?Lealtad o supervivencia?: El informe sobre el supuesto acoso laboral del ministro brit¨¢nico de Justicia pone a Sunak contra las cuerdas
Al menos 24 funcionarios han respaldado ocho quejas formales sobre el abuso de poder de Dominic Raab
Cada problema o desaf¨ªo que surge en el camino de Rishi Sunak plantea un reto doble. El primer ministro no debe ¨²nicamente tratar de solucionarlo. Tambi¨¦n est¨¢ obligado a demostrar que su modo de hacer pol¨ªtica supone un antes y un despu¨¦s respecto al mal sabor de boca que dej¨® el mandato de Boris Johnson. Sunak tiene desde primera hora de este jueves sobre su mesa el informe que ¨¦l mismo encarg¨® el pasado noviembre al abogado laboralista Adam Tolley, sobre el presunto acoso laboral y actitudes de mat¨®n de su vice primer ministro y actual ministro de Justicia, Dominic Raab (Buckinghamshire, 49 a?os).
¡°El primer ministro sigue teniendo plena confianza en su vice primer ministro, eso permanece intacto. Obviamente, est¨¢ estudiando cuidadosamente todos los hallazgos contenidos en el informe¡±, ha explicado un portavoz de Downing Street en cuanto ha sido p¨²blico y notorio que el resultado de seis meses de investigaciones e interrogatorios a pol¨ªticos y altos funcionarios hab¨ªa concluido. ¡°Siempre hemos querido que [la publicaci¨®n del informe] se realizara lo m¨¢s r¨¢pido posible, pero creo que la ciudadan¨ªa es capaz de entender que el proceso debe hacerse con cuidado¡±, ha a?adido el portavoz.
A media tarde, Downing Street dejaba claro que la opini¨®n p¨²blica no conocer¨ªa los detalles del informe este mismo jueves. En la memoria de muchos est¨¢n las maniobras dilatorias de Johnson, cuando guard¨® durante meses en el caj¨®n las pruebas contra su ministra del Interior, Priti Patel, acusada tambi¨¦n de tratar de modo despectivo y humillante a los altos funcionarios a su mando.
La leyenda respecto al car¨¢cter desp¨®tico de Raab persigue desde hace a?os al ministro, el hijo de un inmigrante jud¨ªo que huy¨® desde la entonces Checoslovaquia al Reino Unido. Hu¨¦rfano de padre a los 10 a?os, logr¨® por m¨¦rito propio ascender el escalaf¨®n acad¨¦mico: alumno en Grammar School (algo as¨ª como un bachillerato p¨²blico de excelencia) y m¨¢s tarde en las universidades de Oxford y Cambridge, compagin¨® sus estudios de Derecho con la pr¨¢ctica competitiva del boxeo y del k¨¢rate. ¡°Su apariencia es siempre la misma: sudoroso y como reci¨¦n salido del gimnasio, como con ganas de matar a alguien¡±, ironizaba sobre Raab la socialit¨¦ Sasha Swire, en sus memorias Diary of an MP?s Wife (Diario de la mujer de un diputado). Su esposo, Hugo Swire, estuvo al frente de la campa?a del ministro, cuando intent¨® competir en 2019 por el liderazgo del Partido Conservador.
Raab apoy¨® a Sunak a?os despu¨¦s en su doble intento por hacerse con ese mismo liderazgo, y ha sido siempre un fiel aliado del primer ministro. Por eso le mantuvo en su Gobierno, al frente de Justicia, y por lo mismo le permiti¨® retener el cargo que Johnson le otorg¨® en su d¨ªa, el de vice primer ministro. La posici¨®n, en la pol¨ªtica brit¨¢nica, es m¨¢s simb¨®lica que otra cosa, pero sirvi¨® para que Raab tuviera en sus manos durante unas semanas las riendas de la naci¨®n, cuando la covid-19 mantuvo hospitalizado entre la vida y la muerte a Johnson.
