C¨®mo proteger El Chaco
El viaje de 8.000 kil¨®metros en furgoneta de un colectivo de artistas concluye con una obra heterog¨¦nea que busca salvaguardar el patrimonio natural y cultural de un territorio maltratado en el coraz¨®n de Am¨¦rica del Sur
?Tiene sentido emular las expediciones cient¨ªficas del siglo XIX, como las del antrop¨®logo y bi¨®logo alem¨¢n Alexander von Humboldt, o como las que patrocin¨® Carlos III en el Nuevo Reino de Granada, la actual Colombia, en busca de especies vegetales y animales desconocidos en Europa? Lo cierto es que tras siglos de progreso cient¨ªfico, hoy parece no quedar ya apenas espacio para aquella sorpresa original. En cambio, sigue habiendo lugar para viajes human¨ªsticos que intenten acercar culturas y divulgan el valor de la diversidad.
Ese es el esp¨ªritu que ha presidido el proyecto Chaco Ra?anga. Un viaje cient¨ªfico y cultural al coraz¨®n de Sudam¨¦rica: viajar no para certificar conocimientos, no para realizar dibujos al carboncillo de plantas nunca vistas y atravesar con alfileres mosquitos y reptiles, sino para se?alar en el mapa regiones apartadas cuya idiosincrasia se encuentra en peligro, amenazada por la expansi¨®n de los n¨²cleos urbanos y las explotaciones agr¨ªcolas, ganaderas, energ¨¦ticas y otros intereses externos. Adentrarse en territorios perif¨¦ricos, pues, para ejercer de testigos de una realidad conflictiva, y regresar con un relato que ilumine desastres a¨²n evitables o tesoros que conviene preservar.
Viajar no porque haya ya nada nuevo que descubrir, sino para recordar la encrucijada en que se encuentran algunas regiones del planeta por culpa del acoso de un desarrollo desmedido.
Chaco Ra?anga es el resultado de una expedici¨®n realizada por 12 viajeros, y promovida por Cooperaci¨®n Espa?ola, por El Gran Chaco, en el coraz¨®n de Am¨¦rica del Sur, una amplia regi¨®n que abarca zonas de Bolivia, Paraguay, Brasil y Argentina, que alberga la segunda reserva boscosa m¨¢s grande del continente despu¨¦s del Amazonas y una variedad de etnias y culturas propias que mantienen las esencias de sus pobladores primigenios. Su posici¨®n, en el centro del continente, a resguardo del mestizaje de las costas y de la uniformidad de las grandes ciudades, que como en todas partes del planeta han sido fagocitadas por la globalizaci¨®n, le ha permitido salvaguardar una variedad medioambiental y humana ¨²nica: all¨ª coexisten 40 etnias diferentes, con sus lenguas y costumbres milenarias a¨²n vivas, adem¨¢s de una fauna y una flora de una pluralidad abrumadora, con 3.400 especies de plantas, 500 de aves, 150 de mam¨ªferos, 120 de reptiles o 100 de anfibios.
Durante siglos, El Gran Chaco ha sido definido como terra inc¨®gnita, o asilo de infidelidad, una suerte de arca de No¨¦ en que, por su localizaci¨®n en la geograf¨ªa del continente, en el interior, rodeada de r¨ªos y a los pies de las cordilleras andinas, se convirti¨® en un embudo en que se asentaban especies y comunidades ind¨ªgenas que descend¨ªan de ¨¢reas m¨¢s monta?osas y encontraban all¨ª un espacio donde asentarse.
Sin embargo, este patrimonio corre un futuro incierto. Entre 1976 y 2011 se han perdido 15,8 millones de hect¨¢reas, un 20% del total, y la merma de las zonas verdes contin¨²a, pese a algunos intentos gubernamentales por limitarla. Como consecuencia de la b¨²squeda de materias primas o de la expansi¨®n de las explotaciones agrarias o ganaderas, a su vez, las poblaciones ind¨ªgenas ven amenazados sus modos y medios de vida, o encuentran m¨¢s dificultades para proteger sus rasgos culturales m¨¢s caracter¨ªsticos.
Viajar para recordar la encrucijada en que se encuentran algunas regiones del planeta por culpa de un desarrollo desmedido
Esa tensi¨®n entre desarrollo e identidad, entre el apego a la tradici¨®n y a la herencia de una naturaleza a¨²n conservada con su riqueza original pr¨¢cticamente intacta y las ventajas del progreso material, trata de retratar Chaco Ra?anga gracias al trabajo de los miembros de esta expedici¨®n contempor¨¢nea, donde se intenta sumar una voz a las voces que ya luchan por salvaguardar el territorio: una lucha para proteger su medioambiente y su cultura, y que se hace adem¨¢s a trav¨¦s de la cultura, con las fotograf¨ªas, v¨ªdeos, dibujos, sonidos o palabras que son el resultado de este viaje que empez¨® en 2015 y que se ha expuesto en los Centros Culturales de la AECID de varios pa¨ªses en Am¨¦rica del Sur (los de Argentina, Bolivia y Paraguay).
