Evan Gershkovich, el periodista de EE UU que pas¨® de contar la represi¨®n de Putin a ser v¨ªctima de ella
La detenci¨®n del corresponsal muestra la creciente presi¨®n para informar en la Rusia actual y despierta una oleada de solidaridad internacional
El 30 de marzo, varios hombres de los servicios de espionaje rusos se aproximaron al periodista estadounidense Evan Gershkovich en un restaurante de la ciudad de Ekaterimburgo, en los Urales, donde el corresponsal de The Wall Street Journal hab¨ªa estado trabajando en otro art¨ªculo sobre la guerra de Rusia en Ucrania. Le colocaron una tela en la cabeza para sacarlo del local y se lo llevaron detenido, seg¨²n varios testigos citados por la prensa local independiente. Horas m¨¢s tarde, Gershkovich, de 31 a?os, fue trasladado a Mosc¨² bajo cargos de espionaje.
El arresto, que ha puesto bajo el foco de nuevo la situaci¨®n en Rusia, podr¨ªa haber sido una de las muchas historias que Gershkovich habr¨ªa cubierto en un pa¨ªs que persigue al periodismo independiente, trata de controlar a los medios de comunicaci¨®n y que siembra de ruido el espacio informativo internacional para diluir las mentiras entre la verdad y donde informar de la realidad ¡ªy m¨¢s acerca la invasi¨®n rusa de Ucrania¡ª supone un riesgo; sobre todo para los periodistas rusos.
Gerschkovich permanece en prisi¨®n preventiva en la infame c¨¢rcel moscovita de Lefortnovo. Es el primer reportero estadounidense encarcelado por cargos de espionaje en la Rusia moderna. El ¨²ltimo caso similar fue en 1986, cuando Nicholas Daniloff fue arrestado en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. El periodista del Wall Street Journal, hijo de una pareja jud¨ªa que emigr¨® desde la Uni¨®n Sovi¨¦tica a Estados Unidos, y que lleg¨® hace unos a?os a Mosc¨², donde hab¨ªa trabajado en The Moscow Times, la agencia AFP, The New York Times y en The Wall Street Journal, document¨® la cada vez mayor represi¨®n del r¨¦gimen de Putin. ¡°Informar sobre Rusia ahora tambi¨¦n es una pr¨¢ctica habitual de ver a las personas que conoces encerradas durante a?os¡±, tuite¨® el reportero en verano.
Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, afirm¨® solo un d¨ªa despu¨¦s de su arresto que el periodista hab¨ªa sido cazado ¡°con las manos en la masa¡±. Una reacci¨®n r¨¢pida que supone otra muestra de que el Kremlin manej¨® junto a sus servicios de inteligencia (en este caso el FSB, heredero del KGB) la detenci¨®n del estadounidense, seg¨²n un funcionario de inteligencia occidental que ha trabajado durante a?os en Rusia.
La portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, Mar¨ªa Zaj¨¢rova, lanz¨® adem¨¢s una velada amenaza contra otros informadores tras la detenci¨®n de Gershkovich. ¡°Desafortunadamente, esta no es la primera vez que el estatus de ¡®corresponsal extranjero¡¯, la visa period¨ªstica y la acreditaci¨®n son utilizados por extranjeros en nuestro pa¨ªs para encubrir actividades que no son period¨ªsticas¡±, acus¨®. ¡°No es la primera vez que un conocido occidental es atrapado in fraganti¡±.
Gershkovich estaba acreditado como corresponsal internacional en Rusia, una credencial para la que hay que obtener la aprobaci¨®n del Ministerio de Exteriores y que no es ni mucho menos inmediata. Adem¨¢s, los corresponsales acreditados est¨¢n bajo el paraguas de ¡°tutores¡± del Ministerio de Exteriores que siguen su trabajo y hay una gran red burocr¨¢tica que va recopilando datos de los reporteros extranjeros: desde el registro de residencia hasta pruebas m¨¦dicas anuales.
