Operaci¨®n reconstruir la Ucrania liberada. Coste: un bill¨®n de euros
Tras a?o y medio de invasi¨®n rusa, el pa¨ªs se afana en la restauraci¨®n de da?os con una respuesta m¨²ltiple entre el Estado, los gobiernos locales, la sociedad civil y las ONG
Escuchar a Nadia Reznik, de 73 a?os, natural de la peque?a Kuhari, a una hora de Chern¨®bil, contar lo que ocurri¨® cuando llegaron los blindados rusos a sus tierras, es escuchar la historia de los millones de ucranios que una madrugada de febrero del pasado a?o vieron c¨®mo su hogar se convert¨ªa en trinchera. Esta mujer de ojos claros y sonrisa encantadora huy¨® junto a su marido de la vivienda, una preciosa casa de madera oscura y tejado a dos aguas, antes de que la onda expansiva de un bombazo causara estragos. Su madre, de 97 a?os, no quiso irse y se qued¨® con unos vecinos. Es testigo de casi un siglo de horrores en Ucrania: ¡°Sufr¨ª el holodomor [hambruna de los a?os 30], tambi¨¦n a los nazis, y ahora esto¡±, cuenta mientras rompe a llorar sin consuelo. Cuando su hija, Reznik, volvi¨® el verano pasado a casa con su marido, Sasha, a los destrozos de techo y ventanas se un¨ªa el robo de pertenencias. ¡°Hicimos reparaciones b¨¢sicas y nos fuimos de nuevo junto con mi madre para evitar el invierno¡±, relata la mujer. Se fue el fr¨ªo y comenz¨® la reconstrucci¨®n de verdad. Aqu¨ª y en gran parte de la Ucrania liberada.
Las cifras de la destrucci¨®n ocasionada por la ocupaci¨®n y los bombardeos diarios de las tropas rusas sobre gran parte del territorio ucranio son escandalosas. El ¨²ltimo informe del Kyiv School of Economics (KSE), publicado en junio con informaci¨®n de las diferentes administraciones, enumera, entre lo m¨¢s b¨¢sico, lo siguiente: 167.200 inmuebles da?ados (casas, edificios de apartamentos, etc.), por un valor de 51.000 millones de euros; 33.000 millones en infraestructuras atacadas (19 aeropuertos, 126 estaciones de tren, 25.000 kil¨®metros de carreteras); m¨¢s de 3.400 colegios afectados (destruidos por completo o inhabilitados), esto es, 10.000 millones de euros; otros 8.000 millones en la factura para reparar el entramado energ¨¦tico (incluida ya la presa de Nova Kajovka, con un coste estimado de 583 millones)¡
Olga, de 67 a?os, tuvo menos suerte que la familia de Nadia Reznik. Su casa se encuentra, lo que queda de ella, junto a la misma carretera que atraviesa Kuhari. Un proyectil impact¨® contra la vivienda de los vecinos cuando estos ya hab¨ªan huido, y el efecto en su domicilio fue terrible. Ella tampoco estaba all¨ª, por fortuna. ¡°Con el tiempo vino una comisi¨®n de Ivankiv [distrito al que pertenece esta localidad] y concluy¨® que mi casa no pod¨ªa ser reparada¡±, explica. Gracias al apoyo del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), que tambi¨¦n prest¨® auxilio a Reznik, Olga ha encontrado una soluci¨®n digna: una vivienda modular con cocina y ba?o. Est¨¢ situada a dos pasos de lo que fue su antiguo hogar, as¨ª que no tuvo que desplazarse. ¡°Debiera construir una casa nueva, pero no es posible¡±, dice. No hay presupuesto. Al menos, apunta Olga, tiene espacio para que vayan a dormir su hija y nietos. Y para que viva Simba, su gato.
El Gobierno de Volod¨ªmir Zelenski comparte la cifra total de da?os calculada por el Banco Mundial en un informe de marzo: el coste rondar¨ªa los 383.000 millones de euros. Las empresas ucranias tambi¨¦n han pagado el pato ¨Del KSE calcula da?os por m¨¢s de 11.000 millones¨D. Oleksandr Griban, de 42 a?os, hasta hace unas semanas viceministro de Econom¨ªa, trabaja en UNIT.City, centro de innovaci¨®n de Kiev. Es uno de los hombres que mejor conoce los recovecos de esta enorme operaci¨®n de reconstrucci¨®n. Admite que para el Gobierno, la cifra del Banco Mundial se queda corta: ¡°La estimaci¨®n que tenemos podr¨ªa llegar al bill¨®n¡±, afirma. ¡°Nunca se ha visto en la historia de la humanidad. Incluso si se extrapola al Plan Marshall [programa de ayuda de EE UU a Europa tras la II Guerra Mundial], aquello ser¨ªa aproximadamente unos 300.000 millones, y ahora nosotros estamos en el bill¨®n¡±, prosigue.
