El excanciller alem¨¢n Gerhard Schr?der pierde en los tribunales el derecho a tener oficina y personal pagados con dinero p¨²blico
El Bundestag le retir¨® el privilegio que tienen todos los antiguos jefes de Gobierno despu¨¦s de que se negara a condenar la invasi¨®n rusa de Ucrania
El excanciller se convirti¨® en un personaje profundamente inc¨®modo para el actual jefe de Gobierno, el tambi¨¦n socialdem¨®crata Olaf Scholz, cuando el l¨ªder ruso, Vlad¨ªmir Putin, decidi¨® atacar Ucrania. Tanto ¨¦l como el presidente alem¨¢n, Frank-Walter Steinmeier, lanzaron sus incipientes carreras pol¨ªticas bajo su sombra, pero la negativa de Schr?der a condenar la invasi¨®n y el hecho de que no aceptara abandonar sus cargos en empresas p¨²blicas rusas les oblig¨® a distanciarse de ¨¦l. Lo hicieron en privado y en p¨²blico. Una votaci¨®n en el Bundestag en mayo del a?o pasado decidi¨® despojar al excanciller de oficina y personal, que costaban alrededor de 400.000 euros al a?o.
Hasta su cierre, la oficina de Schr?der constaba de cinco puestos ¨Daunque hab¨ªa empleados que ya hab¨ªan renunciado a trabajar con ¨¦l¨D y ocupaba siete salas en un edificio perteneciente al Parlamento en el bulevar Unter den Linden, frente a la Embajada de Rusia en Berl¨ªn. La pensi¨®n y el dispositivo de seguridad se mantuvieron.
El excanciller sigue sin condenar la invasi¨®n y durante meses mantuvo sus muy lucrativos puestos en consejos de administraci¨®n de varias empresas estatales rusas, que llegaron a reportarle un mill¨®n de euros al a?o. La negativa a desmarcarse del Kremlin, en realidad, fue la guinda de sus casi dos d¨¦cadas de trabajo indisimulado en su propio beneficio y el de un pa¨ªs extranjero.
Cumplea?os con Putin
Schr?der se convirti¨® en un conocido lobista de los intereses rusos desde el mismo momento en que abandon¨® la canciller¨ªa al perder las elecciones contra la conservadora Angela Merkel en 2005. Hace muchos a?os que no le preocupan las apariencias. En 2014, celebr¨® su 70? cumplea?os con Vlad¨ªmir Putin en un hotel de San Petersburgo, cuando apenas hab¨ªan transcurrido unas semanas desde la anexi¨®n ilegal de Crimea por parte de Rusia.
El comit¨¦ de presupuesto del Bundestag que le retir¨® la asignaci¨®n no hizo menci¨®n a las conexiones de Schr?der con las empresas o el presidente rusos. La decisi¨®n se enmarc¨® en un cambio m¨¢s amplio sobre los privilegios de los excancilleres, que hasta entonces pod¨ªan mantener sus oficinas p¨²blicas durante a?os o d¨¦cadas, ya que eran vitalicias. Los tres partidos de la coalici¨®n gobernante (socialistas, verdes y liberales) incluyeron la condici¨®n de que los exjefes del Ejecutivo sigan asumiendo tareas relacionadas con su antiguo cargo, como dar discursos o trabajar de alg¨²n modo por la imagen y el prestigio de su pa¨ªs. Con Schr?der, completamente aislado pol¨ªticamente, esa premisa no se cumpl¨ªa.
Abogado de profesi¨®n, Schr?der decidi¨® recurrir la decisi¨®n del Bundestag en los tribunales y aleg¨®, entre otras cosas, que ni siquiera hab¨ªa podido comparecer para presentar alegaciones. El tribunal no le da la raz¨®n ni en la forma ni en el fondo. En primer lugar, asegura que deber¨ªa haber dirigido la demanda contra el grupo parlamentario del SPD, que en realidad es quien le cedi¨® las oficinas, y no contra la Rep¨²blica Federal de Alemania. Adem¨¢s, los jueces se?alan que no tiene derecho a la asignaci¨®n porque ese privilegio no est¨¢ recogido en las leyes alemanas pese a ser una costumbre con m¨¢s de medio siglo de historia. Eliminarlo, por tanto, no viola su derecho a la igualdad de trato, como argumentaban los abogados del expol¨ªtico.
La decisi¨®n del tribunal este jueves ha reactivado el debate sobre los privilegios de los excancilleres y la necesidad de regular en qu¨¦ casos deben garantizarse y c¨®mo de generosa debe ser esa asignaci¨®n p¨²blica. El S¨¹ddeutsche Zeitung se pregunta, por ejemplo, si Merkel ¡°necesita nueve puestos, alguno de los cuales muy bien pagados¡± mientras est¨¢ escribiendo sus memorias junto con su antigua jefa de gabinete, Beate Baumann, que sigue trabajando con ella en su oficina de excanciller. ¡°Se necesita un n¨²mero fijo de puestos de trabajo y un l¨ªmite presupuestario y temporal¡±, sugiere la publicaci¨®n.
La direcci¨®n del Partido Socialdem¨®crata (SPD) ha intentado desvincularse de Schr?der hasta el punto de querer echarle. Porque sigue estando afiliado, para verg¨¹enza de muchos de sus compa?eros de militancia. Por ahora los intentos no han prosperado. En verano pasado, el comit¨¦ encargado de dirimir su expulsi¨®n en Hannover, la ciudad de residencia del excanciller, determin¨® que no ha violado los estatutos de la formaci¨®n.
Schr?der fue l¨ªder del SPD entre 1999 y 2004 y ocup¨® la canciller¨ªa entre 1998 y 2005. En esos a?os al frente de la mayor econom¨ªa europea forj¨® importantes alianzas con Putin, que se materializaron en la construcci¨®n del pol¨¦mico gasoducto Nord Stream. La tuber¨ªa transportaba gas ruso directamente a las costas alemanas por el lecho del mar B¨¢ltico. Berl¨ªn y Mosc¨² acordaron la construcci¨®n del primer conducto (Nord Stream 1) en 2005, poco antes de que Schr?der abandonara la canciller¨ªa. El segundo, Nord Stream 2, impulsado ya por Angela Merkel, lleg¨® a terminarse, pero nunca entr¨® en funcionamiento porque Scholz lo paraliz¨® en respuesta a la agresi¨®n rusa a Ucrania.
La enorme dependencia que crearon esos v¨ªnculos con Putin puso en un brete al actual Gobierno alem¨¢n, que tuvo que buscar alternativas al gas ruso en plena crisis energ¨¦tica. Cuando estall¨® la guerra de Ucrania, el 55% del suministro de gas depend¨ªa del Kremlin y Alemania no ten¨ªa ni una sola planta regasificadora para importar gas natural licuado (GNL) por barco.
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