La promesa de gas y petr¨®leo amenaza bosques y pueblos ind¨ªgenas del Gran Chaco paraguayo
El Congreso de Paraguay rechaza por el momento una ley que reduce la protecci¨®n ambiental de un parque nacional del Chaco donde cuatro empresas quieren explotar hidrocarburos
Cuatro empresas quieren perforar un parque nacional en busca de gas y petr¨®leo en el Gran Chaco, un bosque tan rico como vulnerable, el segundo m¨¢s extenso de Am¨¦rica del Sur, compartido entre Paraguay, Bolivia, Argentina y Brasil. Este mi¨¦rcoles, el Congreso de Paraguay rechaz¨® una ley que reduc¨ªa ...
Cuatro empresas quieren perforar un parque nacional en busca de gas y petr¨®leo en el Gran Chaco, un bosque tan rico como vulnerable, el segundo m¨¢s extenso de Am¨¦rica del Sur, compartido entre Paraguay, Bolivia, Argentina y Brasil. Este mi¨¦rcoles, el Congreso de Paraguay rechaz¨® una ley que reduc¨ªa la protecci¨®n ambiental del parque donde pretenden realizar las perforaciones, pero los diputados que lo impulsan anticipan que volver¨¢n a intentarlo en agosto.
El territorio en disputa, el M¨¦danos del Chaco, es una de las ¨¢reas principales de la Reserva de la Biosfera del Chaco en Paraguay, reconocida por la UNESCO y que posee sitios arqueol¨®gicos e hist¨®ricos que tambi¨¦n gozan de protecci¨®n. Es el hogar ancestral del ¨²nico pueblo ind¨ªgena que vive en aislamiento voluntario en Am¨¦rica fuera de la Amazon¨ªa: el pueblo ayoreo chaque?o. Se trata de una de las pocas zonas donde a¨²n queda bosque continuo, a casi 1.000 kil¨®metros de la capital m¨¢s pr¨®xima, cruzando entre Bolivia y Paraguay sin distinguir frontera.
¡°Tengo una gran preocupaci¨®n porque en esa zona anda nuestra gente que a¨²n vive de la selva. No solo hay animales¡±, cuenta el documentalista ayoreo Mateo Sobode Chiqueno, que vive en una aldea en pleno Chaco llamada Campo Loro. Sobode es familiar de los que viven en el bosque en aislamiento voluntario, unas 150 personas que viven sin haber sido sometidas nunca a la colonizaci¨®n directa. Aunque con conocimiento de la sociedad envolvente, viven sin relaci¨®n con el Estado, empresas o misiones religiosas. ?l mismo vivi¨® en el bosque chaque?o hasta los 8 a?os. Ahora, rondando los 70 sigue dedic¨¢ndose a documentar y denunciar las amenazas que sufre su pueblo.
Sobode explica que, del lado boliviano, los ayoreo pueden caminar cientos de kil¨®metros sin riesgo de chocar con madereros ilegales, cazadores furtivos o narcotraficantes. All¨ª viven de cazar pecar¨ªes, capibaras o tapires; y de la miel y los frutos de los cactus que recolectan en el bosque de quebrachos colorados y lapachos centenarios del parque nacional Kaa Iya. Es el m¨¢s grande de Bolivia, y de los m¨¢s grandes de Am¨¦rica del Sur, y se extiende hasta conectarse con los bosques m¨¢s v¨ªrgenes de Paraguay.
Pero del lado paraguayo, los ayoreo tienen cada vez menos lugares a donde ir porque cada vez hay menos vida silvestre para cazar. Su vida n¨®mada, que respeta los tiempos de crecimiento de las especies, no es compatible con la deforestaci¨®n a gran escala que ahuyenta a los animales, as¨ª lo explican l¨ªderes ind¨ªgenas, los informes de derechos humanos de la Organizaci¨®n de Estados Americanos y los antrop¨®logos y ambientalistas de las ONG Iniciativa Amotocodie y Survival.