Griban, responsable hoy de inversiones en el Ministerio de Econom¨ªa, reconoce que necesitan ayuda, pero no para siempre. ¡°No podemos estirar demasiado la asistencia¡±. Habla de un ¡°nuevo comienzo¡±, donde no solo alcancen a pagar con impuestos a maestros, m¨¦dicos o soldados, sino que generen actividad econ¨®mica tras el gran da?o a la agricultura, energ¨ªa, hidrocarburos, log¨ªstica y transporte, sector servicios, construcci¨®n, tecnolog¨ªas de la informaci¨®n... Pero tambi¨¦n hay oportunidades: ¡°Tenemos un territorio enorme, mucha tierra agr¨ªcola¡±, apunta este experto en finanzas, ¡°pero no consumimos m¨¢s del 30% de lo que producimos, as¨ª que podemos permitirnos reasignar una parte de este territorio a las energ¨ªas renovables. Ucrania puede ser la central el¨¦ctrica de Europa, principalmente, la central renovable¡±.
Regreso a la normalidad
A simple vista, el ritmo de los trabajos de reconstrucci¨®n no es fren¨¦tico, pero se mueve algo. A nueve kil¨®metros de Kuhari se encuentra el municipio de Olyva. Valentina Ilnitska, de 59 a?os, y Yulia Ivashko, de 56, trabajaban en la biblioteca del centro cultural de esta localidad. Y lo seguir¨¢n haciendo cuando sea reconstruido. Se acercan a ver c¨®mo los obreros se emplean en levantar un nuevo tejado. La cosa avanza; ya est¨¢n las ventanas, pero hay alg¨²n problema con la instalaci¨®n el¨¦ctrica, seg¨²n detalla un empleado de Rokada, organizaci¨®n local que apoya las reparaciones junto a Acnur. ¡°Aqu¨ª, en el centro, todos los d¨ªas eran d¨ªas de fiesta¡±, recuerda Ilnitska, ¡°siempre conmemor¨¢bamos algo, el aniversario de Chern¨®bil, el d¨ªa de la independencia¡¡±. Ahora quieren recuperar todo aquello.
Dos d¨ªas despu¨¦s del inicio de la ofensiva, los tanques rusos llegaron a Olyva. Aquello se convirti¨® en un campo de batalla en el que intercambiaban fuego de artiller¨ªa ucranios y rusos. Tres misiles cayeron junto al centro cultural y arrasaron con casi todo. ¡°Hay muchos ni?os de la zona que no tienen nada m¨¢s que hacer que venir aqu¨ª¡±, afirma Ivashko. La reconstrucci¨®n de Ucrania pasa por restaurar lo f¨ªsico, lo que destruy¨® la guerra, pero tambi¨¦n, como en el caso de este espacio de vida en Olyva, recuperar la normalidad.
¨D?Est¨¢n contentos con el ritmo de la reconstrucci¨®n?
¨DEs lo normal, ¨Dresponde Ilnitska¨D, primero quitamos los escombros, luego encontramos los materiales, y ahora empezamos a reparar.
La reconstrucci¨®n del pa¨ªs es compleja: grosso modo, la primera fase, despu¨¦s de que el invasor pusiera pies en polvorosa, fue la evaluaci¨®n de da?os; posteriormente, se llev¨® a cabo la limpieza de algunos escombros y las primeras reparaciones de particulares para afrontar el invierno. Tras esto se desarrolla ahora la reconstrucci¨®n organizada y estructural. Salta a la vista: si hace un a?o, ¨²ltima ocasi¨®n en la que este periodista visit¨® la periferia de Kiev, la imagen de localidades como Irpin, Bucha o Borodianka, iconos de la barbarie, era la de una escena del crimen reciente, inm¨®vil y frustrante para muchas v¨ªctimas, hoy, esas localidades han limpiado los restos del horror, levantado andamios, tapado agujeros y avanzado en la restauraci¨®n de lo que se pudo salvar. Aunque queda much¨ªsimo.
