Confesiones de un soldado novato en Ucrania: ¡°El miedo es lo m¨¢s preciado que he perdido en la guerra¡±
Gennadiy, uno de los pocos militares que recibi¨® a Zelenski en su visita a Bajmut, lamenta la falta de combatientes m¨¢s experimentados en ese frente clave de la guerra
¡°Aquella chocolatina me salv¨® la vida¡±. La dama de la guada?a ha mirado en el ¨²ltimo a?o varias veces a los ojos a Gennadiy, un uniformado de 26 a?os que pide ocultar su apellido por motivos de seguridad. Se palpa el cr¨¢neo, encuentra la marca entre el cabello y recuerda el d¨ªa en que aquella esquirla se le incrust¨® milagrosamente solo de manera superficial. Se acababa de agachar a coger un Kit-Kat cuando una bomba lanzada desde un avi¨®n ruso impact¨® junto a la base en la que se hospedaba a finales de abril en Barbvinkove (regi¨®n de J¨¢rkov). La explosi¨®n le pill¨® dentro del edificio. ¡°Sin casco¡±, agrega arqueando el rostro con una mueca. Una ventana arrancada de cuajo le pas¨® milagrosamente por encima. Cadette, un colega suyo, se encontraba en el exterior fumando. El ataque se lo llev¨® por delante. Este suceso es solo uno de los episodios al borde de la muerte que Gennadiy ha protagonizado desde que Rusia lanz¨® la gran invasi¨®n de Ucrania el 24 de febrero de 2022.
Como a muchos otros de su generaci¨®n, la nacida tras la independencia en 1991 del cors¨¦ sovi¨¦tico, nadie le ha impuesto la misi¨®n que, desde hace 13 meses, lleva a cabo. De sus palabras se desprende, sin embargo, que no hace m¨¢s que obedecer un guion que ya otros interpretaron en Ucrania antes. Primero, durante la II Guerra Mundial hace ocho d¨¦cadas y, en tiempos recientes, con la invasi¨®n rusa de la pen¨ªnsula de Crimea y la guerra de Donb¨¢s desde 2014. Tras dejar su trabajo en una empresa tecnol¨®gica por impulso patri¨®tico y responsabilidad, Gennadiy se enfund¨® el uniforme de camuflaje sin ninguna experiencia previa. Se considera otro m¨¢s de las decenas de miles de autodidactas que aprenden a ser soldados mientras combaten en los entornos m¨¢s extremos.
Al mismo tiempo, rememora tambi¨¦n otros cap¨ªtulos menos traum¨¢ticos, como el d¨ªa que fue uno de los pocos militares que recibieron al presidente, Volod¨ªmir Zelenski, en su primera visita a la disputada ciudad de Bajmut, el pasado 20 de diciembre. La factor¨ªa abandonada en la que el mandatario se fotografi¨® junto a Gennadiy y sus compa?eros fue semanas despu¨¦s tomada por los mercenarios rusos del grupo Wagner, que difundieron victoriosos una imagen en ese mismo enclave. El joven trata de restar importancia a la existencia de esa foto, que asegura no haber visto. En todo caso, reconoce haber estado destinado en lugares donde lo pas¨® mucho peor que en el frente de Bajmut ¨Ddentro de la ciudad apenas ha estado¨D, donde se libra desde hace meses la batalla m¨¢s sangrienta.
En su discurso, este joven alistado como voluntario en el cuerpo de la Defensa Territorial de Ucrania a veces plantea dudas y hasta lanza cr¨ªticas. ¡°Lo que m¨¢s furioso me pone es que manden a primera l¨ªnea al cuerpo de Defensa Territorial [el suyo] y no a combatientes m¨¢s experimentados¡±, lamenta refiri¨¦ndose a la sangr¨ªa de Bajmut. Lo califica de ¡°infierno en la tierra¡±. All¨ª, ¡°lo m¨¢s parad¨®jico e incomprensible¡± es que siga habiendo civiles. No oculta que los militares ucranios saben que algunos, defensores de la postura de Mosc¨², aguantan bajo las bombas a la espera de que los rusos les liberen.