¡°Nuestros familiares que siguen en el monte entran y salen de los M¨¦danos del Chaco y de Cerro Le¨®n. Es un espacio muy ¨²til para los ayoreo y por eso deben dejarlo como est¨¢. Es un parque muy chiquitito comparado al territorio que ocup¨¢bamos antes¡±, explica Sobode. El parque nacional en disputa es clave para su supervivencia y para la de animales en peligro de extinci¨®n como yurum¨ªes (oso hormiguero o vermilingua) jaguares y otros.
Los ayoreo son los ¨²nicos seres humanos de Am¨¦rica que pueden ejercer su derecho a la autodeterminaci¨®n fuera de la Cuenca Amaz¨®nica -donde se concentran la mayor¨ªa de grupos nativos en aislamiento voluntario del mundo-. Un derecho consagrado a los pueblos ind¨ªgenas en la legislaci¨®n Interamericana y en la ley paraguaya y boliviana, como destacan en sus informes peri¨®dicos desde la organizaci¨®n paraguaya Iniciativa Amotocodie y desde la inglesa Survival. Sin embargo, ni ellos ni el el pueblo guaran¨ª ?andeva fueron consultado sobre el proyecto, como manda la ley. ¡°Nos tienen que consultar y as¨ª pensamos juntos. El diputado debe pensar en los ind¨ªgenas como seres humanos, pero no nos consultan nada¡±, apunta Sobode.
El diputado que est¨¢ promoviendo la desprotecci¨®n del parque nacional M¨¦danos del Chaco para extraer hidrocarburos es Edwin Reimer, del derechista Partido Colorado, en el Gobierno. ¡°Lo que se busca ahora es la extracci¨®n del gas en una zona delimitada donde se encontr¨® una importante cantidad de gas y esto no implica abarcar toda la reserva¡±, ha dicho Reimer. Este diputado es un exdirectivo de la Federaci¨®n de Cooperativas de Producci¨®n (Fecoprod Ltda), una de las mayores empresas ganaderas de Paraguay, formada por las tres empresas cooperativas menonitas m¨¢s grandes del pa¨ªs.
Cambio acelerado
El Gran Chaco es un bosque que tambi¨¦n incluye sabanas, lagunas, cerrados y humedales. Se extiende por 1,1 millones de km2 en su mayor¨ªa por el norte de Argentina (682.000 km2), por toda la mitad occidental de Paraguay, el tercio sur de Bolivia y un poquito del Pantanal de Brasil. En conjunto es un territorio el doble de grande que Francia.
En Paraguay, ese territorio vive un cambio acelerado. Nuevas carreteras de asfalto abren paso a m¨¢s ganader¨ªa y a nuevos cultivos agr¨ªcolas a gran escala. Nuevas ciudades, pueblos y estaciones de servicio, pero cada vez menos bosque. Entre 2001 y 2021, la regi¨®n chaque?a perdi¨® 5 millones de hect¨¢reas de cobertura arb¨®rea, seg¨²n el mapa satelital Global Forest Watch. Una superficie mayor a toda Suiza. Pero no hay un debate global sobre su importancia, como si la hay sobre la Amazon¨ªa. Entre enero y octubre de 2022 se registraron 45.210 alertas de deforestaci¨®n dentro de Reserva de la Bi¨®sfera del Chaco, seg¨²n el portal ambiental Mongabay.
Las empresas menonitas, la comunidad religiosa cristiana de origen ruso y alem¨¢n que vive aqu¨ª hace casi 100 a?os, tienen mucho que ver con la r¨¢pida deforestaci¨®n. Los cerca de 67.000 menonitas que, como Reimer, viven en Paraguay son due?os en este pa¨ªs de, al menos, 1,8 millones de hect¨¢reas de tierras, y unos 8 millones si suman las compradas por fuera de sus cooperativas, seg¨²n la investigaci¨®n Menonitas y deforestaci¨®n en Am¨¦rica del Sur.