Explican desde el Ministerio de Infraestructuras ucranio que la administraci¨®n del pa¨ªs es descentralizada, esto es, que, si una comunidad como la de Kuhari decide reconstruir un colegio y otro, no; si prefiere tener un ambulatorio grande en lugar de dos peque?os, o si acuerda levantar m¨®dulos habitacionales para refugiados, esas decisiones las puede tomar de forma aut¨®noma. Si tienen dinero, adelante, y, si no, cuentan con el apoyo del Estado. Este, a su vez, tiene un plan a largo plazo desarrollado por Econom¨ªa, en colaboraci¨®n con la Uni¨®n Europea, as¨ª como un fondo de ayuda a los damnificados y planificaci¨®n por sectores (Agricultura sostiene al campo, Educaci¨®n a los colegios¡). A esto hay que sumar las donaciones. En la ¨²ltima conferencia, celebrada en junio en Londres, se comprometieron 60.000 millones de euros.
Vuelta a las aulas
A medio camino entre Borodianka y Bucha se encuentra la localidad de Nemishayevo. En cuanto las hostilidades comenzaron en Hostomel, a unos 13 kil¨®metros, uno de los primeros objetivos de la ofensiva, los vecinos de Nemishayevo que no contaban con refugio acudieron al s¨®tano del colegio principal de este municipio. Llegaban las tropas rusas. Alina Fedorenko, de 49 a?os, es la directora. Cuenta que acogieron a unas 400 personas, que se organizaron para tener comida y calor. Que hab¨ªa gente mayor, pero tambi¨¦n familias de algunos de los alumnos del centro. ¡°El d¨ªa 3 de marzo, los rusos bombardearon el colegio y volaron las puertas y ventanas¡±, cuenta Fedorenko. Fueron cinco proyectiles de artiller¨ªa. Las tropas invasoras, que se hab¨ªan apostado en un peque?o instituto ¨Dhoy agujereado como un queso gruyer¨D, sab¨ªan que hab¨ªa gente en el s¨®tano. Pasaban por all¨ª en ocasiones y abr¨ªan fuego. Mataron a un voluntario.
Fedorenko ense?a fotos de c¨®mo convivieron aquellas semanas. Se detiene con una mirada cargada de energ¨ªa cuando ve la instant¨¢nea en la que aparecen los soldados ucranios que llegaron al rescate. A partir de ah¨ª empez¨® una reconstrucci¨®n muy particular. Este centro ha trazado mucho de los caminos abiertos en Ucrania para la restauraci¨®n de lo da?ado. El Ministerio de Educaci¨®n les cambi¨® las ventanas; Unicef, la agencia de la ONU para la infancia, transform¨® el refugio en un centro subterr¨¢neo apto para mantener las clases en caso de alerta antia¨¦rea. Y luego est¨¢n las madres y padres de los alumnos que, con su dinero e iniciativa han arrimado el hombro. De ellos vino la idea de tapar cada uno de los cientos de balazos del exterior de las instalaciones con peque?as estrellas.
Seg¨²n los datos facilitados por Unicef, 5,3 millones de ni?os ucranios encuentran alg¨²n tipo de dificultades para acceder a la educaci¨®n, por 3,6 millones afectados por el cierre de los colegios. ¡°En cuanto apareci¨® internet¡±, relata Fedorenko, ¡°empezamos a localizar a los ni?os y profesores y comenzamos las clases online¡±. Quedaba ahora preparar el colegio para que los cerca de 600 alumnos inscritos asistieran de forma presencial. Con una condici¨®n impuesta desde Kiev: contar con un refugio. ¡°Nuestra normalidad¡±, cuenta la profesora Olena Vorovitska, de 45 a?os, ¡°es cumplir con las normas de seguridad y si hay alarma poder bajar al refugio¡±.
Los ni?os lo hacen en ocho minutos. Se llaman Tamerlan, de ocho a?os; Zarina, de 12; Sasha, de 13; Artem, de 11; Rima, de 12¡ En la superficie, la huella de la guerra de aquellos rusos que les encerraron en un s¨®tano o les obligaron a huir ya casi ha desaparecido a trav¨¦s de un esfuerzo ¨ªmprobo de muchos actores diferentes. Abajo, el refugio es un espacio colorido, infantil, luminoso y seguro. No es ya aquel agujero oscuro que, no obstante, salv¨® tantas vidas. Aun as¨ª, a muchos ni?os sigue sin hacerles gracia tener que bajar. Piensan, dicen, que los misiles que vuelan tras las alertas antia¨¦reas pueden llegar ¡°a donde vive la gente¡±. Otra vez.
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