Irlanda del Norte cumple 25 a?os de paz y amnesia agitados por el Brexit
La generaci¨®n de j¨®venes surgida desde el Acuerdo de Viernes Santo ve las d¨¦cadas de conflicto sangriento como algo ajeno y parte de la historia
En la peque?a ciudad de Armagh, cerca de la frontera que separa Irlanda del Norte de la Rep¨²blica de Irlanda, hay dos catedrales dedicadas a San Patricio, el santo patr¨®n de la isla, que se miran una a la otra desde sus respectivas colinas, y preservan con recelo mutuo 25 a?os de paz y de amnesia. Desde el centro urbano, dos se?ales que el visitante debe descifrar indican la direcci¨®n para llegar a una u otra: Cathedral (COI) y Cathedral (RC). Es decir, la catedral de la Iglesia de Irlanda (Church Of Ireland, anglicana) y la catedral cat¨®lica romana (Roman Catholic).
El coraz¨®n del cristianismo irland¨¦s apenas cuenta con 16.000 almas, frente a los casi 1,9 millones de habitantes de Irlanda del Norte. Durante las tres d¨¦cadas de aquel conflicto sectario y sangriento conocido con el eufemismo de The Troubles (los problemas), de las 3.488 muertes que se produjeron, Armagh sufri¨® 86, una proporci¨®n m¨¢s que suficiente. Este lunes se celebra un cuarto de siglo del Acuerdo del Viernes Santo ¡ªAcuerdo de Belfast, como prefieren llamarlo los protestantes¡ª que puso fin a tanta violencia en 1998.
¡°Todav¨ªa es necesario que cicatricen algunas heridas entre las dos comunidades. Cada familia tiene historias de alguien a quien dispararon o asesinaron los del otro bando, y ese dolor se sigue sintiendo. Es necesario curarlo en ambos lados. Pero nosotros no vivimos esa experiencia. Para m¨ª, a veces, es como una pel¨ªcula. No parece que fuera algo real, porque hoy no sentimos en absoluto que lo sea¡±, cuenta Ben, de 23 a?os. Ha puesto en marcha hace unos meses el Caf¨¦ Soujourn, un peque?o local decorado con gusto, con diferentes tipos de caf¨¦ y cruasanes reci¨¦n hechos, no muy diferente a los caf¨¦s que pueden encontrarse en el londinense barrio chic de Chelsea.
¡°Es un buen lugar para vivir, con bastantes concesionarios de coches, con buenas casas que cuestan entre las 200.000 y el mill¨®n de libras esterlinas [entre 225.000 y 1,1 millones de euros] y un mont¨®n de colegios¡±, presume Matthew, de 22 a?os, mientras ense?a al cliente una de las dos botellas de Vega Sicilia Unico, el legendario vino espa?ol, que tiene la tienda donde trabaja.
¡ª?Y ning¨²n recuerdo de la violencia sectaria de hace 25 a?os?
¡ª¡°No en mi caso, afortunadamente¡±, responde.
El padre de Matthew se alist¨® en el ej¨¦rcito del Reino Unido y le toc¨® patrullar la regi¨®n durante los a?os del conflicto. En la jerga de entonces, se conoc¨ªa al condado de Armagh como la ¡°milla asesina¡± (Murder Mile). Los miembros del IRA se mov¨ªan a sus anchas por un terreno rural, sinuoso y cercano a la frontera protectora de la rep¨²blica. Los soldados se desplazaban por la zona en helic¨®ptero. Moverse por tierra era demasiado arriesgado. Hab¨ªa se?ales ir¨®nicas en la carretera que dec¨ªan Sniper at Work (francotirador trabajando) y mostraban la silueta de un encapuchado con metralleta y pu?o en alto.
¡°No les queda ni el menor de los recuerdos. Les pasa a mis dos hijos. El mayor naci¨® en 1994, el a?o en que el IRA anunci¨® el alto el fuego¡±, se lamenta Jeffrey ¡ªcomo otros muchos, accede a hablar pero rechaza por instinto decir su apellido¡ª, el administrativo del Ulster Gazzette, el peri¨®dico local de mayor circulaci¨®n en el condado, con apenas cinco personas en plantilla. ¡°Saben lo que ocurri¨®, claro, porque se lo han contado. Pero no tienen memoria de nada¡ Cuando hace unas semanas intentaron matar a ese polic¨ªa en Omagh y todo el mundo se conmocion¨® me acord¨¦ de que ese era el d¨ªa a d¨ªa cuando nosotros ¨¦ramos j¨®venes¡±, reflexiona.