The Wall Street Journal, que se ha movilizado intensamente para lograr la libertad de su reportero, ha negado ¡°vehementemente¡± todos los cargos. El Departamento de Estado de Estados Unidos ha declarado a Gershkovich ¡°injustamente detenido¡±, una etiqueta que ampl¨ªa las herramientas de presi¨®n para su excarcelaci¨®n. Y el presidente de EEUU, Joe Biden, ha asegurado que arresto es ¡°totalmente ilegal¡±.
Su caso ha causado una oleada de indignaci¨®n y solidaridad en gobiernos occidentales, organizaciones de derechos humanos y medios de comunicaci¨®n de todo el mundo, que han exigido al Kremlin su liberaci¨®n. Tambi¨¦n, entre los periodistas independientes rusos. Decenas de ellos, como el premio Nobel de la Paz Dmitri Muratov, han firmado una carta criticando a los servicios del espionaje rusos y sus ataques contra la libertad de prensa en la que reclaman la excarcelaci¨®n Gershkovich.
15 a?os de prisi¨®n por informar sobre la invasi¨®n
Pocos d¨ªas despu¨¦s de que Rusia invadiera Ucrania, hace ya 14 meses, el Gobierno aut¨®crata de Vlad¨ªmir Putin aprob¨® una ley que amenaza con hasta 15 a?os de prisi¨®n a quien publique informaci¨®n sobre la invasi¨®n que las autoridades consideren falsa y amenaza con cargos a quienes llamen guerra a lo que el Kremlin denomina ¡°operaci¨®n militar especial¡±. Y a esta ha ido a?adiendo otras normas para dificultar informar sobre la guerra en Ucrania. Una veintena de periodistas permanec¨ªan en prisi¨®n en Rusia en diciembre de 2022, seg¨²n los datos del Comit¨¦ para la Protecci¨®n de los Periodistas (CPJ por sus siglas en ingl¨¦s). Rusia est¨¢ en el puesto 155 entre 180 del ¨ªndice de libertad de prensa de Reporteros sin Fronteras.
El pa¨ªs euroasi¨¢tico, donde se han registrado no pocos casos de informadores atacados y asesinados y en el que el Kremlin lleva a?os acosando a la prensa libre y movi¨¦ndose para que empresarios afines tomen el control, uno tras otro, de los medios no estales, est¨¢ tradicionalmente en la peor parte de la escala.
Muchos corresponsales extranjeros ¡ªsobre todo anglosajones¡ª se marcharon de Rusia con aquellas leyes represoras en los primeros compases de la invasi¨®n y algunos otros suspendieron sus actividades en el pa¨ªs durante semanas. Pero la mayor¨ªa de los reporteros internacionales que queda ha continuado definiendo la guerra como lo que es, aunque con un acceso todav¨ªa menor a la informaci¨®n oficial y con el conocimiento de que el acceso a las fuentes independientes pone a estas en riesgo si no se toman las medidas adecuadas para protegerlas.
La realidad es que la deriva autoritaria contra la prensa libre lleva a?os enfocada hacia los informadores rusos. Como el caso de Mar¨ªa Ponomarenko, condenada a seis a?os de c¨¢rcel por un tribunal siberiano por escribir un comentario en las redes sociales sobre el ataque ruso que mat¨® a cientos de personas que se refugiaban en el Teatro Dram¨¢tico de Mariupol, en Ucrania. O el de Ivan Safronov, condenado el a?o pasado a 22 a?os de prisi¨®n por cargos de alta traici¨®n que las organizaciones de derechos humanos han definido como falsos.
¡°Solo los ciudadanos rusos pueden ser arrestados por traici¨®n, mientras que los cargos de espionaje est¨¢n reservados para los extranjeros¡±, se?ala Ksenia Mironova, periodista del medio independiente Dozh y pareja de Safronov. En un art¨ªculo de opini¨®n en The Moscow Times, Mironova apunta que las autoridades rusas pueden hallar una manera de encarcelar a quien sea, aunque ser acusado de espionaje o de traici¨®n es ¡°una p¨ªldora especialmente dif¨ªcil de tragar¡±.