No es, sin embargo, de esa infausta localidad de la regi¨®n de Donetsk de donde guarda peores recuerdos. Gennadiy se curti¨® primero en un lugar no muy lejos de all¨ª, en el frente de Sloviansk, Dolina y Bohorodichne, donde reconoce que la cosa empezaba ya a pintar fea. Particip¨® en la liberaci¨®n de Izium, pero fue en Kremina (regi¨®n de Lugansk) donde permaneci¨® dos meses. ¡°A veces pensaba que no iba a ser capaz de soportarlo¡±, comenta. Enfrente no ten¨ªan a mercenarios sin formaci¨®n de la empresa Wagner ¡ªmiles de ellos expresidiarios, de los que Rusia emplea como carne de ca?¨®n y de cuya suerte casi nadie se preocupa¡ª, sino a verdaderos combatientes del ej¨¦rcito que, al menos, ¡°evacuaban a sus muertos¡±.
La mesa de la cafeter¨ªa de J¨¢rkov donde tiene lugar la cita con EL PA?S acaba convertida en un div¨¢n. Por momentos, la voz de Gennadiy apenas es perceptible bajo la m¨²sica y las conversaciones de alrededor. Cabizbajo, se frota las yemas de los dedos de unas manos cuyos restos de mugre ayudan a comprender qu¨¦ hay detr¨¢s de su confesi¨®n. Cada rato sale a la calle a echar un pitillo y vuelve con m¨¢s ganas de seguir vaci¨¢ndose. Muestra sus emociones, sus frustraciones y sus esperanzas. Su relato se puede condensar en esta frase suya: ¡°El infierno de este a?o no se lo deseo ni a mi peor enemigo¡±.
Como un animal protagonista de un documental de sobremesa, Gennadiy asegura que el instinto de supervivencia se le ha disparado. Le acompa?a como una m¨¢s de sus armas, aunque en alguna ocasi¨®n haya llegado a tirar la toalla esperando a la muerte en alguna madriguera mientras daba unas caladas. ¡°El miedo es lo m¨¢s preciado que he perdido en la guerra¡±, se?ala este hombre al que el conflicto ha arrebatado tambi¨¦n 25 de los 135 kilos que pesaba el 24 de febrero de 2022.
Algunos de esos kilos los dej¨® por el camino durante la misi¨®n encomendada coincidiendo con el cambio de a?o. El 31 de diciembre pasado lo rememora como una de esas jornadas que pens¨® que el fin hab¨ªa llegado. El veh¨ªculo de transporte que los conduc¨ªa a la posici¨®n acordada se estrope¨®. Se quedaron aislados y la infanter¨ªa enemiga avanzaba hacia su ubicaci¨®n. A la vez, la artiller¨ªa jugaba con ellos como con peleles en una caseta de feria mientras iban cayendo muertos y heridos.
Gennadiy relata as¨ª la entrada de 2023: ¡°Exactamente a medianoche, nos empezaron a caer proyectiles que iluminaban la noche. Desde la trinchera no se pod¨ªa ver bien lo que era. Alguno comenz¨® a entrar en p¨¢nico porque alert¨® de que eran bombas de f¨®sforo. Yo pens¨¦ que, si realmente era as¨ª, nos quemar¨ªamos sin m¨¢s. Incluso si corr¨ªa, es posible que cayera por alg¨²n francotirador. As¨ª que me sent¨¦ y esper¨¦ fumando. Ya no me importaba nada. Despu¨¦s pudimos comprobar que no era f¨®sforo¡±. Contin¨²a escudri?ando cada detalle durante varios minutos: ¡°Fue una situaci¨®n horrible. Yo no alcanzaba a entender c¨®mo la Defensa Territorial, con las armas m¨¢s simples, fabricadas hace 70 a?os, estaba desplegada en zona cero. Esta situaci¨®n se alarg¨® durante tres d¨ªas. Ahora, el 3 de enero es mi segundo cumplea?os¡±.