¡°Cada semana nos encontramos con otro esc¨¢ndalo de corrupci¨®n en el que Rishi Sunak, o bien est¨¢ directamente implicado, o es demasiado d¨¦bil como para tomar una decisi¨®n. La gente pide a gritos un Gobierno que afronte los asuntos relevantes, y no se dedique en exclusiva a salvar su propia piel¡±, ha dicho la jefa del grupo parlamentario liberal dem¨®crata, Wendy Chamberlain, que resum¨ªa de ese modo el sentir de muchos brit¨¢nicos.
Sunak ha sido, en cierto sentido, un primer ministro accidental que lleg¨® a Downing Street despu¨¦s del desastre de la rebaja de impuestos de su predecesora, Liz Truss, y de un hartazgo general por los a?os de esc¨¢ndalos y mentiras de la era Johnson. Su posici¨®n ha ido consolid¨¢ndose, pero todav¨ªa es lo suficientemente d¨¦bil como para no poder permitirse una muestra de favoritismo como la que ser¨ªa proteger a Raab.
El C¨®digo Ministerial
Y, sin embargo, todo el proceso de investigaci¨®n al ministro est¨¢ lleno de ambig¨¹edades. Sunak encarg¨® al abogado Tolley que se limitara a averiguar y establecer los hechos, sin alcanzar conclusi¨®n alguna ni mucho menos juzgar la existencia o no de acoso laboral en el comportamiento de Raab. Es prerrogativa del primer ministro decidir en exclusiva si un miembro de su Gobierno habr¨ªa quebrantado o no el C¨®digo Ministerial. Se trata del manual de buenas pr¨¢cticas y conductas ¨¦ticas al que est¨¢n sometidos los ministros. ¡°El acoso, el abuso y cualquier otra forma de comportamiento discriminatorio, ocurra donde ocurra, no es compatible con el C¨®digo Ministerial y no ser¨¢ tolerado¡±, dice el texto. El problema, sin embargo, es que el c¨®digo en s¨ª no tiene rango de ley, y por tanto su vigencia y eficacia depende en ¨²ltima medida de la voluntad del primer ministro de aplicarlo. Tradicionalmente, aquel ministro que lo incumpliera deber¨ªa presentar su dimisi¨®n, pero ha sido una tradici¨®n muy irregular en su cumplimiento.
Sunak, que ya ha tenido una primera conversaci¨®n privada con Raab, debe decidir ahora si el caluroso temperamento que excusan los amigos y aliados del ministro ¡ªtodav¨ªa tiene muchos en el grupo parlamentario¡ª es motivo suficiente para expulsarlo del Gobierno. Desde el anonimato, al menos 24 funcionarios que trabajaron a sus ¨®rdenes cuando fue ministro de Exteriores, y m¨¢s tarde en Justicia, han descrito episodios en los que la gente ¡°vomitaba aterrorizada antes de un encuentro con ¨¦l¡±, y le han definido como el cl¨¢sico abusador que, de cara a la galer¨ªa se muestra amable, pero cuya actitud cambia en cuanto los invitados salen por la puerta. Esos mismos funcionarios, que habr¨¢n declarado ante el abogado Tolley, y cuyos nombres aparecen en un informe que Raab ya ha le¨ªdo, no entienden ahora la lentitud del primer ministro en tomar una decisi¨®n.
A primeros de mayo se celebrar¨¢n elecciones municipales en todo el Reino Unido. Ser¨¢ la primera prueba de la popularidad y tir¨®n del candidato Sunak, y servir¨¢n para confirmar o atemperar las encuestas que, desde hace meses, pronostican una victoria arrolladora de la oposici¨®n laborista. El modo en que Sunak acaba despachando el ¡°asunto Raab¡± puede ser un factor que acabe influyendo, para bien o para mal, en el resultado de los tories en las urnas.
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