De la superficie total que el Chaco ocupa en Paraguay, un 6% son parques naturales. La inmensa mayor¨ªa de bosques est¨¢n en manos privadas (el 80% a nivel nacional) o son tierras estatales sin protecci¨®n ambiental. Pero las perforaciones quieren hacerlas en territorio p¨²blico e ind¨ªgena.
¡°La prospecci¨®n que se busca desarrollar es solo para dejar un precedente a los inversionistas nacionales e internacionales y no tiene nada que ver con intereses particulares o un lobby a ser instalado¡±, declar¨® el diputado recientemente. Sin embargo, la oposici¨®n no le cree. ¡°No va a quedar nada. Nada absolutamente: 600 hect¨¢reas todas parceladas, seg¨²n los informes que tenemos¡±, predijo la senadora opositora Desir¨¨e Masi Jara, del Partido Democr¨¢tico Progresista (PDP), cuando se debati¨® en la C¨¢mara Alta el tema.
La modificaci¨®n que pretende reducir la protecci¨®n del parque nacional M¨¦danos del Chaco ha sido combatida hasta por el actual presidente paraguayo, Mario Abdo Ben¨ªtez, tambi¨¦n colorado y conservador, pero de otra facci¨®n del partido. Abdo visit¨® el lugar y prometi¨® protegerlo, pero su mandato termina el 15 de agosto.
El proyecto fue rechazado el 21 de junio en la C¨¢mara baja, pero Reimer y su grupo contin¨²an impulsando el proyecto y han prometido volver a presentarlo en el Senado para que sea discutido por los nuevos legisladores del periodo 2023-2028.
La senadora Masi asegur¨® que cuatro empresas tienen concesiones en la zona y son las que mantienen la presi¨®n sobre este parque. Se trata de la paraguaya Primo Cano Mart¨ªnez SA, que obtuvo la licencia en plena dictadura; Zeus ?l SA, cuyo representante es Marco Pappalardo, hijo de Conrado Pappalardo, secretario del exdictador Alfredo Stroessner que recibi¨® tierras robadas en la zona, seg¨²n el informe de la Comisi¨®n de Verdad y Justicia de 2008, y familiar de Natalia Zuccolillo Pappalardo, directora del diario local ABC Color; Riviera SA que est¨¢ asegurada por Royal Seguros SA, de la cual es un importante accionista Juan Carlos L¨®pez Moreira, exjefe del Gabinete Civil de la Presidencia de Cartes entre 2013 y 2018. Y, por ¨²ltimo, Petropar, la estatal paraguaya.
¡°Los menonitas piensan que est¨¢n preparados para ser parte de las inversiones de apoyo a los prospectores ahora. Y, despu¨¦s, a los potenciales explotadores de los hidrocarburos¡±, detalla S el ingeniero ambiental Miguel Lovera, uno de los coordinadores de la ONG Iniciativa Amotocodie, que trabaja con los ind¨ªgenas ayoreo hace m¨¢s de 20 a?os.
La coalici¨®n Por los Bosques ha creado la campa?a #LosM¨¦danosNoSeTocan para recoger firmas y advertir del riesgo que supone para los pueblos ind¨ªgenas, para la fauna y la flora. Temen que la ley siente un precedente que afecte tambi¨¦n a los dem¨¢s parques.
¡°No est¨¢ mal buscar hidrocarburos, pero no en tierras ancestrales ni en lugares que est¨¦n protegidos por razones ambientales¡±, destaca ala exviceministra de Minas y Energ¨ªa de Paraguay, Mercedes Canese. La ingeniera industrial, docente y asesora del izquierdista Frente Guas¨² (Frente Amplio en guaran¨ª) dice no estar en contra de la b¨²squeda, pero ¡°no deber¨ªa ser sin consulta previa libre e informada a los pueblos ind¨ªgenas¡±.
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