Encuentro con Zelenski
Cuando su jefe les dice la ma?ana del 20 de diciembre que van a entrar en Bajmut, Gennadiy no se esperaba ser de los pocos que iba a recibir a Zelenski. Se trataba de la primera visita del mandatario a ese avispero del este de Ucrania, donde los dos bandos cuentan los muertos por miles. Gennadiy tambi¨¦n es de los que estamp¨® su firma en la ense?a nacional que el propio Zelenski entreg¨® en el Congreso de Estados Unidos durante la visita que emprendi¨® horas despu¨¦s, en la que supuso su primera salida del pa¨ªs durante la invasi¨®n rusa.
Gennadiy asegura que ¨¦l y sus compa?eros no estaban avisados por los mandos. De hecho, estos desplazamientos a zonas complicadas suelen organizarse bajo la mayor de las discreciones. Incluso, cuenta el militar, unos minutos antes de la aparici¨®n del presidente, Gennadiy salud¨® y abraz¨® sin distancia ni protocolo alguno a la viceministra de Defensa, Hanna Maliar, a la que confundi¨® con una reportera que pens¨® hab¨ªa ido a cubrir la entrega de distinciones que se hab¨ªa preparado. Al joven uniformado le llam¨® poderosamente la atenci¨®n c¨®mo lleg¨® Zelenski ¡°al agujero m¨¢s peligroso del planeta¡±. ¡°No de Ucrania, del planeta¡±, enfatiza. ¡°No llevaba chaleco antibalas. Nada. Solo tres hombres de su seguridad. Y todos nosotros con nuestras armas, con la munici¨®n, con las granadas...¡±.
Bajmut era ya entonces, hace tres meses, ¡°un absoluto horror, pero, al menos, cre¨ªamos que podr¨ªa salvarse, obligarlos a replegarse. Pero ahora simplemente no veo la manera de mantenerlo, con tantas v¨ªctimas. No creo que tenga mucho sentido¡±, lamenta. En las ¨²ltimas semanas, los rusos han comido terreno a los ucranios. Zelenski, sin llegar a entrar ya en la ciudad, ha vuelto a visitar ese frente la semana pasada para dejar claro que no piensa entregar esa plaza a los rusos. ¡°Yo no soy un gran estratega¡±, reconoce Gennadiy. Por eso, a?ade, puede que no alcance a comprender qu¨¦ hay detr¨¢s de las decisiones de los responsables del Ministerio de Defensa, ¡°que no son tontos¡±. Y vuelve a reflexionar: ¡°Puede que todos estos sacrificios sean necesarios para asestar el golpe definitivo a Rusia¡±. Y pide lanzar un mensaje a Espa?a: ¡°Deb¨¦is comprender que hoy nos pasa a nosotros y que ma?ana puede ser vuestro turno¡±.
Todo forma parte de una pesadilla que arranc¨® el a?o pasado. La noche de aquel 24 de febrero, Gennadiy no durmi¨®. Estuvo escuchando m¨²sica hasta que los primeros misiles empezaron a caer en J¨¢rkov. Entonces, su madre se levant¨®. Empezaron a ver las noticias. ?l se pregunt¨® en un primer momento qu¨¦ deb¨ªa hacer, ad¨®nde correr¡ pero en pocos minutos tuvo claro que deb¨ªa formar parte activa de la defensa de Ucrania. Esa era su misi¨®n. Ha pasado algo m¨¢s de un a?o desde entonces, una eternidad en la que ha tenido que aprender de estrategia, de armas o de medicina t¨¢ctica de manera improvisada. El conflicto le hace sentirse como protagonista de una pel¨ªcula o como si hubiera sido enviado a otro planeta: ¡°A veces ni siquiera soy capaz de recordar c¨®mo era mi vida antes de la guerra¡±.
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