Jeffrey se refiere a lo ocurrido el pasado 22 de febrero, cuando el agente John Caldwell, fuera de servicio y vestido de paisano, recog¨ªa en el maletero de su coche unos balones de f¨²tbol, despu¨¦s de entrenar a un grupo de ni?os en el polideportivo de Omagh, a 57 kil¨®metros de Armagh. Fue tiroteado delante de su hijo. Result¨® herido de gravedad. La polic¨ªa centr¨® sus pesquisas en el llamado IRA Real, una escisi¨®n marginal de la organizaci¨®n terrorista que se mantiene activa.
¡°Claro que hay destellos de lo f¨¢cil que resulta volver atr¨¢s, lo vimos en ese intento de asesinato¡±, se?ala Sandra Peake, la directora ejecutiva de WAVE. En su d¨ªa, el acr¨®nimo respond¨ªa a Widows Against Violence Empower (Empoderamiento de las Viudas contra la Violencia), un grupo de ocho mujeres de ambos bandos que perdieron a sus parejas durante el conflicto. Hoy es la mayor organizaci¨®n de apoyo a las v¨ªctimas de la violencia en Irlanda del Norte. Su sede de Armagh se esconde en una callejuela del centro, pero las actividades y eventos se extienden por todo el condado. ¡°Es innegable que se han producido cambios positivos que han tenido un profundo efecto psicol¨®gico y han afectado al modo en que se sienten las personas. El Acuerdo de Viernes Santo fue un giro radical, porque la gran dificultad para muchas v¨ªctimas radicaba en que gran parte de lo ocurrido fue ocultado, y solo con el tiempo ha ido saliendo a la luz¡±, se?ala Peake. ¡°Pero sigue habiendo grupos paramilitares operativos, en ambos bandos, que pueden poner en peligro todo lo conseguido¡±, advierte.
El ¡°legado¡± y el protocolo
Un cuarto de siglo despu¨¦s del acuerdo, la paz parece consolidada. La reconciliaci¨®n de las dos comunidades, sin embargo, nunca termin¨® de llegar. Y dos asuntos ¡ªuno del pasado, el otro del futuro¡ª remueven en los ¨²ltimos a?os el avispero norirland¨¦s. El Gobierno conservador de Boris Johnson impuls¨® el proyecto de Ley para Los Problemas (Legado y Reconciliaci¨®n) de Irlanda del Norte, con el que Londres pretend¨ªa atemperar la revisi¨®n judicial de 30 a?os de violencia, al conceder inmunidad a los acusados de ambos bandos que colaboraran con la Comisi¨®n para la Reconciliaci¨®n y Recuperaci¨®n de Informaci¨®n. Aunque el prop¨®sito claro era proteger a los exmilitares que hac¨ªan frente a procesos penales por su actuaci¨®n durante los a?os del conflicto, el proyecto indign¨® a los familiares de v¨ªctimas republicanas y protestantes.
¡°El Acuerdo de Viernes Santo fue un logro extraordinario, pero tambi¨¦n un compromiso en el que se debe seguir trabajando. Quedan partes fundamentales por desarrollar, como todo lo referente a derechos humanos e igualdad¡±, matiza, entre tanto entusiasmo por el aniversario, el profesor Colin Harvey, de la Facultad de Derecho de la Queen?s University, en Belfast. ¡°La postura que ha adoptado el Gobierno brit¨¢nico en todo lo que hace referencia al legado [la memoria de los a?os de violencia y sus consecuencias] ha sido profundamente contraproducente. No ha ayudado en absoluto¡±, acusa Harvey. ¡°El proceso de paz est¨¢ asegurado, pero el discurso antiprotocolo utilizado estos ¨²ltimos a?os ha sido profundamente irresponsable¡±, recuerda.