Basta con detenerse en algunos de los trabajos de los participantes en el proyecto, ahora expuestos en la muestra de Casa de Am¨¦rica, Chaco Ra?anga: Territorio acotado/expandido, para entender el sentido de este viaje colectivo, con objetivos e inquietudes muy distintos de los de las antiguas expediciones cient¨ªficas, pero igual o m¨¢s necesarios que aquellos. El gallego Emilio Fonseca, con su c¨®mic Verde invisible, por ejemplo, refleja en sus vi?etas las particulares costumbres y h¨¢bitos que se encontr¨® en las comunidades ind¨ªgenas durante su periplo, mientras que la argentina Agustina P¨¦rez Rial titula Mombyry guive (Desde lejos veo) a la selecci¨®n de retratos que expone, consciente de la importancia de las lenguas vern¨¢culas como elemento de identificaci¨®n y el vac¨ªo incalculable que supondr¨ªa su p¨¦rdida.
Otro buen ejemplo es el de Alejandra Delgado, natural de Bolivia, uno de los pa¨ªses cuya geograf¨ªa nacional se yuxtapone con la del Gran Chaco. En su trabajo Lo que persiste, Delgado expone varios retratos de individuos de las etnias wich¨ª, qom, weenayek, menonia, totobiegosode o sawhayamaxa, presentadas en una superposici¨®n en blanco y negro similar a las l¨¢minas de un revelado fotogr¨¢fico que, seg¨²n explica, supone un intento de se?alar su condici¨®n com¨²n desde la diversidad: ¡°reunidos forman una unidad que pide atenci¨®n para conocerla¡±, aclara, por lo que parad¨®jicamente ¡°retratados individualmente representan un conjunto, una colectividad.¡±
Tensiones hist¨®ricas
Pero el conflicto, la disputa por defender su tierra y su cultura no es una novedad para los pobladores del Chaco, sino un reto antiguo, pues esta ha sido una regi¨®n acechada por distintas injerencias desde siempre. A pugnas habituales en el resto del continente, como las de los procesos de independencia o las de la llegada espa?ola, luego se a?adieron otras derivadas de las rivalidades fronterizas entre pa¨ªses lim¨ªtrofes, como la sangrienta Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay, la peor confrontaci¨®n armada del continente en el siglo XX, y ya en la d¨¦cada de los setenta y los ochenta las purgas y persecuciones que sucedieron durante el mandato del dictador paraguayo Alfredo Stroessner.
Ahora las agresiones a las que se enfrentan sus habitantes tienen un aspecto m¨¢s sutil, la de los intereses econ¨®micos y empresariales y la voracidad de un desarrollo que parece m¨¢s centrado en los beneficios inmediatos que en la sostenibilidad de una regi¨®n de importancia estrat¨¦gica para Am¨¦rica del Sur, que por su escogida ubicaci¨®n, y por el car¨¢cter de sus pobladores, parece haberse erigido en un basti¨®n que se resiste a perder la memoria de una forma de vida que depende en gran medida de su entorno natural.
En eso consiste esta expedici¨®n en que no han participado bi¨®logos ni cient¨ªficos, sino creadores de diversos ¨¢mbitos: m¨²sicos, artistas visuales, cronistas o arquitectos, que tras un viaje de 8.000 kil¨®metros de furgoneta y muchas horas de trabajo y documentaci¨®n han producido una obra colectiva y heterog¨¦nea, la suma de sus fotograf¨ªas, instalaciones, documentales o relatos, con que tratan de hacer un repaso de la historia de la regi¨®n y de su problem¨¢tica actual.
Una experiencia que a todos les ha transformado, y cuyo impacto esperan trasladar a quienes se detengan en sus trabajos. El resultado, tras un mes de viaje enfrentados a una realidad tan distinta de la de las grandes ciudades y en una situaci¨®n tan cr¨ªtica, es com¨²n a esta decena de creadores: ¡°Te cambia¡±, dice L¨ªa Colombino, la comisaria de la exposici¨®n (abierta hasta el 15 de enero) y una de las precursoras del proyecto, que acude tambi¨¦n a una cita del artista paraguayo Ticio Escobar para ilustrar el efecto que produce adentrarse en una regi¨®n tan singular: ¡°Nadie regresa del Chaco: quien vuelve es, en parte, otro¡±.
As¨ª parece que deben ser las expediciones contempor¨¢neas: si ya se hicieron los grandes descubrimientos en los siglos pasados y quedan pocos enigmas que revelar, ahora el reto debe ser proteger todo aquello que deslumbr¨® por primera vez a los primeros viajeros, que trajeron a la vuelta el registro de las plantas y las lenguas que vieron y escucharon como tesoros que justificaban aquellas arriesgadas traves¨ªas.
Con esa premisa Cooperaci¨®n Espa?ola impuls¨® Chaco Ra ?anga, y con ese esp¨ªritu ha incluido la cultura dentro de sus pol¨ªticas de desarrollo, en una decisi¨®n en sinton¨ªa con las adoptadas por los propios habitantes del Chaco. No en vano, as¨ª lo estableci¨® tambi¨¦n en unas actas recientes la Asamblea del Pueblo Guaran¨ª, que agrupa a comunidades implicadas en la defensa de la regi¨®n y que, al determinar las estrategias para la mejor defensa de su causa, no dud¨® en se?alar el m¨¦todo m¨¢s eficaz: ¡°La lucha no se debe hacer con arcos y flechas, sino con l¨¢piz y papel¡±.
Roberto Varela es director de relaciones culturales y cient¨ªficas de la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional para el Desarrollo
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