Las autoridades rusas llevan mucho tiempo haciendo una interpretaci¨®n el¨¢stica de las leyes. Los casos de espionaje suelen llevarse en secreto, pero puede significar muchas cosas: desde recopilar informaci¨®n (p¨²blica o no) para una organizaci¨®n extranjera que el Kremlin considere que amenaza su seguridad hasta trabajar como esp¨ªa de verdad.
La represi¨®n ha empeorado, adem¨¢s, en lo que va de a?o. OVD info, una organizaci¨®n de derechos humanos y que lucha contra la persecuci¨®n pol¨ªtica, ha contabilizado 10 casos de acusaci¨®n de espionaje y traici¨®n solo en el mes de marzo; entre ellos el del periodista Gershkovich. Las abogadas de la organizaci¨®n explican que el n¨²mero de personas condenadas a c¨¢rcel por cargos relacionados con la guerra va en aumento, aunque las cifras no son concretas, ya que muchos juicios son secretos.
El International Press Institute (IPI) ha documentado m¨¢s de 600 amenazas o violaciones a la libertad de prensa en Rusia desde el comienzo de la guerra, incluidos m¨¢s de 300 casos en los que periodistas y medios se enfrentaron a multas, prohibiciones de publicaci¨®n u otras medidas administrativas por informar sobre la guerra, seg¨²n un informe del IPI. Desde el inicio de la invasi¨®n de Ucrania, m¨¢s de 260 publicaciones han sido cerradas, bloqueadas o canceladas en Rusia, seg¨²n informaciones de Novaya Gazeta, el diario independiente dirigido por el Nobel Muratov al que las autoridades rusas revocaron la licencia el a?o pasado.
Lo sucedido con Gershkovich muestra dos patas de la realidad de Rusia. Por un lado, es el en¨¦simo ataque contra la libertad de prensa, un aviso a periodistas rusos y extranjeros de que nadie est¨¢ a salvo. Por otro, supone una muestra m¨¢s del uso habitual del Kremlin de una pol¨ªtica de toma de rehenes para presionar a grupos, entidades o gobiernos y, en muchas ocasiones, intercambiarlos por sus propios nacionales, se?ala en un comentario la analista Tatiana Stanovaya. Como en el caso de la jugadora de baloncesto estadounidense Brittney Griner, que estaba detenida por poseer aceite de cannabis y fue intercambiada por el traficante de armas ruso Viktor Bout.
El arresto del corresponsal de The Wall Street Journal fue un shock para muchos colegas rusos, reconoce Anna L., que informa en un canal informativo de Telegram sobre Rusia y que por temor a represalias prefiere ocultar su apellido. La periodista sigue en el pa¨ªs euroasi¨¢tico, de donde muchos de sus compa?eros se han marchado por la persecuci¨®n de las autoridades.
El medio online en ruso Meduza, fundado en Letonia y uno de los m¨¢s conocidos dentro de Rusia, fue declarado hace dos meses ¡°organizaci¨®n indeseable¡±, lo que dificulta su acceso a las fuentes, los lectores y los donantes. Uno tras otro, medios de comunicaci¨®n independientes, grandes y peque?os, han tenido que cerrar o trasladar sus redacciones al extranjero. O diluirse ¡°de la forma m¨¢s an¨®nima posible¡± en el espacio virtual de Telegram, se?ala la periodista, donde se informa la ciudadan¨ªa rusa que huye de la dieta de propaganda que emiten los medios de la ¨®rbita del Kremlin. Pocos cre¨ªan que el Gobierno ruso actuar¨ªa de esa manera, con un cargo tan grave como el de espionaje, contra alguien de un medio extranjero.
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