brutales, cientos de detenidos y ataques a casas, sinagogas y un cementerio musulm¨¢n. Por primera vez desde 1966, se declar¨® en Lod el estado de emergencia.
¡°A quien le arrestaron ese d¨ªa un hijo, no votar¨¢¡±, dice. ¡°Y para el que no tiene conciencia pol¨ªtica y est¨¢ en el paro fumando narguile todo el d¨ªa, ?qu¨¦ ha cambiado este a?o [con un partido ¨¢rabe en el Gobierno]? Nada. No votar¨¢ y seguir¨¢ en el paro fumando narguile¡±, explica en el llamado barrio del tren, famoso por la criminalidad y la venta de drogas, como atestiguan los enormes portones de acero vigilados y alg¨²n que otro coche de alta gama. Sus construcciones ¨Dexplica¨D son t¨¦cnicamente ilegales porque se levantaron sobre terreno agr¨ªcola, aunque ese motivo no impidi¨® a las autoridades clasificar como urbanizable otro suelo cercano para levantar edificios que acogiesen a emigrantes jud¨ªos de la extinta URSS.
En la plaza en la que todo estall¨® el a?o pasado, Milad Muhid y Zaher Baidas, de 30 a?os y amigos desde la infancia, toman un refresco frente a un local de shawarma. ¡°La pregunta no es c¨®mo ha cambiado la ciudad desde mayo de 2021, es c¨®mo ha cambiado para nosotros desde que empezaron a venir jud¨ªos que no estaban aqu¨ª desde el principio. Todo es para ellos. La polic¨ªa los protege y el Estado los defiende¡±, protesta Muhid. La derecha israel¨ª no limita la batalla por el espacio a los asentamientos en territorio ocupado, sino tambi¨¦n a zonas de Israel con presencia jud¨ªa y ¨¢rabe, como la Galilea, el desierto del Neguev o las ciudades mixtas.
Los dos votar¨¢n ¡°a Sami¡± [Abu Shehade], el l¨ªder de Balad al que todos llaman por el nombre porque naci¨® aqu¨ª. ¡°S¨¦ que hay un 90% de probabilidades de que no entre en el Parlamento, pero al menos ¨¦l muestra nuestra realidad¡±, explica Baidas. Enfrente, varios soportes desnudos recuerdan que hace unos meses el Ayuntamiento se vio obligado a retirar las banderas israel¨ªes despu¨¦s de que, noche tras noche, alg¨²n palestino trepase para quitarlas.
Mucho m¨¢s al norte, en Kafr Yasif, muy cerca de la frontera con L¨ªbano, Tibi y Ayman Odeh, el l¨ªder de Hadash, dan un mitin conjunto. Unos 350 de los 10.000 habitantes de esta ciudad de tradici¨®n comunista escuchan en silencio a Odeh hablar de luchas pasadas y de lo que est¨¢ en juego el martes. ¡°La gente est¨¢ cansada tras cinco elecciones, pero estas son diferentes: estamos en una posici¨®n decisiva¡±, se?alaba Odeh a este peri¨®dico tras el acto.
A tres calles de la m¨²sica, los abrazos y los c¨¢rteles electorales, Yaled atend¨ªa de noche un peque?o ultramarinos. De d¨ªa, estudia Administraci¨®n y Econom¨ªa. Cuando naci¨®, hace 19 a?os, Tibi ya era diputado. ¡°En mi familia nadie votar¨¢. No es por ideolog¨ªa, es m¨¢s bien¡ ¡®?para qu¨¦?¡¯. Cuando llegan las elecciones todos vienen y hacen sus discursos. Luego se olvidan de nosotros. Ya sabes, pol¨ªticos...¡±.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.