Bloqueo institucional ante la ¡°traici¨®n¡±
El profesor Harvey se refiere al Protocolo de Irlanda, el tratado firmado entre Londres y Bruselas para encajar el territorio norirland¨¦s en la era post-Brexit. Ese es el asunto del futuro ¡ªy del presente¡ª que ha agitado la estabilidad lograda. El principal partido protestante, el Partido Unionista Dem¨®crata (DUP, en sus siglas en ingl¨¦s) consider¨® desde el primer momento aquel pacto, que reten¨ªa a Irlanda del Norte dentro del mercado interior de la UE, una traici¨®n del Gobierno brit¨¢nico (tambi¨¦n dirigido en ese momento por Johnson). Desde entonces, mantiene bloqueadas las instituciones aut¨®nomas de Gobierno de la regi¨®n y utiliza como herramienta de presi¨®n el ¡°principio de consentimiento¡± establecido en el acuerdo de paz. Supone que cualquier avance pol¨ªtico debe contar con el respaldo de las dos comunidades, aunque el voto de los ¨²ltimos a?os ha dejado claro que hay una ¡°tercera comunidad¡±, moderada y ajena al rencor, que sufre principalmente esa congelaci¨®n administrativa.
¡°El acuerdo de paz no resolvi¨® un problema arrastrado durante d¨¦cadas, como es la existencia de dos comunidades con ideas opuestas sobre el pa¨ªs al que pertenece Irlanda del Norte. Se confi¨® en que, al imponer la paz y garantizar los derechos de ambos bandos, podr¨ªan aparcarse esas cuestiones existenciales durante un par de generaciones y lograr que emergiera en ese tiempo una sociedad m¨¢s normal. Y m¨¢s o menos funcion¨®. Hasta que lleg¨® el Brexit¡±, explica a EL PA?S el escritor Fintan O¡¯Toole, cuyo libro We Don?t Know Ourselves. A Personal History of Ireland Since 1958 (No nos conocemos. Una historia personal de Irlanda desde 1958) recuerda que la historia de la isla es com¨²n a todos sus habitantes.
¡°Hab¨ªa sectarismo y tensi¨®n, pero tambi¨¦n un espacio compartido facilitado por el hecho de que Irlanda y el Reino Unido formaban parte de la Uni¨®n Europea¡±, recuerda O?Toole. ¡°La idea de sacar de la UE a Irlanda del Norte [aunque siga dentro del espacio aduanero] en contra de la voluntad democr¨¢tica de su poblaci¨®n [un 55,8% vot¨® a favor de la permanencia] ha reflotado a la superficie todas esas cuestiones. Ha animado a los unionistas a retomar el nacionalismo brit¨¢nico m¨¢s crudo y a los republicanos a responder con una mayor ansia de urgencia respecto a la futura reunificaci¨®n de la isla¡±, resume el escritor.
?l y muchos otros observadores de la situaci¨®n norirlandesa conf¨ªan, sin embargo, en que el globo del Brexit se desinfle y la pol¨ªtica recupere el pragmatismo necesario para dotar de estabilidad a la regi¨®n. Estados Unidos ha estado pendiente en los ¨²ltimos a?os en todo lo referente a la tensi¨®n creada en torno al protocolo. El buen oficio del primer ministro brit¨¢nico, Rishi Sunak, que ha logrado, aparentemente, reconducir el conflicto con Bruselas con el llamado Acuerdo de Windsor ha acabado por convencer a Washington. Y el presidente Joe Biden, de ascendencia irlandesa, se pasar¨¢ por Irlanda del Norte este martes para participar en las celebraciones.
No est¨¢ previsto que Biden ponga un pie en Armagh, donde el aniversario no tendr¨¢ la misma relevancia que en Belfast. Ni parece que haya muchas ganas de recordar. En el Mercado de Shambles, colocado estrat¨¦gicamente entre las dos catedrales, Kevin, un cat¨®lico de 60 a?os, distribuye las flores que ha cultivado y quiere vender esa ma?ana. ¡°Siempre va a haber gente que busca bronca y reavivar viejas tensiones. Pero en general todo ha cambiado a mejor¡±.
¡ª?Cu¨¢l es la memoria de esos a?os?
¡ªRecuerdo sobre todo el camino al colegio. Controles policiales. Bombas. Tiroteos. Todo eso son ya recuerdos muy distantes.
Mientras reparte las cajas de flores por el suelo, un grupo de escolares uniformados, ruidosos y acelerados, se dirige al Colegio de San Patricio, pegado a la catedral cat¨®lica. En Armagh tambi¨¦n hay escuelas mixtas, para integrar a los alumnos, pero como ocurre en el resto de Irlanda del Norte, 25 a?os no han puesto todav¨ªa fin a la mentalidad del ¡°juntos pero no revueltos¡±.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.